domingo, 11 de octubre de 2009

Chocolate espeso e ideas claras

He leído una noticia curiosa e interesante: José Bono, presidente del Congreso, declara que al socialismo le vendría muy bien acercarse al cristianismo y llevarse mejor con la iglesia católica. Dos afirmaciones que me parece necesario ajustar, porque tienen una lógica y matices importantes, y que son eco de una realidad social confusa y bastante distorsionada. Veamos el panorama en algunos puntos de reflexión.
1) No sólo al socialismo, sino al mismo catolicismo militante y ofendiente contra todo prójimo que no pertenezca al clan, le vendría de perlas, además de repasar el catecismo, sobre todo, convertirse. Cambiar. Un giro copernicano de conciencia que abra las mentes y los sentimientos. Que despierte la capacidad de Ser y avive la llama del amor, de la solidaridad, del respeto, de la bondad y de la inteligencia.
2) Confundir catolicismo con cristianismo es un error muy común, porque desde que la iglesia asumió poderes temporales, se ha ido formando un batiburrillo de confusiones, manipulaciones y engaños, dobles sentidos y enredos que con la mejor intención, seguramente, han enmarañado mentes y conciencias hasta derivar en este maremagnum findetodo y comienzodealgo, que ahora nos ocupa y nos descoloca cada día un poco más. Lo que hemos heredado como institución es una farsa. ¿Qué es una farsa? ¿una mentira? No exactamente. La farsa es un modo deformado y fuera de tiesto, de interpretar una realidad que supera los medios y modos de entender y comunicar lo noentendido. Por ejemplo, podemos hacer una farsa, una comedia, un sainete, sobre la corrupción, sobre la enfermedad, sobre la droga o la guerra. Tomando un hecho real, lo interpretamos, lo modelamos y lo orientamos hacia aquello que nos interesa comunicar, dejando a un lado zonas importantes de la realidad objetiva, y apartando aquello que no interesa resaltar, o lo que no importa o no conviene tocar. Eso ha sido durante siglos este catolicismo agonizante que aún sobrevive camuflándose en una multinacional ideológica, que ya hace mucho tiempo ha olvidado su verdadero sentido, sus raíces. Se ha incardinado de tal modo en la supervivencia y en el miedo a desaparecer, que ese mismo afan de "eternidad" la ha dejado sin alma, sin contacto con el Ser y congelada en el tener, poseer, mandar y figurar, paro ya sin un porqué.
3) En efecto, como percibe Bono, el socialismo y el cristianismo tienen mucho que ver.Pero en la base. En el origen. No en la farsa "política" o religiosa. Uno y otro responden al evangelio de la vida, cada uno en su tiempo. Hasta en la honesta percepción de Marx, que detectó la idolatría, el opio del pueblo, la adormidera de conciencias con que el falso cristianismo vegetaba entonces y aún vegeta por estas latitudes del tercer milenio en ciernes. Sin raiz espiritual se ha vinculado a opciones políticas que mantengan su supervivencia en las costumbres y en hábitos sociales incluso opuestos al origen cristiano, para no perder la clientela. Así, para "sobrevivir" ha ido olvidando su función mediática, no salvífica por sí misma, sino como instrumento de algo más consistente y valioso: el camino hacia el encuentro humano-divino dentro del mismo hombre. De ser un medio se ha convertido en fin. Y como hacen los políticos demagogos, cuando esa farsa se siente atacada, envenena y asusta a sus partidarios: quien la critica o la rechaza, quiere el mal para todos.
Cuando alguna costumbre injusta, pero arraigada y bendecida por el sistema "católico" se modifica desde la sociedad laica, para mejorarla, -reconocer derechos a los homosexuales, no hacerla signatura de religión católica obligatoria, o respetar el testamento vital o la pluralidad de credos en la enseñanza sin imposición de la religión propia a los no católicos- a institución salta como una fiera acorralada, sin reflexión ni sabiduría, se alía con lo más fanático y menos cristiano que encuentra porque ha perdido el don del discernimiento y ha olvidado la humildad. Reprimiendo el don divino de la sexualidad humana, -porque no ha sabido comprenderlo limpiamente ni orientarlo-, en pro de una "castidad" impuesta, provoca pedofilias, dobles vidas y males psíquicos incontables. Alterando la paz social y creando bandos y luchas, ella siente la "militancia" de una cruzada y se refuerza en su poder mundano, dando la espalda a su misión y aceptando pactos sacrílegos de silencio con los dictadores que le permiten seguir en el poder, aunque haya mártires por el reino de Dios, que no están bautizados o que no van a misa, eso no cuenta. Con sus hechos niega lo que con sus palabras afirma: Dios es Amor sin exclusiones.
Justicia, compasión por todos y respeto para todos, sin excepciones. No se puede ser aliados del racismo y la xenofobia no bendecir en privado lo qque se condena en público. Ni cobrar un plus multimillonario por las visitas del jerarca máximo, sobre todo en aquellas al Tercer Mundo. Ni consentir dispendios brutales en los preparativos,mientras necesidades vitales de los ciudadanos están al descubierto. Todo eso se ahorraría si el jerarca máximo no fuese un jefe de estado, sino un peregrino al servicio de los más sufrientes y necesitados. Pero en eso el señor Bono no quiere entrar. Tal vez no lo ve ni lo sabe. Porque siguiendo las buenas costumbres ancestrales sigue confundiendo catolicismo con cristianismo.
4) Al socialismo, es cierto, le vendría muy bien pasarse por el cristianismo de vez en cuando ¿Y a quién no? También al catolicismo de corte fasci-corrupto,le vendría al pelo. ¿En qué se diferencian los cultos profanos y fanáticos a la Xeperudeta o Sant Vicent, por ejemplo, del culto a los ídolos pehistóricos? Pues en que ahora se ven por la tele y el atrezzo se compra en el Corte Inglés. Nada más. El estado de dormición en que vegeta la sociedad,acunada por las nanas del catolicismo-fusión, impide despertar. Y eso es el pecado más grave que se puede cometer. La base del verdadero "mal" que afecta al hombre. Da escalofríos pensar que todos los beneficiarios de una trama corrupta de dimensiones descomunales, están bautizados, que dejan un ratito libre en sus tejemanejes de mentiras, omisiones, calumnias y desvergüenzas, para ir a misa, comulgar, confesar y rezar ¿ a quién?...Y que después de estudiar religión en la escuela y en el instituto durante años, de besuquear a Santiago y a la Virgen del Pilar, no han aprendido a distinguir las dimensiones y variantes del séptimo mandamiento, por ejemplo o del octavo, por citar sólo esos dos. Será que no han pasado el control de calidad en el cumpli-miento de los dos primeros:
I- Amarás a Dios por encima de todo y I-Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Claro que tal vez, ocupados en el III que es santificar las fiestas, es posible que se hayan pasado diez pueblos. Sobre todo si las fiestas dan un pastón y entretienen a la gente aún más y mejor. Panem et circenses. Faltaría más, para no perder la costumbre imperial.
No se trata de destruir nada, ni de ofender. Son hechos. Hechos que debemos analizar y estudiar con calma y reflexión. Sin enfado ni descalificación. Ateniéndonos a lo que hay. A lo que vivimos. Al deber de informarse y aportar nuestro discernimiento. No a la rebeldía, no a la inutilidad de los enfentamientos inútiles. Como ciudadanos, reflexionamos y construimos espacios de intercambio de ideas y opciones, para que todos mejoremos.
¿Cómo se estaría viviendo esta crisis si la honradez, la cooperación y las ganas de que el bien sea patrimonio de todos, no algo partidista, guiase las intenciones? Si el bien común fuese el objetivo de los discursos y no el apoderarse del poder y de la influencia social, religiosa o mediática. Si fuesen la inteligencia, la ética, la honestidad y la lucidez las cualidades más valoradas en vez de la sastrería superstar, el joyero, el relojero de lujo o el peluquero fashion que hacen los arreglitos en esa evento-pijolandia de nuestros gobernantes falleros, mientras la falla ciudadana se cae a cachitos, desmoralizada, desinflada y harta de tanta basura costeada, zaplanizada, fabreada, barbereada y campsizada por los impuestos que salen del trabajo y del esfuerzo de los pocos que aún conservan el empleo, si fuesen esas cualidades importantísimas e imprescindibles las mejores medallas que se colgasen, entonces sí, la iglesia que los formó y educó en el catolicismo podría de verdad sentirse contenta y satisfecha de su misión.
Pero con estos resultados, señor Bono, ¿qué quiere qué le diga?

miércoles, 7 de octubre de 2009

El poder y la nueva conciencia

En el nuevo paradigma que estamos comenzando a construir, están cambiando muchas cosas y lo veremos reflejado en vuelcos sociales y sorpresas inesperadas que darán al atraste con montajes y estructuras viejas, que ya no se corresponden con las necesidades que la evolución necesita. La evolución, como la misma fuerza divina creadora y mantenedora del cosmos visible e invisible, no funciona con los parámetros "humanos" al uso, basados en el juicio, es decir, en la aprobación o el rechazo de ideas y tradiciones,costumbres o intereses, que se defienden o atacan según conviene al estamento cultural, social , religioso, político, étnico, genérico, económico, etc, al que se pertenece. En el nuevo modo de vida que se está empezando a desarrollar, el interés es el bien común. No el bien "común" de una parte, de un clan, de un trust, de una fracción, sino el bien de todos los componentes del conjunto humano. Por eso se hace sin lucha, sin agresión, con la fuerza de la serenidad que dimana de las cosas que llegan a su tiempo, como se nace y se muere. Como las cosechas maduran. A su tiempo. Eucronísticamente.

Una de las esclavitudes más perjudiciales que hemos soportado a lo largo de la historia ha sido la lacra del "poder"; un sistema que pervierte las responsabilidades que deben ejercerse al servicio de la comunidad y las convierte en manipulación usufructuaria de las mismas por parte de los gobernantes corrompidos, usando la posibilidad de utilizar la cosa pública para adquirir influencia social, autoridad política, económica o religiosa, para sacar provecho personal y de partido, escondiendo las ambiciones más bajas y rastreras en la pésima gestión de los asuntos públicos, hasta llegar a unificar falsamente los intereses de un colectivo ciudadano, con los propios de los dirigentes, de modo que los todos identifiquen la fuerza del gobierno, el símbolo de la nación, la gobernabilidad necesaria, con la figura y los intereses de los gobernantes. Y cuando esos piratas de la picaresca y el chanchullo se sienten acorralados por las consecuencias de sus errores y fiascos y delitos, intentan que el ciudadano se sienta perseguido y acosado, porque el daño no es pera el "héroe" que gobierna, sino para el pueblo entero, que está siendo menospreciado y maltratado por el poder central antitodo, absolutista y malísimo. Ha sido siempre la táctica de los imperios. Pero en nuestros días se ha agravado el proceso con el uso de los medios de comunicación y de la publicidad como armas indetectables pero realmente peligrosísimas para un sistema equilibrado de libertad de expresión y de participación ciudadana en los asuntos que conciernen a todos y no a los intereses interesadísimos de unos cuantos.

El poder,como todas las fuerzas que están a nuestra disposición, no es real si no se llena de contenido y se le da una aplicación práctica. El resultado de su función depende del uso consciente y justo que se le conceda, del modo en que esa fuerza operativa, que en sí es neutra, se utilice. Al llegar a este punto, la nueva visión consciente de la humanidad comprende que las ideologías que vinculan y articulan los estamentos del poder y que subyadcen en las decisiones políticas, económicas, religiosas o legislativo-judiciales, no sirven al desarrollo de todos, sino que están al servicio de una concepción partidista que mutila y margina las opciones diferentes y los intereses opuestos a quien manda más y corrompe mejor.
La concepción que se tiene de quienes deberían ser servidores públicos, es exactamente la opuesta: personajes ambiciosos, corruptos, manipuladores e intrigantes, capaces de lo peor para llegar al poder y mantenerse en él. Una aberración endémica que se debe soportar como un mal de "menor cuantía". En este sistema de desinformación zafio y obtuso, a cualquier cargo público la corrupción se le supone, como al soldado el valor. De tal modo afecta esta visión al ciudadano normal, intoxicado y desesperanzado por los media, -que no desean ofrecer otra cosa, que las peores noticias y desastres, ignorando los hechos buenos, nobles, sanos y justos, alegando que no son "noticia"- que el panorama apático y desmoralizante, no tiene en cuenta al servidor público honesto, ni valora sus esfuerzos; los medios se han encargado de tirar por tierra y desvalorizar a todos por igual. Y los llaneros solitarios de la ética deben lidiar solos, juzgados con la misma dureza que si fuesen corruptos. Así encontramos que se puede incohar un proceso contra un juez demostradamente honesto, sin fundamento alguno, y dejar sueltos los cabos de un grupo entero de jueces corruptos usados como tapaderas para ocultar verdaderos delitos, tras la más desvergonzada prevaricación. Así comprobamos que la maledicencia y la calumnia de las mentes enfermas, salpican y expanden las basuras propias sobre el "enemigo"a través de una prensa incapaz de analizar ni comprender, que vomita desinformaciones y deformaciones y se pone al servicio de la confusión para vender más y mejor. El resultado es lo que hay: la eterna historia de "buenos y malos", según del lado en que se milite. Ergo, la militancia y la partidocracia, nos están sobrando. Nos molestan y nos estorban.

En la nueva energía este concepto guerrero y obsoleto del servicio público como campo de batalla, áspero e inútil, el sistema de gobernar siempre contra algo, en vez de a favor de todos, no puede seguir vigente. Los miembros de un parlamento no han sido votados por la ciuadadanía para que se enfrenten y se falten el respeto, para que corrompan y esquiven al poder judicial, para que se renueven vestuario y complementos a base de conceder dineros públicos a los mangantes, pícaros y delincuentes, poniéndose a la misma altura de éstos. Para que dispongan de la región que gobiernan como si fuese su finca particular, para que deformen obras de arte que mencionan lo que no les gusta, como ese "Roger de Flor" de Chapí, que han mutilado y cambiado a su mediocre criterio y palurda concepción de la cultura "valenciana". No. No seguirán. Y no será porque nadie de fuera los espíe ni les persiga. Les persiguen sus acciones corruptas, su complejo de inferioridad, su no adecuación al momento histórico y evolutivo. Su demostrada incapacidad para gestionar con decencia y eficacia el patrimonio de todos. Su mediocridad. Su analfabetismo ético.
Ya se les ha pasado el arroz en la cocina del universo. Y el socarrat de su coentor, la puzza della loro immondizia, como dirían en Italia, atufa demasiado el medio ambente. Por eso mismo no necesitan que nadie les ponga zancadillas, las denuncias no las he hecho nadie de fuera de su entorno, sino la gente misma de su grupo, que está horrorizada de pertenecer a una mafia, cuando pensaban creer y pertenecer a algo digno. Tienen miedo y se han ido directos a la policia judicial para denunciar lo que sus conciencias en estado de renovación ya no pueden asumir. Quieren volver a dormir tranquilos. Tienen al "enemigo" dentro y se están desgastando al buscarlo fuera. No lo detectarán, pues su falta de inteligencia no les permite reconocerlo cuando se miran cada mañana al espejo. Las leyes universales tienen sus métodos y sus herraminetas de trabajo. No se conspira contra nadie, sino contra uno mismo. No se eliminan enemigos, se destroza uno mismo. No se engaña a nadie, la verdad tiene tanta fuerza que acaba por sobrevivir a sus potenciales verdugos. La sectas del poder, como Cronos, acaban devorando a sus hijos predilectos. Y los pactos con el diablo siempre acaban fatal. El mal odia a los perdedores que engendra y quien vendió su alma ya es un perdedor. Se ha despojado voluntariamente de su mayor riqueza: su conciencia.

Desde el nuevo paradigma de conciencia la participación ciudadana en el bien común no es hacer "polìtica"tal y como se entiende ahora, sino una obligación ética y moral lejísimos de las ideologías y ajena al partidismo, que según su nombre indica, es división y fisión, como la desintegración atómica, destructivo y creador de luchas inútiles. Socialmente mortal por desgaste y enfermedad colectiva. Cada ser tiene perfecto derecho a pensar, sentir y hacer lo que considere bueno y constructivo para su vida y su persona, mientras su mundo privado no interfiera y perjudique al resto. Y por tanto tiene el deber de trabajar para lograr una sociedad que permita ese estado y forma de vida para todos. El bien común.
Estamos en el final de unos tiempos devastadores y en el principio de un mundo nuevo. No nos asustemos de que las viejas estructuras que se niegan a evolucionar y a rehabilitarse, adaptándose limpiamente y sin lavados de cara estratégicos, a las nuevas necesidades y desafíos, se desplomen sin que ninguna piqueta desde el exterior las golpee. Se derrumban porque sus cuarteadas bases ya no soportan el peso de la inutilidad y la hostilidad inoperantes, per sé.
No se puede ya sostener que el cambio climático es un rumor sin base. Un alarmismo. No se puede sostener que los intereses personales y amiguistas organicen el modo de gobernar. No se puede sostener que las conductas corruptas demostradas son infundios. No se puede gobernar desde la paranoia viendo enemigos en quienes opinan diferente y enriquecen con su visión la limitación propia. No se puede imponer el chino como estudio para impedir una asignatura imprescindible como educar ciudadanos para el mundo que está gestándose, sólo por pánico a afrontar en público lo que se vive oscuramente en privado. No se puede montar una cruzada religiosa y menos para rentabilizarla políticamente. Toda religión que no se basa en el respeto al prójimo y a su derecho a elegir, es falsa. Pura idolatría de conveniencia. No se puede manipular la información, porque el mismo manipulador acaba por creerse su propia farsa y romper sus vínculos con la realidad entrando en un estado de demencia peligroso, que le incapacita para gobernar, ya que no es capaz de controlar su miedo a la responsabilidad de afrontar lo real y eso es lo que lo ocurre cuando decide falsear o silenciar la información o no responder a la prensa ni al congreso cuando le piden respuestas y razones de sus actos sin fundamento ni coherencia. De sus delitos que todos ven, menos el interesado y la camarilla interesada en seguir lucrándose de un personaje chantajeable y teledirigible. Vendible y comprable. Todo esto es el epílogo a que ahora nos enfrentamos desde la esperanza y la comprensión. Desde el perdón preparado para cuando esté listo el arrepentimiento hecho realidad y las ganas de devolver lo arrebatado: la dignidad de un pueblo engañado y alienado, que ha dejado en manos negrísimas y desastrosas su presente. Y que ahora está pagando tan cara su atolondrada elección y su falta de discernimiento. Un pueblo así de fatuo, iluso, elemental e ingenuo merecía este escarmiento. Seguramente por eso votó en masa el despropósito. Ya se sabe que con la masa, sobre todo, se hacen churros. Y así estamos. Esperando que las existencias se acaben y la churrería cierre por falta de clientes.
La nueva conciencia ya sabe alimentarse mejor. Los fritos son pesados y pierden aceite por todas partes. Producen colesterol. Prefiere el aire limpio a la fritanga. La huerta verde y viva, al cemento desolado. La cultura de las bibliotecas al chisgarabís de la wikipedia mediática. La fiesta civilizada y hermosa de unas fallas musicales y participativas, al estruendo palurdo del bestiario montaraz aislado en carpas insolidarias e incívicas. El diálogo y el respeto a la burla de las instuticiones en degradación creciente. La inteligencia y la bondad, a la chulería impositiva. La crisis dead the old way of life .
El universo nunca se para. Y todo se armoniza por sí mismo. Los propios males traen sus remedios escondidos en su interior: El aprendizaje y el cambio irreversible. El antídoto perfecto.Todo está en marcha. No hay más poder real que la propia justicia eterna dando a cada uno su parte según sus actos. Ni más riqueza que la inteligencia del amor haciendo posible la nueva vida.
Ya queda menos.

martes, 6 de octubre de 2009

Leyes eternas. Nueva conciencia.

Amor y matrimonio. Significado profundo.

Hay mucho que revisar en nuestra herencia cultural, ética y religiosa, para poder liberarnos de tópicos y restos inservibles que suponen un lastre pesadísimo en la evolución. No se trata en absoluto de eliminar las bases fundamentales y necesarias para convivir armónicamente y en paz. Civilizadamente. Ni un permiso irresponsable para saltarse a la torera las normas más elementales de la decencia, sino al contrario, se trata de hacer un análisis justo y honesto de nuestro estado evolutivo, revisando las condiciones del "contrato" existencial que nos encontramos al nacer y que con la evolución de la conciencia y del cerebro, con la modificación de la percepción y de la experiencia, necesitan una nueva visión para poder comprender en qué punto del camino nos encontramos ahora y cómo afrontar los nuevos desafíos y comprobar si las herramientas heredadas nos sirven o hay que sustituírlas por otras más adecuadas a las nuevas funciones. Es decir, como Darwin afirma, si la función crea el órgano, las nuevas funciones de la nueva conciencia tienen que desarrollar nuevos órganos personales y sociales que hagan posible el crecimiento, la liberación y el equilibrio.
Uno de los puntos álgidos de nuestro currículum terrestre es el de la relación de pareja. La vida compartida entre dos. Desde el Paleolítico ha llovido mucho y hemos ido aprendiendo y desarrollando diferentes modos de entender esta forma de relación que es fundamental para la especie y para el equilibrio individual.
La "solución" a esa necesidad desde siempre ha sido el matrimonio, en cualquiera de sus modalidades antropológicas. En la medida que las conciencias han ido progresando también ha ido tranformándose la base de datos que nutre el vínculo matrimonial.
De una unión meramente funcional, reproductora e interesada, se ha ido llegando a la pareja que se une por afinidades, afecto profundo y enamoramiento. Por un proyecto de vida a compartir,por un trabajo conjunto que realizar en el mundo. Por unos ideales de desarrollo que mueven el interés por la vida en común en privado y en público. Sin embargo hasta esa forma más selecta de relación ha entrado en crisis y uniones "de toda la vida" se deshacen un buen día porque ya "no hay nada que decirse", ya "no hay comunicación" y lo que fue ha dejado de ser sin poderse evitar. Se hace lo posible por "salvar el matrimonio", pero el resultado es nefasto. El matrimonio está fundamentado en el bien y en el crecimiento de dos personas y de pronto esas dos personas empiezan a sentirse desconocidas, extrañas. Y sin ellas el matrimonio no existe. No es el divorcio lo que ha estropeado el matrimonio, sino la solución civilizada a una situación insostenible en una unión que ya nolo es. Un divorcio respetuoso y comprendido con honestidad, es mucho más ético que el adulterio y la mentira como recurso para ocultar el final de algo que no tiene sentido sostener. Si aparece un tercero entre las dos componentes de la pareja es porque el enamoramiento se ha terminado y el amor no ha llegado a ser. El divorcio ya es un hecho. La firma ante le juez, es puro trámite.
¿Y el amor? Los implicados en la "ruptura" dicen que se ha terminado. Lo que no sospechan es que ese amor ahora falta porque nunca estuvo presente. Se confundió el enamoramiento -esa fuerza magnética e invencible, durante algún tiempo- con el amor. Y aunque son compatibles no siempre aparecen juntos. Porque el enamoramiento depende de los sentidos y por eso caduca cuando los sentidos se saturan o cambian de interés y fijaciones. Sin embargo el amor no caduca nunca, necesita la ignición del enamoramiento para hacerse notar y sentir y a partir de entonces comienza a crecer y a liberarse de los altibajos de aquél. Al amor empieza a tener identidad propia con todo lo que eso implica. El enamoramiento es hijo de los sentidos. El amor es hijo del alma y del espiritu. Los sentidos y el eros se purifican en él y él a su vez, los embellece, los eleva y en ese proceso se hace visible. Convierte la estética de la apariencia en ética de la profundidad y viceversa.
Está claro que muy pocas parejas pasan de la primera fase. Es decir, que se quedan atrapadas en la cadena del enemoramiento, de la fantasía desbordada, del estado de necesidad dependiente. A la altura emotiva y elemental de un niño pequeño que no es nadie sin sus padres. No lpuede amarles porque les necesita. Les "quiere". Les desea a su lado para sentirse protegido, mimado, valorado, querido, orientado y cuidado, eso es puro egoísmo muy natural en la fase infantil pero insostenible y fuente de infelicidad y de desequilibrio en la fase adulta. Un enamoramiento sin amor es el triunfo del disturbio edípico. Un desastre anunciado. Esos "te necesito" que tanto abundan en el léxico de los enamorados son la llave del fracaso en una relación, no un seguro de eternidad. Esas obsesiones de "salvar" al otro, de "hacerle feliz", de ser su "esclavo", son más bien preocupantes indicios de que la etapa edípica no fue superada en su momento y determinarán una relación desajustada, neurótica, inmadura y posesiva. Dependiente. Puede que con muchas muestras de afecto superificial y emocional, pero siempre sin la raiz sana del sentimiento, que es la elevación de la emoción y de la mente, hasta el espíritu. La armonización entre los chakras inferiores y los superiores que se vinculan y armonizan en el 4º chakra. Mucha gente detiene su evolución en ese canto de sirena que atrae para devorar, porque en esos estados de rapto y exultación creen energetizarse y ponerse las pilas, al sentirse admirados, deseados e imprescindibles hasta la desesperación autoinmoladora del ferviente enamorado. Todo eso sin amor se apaga cuando acaba el ciclo del encantamiento y uno de los dos, o los dos, descubre que se ha cansado, que recibe menos de lo que da y que pierde lo que ha invertido: su tiempo, sus bienes, su atención y su cariño o que hay otro/a que le da más devoción, facilidades, oportunidades, comodidad, satisfacciones egoistas, etc. El enamormiento es puramente mercantil y eso se ve, cuando se despierta de su denso sopor y se descubre la mentira en que hemos estado sumergidos. Incluso hay alguna frase típica de ese estado: "Mienteme!", "dime que me quieres aunque no sea verdad". No se puede caer más bajo en el nivel del ser.
Intuyendo esos finales irremediables, hay mucha gente que nunca se compromete y prefiere soñar de lejos, alimentar su emocionalidad con ese tipo de sensación estimulante y no vinculante. De ese modo nunca se crece ni se ama. Todas le relaciones llevan la fecha de caducidad como un producto de consumo. Nada de amor, que es lo único eterno que puede disfrutar nuestra condición. Todo es como un hermoso castillo de fuegos artificiales. Ígneo, veloz y efímero. Estalla en un momento, ilumina la oscuridad y se apaga. La oscuridad sigue donde estaba y el castillo ya no existe. Las emociones suben y bajan. De la euforia se pasa a la confusión, de la confusión a la tristeza, de la tristeza a la decepción, de la decepción al vacío y del vacío al llenado con otra novedad que aparezca en lontananza o en vecindad. Y otra vez, la noria gira. La involución pone la directa. Y sigue la inercia mecánica de la esclavitud. Del karma. De la repetición. Lo grave es que cada vez que esto ocurre se forma una placa de dureza en la sensibilidad, una queratinización, una cicatriz que insensibiliza y "protege" del sufrimiento a base de desarrollar la dosis justa de cinismo inmunizador y bloqueante. Impedimento absoluto para crecer y ser felices.
Y ese estado repetido y no superado, forma y deforma el carácter, lo pervierte y lo estropea para siempre, si la conciencia no se libera de hábitos cómodos, de consejos estúpidos y degradantes que tienden a facilitarnos y a justificar las conductas erróneas que nos atrapan y nos impiden ser, sentir, pensar y obrar en limpio, en inocente, en alto, en liberado, en feliz y realizado. Integrado. Universal.
El amor es otra historia. Para vivirlo hay que desnudarse de todo y del todo. Hay que aprender a morir, en Sus manos la eutanasia es el éxtasis del místico no el orgasmo insaciable del sátiro o de la ninfómana; aprender a soltar, a gozar de verdad, a fluir, a perder la seguridad, el apego, el afán de control sobre el otro, que ya es tú y sois en todo. El amor te asciende de vibración, supera el sexo, la atracción, la manipulación de los sentidos, el angaño de la mente, el significado de las palabras. El te convierte en perfume, en luz, en verso silencioso y música callada, para que se escuche solo la Voz que no hace ruido y hable en el vacío divino aquel lenguaje que llena todo sin ocupar espacio ni tiempo. Es un océano delicioso que no se queda enganchado en emociones ni ideas, que ya no necesita comerciar ni exhibirse. Sino el sacro misterio de la clausura que te expande por el cosmos sin ánimo de lucro ni de recompensa. Cada paso que das en Él te agranda y te reduce. Te arranca el miedo para siempre. Te hace parte del Dharma sin que tú aportes mérito alguno, sólo la entrega sin límites. El olvido de la limitación y del "poder", de la seducción estúpida, de la rapiña afectiva que no puede entender ni acoger este don transformador de la personalidad en la plena individualidad. Entras en otro estado. ¿Quién podría engañar desde aquí? ¿Para qué mentir o fingir cuando todo es tan claro que la verdad es un libro abierto? ¿Para qué intentar empinarse en zancos para simular una altura falsa que se ve a simple vista? El amor simplifica. Libera. Allana los caminos. Donde todo es difícil, el amor no falla. El mundo puede poner imposibles por medio, pero el amor ni los ve. Para Él no existen. Y tranforma lo que toca para siempre. Vive en las criaturas y las hace nobles, se refleja en la creación y la embellece. Quien entra en su Fortaleza nunca la abandonará, porque forma parte de ella. Y descubre que es allí a donde pertenece.
El amor es el milagro constante. El mago infinitamente sabio y tierno que se esconde en tus átomos, en tus moléculas y partículas. Es la luz que te puede hacer atravesar universos, autobuses, continentes, cielos y tierras. Que deja tu pobre pensamiento adaptado a la miseria, a la altura del betún. Es decir, en su lugar. Ante su grandeza ¿en qué se queda lo "otro"? Es decir, los enamoramientos temporales, las sacudidas del instinto, las mentiras del tiempo, la vanidad cruel de poseer a alguien que en realidad es nadie, de desconfiar, de engañar y fingir para "conquistar" basura. Todo eso es nada ante Él. Y cuando aparece el Ser que viene de lo eterno para encontrarte, un pedazo de Dios para recordarte que tú eres él, entonces vives el amor que no termina, entonces todo es perfecto aún en medio de lo que la gente llama "malo". Todo lo que roza ese estado se convierte en bueno y perfecto, en felicidad refinadísima y perenne que nada ni nadie puede arrebatarte, una posiblidad que ni siquiera te planteas. Todo pasa allí abajo,como ves las nubes desde un avión que atraviesa la estratosfera o sigues viendo el sol mientras abajo se ha hecho de noche. Ese es el matrimonio verdadero, que una vida y otra se repite y se renueva, porque se realiza primero entre tu alma y el Espíritu. Sólo así aparece el SER que no se exptingue. Hombre y mujer los creó en una unidad indisoluble. Una unidad que crea la Vida. Y la reparte.
¿Qué adulterio podría caber en un estado así? ¿Qué engaño? ¿Qué divorcio? Todo eso ya no existe en el Amor. Se ha cambiado la esencia y se ha traspasado la frontera entre la vida y la muerte. Se ha atravesado el velo, por fin.
En estos tiempos nuevos, esta nueva conciencia reclama otro mundo de sentimientos y profundidad. De sanación plena. Seremos místicos amantes divinos,nueva creación, o la vida en el planeta, tal como se conoce, se extinguirá. Sólo el Amor es la Nueva Tierra y el Nuevo Cielo posibles.

jueves, 1 de octubre de 2009

Virtudes capitales VII: La Diligencia

Diligencia

Aunque evoque el título de aquel legendario film de John Waine, la diligencia es, además, una hermosa y sana virtud encargada de suprimir los estragos que hace la pereza en su lugar, cuando nos abandonamos a esa tentación. Y hay que supervisar el concepto de ese vicio capital, porque la pereza no es simplemente un "dolce far niente" que nos deja catatónicos, pasotas e indiferentes. No. Es bastante más complicada de lo que parece. Y está camuflada de muchos aspectos que en apariencia no tienen nada que ver e incluso, parecen ser lo contrario a ella.
La raiz profunda de la pereza es la tendencia a escapar de aquello que tarde o temprano deberemos asumir. Es decir, la pereza es miedo paralizante, que cristaliza en diferentes formas.

a) Miedo a decidir.

b) Miedo a tomar la iniciativa en cualquier asunto.

c) Miedo a no ser lo suficientemente buenos y competentes.

d) Miedo a cambiar.

e)Miedo a no controlar y a sufrir las consecuencias.

f)Miedo a decir la verdad, que deriva en la mentira.

g)Miedo a no ser aceptados, a no ser como los demás esperan.

h)Miedo a estropear las cosas si intervenimos, lo que lleva a postergar las actividades necesarias y a veces urgentes.

La lista puede hacerse interminable, pero el motor y el resultado de todas estas barreras psicoemotivas, es la pereza. Que no sólo es ausencia voluntaria de acción, sino también hiperactividad. Aunque no lo parezca.
La hiperactividad es una escapatoria perfecta hacia la dispersión del ser. El mismo refranero popular lo incluye desde hace tiempo: "Quien mucho abarca, poco aprieta" y así es. Una actividad desenfrenada, inagotable, extensísima, no deja espacio interno en nuestra atención para que aquello que vivimos deje en nosotros huella suficiente para hacernos crecer. El hecho de vivir es también valorar lo vivido, discernir como vivirlo, elegir conscientemente, erradicar de nuestra vida el automatismo y dar paso a la creatividad que con los reflejos mecánicos de la mente y las reacciones inmediatas, se anula, se deja siempre al ralentí. En el trastero de nuestra casa interna.
Es cierto que la mente pensante tiene un poder inmenso si no aprendemos a controlarla y es ella la que marca el ritmo de nuestra actividad, la que no para ni un momento para que desde el fondo de nuestro ser se vaya manifestando la esencia, la sustancia que da coherencia y sentido a nuestra vida personal y a nuestras actividades externas.
Una manifestación clarísima de este vicio que frena las potencias superiores lo tenemos en el afán de "triunfar", "ganar", "luchar" y "vencer". Son infitos los casos en que el éxito mata a sus elegidos. Y no sólo los mata por agotamiento y estrés, sobre todo les mata la conciencia de sí. Les deja vacíos,sin sentido,como hojas caídas y arrastradas por el viento. Cuántos personajes famosos en la cima de su éxito se hunden en una depresión oscurísima porque ya han conseguido todo lo
que deseaban y la necesidad de "luchar" que les motivaba, ya no existe. A un tío mío, hombre de negocios brillantísmo, cuando le ocurrió esto mismo, el psiquiatra le dijo que lo que necesitaba era arruinarse para empezar otra vez a levantar su imperio. Menos mal que mi tío fue lo suficientemente inteligente como para cambiar de vida de un modo radical : Reunió a sus hijos, les repartió responsabilidades en las empresas y él se retiró del todo, primero pasó un año con la tía, su mujer, en su casa de verano, junto al mar en el Cabo de Gata, pescando, conviviendo con la gente del pueblo, yendo a la compra, usando transportes públicos y echando partidas de dominó en el bar por las tardes. Dando larguísimos paseos por la arena, observando que ni los amaneceres ni los crepúsculos eran jamás los mismos. Los dibujaba y coloreaba, con lápices de color, como un niño. Salía a navegar cuando llegaba la primavera y el verano.Y leía todo lo que no pudo leer en sus tiempos de vértigo empresarial. Después de aquel año sabático,en que se dedicó a demostrar a su mujer cuánto la quería y qué importante era para él, los tíos volvieron renovados y se incorporaron a la familia de un modo distinto. Como abuelos en activo. Cuando el chófer se jubiló el tío se ocupó de conducir, y era el encargado de llevar y traer del colegio a los nietos, aprendió a cocinar y sustituía a su mujer en los fogones, "déjame hacer algo, que ya has trabajado demasiado en estas cosas y yo soy un aprendiz" . Viajaron solos a pesar de ser muy mayores. Cuidaban el jardín y le dejaban comida a los pájaros y a las carpas del estanque. Mientras miraba cada movimiento, se dejaba encantar por los trinos que distinguía perfectamente.
Y así llegó al final del camino. Cuando una de sus nietas murió en el incendio de una discoteca, en una fiesta de la universidad, él se apagó de repente. Nos dijo que se iba, porque,seguramente , Cristina estaba demasiado sola al otro lado. Y él que siempre la había acompañado a la escuela no iba a dejarla perdida por esos cielos de Dios. Y se fue. Sin sufrir, sin ruido. Feliz. Igual que vivió sus cambios y supo gestionarlos. Recuerdo una de sus frases: "Hay que ser lo suficientemente diligente como para saber pararse a disfrutar la vida. Quien no aprende a pararse y a vivir lento, es un perezoso". Entonces no lo entendía. Hoy sí lo entiendo. No es más diligente quien más cosas hace, sino aquél que consigue dar sentido a su vida haga lo que haga o aunque aparentemente no haga nada. No es lo mismo el sereno ritmo lento a veces de un ser iluminado y consciente que la pereza histérica del dormido que no sabe quién es ni qué sentido real tiene lo que hace tan acelerada como mecánicamente. ¿A caso llamaríamos pereza al invernar de los animales? Es un tiempo necesario para protegerse del frío de la aceleración hiperestésica y sin finalidad ontológica
en que las prisas por tener sin ser agotan el tiempo y la energía de la existencia.

Ejercicios para aumentar nuestra diligencia pueden ser una dosis de disciplina, un horario que cumplir que incluya un tiempo para transgredir esa misma disciplina. Un tiempo para mirarnos por dentro y sentir qué somos y con esa sensación de encuentro interior, respirando y sintiendo, sumergirnos de nuevo en lo que hacemos. Como Moisés ante la zarza ardiente del Sinaí, así nos quitaremos las sandalias del pensamiento mecánico, porque estamos en territorio sagrado: en el templo del Ser. Donde la vida se convierte en milagro y una vida milagrosa nunca deriva en pereza, ni en saturación, ni en agotamiento.
Cuentan que Pedro Arrupe en Japón, cuando fue testigo directo de la explosión atómica, trabajaba incansablemente desde las cinco de la mañana a las diez de la noche, que su ritmo era tranquilo, nada exigente con los demás, todo dulzura, pero quienes trabajaban con él se contagiaban de su serena eficacia y eran los más competentes. Nadie sabía que el secreto de aquel hombre santo era un presente zen meditativo, al que dedicaba cada día una hora antes de ponerse a trabajar. Se levantaba a las cuatro de la madrugada y estaba el resto del día sin parar y sin estrés. No era hiperactivo, era un realizador consciente. Tal vez por eso el día de la explosión pudo meterse en el mismo centro radioactivo para auxiliar a los supervivientes, sin contaminarse ni sufrir niguna secuela, algo que nadie se ha explicado jamás. Y es que la disciplina, la flexibilidad y el amor, son los tres jinetes de la victoria. No hay pereza que pueda con ellos.