Edurne Uriarte y esas rojas feas
por David Bollero
Edurne Uriarte publica hoy una columna en ABC con el título ‘Los rojos contra Gucci’.
La columnista -que no periodista porque jamás pisó facultad de
Periodismo alguna- se muestra escandalizada por la reacción que tuvo en
Twitter su última columna en Mujer Hoy, en la que confesaba orgullosa que “pertenezco es ese grupo de mujeres que una amiga mía llama Barbie Complementos”. Con su columna de hoy, Uriarte pone en duda su “enorme equilibrio espiritual”, ese del que hacía gala después de que un camarero derramara vino sobre su “último bolso Gucci”.
Uno no sabe muy bien si es porque las críticas vertidas contra su texto
no eran de marca o porque ella tiene la certeza de que quienes la
criticaron son más feos que Picio -al camarero, “que era muy guapo”, le perdonó-, pero la tertuliana se muestra realmente afectada.
Su tribuna ‘Los rojos contra Gucci’ sería preocupante si no
fuera porque cualquiera con dos dedos de frente sabe la pasta de la que
Uriarte está hecha. La tertuliana habla de “degeneración de Twitter” y de “su dominio por parte de la izquierda radical y del populismo”, lo que lo hace “crecientemente inservible para el periodismo”.
Curioso, precisamente en un momento en el que el periodismo se aferra a
Twitter como una de sus herramientas básicas de supervivencia, la gurú
Uriarte lo condena.
Es más, esta intelectual no duda ni un segundo en sentenciar que la “degradación ideológica” es tal en esta red social, “que lo aleja de los espacios de debate ideológicos atractivos para el conjunto de los ciudadanos”. Imagino que por “el conjunto de los ciudadanos” se refiere a esa “mayoría silenciosa”
que huye de los movimientos sociales, que no participa de presiones
populares para evitar que los corruptos sigan abusando de nosotros, que
no cuestionan el papel de una institución anacrónica ‘a lo Gibraltar’
como la monarquía o a la que la Educación o los desahucios le importan
un pimiento… porque hay que ver el ruido que hace la minoría con esas
cuestiones.
Claro, que esa minoría, según ella, formará parte de la izquierda “uniformizadora e intolerante, con esos tics de antiguos totalitarismos comunistas que no pueden superar”. Una intolerancia que se plasma en cuestiones tan vitales como el interés de las mujeres “por la estética y la moda”,
algo de lo que carecen, según Uriarte uno de los sectores de la
izquierda más cerril, el feminista. Dicho de otro modo, esas rojas feas
fueron uno de los motivos por los que la tertuliana que cada vez que
acude a Los Desayunos de La 1 está más pendiente de cómo da en
televisión que de lo que opina, abandonó la izquierda. En realidad no
fue por eso por lo que abandonó las filas del PSE-EE, sino por un
sencillo mecanismo de autorregulación natural por el que un yugo jamás
puede ser una rosa -y mucho menos una hoz-, por mucho que se esfuerce.
El modo con que Uriarte hace mención al feminismo sería insultante
sino fuera porque el conjunto de sus reflexiones es tan superficial, tan
básico, que es indigno de entrar en mayor consideración. Tan sólo un
apunte, señora Uriarte, lo que usted entiende por “gusto por la estética y la moda”
no la hace a usted más femenina, ni siquiera más mujer, sino más
capitalista y clasista con ese desagradable tufillo de altanería que le
lleva a perdonar a un camararero por ser guapo o, seguramente, de
humillar y encararse con él si es feo -no quiero ni pensar si es una
roja feminista.
Pues bien, al menos a mi parecer, con esta mente cerril y
uniformadora que a buen seguro me atribuirá, es mucho más bella
cualquier feminista roja con ropa de mercadillo que una tertuliana con
el armario lleno de Guccis… y, además, mucho más interesante y digna de
admiración porque ella quiere cambiar este mundo y la Barbie Complementos, como usted, perpeturarlo.
Y recuerde, el yugo siempre es yugo.:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
El caso es que a esta buena mujer un par de veces la he visto, oído y borrado inmediatamente con el mando a distancia. No sabía siquiera que escribiese columnas, ni columnas ni nada; es lo último que me hubiese imaginado al verla y oirla. Que tuviese algo que ver con la arquitectura del sintagma, el morfema, el fonema y la semiótica. Cosa normal en mí, tratándose del ABC del que sólo viendo titulares se me ponen los pelos como escarpias.
Ya me temía un poco la procedencia de la interfecta porque su perfil empasta más con "Sálvame" que con una tertulia de la 6ª, que es donde me la he tropezado las dos veces. Lo de los desayunos de la 1, por donde al parecer pulula esta especialidad exhibitoria y muy poco más, es que ni los toco desde que Pepa Bueno fue transferida ex horrore causa a la SER, precisamente por ser más de lo previsto en el nuevo diseño de los medios públicos de comunicación y un peligro también público para la casta de lo privado con aspiraciones politicantes. Es decir, otra roja feísima y demasiado heavy para la nueva era del ppodéh eshppañóh. Para el analfabetismo orgánico en el establo de la aldea global. Y las máscaras -que ya ni caras son- de asco. Hieráticas, inexpresivas, tiesas y vacías como la de Edurne Uriarte.
Ahora este artículo de David Bollero me ha puesto al día el pedigrí de la doña en cuestión. Una Barbie autodeclarada en su día del orgullo mediático, saliendo del armario de la discreción y haciendo pública su pertenencia al cuarto género: las muñecas de plástico, silicona y extensiones, que según ella y sus comentarios, deben diseñar la simbología de la feminidad y, seguramente, la transustanciación co-estética de esa tesis gallardoniana, por la que una mujer sólo es mujer cuando se embaraza, por supuesto bendecida por el santo matrimonio, y luego pare, canonizada por la matrona, el médico y la epidural, si la clínica es de requetepago, y si no, quesejoda, que ni es mujer ni es nada. Sino una roja feísima sin retoques ni estiramientos de pellejillos aleatorios, con celulitis blandiblú y michelines con alergia a la liposucción, peluda como una osa parda y con bigote de brigadier, llena de canas prematuras, uniceja sin depilar, sin mechas californianas ni ese delicado aire Chanel pasado por Cuelgamuros; una ruina de imagen y de marca televisionaria. Impresentable, vamos.
El hecho de que este personaje haya obtenido una cátedra de Politología en una universidad, lo único que demuestra es que cualquiera puede hacerlo, por muy fatuo que sea, y que el nivel de madurez pedagógica de la selección docente en las oposiciones está a la altura del betún. Una tipa que se considera Barbie Complementos no puede enseñar nada más que retahilas copiadas y reproducidas, como un loro o una cacatúa. Una intelectual de las ciencias políticas que de verdad ha entendido lo que ha estudiado, no puede ser del pp ni novia de Wert, ni andar haciendo el ridículo por las emisoras y las tertulias sin acabar en el psiquiatra por disociación paranoide de la personalidad. Quién sabe si la bomba que le pusieron fue de la ETA o de los alumnos desesperados y a punto de quiebra neuronal, para hacerla marcharse del País Vasco, porque no soportaban sus clases...y ella ahora va con su automarketing de heroína por la vida, como si fuese Agustina de Aragón. Sólo los compatriotas afines al Rey Desnudo la confunden con una "intelectual".
Ahora este artículo de David Bollero me ha puesto al día el pedigrí de la doña en cuestión. Una Barbie autodeclarada en su día del orgullo mediático, saliendo del armario de la discreción y haciendo pública su pertenencia al cuarto género: las muñecas de plástico, silicona y extensiones, que según ella y sus comentarios, deben diseñar la simbología de la feminidad y, seguramente, la transustanciación co-estética de esa tesis gallardoniana, por la que una mujer sólo es mujer cuando se embaraza, por supuesto bendecida por el santo matrimonio, y luego pare, canonizada por la matrona, el médico y la epidural, si la clínica es de requetepago, y si no, quesejoda, que ni es mujer ni es nada. Sino una roja feísima sin retoques ni estiramientos de pellejillos aleatorios, con celulitis blandiblú y michelines con alergia a la liposucción, peluda como una osa parda y con bigote de brigadier, llena de canas prematuras, uniceja sin depilar, sin mechas californianas ni ese delicado aire Chanel pasado por Cuelgamuros; una ruina de imagen y de marca televisionaria. Impresentable, vamos.
El hecho de que este personaje haya obtenido una cátedra de Politología en una universidad, lo único que demuestra es que cualquiera puede hacerlo, por muy fatuo que sea, y que el nivel de madurez pedagógica de la selección docente en las oposiciones está a la altura del betún. Una tipa que se considera Barbie Complementos no puede enseñar nada más que retahilas copiadas y reproducidas, como un loro o una cacatúa. Una intelectual de las ciencias políticas que de verdad ha entendido lo que ha estudiado, no puede ser del pp ni novia de Wert, ni andar haciendo el ridículo por las emisoras y las tertulias sin acabar en el psiquiatra por disociación paranoide de la personalidad. Quién sabe si la bomba que le pusieron fue de la ETA o de los alumnos desesperados y a punto de quiebra neuronal, para hacerla marcharse del País Vasco, porque no soportaban sus clases...y ella ahora va con su automarketing de heroína por la vida, como si fuese Agustina de Aragón. Sólo los compatriotas afines al Rey Desnudo la confunden con una "intelectual".
No sé como calificará esa contertulia profesional a Mª Teresa Fernández de la Vega y su último look, absolutamente acoplado al modelo Barbie ex-rojafeísima, ex-pasademálaga fashion, reciclada y recién planchá, que la han dejado a estrenar. Seguro que o Fernández de la Vega se ha cambiado de bando militante o le ha roto los esquemas a esa Edurne, cuyo nombre rima con embadurne y su significado semántico: empastre de maquillaje espesote, tipo látex linoleico brillantón, sombras de ojos pringosillas, rimmel en estado oleaginoso descompuesto y pintalabios grasiento perfilado con pincel y titanlux, mezclado todo con un toque exquisito y apetufante de Ô de pijuásss. Y si no, haced la prueba y pronunciadlo, em-ba-dur-ne, mirando la imagen ...y es que la rima le sienta de luxe, como el sálvame, pero, en este caso, que se apañe y se vaya salvando ella sola de su propia bomba plúmbea. Que más que bomba es un petardo. O una petarda, por aquello del género.
En su actual estado evolutivo, si es capaz de escribir columnas y hasta de publicarlas y de participar en tertulias diciendo chorradas, vacuidades y tontunas repetidas sin pizca de inteligencia añadida, seguro que le sobra osadía, morro y atrevimiento para salvarse de cualquier cosa por cuenta propia. Hasta de contagiarse de la inteligencia y del encanto natural de cualquier roja y fea. Pero no tonta de baba ni fatua por vocación.
Edurne tiene un serio problema de identidad. Se ha confundido a sí misma con Gucci. Gucci c'est moi! dice por la mañana ante el espejo y saliendo del estupor de contemplarse sin reconocerse porque no se le ve la etiqueta del pijama. Y cuando alguien manifiesta que no le gusta esa firma, se lo toma como algo personal. Eso es un síntoma de patología ppera que viene a confirmar la triste realidad de siempre, para modificar el espesor de la visión orteguiana: yo soy más mi circunstancia, que yo mism@. Osea, yo soy en función de mi circunstancia, es ella la que me controla y me da el caché. Por eso normalmente no me encuentro si no tengo el armario lleno de circunstancias que cuesten una pasta para confirmar que no me he disuelto en el anonimato vulgaris, donde no soy nadie sin Gucci, por ejemplo. Me visten del mercadillo del trueque y me aniquilan. Mi Barbie interior no podría soportarlo. Ajjjj!
Chacón se desmelena en inglés: causa sensación como conferenciante en el Miami Dade College
| 30-09-2013
De abajo a arriba: Susana Díaz, Teresa Forcades, Ada Coláu, Rosa Solá, Rosa Aguilar, Gracia Rodríguez, Carmen Romero, Mercedes Madrid, Bibiana Aido y Carme Chacón...Un elenco de "rojas feísimas". No hay más que verlas y mirarlas para ver lo horribles que son, lo tiesas y lo artificiales. Y sobre todo lo más feo que tienen es que son humanas de verdad, se ríen de lo cutre mientras trabajan para que lo cutre desaprezca del mapa. Y además suelen hablar inglés porque lo mismo pueden trabajar sin problemas de idioma en la ONU que en Orcasitas o en El Perchel o en Miami, sin necesidad de un asesor que las entrene para tontas de diseño oficial y que cobre un pastón por amaestrar a la mula Francis sin más éxito que convertirse en chiste patético.
No se asustan de la pobreza, sino que en plena crisis se atreven a impedir desahucios y a mantener la escuela pública con comedores para que los niños sin recursos puedan comer al menos allí, a mantener el equipo de investigación de una universidad recortada, para que la medicina siga avanzando o haber hecho una tesis doctoral en la Sorbona, o aprovechando una cátedra de Lenguas Clásicas para investigar la igualdad en la Historia y mostrar el mundo femenino desde su esencia social más antigua hasta el presente, o siendo pensionista comprometida que no se resigna a dejar un mundo peor cuando se vaya de esta vida y sale a la calle con el cáncer a cuestas a manifestarse, para que a ti, columnista de la nada, no acaben quitándote la pensión cuando te toque, que por tonta y fatua no te merecerías si se mirase al prójimo con el mismo rasero que tú mides al resto...Y todas las mujeres que trabajan en cualquier oficio por humilde que sea, para poder sacar adelante a los suyos con sacrificio y dignidad y además piensan y no se dejan manipular por los que mandan y ni son trepas ni pirañas arrimadas al sol que más calienta, son guapas y preciosas porque la gracia de Dios se refleja en su generosidad solidaria y en su buena pasta. ¿Te parece poca belleza, Barbie Uriarte? Todas son desobedientes civiles, resistentes pacíficas a la nulidad de gobiernos estúpidos y valen más que su peso en oro.
¿Y tú, Edurne Uriarte, esfinge de cartón-piedra, además de las columnas y los shows autoexhibicionistas por medio de enchufes varios y buscando la pulga de la Chelito en polémicas anodinas , a qué te dedicas para hacer posible el bien común? No me quiero imaginar una clase tuya...
"...que la belleza que te sobra es la pieza que te falta....
....Que no, que no, que no me aportas ná" (El Niño de la hipoteca)
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