España no va mejor porque Botín sea más rico
Catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla
Las últimas declaraciones de Emilio Botín diciendo que España vive un momento fantástico son una verdad como un templo. Siempre, claro está, que diga que para él y los suyos.
Es cierto que España vive un momento de gloria: las reformas que han
venido realizando antes el gobierno de Zapatero y ahora el de Rajoy han
ido exclusivamente encaminadas a recuperar a los bancos privados
insolventes por su irresponsable política crediticia y a dar más poder
de negociación y decisión a las grandes empresas. Los resultados son
claros: una caída gigantesca de los salarios, que directamente redunda
en aumento de beneficios empresariales, mayor concentración bancaria y
negocios impresionantes para los bancos y las grandes empresas que han
hecho de España la nación más desigual de nuestro entorno. A costa, eso
sí, de una destrucción de empleo gigantesca, de miles de empresas
arruinadas y de millones de personas que han perdido todo, bienes,
viviendas y derechos sociales.
Todo ha sido concebido para que los banqueros como Botín y los
grandes propietarios recuperen las posiciones que tenían antes de la
crisis que ellos han provocado y ahora es lógico que todas esas medidas
den resultados que les parecen fantásticos.
Pero ni siquiera así se puede admitir que lo que dice Botín sea del todo cierto.
Por un lado, las entradas de capital a las que alude no se han
reflejado aún en los datos oficiales del Banco de España, de modo que si
se atreve a decir que están produciéndose debe ser porque las nota en
sus bolsillos. Y las empresas normales y corrientes no sienten, por el
contrario, que les haya mejorado la afluencia del crédito y el impulso
financiero que necesitan para salir adelante. De hecho, se estima que en
2014 van a cerrar un 25% más empresas que en este año.
Sí parece que se están produciendo entradas de capital procedentes de
fondos de inversión que se están quedando con miles de inmuebles y
propiedades de todo tipo, lo que debe estar dejando buenas comisiones en
bancos e inmobiliarias ligadas a ellos y lo que seguramente se traduzca
en unas décimas de incremento en el PIB de los próximos meses.
Pero ¿acaso se puede considerar eso suficiente, o fantástico, cuando
los datos que reflejan la evolución real de la economía (exportaciones,
crédito, empleo, producción industrial, ventas al por menor etc.)
empeoran?
Es muy posible que estas entradas de capital puramente especulativo y
voraz sigan produciéndose pero de ninguna manera puede considerarse, ni
siquiera aunque vayan a traducirse con toda probabilidad en un leve
crecimiento del PIB, como un augurio de que la economía española se
recupera porque ni van a traer aumento del empleo, ni más o mejor vida
para las empresas, ni más competitividad (suponiendo que sea eso lo que
necesitemos), ni más actividades que a medio plazo permitan generar
nuevos ingresos.
Lo que le ocurre a Botín no es nuevo. Sufre el mismo tipo de
distorsión cognitiva que ha afectado siempre a las clases ricas
españolas: confunden el todo con la parte, sus intereses con los del
conjunto de los españoles.
Y lo lamentable no es que personajes como Botín sufran ese tipo de
maligna disonancia sino que actúan en consecuencia y nos llevan a todos
al precipicio.
Botín es un banquero que si en España hubiera Justicia, gobiernos decentes y democracia estaría en la cárcel desde hace tiempo.
Como he explicado en varios lugares, el diario El País informó el 27
de mayo de 2008 que, para defenderse de la acusación de supuestos
favores al Banco de Santander, el ex Ministro de Economía Rodrigo Rato
presentó un escrito de la ex-Secretaria de Estado de Justicia y luego
Vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, “en la
que ésta pidió el 25 de abril de 1996 que se cursaran al Abogado del
Estado “instrucciones” sobre su actuación en el caso de las cesiones de
crédito”, concretamente, pidiendo que no se dirigiera “acción penal
alguna por presunto delito contra la Hacienda Pública, contra la citada
entidad bancaria o sus representantes”. Gracias a ello, su presidente no
tuvo que ser juzgado por unas actuaciones que el diario digital el
Confidencial de 21 de septiembre de 2006 describió de la siguiente
forma: “Durante los años 1988 y 1989, el Santander manejó cerca de medio
billón de pesetas de dinero negro, que provenía de fuentes financieras
más o menos inconfesables (…) El banco entregó al Fisco información
falsa sobre 9.566 operaciones formalizadas que representaban 145.120
millones de pesetas. (…) A tal efecto, no dudó en declarar como
titulares de las cesiones a personas fallecidas, emigrantes no
residentes en España, ancianos desvalidos, trabajadores en paro,
familiares de empleados del banco, antiguos clientes que ya no mantenían
relación alguna con la entidad, etcétera. Como consecuencia del
descubrimiento de esa serie de irregularidades, la acusación solicitó
para el presidente del Banco de Santander, Emilio Botín un total de 170
años de prisión y una multa de 46.242.233,92 euros (7.694.060.334
pesetas), además de una responsabilidad civil de 84.935.195,86 euros
(14.132.027.499 pesetas), que es el perjuicio causado con su actuación a
la Hacienda Pública”.
Como digo, si en España hubiera Justicia al señor Botín se le hubiera
enjuiciado y condenado. Si hubiera gobiernos decentes la señora
Fernández de la Vega (que ahora se sienta en el Consejo de Estado) nunca
hubiera dado esa orden. Y si hubiera democracia toda la gente sabría
qué sucedió y al señor Botín le daría vergüenza de decir las cosas que
dice porque lo correrían a gorrazos por las calles. Mejor dicho, con
toda probabilidad, por los patios de una cárcel.
De la misma naturaleza es su juicio sobre el ex ministro de Economía
Rodrigo Rato de quien dice que fue el mejor de la democracia. Es natural
que lo diga: solo con la vergonzosa concesión de desgravaciones
fiscales con el dinero de todos los españoles a las empresas que
invirtieran en el exterior (como el banco del señor Botín) ya le hizo un
favor suficiente como para justificar que lo siente ahora en sus
sillones y lo mitifique de esa forma. Su gestión en Bankia engañando a
miles de personas, su política que dio lugar a la crisis, o su ceguera
para anticiparla aquí o en el FMI no tiene importancia. Pelillos a la
mar que el negocio es el negocio.
Una ventaja tienen, eso sí, las declaraciones de Botón. Permiten
comprobar a quien tuviera alguna duda qué tipo de salida es la que
quieren darle a la crisis y la que le van a dar si no hay una respuesta
social contundente que quite de una vez el Boletín Oficial del Estado a
los gestores del señor Botín y compañía que gobiernan contra España: no
la que recupere el empleo, el salario, la actividad empresarial y el
binestar social, sino la que permita que siga aumentando la riqueza de
los ya de por sí más ricos que provocaron la crisis, los que fomentaron
artificialmente una deuda privada y empresarial gigantesca a base de
endeudarse ellos mismos y cuyos costes quieren ahora pasar a las
espaldas de los de siempre.
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