martes, 30 de abril de 2019

Siempre que lo dicho, escuchado y dialogado, tenga un buen fin, ayude a reflexionar y siembre conciencia, sigamos hablando por hablar, querido Iñaki, hermano y vecino de ventanas al mundo, al tiempo y al espacio

Hablar por hablar


Si es pasar el tiempo, vale, pero hacer cábalas en serio sobre la formación del gobierno carece de sentido. A 26 días de las elecciones municipales, autonómicas y europeas, los partidos no van a descubrir cartas ni salirse de sus catecismos. Cuanto digan sobre el futuro es nada con sifón, o para ser más precisos, parte de la precampaña electoral de esta próxima cita, campaña que empieza oficialmente el día 10 pero en la que ya estamos.

Todas las fechas se van a solapar. He aquí un ejemplo: cinco días antes de que vayamos a votar, solo cinco días antes, se van a proclamar oficialmente los resultados de estas generales que acabamos de celebrar, se expedirán las credenciales a los nuevos diputados y se constituirán el Congreso y el Senado. Cada acto, cada imagen, cada declaración formará parte de la publicidad política; de hecho, forma parte ya.
De manera que lo de formar gobierno, por el momento, al cajón. Pero como especular es gratis, en especulaciones andamos. Dice la financiera JP Morgan que el Ibex presiona para que el PSOE pacte con Ciudadanos. La idea gusta a muchos y podría ser una fórmula razonable y estabilizadora si ambos partidos fueran los de febrero del 16 cuando firmaron el acuerdo de las 200 medidas, pero hoy es imposible. Rivera, que para acaudillar a las derechas se ha lanzado al hooliganismo, persiste en su veto y lo justifica con argumentos ridículos. Los socialistas están irritadísimos con él y con sus groserías. Ni siquiera llamó a Sánchez para felicitarle. El líder naranja, en apuesta a todo o nada típica de su habitual impaciencia, ha enfilado ciegamente en dirección a La Moncloa y ya solo se ve a sí mismo.
Un gobierno de coalición PSOE-Unidas Podemos, apoyado por los anexos nacionalistas necesarios, sería la salida preferida por muchos militantes pero presenta también importantes contradicciones, la primera de las cuales es que vitaminaría de manera fulminante a las derechas. Sería oxígeno puro para el PP, que ha quedado sonado.
De forma que no me extraña que Sánchez esté pensando en gobernar en solitario con acuerdos pero sin coaligarse con nadie, como dijo ayer Carmen Calvo, y moverse en geometría variable. Sería vivir en el alambre, sí, pero quién se ha apañado una temporada con 85 diputados debe sentirse en la opulencia con 123. Pero ya digo que es hablar por hablar. Ahora no hay que tomarse al pie de la letra ninguna afirmación. Estamos en campaña, de nuevo.

lunes, 29 de abril de 2019

Ana Belen y Victor Manuel) La muralla

El hundimiento superado. Ayer estuvimos al borde. Por fortuna, solo el pueblo puede salvar al pueblo




            El actor alemán Christian Berkel, que interpreta al profesor Schenck en  El hundimiento .


 Ayer, miles de españolas nos tuvimos que tragar las ganas de y el derecho a  no votar. Personalmente, ha sido una renuncia por solidaridad responsable sobre todo. Por amor verdadero. Simplemente.
Mi dilema se establece entre mi conciencia, la salud cívica y la empatía justa, solidaria  e imprescindible con quienes más cruelmente sufren las peores consecuencias de las urnas, tantas veces manipuladas. Mi conciencia misma estaba partida por la mitad: si obedecía el íntimo mandato de la abstención manifiesta en el momento de votar, rompiendo la papeleta y dejando constancia pública de mi renuncia y sus causas más que justificadas, como en el franquismo y al principio de la democracia se hacía patente la objeción de conciencia en el servicio militar obligatorio, al mismo tiempo y con mis mejores intenciones, estaría abriendo la puerta a una horda de desharrapados éticos, sin escrúpulos, cuyo único objetivo quedó clarísimo en el último periodo de desgobierno pepero, pero esta vez, para acabar de rematarlo, la historia venía multiplicada por tres.

 Ciertamente, yo haría una denuncia imprescindible, mi conciencia habría sido coherente con una situación generalizada de total insostenibilidad social, ética y flagrante deshumanización del sistema político, pero en la situación europea y mundial del momento presente, ¿era lo adecuado no intervenir para parar la avalancha de barbaridades, que el mismo debate de los días precedentes había dejado clarísima, con todas las consecuencias de la peor calaña, precisamente, para los sectores sociales más precarios y olvidados por la pseudopolítica que nos ha estado afligiendo, especialmente ensañada desde 2012, gracias al gobierno unifachito de Rajoy y sus mesnadas, corrompido hasta las trancas desde que tenemos memoria democrática y especialmente recrudecido en los años peores de la crisis?
 Mi dilema hamletiano no me dejó en paz hasta ver el debate. No tendría perdón si con mi justa indignación, llena de razones indudables y no solo por enfado, sino también buscando un revulsivo ético que hiciese reaccionar a los políticos fuera de la realidad, no salía con mi voto a cerrar la muralla, como cantan los versos de Nicolás Guillén. Y por eso, a las 9 de la mañana de ayer , 28 de Abril (ay, ese abril que para España ha sido históricamente, tan radiante y tan horrible) ya estaba a las puertas del colegio electoral. Espero que el sacrificio de miles de votantes, que como yo, estoy segura, han dejado a un lado sus convicciones más lúcidas y queridas, por amor a sus semejantes peor tratados, no se interprete como la Rendición de Breda por parte del socialismo ganador. Esos votos tienen un precio: la exigencia al Psoe de unos principios que no lleven a España a caer constantemente en las redes de Trump, por ejemplo, acorralando a Venezuela, potenciando al comando Guaidó frente  a la la mayoría del pueblo, -curiosamente, Guaidó es el monofachito venezolano- obedeciendo a ciegas al establishment en el tema de recortes y manipulaciones financieras, que acaban por destrozar la economía de todos para que solo USA mangonee al resto del mundo. Está clarísimo que son los venezolanos de base, o sea, la mayoría, quienes eligen no tener un Guaidó, porque si no fuese así, hace tiempo que el conflicto se habría terminado.
Queremos una España que sepa decir también a ese tinglado que NO ES NO. Que lo haga en la ONU y sobre todo en la forma de gobernar, reaccionando en clave socialista, no socio-liberal, frente a las crisis humanitarias desencadenadas por el cerco yanky a todos los estados de este mundo que pretenden ser libres del dolar y sus manejos siempre con segundas intenciones de dominio mundial. No vale gobernar tratando de montar milongas al aplicar el liberalismo económico a un carnaval efectista pseudosocial. No es posible que si el dinero, sus intereses y las puertas giratorias llevan la batuta, haya justicia social y se merezca el nombre de socialistas. Tampoco es posible un gobierno socialista incapaz de indultar a quienes no han delinquido y han sido procesados poe unas leyes manejadas e incluso decretadas por delincuentes sistémicos como lo es el pp,-por cuyo motivo penal se hizo necesaria la misma moción de censura-  y manteniendo en pie la atrocidad antidemocrática de los presos políticos, que es una vergüenza hasta en Europa y en la ONU. El primer cordón sanitario que hay que quitar es ése, si de verdad esto pretende ser un estado de derecho de verdad y una democracia que merezca ese nombre.
Estas elecciones no han sido el triunfo del Psoe, sino el de la sensatez y la generosidad inteligente de los pueblos de una España PLURINACIONAL, querido Pedro Sánchez, -los mismos que te apoyaron en la moción de censura obligatoria- que han/hemos quemado las naves de los mejores deseos, para evitar la debacle. El triunfo del Psoe será el cumplimiento de esos compromisos y del programa que contempla la regeneración democrática, social y económica, la integración de las nacionalidades ibéricas en un núcleo más humano, convivente y cultural de proyectos compartidos, que en plan código rígido,plagado de 155 y sin alma.
 Hemos hecho que pase, ahora en las manos del Psoe queda la responsabilidad de que nuestro sacrificio sea para el bien común, no para que esto acabe como el rosario de la aurora. O sea, cayendo en las garras de guatepeor, intentando escapar de Guatemala. Sería muy bueno que tuviéseis en cuenta, que otra decepción del mismo calibre de las que nos ha proporcionado desde los 80 hasta ahora, un Psoe tan éticamente  light como se ha comportado desde sus  inicios felipistas, posiblemente nunca más levante cabeza si nos falla una vez más. Los peperos y trifachitos se permiten esos lujos, los españoles y españolas con conciencia, no. Cuando se ven saturados y aplastados por el sistema que debería potenciarles y facilitarles la existencia, son capaces de poner en marcha un 15M en mareas sectoriales y alternativas muy válidas si es preciso, un anticapitalismo municipalista o múltiples grupos y partidos territoriales (CUPs, ERC, PNV, BILDU,BNGA, Andalucismo, Compromís, P.Aragonés. y toda la línea municipalista En Común, En Marea, En Pie, En Marcha, etc, etc...), no tardarán en emerger La España Vacía y un S.O.S Madre Tierra, somos millones que sin montar pollos, estamos cambiando la mirada, el alma y las ideas, nos está naciendo la conciencia como vínculo ético y afectivo, inteligente y creador, entre lo personal y lo colectivo, o sea, la plurinacionalidad constituyente y viva, activa y entrañable, cuanto más de la tierra que pisamos, más sin froteras, para mantener en pie los DDHH, las libertades, la dignidad y la supervivencia que descansa en el fundamento de una convivencia sana y participativa, la autogestión solidaria y el federalismo territorial desde el municipio y la comarca al estado, a Europa y al Planeta. Un concepto nuevo y regenerador  de la gestión política. Non habet mundus maior sine mundo minus.  Y viceversa.
Debe ser la Constitución la que regule y reconozca de una vez por todas esa realidad plural y fraterna de los pueblos ibéricos y su universalidad humana, si es que de verdad es cierta, y no un cuento tártaro, esa soberanía que se nos reconoce en el Título I de la Carta Magna.
O sea, que ojo al parche. Que la muralla abierta al corazón del amigo, al mirto y la yerbabuena y al ruiseñor en la flor, también se acaba cerrando  al veneno y al puñal, al diente de la serpiente y al sable del coronel. Mejor honestos y claros que retorcidos y manipuladores. Ser sabios no es ser simplemente astutos, sino conocedores veraces de la realidad y maestros de la ética, antes que de las jugarretas "políticas", que por más "ventajas" que den en apariencia, siempre acaban fatal. Sobre todo para la ciudadanía que las soporta y las subvenciona con sus impuestos.

No olvides, Pedro Sánchez, lo que oíste anoche a las puertas de Ferraz: "No con Rivera" y "Sí,se puede". Y no te lo ha dicho ni Equo, ni IU ni Podemos, te lo exigen los socialistas de verdad, los de base, los que saben de qué va el día a día, no los etiquetados que viven en el ghetto del poder, de la sigla y los apaños. Y con ellos en el mismo plano, la mayoría de españolas y españoles que os ha votado para que obedezcáis el mandato soberano del pueblo. Esperamos no tenernos que arrepentir de haber confiado en un Psoe abierto y capaz de entender la pluralidad necesaria para el bien común, sin patrias de pacotilla y concesiones a la Cueva de Alí Babá.

Todo por el pueblo, pero con el pueblo, escuchando y obedeciendo al pueblo, que somos TODAS y TODOS.
Y si no es así, el universo inteligente os pasará la factura, como acaba de hacer con los colegas trifachitos.
No hay casualidades sino causalidades. Cuanto más se tarda en descubrirlo, más se sufre, más se hace la puñeta al prójimo, -hasta pretendiendo ayudarle, ¡e incluso empoderarlo y todo! Y peor se pasa.

La lucidez no quita lo valiente, lo multiplica

Gilles Boeuf, consejero de la Agencia Francesa para la Biodiversidad "El movimiento de jóvenes por el clima está consiguiendo lo que yo no he logrado en quince años"

No quiere ser considerado activista, sino científico. Así se define el oceanógrafo Gilles Boeuf, quien no concibe ecologismo sin feminismo y piensa que las nuevas generaciones desean vivir con mesura. Aprovechamos su paso por Madrid para hablar sobre los grandes retos a los que se enfrenta la pérdida de biodiversidad actual.


Gilles Boeuf posa en el patio interior del Instituto Francés de Madrid minutos antes de su entrevista con SINC. / Álvaro Muñoz Guzmán



La comunidad científica lleva años debatiendo sobre si nos hemos adentrado en una nueva era: el Antropoceno. Son tales los cambios producidos por el ser humano que algunos hablan de una nueva etapa en la historia de la Tierra. Vivimos en ciudades, ajenos a cómo están afectando nuestras decisiones al medioambiente. ¿Cómo armonizar nuestra vida con la naturaleza?
Esta es una pregunta que el ecólogo Gilles Boeuf (Saint-Nazaire, 1950) plantea en sus charlas por todo el mundo. Oceanógrafo, profesor en la Universidad de la Sorbona (París), antiguo presidente del Museo de Historia Natural y actual presidente del Consejo Científico de la Agencia Francesa para la Biodiversidad, este hombre es sin duda un experto en lo vivo.
La semana pasada Boeuf visitó España para impartir varias conferencias en Madrid y Valencia. En su paso por la capital charlamos con él en el Instituto Francés de Madrid, antes de una de sus intervenciones, para conocer su opinión sobre la actual pérdida de espacios y especies que se está sufriendo alrededor del mundo.

No cree que, según la teoría de la evolución, es natural que ciertas especies sobrevivan mientras otras desaparecen?

Claro, pero no a esta velocidad. En menos de cuarenta años hemos matado a la mitad de los elefantes. Es un proceso natural, pero no cuando el ser humano es culpable del declive y de la aparición de seres vivos. Por nuestros cambios, conozco especies que se encuentran en un estado de vulnerabilidad, pero no conozco especies extintas. Solo sé de una especie que ha desaparecido en los últimos cincuenta años.

¿Podría decirnos de que especie se trata?

Era un pequeño molusco que vivía en las orillas del mar de Holanda. Estos ecosistemas fueron transformados radicalmente y, donde en su día hubo marismas, ahora hay campos de pasto para vacas. En este caso era inevitable. Al destruir y reemplazar totalmente su hábitat, la especie desapareció por completo.
Crédito: Álvaro Muñoz / SINC

La primatóloga Jane Goodall declaró hace unos meses en Barcelona que estamos viviendo la sexta extinción masiva de especies. ¿No está de acuerdo con ella?

No exactamente. Eso son palabras de una activista ecologista, no de un científico. Cuando yo hablo de pérdida de biodiversidad me refiero a un colapso del número de individuos por población. Lo que estamos viviendo es una pérdida de densidad, no una extinción masiva. Encontramos dos veces menos de elefantes, de tigres, etc.

Entonces, ¿no debemos proteger a las especies que se encuentran en peligro de extinción?

Es imposible favorecer a unas especies frente a otras. No somos capaces de hacer eso. Eso son campañas de ONG medioambientales. "Vamos a salvar el tigre, pero el sapo de Costa Rica me da igual". No tiene ningún sentido. Una especie no sobrevive aislada del resto. Debemos esforzarnos en proteger los espacios y no a las especies. Por eso confío en las organizaciones que tratan de conservar una especie cuidando su hábitat.

No tenemos en cuenta especies tan comunes como leones, jirafas y elefantes, que también se encuentran en peligro. La fama de los animales más mediáticos también puede llevarlos a la ruina. ¿Hasta que punto somos conscientes del daño que estamos causando?

"Cada día llegan a África barcos repletos con armas a cambio de materias de especies en peligro, como marfil o maderas"
No tenemos ni idea porque mucho sucede en el mercado negro. El presidente de Zambia me dijo una vez: "Gilles, hace veinte años teníamos 2.000 rinocerontes en Zambia. Hoy en día tenemos cero por la caza furtiva". Cada día llegan barcos repletos con armas a África que son intercambiadas por materias de especies en peligro reenviadas a China como el marfil o algunas maderas que son escasas.
El negocio de los animales es horrible. La multa por matar a un rinoceronte es menor que el precio que se paga por su cuerno. Es la materia prima más cara del mundo. Más que el oro, más que la plata, incluso más que la cocaína. ¿Cómo vamos a ser capaces de proteger a los animales que más amamos si no somos capaces de proteger a las reservas de los furtivos?

¿Y qué propone para acabar con este tráfico ilegal?

Educar a las niñas. Esa es la clave para mí en África. El sistema no funciona porque solo uno de cada seis empleados es mujer. No puedes buscar respuestas sin contar con la mitad de la población. Tenemos que devolver a la mujer su lugar en la sociedad. Creo que ecologismo y feminismo son dos movimientos que van muy ligados.
"Durante la Cumbre del Clima en París, las mujeres africanas proponían soluciones que a los hombres no se les ocurrían"
Recuerdo durante la COP21 en 2015, cómo las mujeres africanas proponían soluciones que a los hombres no se les ocurrían. Hoy, veo la misma motivación en los Fridays For Future, donde se puede ver una presencia femenina mayoritaria entre los jóvenes que luchan por el Acuerdo de París.

¿Qué le parece este movimiento? ¿Vuelca su esperanza en los jóvenes?

Ojalá estas reivindicaciones den su fruto. Estas manifestaciones están consiguiendo algo que yo no he logrado en quince años. Considero que no he tenido éxito con la gente que nunca va a escuchar conferencias, que nunca abre las páginas de un diario importante o que nunca va a ver una exposición en un museo. Sin embargo, creo que estos manifestantes están llegando a un público mucho más amplio.
Hay tres aspectos de la naturaleza humana que nos han traído hasta aquí: arrogancia, avaricia e imprudencia. Las nuevas generaciones están rectificando. Se suele pensar que son más egocéntricos y caprichosos, pero yo creo que los jóvenes quieren vivir con más sobriedad y no consumir tanto.

Pero, si no consumimos, ¿podemos seguir desarrollándonos como especie?

Crédito: Álvaro Muñoz / SINC
Lo que no podemos es continuar teniendo una economía suicidaria y estúpida que consiste en ganar más y más dinero sobreexplotando la naturaleza. ¿Cómo desarrollar esta vida en el panorama general de colapso de los recursos y de aumento de la población? ¿Cuál es el precio que estamos pagando por desarrollarnos?
Rechazo el modelo actual. Las personas que creen que siempre podemos inventar un desarrollo que aumente infinitamente son locas. Debemos construir una economía nueva basada en el respecto a la naturaleza


¿El egoísmo nos ciega?

El problema es que nos resulta difícil aceptar que formamos parte de la naturaleza. Tenemos el mismo número de bacterias que de células. El microbioma es una parte fundamental de nuestro cuerpo. ¿Qué comes? Biodiversidad. ¿De qué te rodeas? Biodiversidad. Dependemos de ella.
Ignoramos todo esto. Para una especie que se hace llamar Homo sapiens (ser humano que piensa) es un tanto irónico. Este ha sido un fracaso de la educación. Lo que hay que explicar a la gente es que cada vez que dañamos la biodiversidad nos estamos dañando a nosotros mismos.

Aunque hay brevedades tan cutres que se hacen eternas


Pablo el breve


La frase más importante de la noche electoral no fue el “con Rivera, no” con la que los militantes y simpatizantes del PSOE exigieron a gritos a Pedro Sánchez que formara un Gobierno de izquierdas y no volviera a abrazarse a la farola naranja de Ciudadanos, sino la que casi en voz baja deslizó Pablo Casado en su comparecencia tras la debacle. Con la estética de un representante de pompas fúnebres y escoltado por dos de sus enterradores de guardia, el secretario general García Egea y la viuda de España, Suárez Illana, el presidente del PP afirmó que su partido sabía estar a las duras y a las maduras antes de pronunciar estas palabras: “No eludo la responsabilidad”.
La aserción se las trae por enigmática. ¿Qué significa en boca de un político que ha llevado a su partido a la derrota más humillante de su historia? ¿Qué sentido tiene esta asunción de responsabilidades en un líder que ha perdido 71 diputados y cerca de 3,6 millones de votos? ¿Qué quiso decir Casado tras verse expuesto a un catastrófico balance en el que sólo en Melilla y Salamanca puede presumir de haber obtenido más diputados que el resto? Se desconoce por completo.
No se recuerda en la reciente historia democrática de Europa un caso semejante. Por establecer alguna comparación posible, es como si el capitán del Titanic se hubiera puesto a salvo tras el naufragio, se pusiera al mando del bote salvavidas y prometiera una feliz travesía. “Nos vamos a poner a trabajar desde ahora para recuperar los apoyos”, dijo el hombrecito. Acabáramos.
Cualquier análisis de los resultados debería haber implicado su dimisión inmediata o, al menos, la convocatoria de un congreso extraordinario tras las elecciones de mayo. Casado no sólo ha perdido las elecciones sino que es discutible que conserve la condición de líder de la oposición, tras esa jibarización que le deja a poco más de 200.000 votos de Ciudadanos. Eso sí, que en la peor coyuntura posible del PP Ciudadanos tampoco haya conseguido dar el sorpasso habla elocuentemente de las posibilidades reales de Rivera de llegar algún día a la presidencia.
De la desastrosa estrategia de Casado y del fracaso de ese neoaznarismo caduco que pretendía recuperar las esencias y arrinconar los complejos rajoyanos dan muestra los resultados obtenidos en el País Vasco y Cataluña. En Euskadi el PP es un partido extraparlamentario y, con Bárcenas jubilado, algo habrá que inventarse para que el secretario de Organización, Javier Maroto, que se ha quedado sin escaño, viva dignamente. En Cataluña sólo obtiene el acta la marquesa de Casa Fuerte, que estaba llamada a ser la voz de España en tierra hostil y que ha dicho que también asume la responsabilidad como última mohicana sin explicar cómo. Al parecer, la solución del PP a los problemas territoriales del país no era, como se creía, aplicar el 155 al independentismo y a las comunidades de vecinos más revoltosas sino hacer mutis por el foro. Quizás lleve razón.
En su caída, Casado ha arrastrado a todos e, incluso, la aldea gala de Galicia, ese bastión inexpugnable, ha sufrido las consecuencias. Ni Alberto Núñez Feijóo ha podido evitar que, por primera vez en 40 años, el PP no sea el partido más votado, tras ceder más de 14 puntos respecto a 2016. Aun así puede presumir de que Vox no ha mojado en su comunidad y, a expensas de que las autonómicas le sean más favorables, es el único dirigente al que se podría confiar el rosario de la madre porque los muebles y la vajilla ya están en el fondo del mar junto a las llaves. Eso, o implorar de rodillas que Soraya Sáenz de Santamaría les perdone por haber pecado.
Confiar en que las próximas elecciones locales, autonómicas y europeas sean una segunda vuelta de las generales, como hace Casado, es de una ingenuidad casi ofensiva. La refundación del partido que ahora todos reclaman pasa por abandonar esa competencia insensata con la extrema derecha y cerrar el capítulo de Casado con un urgente punto y final. El breve no era Pedro sino Pablo. Las vueltas que da la vida.




El triunfo estaba donde siempre ha estado

El análisis de las elecciones de Iñaki Gabilondo 

 
 
 

Ya conocen los datos y los principales titulares. La alta participación, la ciudadanía tenía conciencia de la importancia de la cita, el gran éxito de Sánchez ‘el insumergible’, que en las condiciones más adversas, con la hostilidad feroz de sus rivales y las reticencias de muchos de los suyos, ha logrado reflotar al PSOE y llevarle de nuevo a una victoria en las generales. El viejo partido tiene 140 años pero aún le queda músculo.
El fracaso de la Triple Alianza de la derecha en su intento de lograr la mayoría con gritos y con furia, olvidaron que el triunfo electoral estaba donde siempre ha estado: en esas zonas templadas de las que parecían querer huir.

El clamoroso pinchazo del PP, el mayor de su historia, por un lado como consecuencia natural del fraccionamiento de la derecha pero por otro por su extravío al acunarse temerariamente hacia su extremo más reaccionario abandonando su espacio moderado mientras invocaba a Suárez. Se queda sin escaño en Euskadi y con uno solo en Cataluña y así no se puede ser un partido verdaderamente nacional. Los populares, recién renovados, van a tener que renovar su contrato de renovación. Casado huele a Hernández Mancha. El PP debería aconsejar Aznar que no les aconseje más.
El notable crecimiento de Ciudadanos, que sin embargo se produce a costa de dilapidar un tesoro -el centrismo- que lo hubiera permitido obtener un resultado mejor y tener en su mano la riendas de todos los procesos ulteriores. Ahora se postula como líder de la oposición y aspirante a la Moncloa, pero Rivera tiene que decidir con cuál de los atuendos de su surtido guardarropa el tremendista o el liberal centrista.
El cualitativo paso adelante de Unidos Podemos que podría llevarle nada menos que al Gobierno. Un acierto personal de Pablo Iglesias pues reapareció justo a tiempo de frenar la caída de su partido e impulsarlo en los debates.
Irrupción histórica de la extrema derecha con un resultado extraordinario de Vox que no nos parece extraordinario por el desbordamiento de las expectativas y los temores que infundía, pero que es de la máxima relevancia y que va a cambiar muchas cosas en nuestra vida parlamentaria.
Y extremadamente significativos son los resultados en Cataluña, que se movilizó como nunca. Dos cosas a destacar: una que por primera vez el independentismo gana en unas generales y dos el triunfo de Esquerra entre los independentistas y del PSC entre los constitucionalistas abre una rendija en el muro de cemento de los bloques enfrentados.
Pero la gran moraleja política de la jornada es que no hay atajos, que no hay recetas milagros, que no sale ninguna suma fácil, que hay que ponerse a caminar por la senda fatigosa de la política democrática que sigue propuestas, diálogos, debates, acuerdos, es decir trabajo, mucho trabajo. Esperamos que Sánchez y los demás responsables políticos estén a la altura y nos permitimos recordarles que la sociedad lleva 5 años demostrando una paciencia infinita y que se ha ganado el derecho a una mínima estabilidad aunque habrá que esperar por qué nadie puede abandonar todavía el campo de batalla. La pelea continúa dentro de menos de un mes -el 26 de mayo- hay que enfrentarse otra vez en las elecciones municipales, autonómicas y europeas. Por el momento todo al congelador o a pactar en las trastiendas.

domingo, 28 de abril de 2019

Valencia no solo es ciutat refugi, también alguien de Valencia como Leticia Cabo se la juega en el mar para salvar vidas hermanas. Gracias de todo corazón, a todos los que como ella lo dan todo sin pedir nada a cambio

Refugio en el mar

Leticia, la valenciana que salva vidas a bordo del Open Arms

La joven voluntaria asevera que, pese a los esfuerzos y el trabajo realizado en alta mar siente «frustración» al pensar «en todas esas personas que se están ahogando y se podrían salvar»

27.04.2019 | 21:44
 
Leticia Cabo, voluntaria de la ONG Proactiva Open Arms.
El Mediterráneo le servía de refugio mental a Leticia Cabo cuando todavía era una niña. Años después es una de las personas que rescatan a migrantes y refugiados en alta mar, aunque el Gobierno Español ahora tan solo les permite transportar ayuda humanitaria a los campamentos de Lesbos y Samos.
La valenciana Leticia Cabo, voluntaria en los buques de salvamento de la ONG Proactiva Open Arms, adora el mar, pero cuando sale a navegar, los recuerdos de aquel Mediterráneo donde se refugiaba de niña se enfrentan al horror que centenares de mujeres, hombres y niños asumen para tratar de llegar a Europa.
«Todos mis recuerdos en el mar eran bonitos, porque me refugiaba en él cuando ni siquiera sabía lo que significaba la palabra 'refugio', pero ahora también siento frustración al pensar en todas esas personas que se están ahogando y que se podrían salvar», destaca en una entrevista a Efe.
La joven cumplía con su jornada en el Servicio de Asistencia Médica Urgente (SAMU) de Valencia cuando, a finales de 2015, un periodista contactó con ella para solicitarle ayuda en el campamento de refugiados de la Jungla de Calais (Francia), que llegó a albergar a más de 50.000 personas. Una de esas personas a las que auxilió Leticia, la única española en el campo, fue un joven de 16 años de origen sirio, que le pidió ayuda para enviar una carta de agradecimiento a un grupo de compatriotas suyos que le salvaron la vida cerca de la isla de Lesbos: los voluntarios del Open Arms.
Unos días después, Cabo se embarcó en las experiencias que más le han trastocado su vida, las misiones de Proactiva Open Arms en Lesbos y en el Mediterráneo central a bordo de buques como el Astral, el Open Arms o el Golfo Azzurro. En ellos ha participado ya hasta en seis ocasiones, en lo que para ella es «una responsabilidad» por el respeto que tiene al mar y porque tiene «unas herramientas» como profesional sanitaria.
Junto a ella, una veintena de voluntarios que han recibido formación específica pueblan los barcos de Proactiva Open Arms, desde los que supervisan las aguas en las que navegan, a la espera de detectar alguna embarcación con personas que precisen ayuda sanitaria y psicológica, además de ser dirigidos a un puerto seguro. Su labor termina precisamente ahí, cuando estos miles de mujeres, hombres y niños ponen un pie en tierra, donde son puestos a disposición del gobierno receptor.
El Gobierno español impedía desde hace tres meses que los navíos del Open Arms partieran del puerto del Barcelona en busca de migrantes a los que rescatar, debido a que el Ministerio de Fomento consideraba que no se podía garantizar que los buques pudiesen desembarcar a las personas rescatadas en un puerto seguro. Sin embargo, la semana pasada recibieron la que para Cabo es una autorización «agridulce» que les permite transportar ayuda humanitaria a los campamentos de personas situados en las islas de Lesbos y Samos pero no realizar rescates.
Desde Open Arms continúan reivindicando el permiso para asistir a personas en alta mar, porque insisten en que el suyo es «un barco preparado para hacer rescates». Unos rescates que se desarrollan en misiones que duran habitualmente entre quince y treinta días y durante las que han llegado a dar cobijo a más de 300 personas que navegaban a la deriva.

Gracias, Don Luis, qué crónica tan linda y entrañable. Buena votación y buena jornada para convivir, cuando la poesía se nos convierte en urna y la urna en poema


Verso Libre

Que es domingo 28 de abril

Publicada el 28/04/2019
Infolibre
Oye sus pasos que se acercan por el pasillo. Cuando se levantó para preparar el desayuno, él se hizo el dormido, quiso quedarse un rato más en la cama. Le gustan las mañanas de domingo, sabe aprovechar las brumas amables de ese tiempo que suelen romper los despertadores. Hay una forma de habitar entre la realidad y el sueño que le permite desde que era niño mezclar los años, las situaciones, los sentimientos. Lo que ocurre es que, cuando era niño, la duermevela solía lanzarse a galopar por el futuro y ahora siempre se empeña en volver al pasado, a los pasos de su madre en una cocina de posguerra en la que cada mañana y el olor a café eran un domingo de resurrección. Ahora escucha los pasos de su mujer y agradece la juventud que tiene al andar después de más de cuarenta años de casados. La puerta se abre, ella se acerca y le dice que se levante, que es domingo 28 de abril.

Bajan los dos juntos. Al salir del ascensor se encuentran con el vecino del quinto que viene de pasear a su perro. Bueno, en realidad no es su perro, es el de su hijo. Pero seguro que Carlitos estuvo anoche de juerga con sus amigos y le ha tocado al padre sacarlo a pasear. Lo que una no haga por los hijos, piensa ella, y luego pregunta que si ha ido ya. No, responde el vecino, mientras el perro se cuela en el ascensor. Ha quedado en despertar a Carlos sobre las doce para ir los dos juntos.

Al cruzar por la plaza se para un momento para buscar el teléfono móvil en el bolso. Ya vas a llamar a la niña, murmura él. Cómo lo sabes, afirma ella de esa manera en la que siempre ha afirmado las cosas, igual que se afirma lo que es natural, lo que no puede separarse del propio carácter. Tu padre ya se está riendo de mí, pero llamo para recordarte que es domingo 28 de abril, que no se te olvide. Sí, estoy bien, yo estoy bien en lo personal, pero mira tú lo raro que está todo. Nosotros vamos ya, no, no es pronto, tu padre se ha quedado en la cama, ha dado más vueltas que los dedos de un indeciso, pero al final lo he levantado. Bueno, otro beso, y que no se te olvide… y convence a ese novio tan encantador que tienes para que se deje de tonterías, a veces los más listos son los más tontos. Perdona, hija, perdona, dale un beso de mi parte.

Doblan la esquina del cajero automático y encuentran a Marisa y Antonio sacando dinero. Desde que cerraron la pescadería ya es difícil verlos. Ella los echa de menos porque daba gusto charlar de lo divino y lo humano ante los ojos asombrados de los besugos. ¡Qué ojos tienen estos besugos!, decía ella, y Marisa empezaba a reírse, adivinaba la intención del comentario lanzado contra algún vecino antipático. Antonio los abraza, explica que van a pasar el día en la sierra, en casa de su hijo Pepe, y que siempre reparten algún billete entre los nietos. ¿Pero qué edad tienen?, pregunta ella, y al comprobar que el tiempo vuela, y que los niños son ya unos hombrecitos, empieza a recordar que es 28 de abril, que los abuelos, los padres y los niños no pueden quedarse hoy en la casa debajo de una higuera.

Pero qué imprudente eres, dice él en cuanto se despiden y se dirigen al colegio. Tenemos confianza, responde ella, han sido muchos años y hemos visto juntos demasiadas cosas, demasiadas cosas. Voy a estar repitiendo que es domingo 28 de abril todo el día, ya me conoces. Todo, cualquier cosa, menos volver a las andadas.

Y dále con el mantra ensimismado; hoy se me ha vuelto a cruzar volviendo a casa después de votar




No es la primera vez que me encuentro a este peculiar sujeto por esos textos en flor, solo que sin Proust. A su bola. A la recherche de unos temps perdus, tres perdus, o cuatro si viene al caso, sobre todo en dimes y diretes un poco bailones.

 Al leerle tengo la sensación apócrifa de que escribe y reflexiona como tendiendo la ropa, a ver qué pasa. Con pinzas de plástico multicolores y sin insistir en el enganche entre pinza, alambre de tendedero y tejido en remojo. Mientras el viento cálido, finalista de este abril, dominguero y votante porque no le queda otra, le revuelve las ideas de línea en línea.
 Tira de una manga con el puño a medio desabrochar. Seguro que es de una camisa proletaria, de izquierdas desganadas, que no está muy allá con su identidad; seguro que necesita el contraste, el cara a cara al sol con la cazadora vaquera que yace en el fondo del barreño para no desteñir de azul gaviota el resto de la colada. El hombre es contemplativo y se detiene a observar el panorama. Si coloca la camisa así, manga por hombro y por puño, se le va a amontonar el canesú, y se va a secar muy mal, con arrugas en la parte del cuello, que al parecer le ha salido rana al conjunto, o sea, de derecha vacilante. Entre casadera, riverista y abascala...No está nada claro el sesgo. A ver, si quiere evitar que se arruine la operación secado, hay que desarrollar un esquema previo al paso definitivo.

¿Es de izquierda de verdad esa camisa, o solo son especulaciones mareantes del vientecillo? Porque está claro que para ser izquierda no hace falta tener nada en la despensa ideológica, lo único necesario para esos avatares es ser antifascista, anticapitalista, antiburgués, y ya está. Anti algo. Es decir, ¿quién puede negar la supremacía a la causa primera, o sea a dios? O sea, al capital A los valores. Eso es todo, como diría cualquier ideólogo con enjundia. 
Porque claro, no es nada creíble que la izquierda tenga sentido por sí misma, si siempre ha sido una mera revolución contra algo pre-existente, una consecuencia sin más, lo suyo no son esencias ni contenidos, eso siempre es cosa de la derecha, a ver si no, xd! 
La derecha tiene la pasta, sabe ponerla a buen recaudo, colocarla donde toca y fluir ligera de cargas morales, volando de bolsillo en bolsillo, de cuenta en cuenta, de ofshore en filigrana inversora de camuflaje. No como la izquierda, siempre en plan  rebufo y cajas destempladas, exigiendo sin comprender, reclamando sin empatizar. De hecho la izquierda ha conseguido hasta descomponer la democracia, con la manía de sustituir la nobleza de las castas de toda la vida por la vulgaridad de las clases sociales que solo aparecieron hace un siglo y medio, más o menos, tipificadas como cita libresca, por aquel especulador ideológico acomplejado que fue Marx, Karl. Un pobre diablo sin ambiciones, que acabó fatal por querer romper los moldes e inventar respuestas contestonas y quejicas, para, total, terminar en lo que han terminado, a los pies de su padre fundador: el capitalismo. Ay, si no hubiese sido por ellos, por el capital y Herr Marx, a buenas horas tendríamos a hora por medio el problema de esa pejiguera de izquierda incapaz de dar una a derechas, claro. 
Por eso no trasciende, se acobarda, se agarrota, ni sabe montar a caballo, porque encima no quiere abusar de los animales. Está emperrada en igualarlo todo contra natura, con esa manía de derechos y libertades para todas. Como si eso fuera posible. No me irán a comparar ahora la valía descomunal de Bezos, Perón,Trump, Bolsonaro o de Guaidó, con el Che Guevara o Simón Bolívar o Allende o José Mujica, Garzón, Anguita o Pablo Iglesias, por favor...No tienen punto de comparación. La derecha jamás duda. Lo tiene todo clarísimo. Las crisis solo la fortalecen en vez de debilitarla, porque se forra y se lo lleva crudo, cuanto más gorda y estrepitosa se presenta más se pone las botas hasta las ingles. 
En cambio la izquierda es puro tiquismiquis, que si respetar, que si convocar en vez de invadir, que si preguntar, escuchar y votar, en vez de decretar 155 urbi et orbe...que es como decir en latín, a tutiplén, vamos, un destarifo inorganizable. Una locura que no puede salir bien, por mucho que se emperren los nostálgicos de un pasado, que en realidad, nunca fue para tanto. La verdad.
Ay, la izquierda...que si la solidaridad, que si empatía, que si socialismo, que si justicia social, que si salvar vidas, que si no vender   armas a los saudíes para  que no destrocen Yemen, que si el bien común, que si la atención a los más desasistidos por parte del estado sin tener en cuenta que no se puede sobrellevar un derroche semejante si se quiere tener la sartén por el mango y eso, o sea, un estado-niñera, blandujo, fofo, nada machote y en su sitio, que si el laicismo rebelde, que si el cooperativismo y el humillante apoyo mutuo...que si los gays y la violencia de género, que si la economía sostenible y por si faltaba algo, ahora también amenaza con ocuparse de las mujeres enloquecidas por la brecha salarial y del cambio climático que solo es un invento de esos agonías izquierdosos que en el fondo, solo quieren amargarnos la existencia con sus amenazas en plan Arca de Noé...y su falta de imaginación a la hora de buscar motivos serios y de fuste como base ideológica. 
Qué desastre...diohmmío...¿Cómo puede ser tal tontuna considerada germen de sujetos democráticos? 
Porque claro, los sujetos no existen previamente, hay que crearlos para poder funcionar y saber por donde se anda, como hace la derecha, obviamente. Ella sí que sabe. Porque esos sujetos y actores que pululan por la escena política no son reales, no son nada en realidad, solo números, aproximaciones, algoritmos, cálculos infinitesimales con valor estadístico nada más, tanto te cuentan, tanto vales, que se pueden plasmar por computación y ser además de sujetos, verbos y complementos, frases sueltas, oraciones, litúrgicas o gramaticales, según marque el índice Nikei o Wall Stret. Vamos, que está clarísimo si se tienen dos dedos de frente y se ha estudiado concienzudamente en la Universidad del Páramo Seco, en Titicaca.

Pues sí,tan claro, como que se me han acabado las pinzas y no puedo seguir tendiendo, joder.  Menudo gurruño se ha montado en los alambres de tender. Claro, como no hay quien me comprenda, no hay pareja que tienda por mí. Esto debe ser la soledad del genio, seguro.
A ver como seco  ahora la cazadora vaquera, que está chorreando, porque la lavadora no centrifuga, y  no me queda ni una percha libre en el armario para colgarla aunque sea en el balcón o en la ducha. Voy a tener que descolgar el traje de los domingos. Si al menos pudiese aprovechar el descuelgue para ir a votar...Pero ya he votado por correo, por si la colada me impedía salir a tiempo, que no me aclaro nunca con estos oficios amanuenses y tan poco adecuados para alguien como yo. Que, además, soy un visionario. Me anticipo a los virajes del tiempo. Por eso es normal que ahora la izquierda se desfonde en medio del acierto masivo de la derecha. Aunque, claro, dicen algunos que la cosa puede que no sea  ideológica solamente. Muchos científicos, al parecer, dicen que se está acabando el potencial de los recursos globales,y con ello, puede fenecer el propio sistema liberal capitalista, derivado de la Gran Área y su pastón controlador, pero yo creo que todos esos aguafiestas son de izquierdas y solo quieren amargarnos la vida, con su manía de echarle tanta conciencia crítica al guiso encantador y lleno de posibilidades, del crecimiento infinito. Tan happy flowers. Tan creativo y optimista, y a la vez, tan selecto y exquisito. Si dicen que dizan, mientras no hazan... Lo cierto es que no me afecta. A mí me da igual.
Yo a lo mío. Viviendo en mi casita de papel...mientras la ropa se va secando y huele a perro mojado en este mogollón, todo por falta de pinzas. Hay que ver, ser tan grande intelectualmente y a la vez tan inútil para estas simplezas. Necesito urgentemente una mujer que se ocupe de estas miserias cotidianas.

La Tira de Bernie Vergara en eldiario.es.¡ Genial! Y un abrazo electoral desde ese Robres insondable, de cuyo censo intangible no quiero acordarme...ains!

La tira

Ahí estamos, querida Elisa, hermana. A pie de urna y sin más patria que los tres valores universales: libertad, igualdad y fraternidad, envueltos en el aroma limpio y fresco de la esperanza


¡Es la libertad, estúpido!

Nunca, en treinta años de profesión, había escrito para un día electoral una columna como esta. No se habían dado nunca unas circunstancias así ni en la transición en que la ultraderecha era peligrosa pero minoritaria y residual
Imagen de una urna en un colegio electoral de Barcelona. EFE/Archivo
Imagen de una urna en un colegio electoral de Barcelona
"En 1934 nadie creía que fuera posible ni una centésima, ni una milésima parte de los que sobrevendría al cabo de pocas semanas".
Stefan Zweig. El mundo de ayer. Memoria de un europeo

Hubiera sido deseable no tener que tocar fondo para llegar a sentir unos comicios  y su resultado como parte importante de nuestra vida. No nos tendríamos que haber dejado adormecer con la idea aparentemente revolucionaria de que todo da igual y todos son iguales. No es cierto. Veo estos días rostros, preguntas, inquietudes que reafirman esa constatación: nada es perfecto, pero hay cosas inimaginables. Cosas imposibles que es preciso evitar.
He visto rostros reflexivos, preocupados, pero también decididos. No rostros que se tentaran las ropas o los bolsillos. No rostros que se volvieran hacia su problema concreto, hacia su negocio privado, hacia su vida particular. No, rostros preocupados y atentos por nuestra convivencia común, por nuestro futuro general, por nuestro bienestar como pueblo. Nunca he entendido otra forma de patriotismo que no fuera el que genera el sentimiento de pertenencia a una comunidad que busca un día mejor a través de un camino común. La idea enaltecida procede, si es caso, de ese sentimiento de común pertenencia y destino, no de unos trapos, unos colores o unos relatos. Y muchos sabemos hoy que es ese patrimonio de avance común, labrado durante décadas, el que está en peligro. No es la economía, ni son las lindes y las fronteras, ni son las lenguas ni nuestros apellidos. Es la libertad. La libertad, estúpidos. Eso es lo que está en juego. Eso es lo que habéis puesto en almoneda para conseguir enardecer las vísceras grandes. La libertad de un pueblo. Libertad. Libertad sin ira. Libertad como patria. Libertad como bandera.
Yo creo en este país. Creo en nuestro futuro. Creo por ello que somos un pueblo capaz de responder a ese embate que no es inocente, que bebe en fuentes ya envenenadas y que conocemos de otros países. Somos un pueblo correoso. Una patria cuyas ciudades ondean en sus escudos: la primera en el peligro de la libertad. Ser libres no sale gratis, pero es lo que nos hemos prometido a ser como sociedad. Hoy creo que vamos a demostrarlo como compete: a golpe de voto y de urna, a fuerza de esfuerzo común y de alegría. No somos como desearían. No somos una caricatura de toreros, fiesta, caza, curas y pechos viriles descubiertos. No somos un carnaval de mujeres femeninas y dispuestas y hombres arrogantes con armas largas a modo de vergas fantasmagóricas. No, esa no es España. Ya no. Si es que llegó a serlo algún día más allá de la imaginación de un dictador y de la fuerza descomunal de su bota para aplastar todo aquello que no fuera charanga y pandereta, cerrado y cofradía.
Hoy acuden a las urnas dos Españas, la que considera que la patria asfixia, que la patria marca, que la patria homogénea se impone para hacernos y los que creemos en que somos todos nosotros, los unos y los otros, los que constituimos la esencia cambiante e incalificable de esa patria que se conforma múltiple y mutante como somos nosotros y la sociedad misma. Vamos a los colegios electorales los que preferimos soportar al intolerante que romper la tolerancia y también los que confían en que sus líderes acallen a los que discrepan. Vamos todos, pero unos hemos de ser más porque somos mejores. Les molesta mucho lo que llaman la superioridad moral de la izquierda, pero no cabe duda de que es moralmente superior buscar el bien común que el bien de unos pocos. En nuestra España caben hasta ellos, en la suya sobramos nosotros. No, no todos somos iguales y no, no todos los votos que caigan hoy en las urnas lo serán.
España no se va a romper, pero hay muchos problemas que solucionar y no se van a arreglar aplastando a la gente sino sintiéndonos gente con ellos y ellos con nosotros. España no va a ninguna ruina ni los comunistas nos acechan para cambiar nuestro sistema de vida ni hay ya grupos terroristas entre nosotros. No son esos nuestros problemas. Son pantallas que han levantado para que no nos veamos.
Nunca, en treinta años de profesión, había escrito para un día electoral una columna como esta. No se habían dado nunca unas circunstancias así ni en la transición en que la ultraderecha era peligrosa pero minoritaria y residual. No, estamos ante otro fenómeno que ya ha producido sus resultados en otros países europeos y que aquí se presenta con un disfraz algo diferente, propio de un país que no fue capaz de matar sus fantasmas y sólo los guardó bajo las alfombras. Ahí están de nuevo.
Yo, como muchos, no tengo tanto miedo por mí como por nuestra subsistencia democrática. No tiemblo ante las oleadas de mensajes desde granjas infames amenazándome con cegar mi voz, con cerrar los medios en los que trabajo, con tirarme al pozo de los rojos de mierda. Esta madrugada, cuando hayamos recontando los votos, seguiré aquí, en la misma postura, digan lo que digan las urnas. Pero antes de que llegue ese momento no puedo por menos de recordar, hermanas, hermanos, que es la libertad lo que hoy nos jugamos.

Hay muchos aspectos opacos que confluyen en el asunto de eclipsar el gravísimo problema medioambiental, que precisamente en España está recrudecido al máximo y en modo exponencial, no solo porque no hay políticas que lo mejoren, lo reparen y lo cuiden, sino, sobre todo, porque NO HAY CONCIENCIA del problema en sí. No interesa fomentarla como inversión. Tampoco en los medios de comunicación. Cuando la prensa quiere que algo sea noticia importantísima, no cabe la menor duda de que lo logra de todas todas; entonces los políticos son asediados, perseguidos por la calle, como también lo son los empresarios transgresores con pase directo a ese descalabro mediático que es la caída en el descrédito y el rechazo social. ¿Qué pasaría si los media en las ruedas de prensa insistieran adecuadamente, en sus preguntas sobre la atención a la problemática del clima y sus consecuencias? Los políticos se habrían tenido que interesar por narices y, obviamente, por su propio interés, en ese doloroso y gravísimo asunto, de todas y todos. Tan grave como matar mujeres es matar a la madre Tierra, que hace posibles a las mujeres y a los hombres. Pero esa reflexión no parece inquietar a casi nadie, solo lo inmediato cuenta, especialmente si es catastrófico e irreparable, que eso es el negociazo puerta a puerta. La superficie. Lo triste es que el problema sigue sin interesar lo suficiente. Importa mucho más la noticia impactante del ruido que hacen los más jóvenes, ésa es en realidad la noticia más "interesante", no porque tenga más sustancia y verdad, sino porque hace más ruido que un ciclón terminator en Mozambique, unas inundaciones letales en Bangladesh o un incendio arrasador en la Amazonia, asuntos peccata minuta fashion, mientras no sucedan en este wonderland del pastón y la conquista terminator del imperio amazon fashion...La información debe ser la puerta hacia, y la llave previa para la formación. Pero en realidad se queda en nada por lo disperso, volátil y epidérmico. Y tantas veces, obediente a intereses espurios, como en el caso de la prensa dedicada al servicio de las farmacéuticas, que suele ser la misma que está al servicio de las industrias contaminantes y ninguneadoras del desasatre medioambiental. Los políticos son el espejo de los pueblos que los hacen posibles, e incluso, les aplauden, admiran y sostienen como líderes ,y hasta se acoplan mutuamente para que todo siga igual en lo básico (esa 'estabilidad' que tanto mola y tan poco a aporta en materia de cambios fundamentales), aunque cambien detalles tantas veces más folcklóricos que esenciales, para simular reformas, que nunca pasan de la mera apariencia protocolaria, cambio de siglas, de caras y de nombres. Y eso es todo el tratamiento ecológico al que hasta ahora hemos tenido acceso...A la vista está. Ains! Ahora cada vez más, serán los pueblos, las ciudades, las comarcas, la España y la Europa sectoriales las que harán posible la obligatoria transformación. Quizás entonces, al ser noticia beligerante, la prensa se implique, siempre y cuando los Ibex multinacionales no dispongan otros planes, claro...y , en esas, el problema del clima y la hecatombe planetaria ya más que evidente, pase a ser solo una chifladura de Wikileaks y Assange, una pseudociencia como la homeopatía y eso, claro...No puedo menos que recordar aquella película de imborrable memoria, "El jardinero fiel"


La última campaña electoral sin medio ambiente

Gane quien gane estas elecciones, lo hará a pesar de no haber hablado de medio ambiente. Sea el que sea, el gobierno que surja hoy de las urnas no va a continuar ejerciendo la inacción política respecto al cambio climático
Me gustaría saber qué tipo de asesores de campaña han aconsejado a los líderes políticos a los que hoy estamos votando. Dónde aparcaron el ovni. De qué mundo vienen quienes les aconsejaron que de medio ambiente, nada








"Queremos la vida", claman miles de jóvenes movilizados por el planeta EFE
Cuando uno cree que los niveles de decepción y desengaño hacia la política no pueden ir a más, llega una campaña electoral como la que acabamos de sufrir y compruebas que no, que como dicen en el Rey Lear: "aún no está ocurriendo lo peor cuando pensamos que esto es lo peor".
Ha sido bochornoso comprobar cómo, mientras el interés por el medio ambiente empieza a calar hondo en la conciencia ciudadana y la sociedad se moviliza a favor del planeta y contra el cambio climático, los políticos continúan sin prestarle atención al tema en los debates electorales. Acaso algún leve intento, siquiera una cita, pero nada de compromisos firmes: miseria y compañía.



Me gustaría saber qué tipo de asesores de campaña han aconsejado a los líderes políticos a los que hoy estamos votando. Dónde aparcaron el ovni. De qué mundo vienen quienes les aconsejaron que de medio ambiente nada. Quienes no incluyeron el tema en sus discursos y les sugirieron que lo evitaran en los mitines porque, total, eso del cambio climático no le interesa a nadie.
¿Es que no ven, no escuchan, no sienten a la gente? ¿Es que no se dan cuenta de que aquella lejana ola de conciencia ambiental a la que no prestaron mayor atención se ha convertido en un auténtico tsunami de movilización social a favor del planeta, de la vida, del futuro?     
Cambio climático, contaminación por plástico, calidad del aire, acceso seguro al agua potable, energías renovables y autoconsumo energético, conservación de la biodiversidad, modelos alternativos de transporte, gestión de residuos, consumo responsable, protección de los mares, economía circular… ¿es que no acaso han dejado de escuchar al mundo?
Quienes consideramos que estos temas y el resto de los que forman parte de la agenda medioambiental deben ser atendidos de manera urgente, quienes creemos que no puede haber acción de gobierno sin acción por el clima, hemos quedado (de nuevo) desamparados en esta campaña electoral. Pero nos consuela saber que va a ser la última vez que ocurra.
Por eso, a pesar del desencanto, quienes defendemos que no hay mayor urgencia social que la de unir esfuerzos para cuidar y mejorar el medio ambiente, estamos yendo hoy a votar. Desde la decepción y la desconfianza, quienes no tenemos a quién votar lo estamos haciendo.
Gane quien gane estas elecciones, lo hará a pesar de no haber hablado de medio ambiente. Sea el que sea, el gobierno que surja hoy de las urnas no va a continuar ejerciendo la inacción política respecto al cambio climático. Y no va a ser así porque los ciudadanos no se lo vamos a tolerar.
En este rincón del diario venimos defendiendo desde hace años que el medio ambiente es demasiado importante como para dejarlo en manos de los políticos. Y el paso del tiempo nos está dando la razón. La gente ha decidido tomar las riendas de la defensa del medio ambiente en sus casas, en el trabajo, en las calles. A pesar de tanto y de tantos.
Las movilizaciones que se están produciendo en todo el mundo no pueden ser catalogadas de revolución, todavía. Pero la próxima revolución va a ser la ecológica.
Los millones de jóvenes que se han echado a la calle para asumir el liderazgo de la sociedad al margen de los políticos lo tienen claro: no van a permitir que nadie que aspire a gobernarles lo haga sin declarar antes su lealtad al planeta y su firme compromiso con el cuidado y la mejora del medio ambiente.
Los que hoy elegimos serán los últimos líderes políticos que se permitan el lujo de concurrir a unas elecciones sin presentarnos unas propuestas de acción claras y concretas para eludir los peores escenarios hacia los que nos arrastra el cambio climático. Por eso confío en que ésta haya sido la última campaña sin medio ambiente.

sábado, 27 de abril de 2019

Que nunca nos falte la ética, por favor, como base de toda política, ( y de toda iniciativa vital, sea del cariz que sea) Sólo así estaremos a salvo...de lo peor de nosotras mismos. Buena ocasión para refexionar en un día como hoy

Reflexionando: valores, política y politiquería

La izquierda será superior moralmente a cualquier otra opción si hace sus deberes, esto es, si cumple con lo que entiende que debe hacer, con aquello a lo que se siente obligada, comprometida


Foto: Una persona coloca en la mesa de un colegio electoral de Pamplona las papeletas. (EFE)
Una persona coloca en la mesa de un colegio electoral de Pamplona las papeletas. (EFE)
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Ahora que solo queda reflexionar y no procede pedir el voto para formación alguna, tal vez valga la pena dedicar un rato de esa reflexión al asunto de la naturaleza misma de la política, de la que se supone que unas elecciones como las de mañana representan el momento culminante. Gustaba de afirmar Francisco Fernández Buey —hombre inequívocamente de izquierdas y luchador por aquello en lo que creía mientras le quedó un suspiro de vida— que la política sin valores no era política: era politiquería. Tan convencido estaba de ello que, en vez del término clásico, prefería utilizar el de poliética, con el objeto de subrayar que la actividad política, para merecer el nombre de tal, debía estar atravesada de ética, empapada de ética.
Conviene apresurarse a añadir, si queremos evitar los malentendidos más frecuentes, que semejante reivindicación de la ética no constituye una mera afirmación grandilocuente, una apelación retórica pero exenta de contenido específico, a favor del bien y en contra del mal. Por el contrario, pretende ser por parte de quienes la plantean una guía para la acción en todo momento y en todos los planos, tanto cuando los individuos se preocupan —sea en su calidad de ciudadanos, sea en la de representantes de la ciudadanía— por los problemas concretos de las personas como cuando diseñan futuros y señalan la dirección en que debería encaminarse su sociedad.

Pero tal vez los matices más interesantes sean los referidos no solo a quienes asumen con mayor frecuencia e intensidad dicha reivindicación sino también a quienes más la critican. Respecto a los protagonistas de la misma, un lugar común lo constituye el reproche de que suelen estar situados de manera mayoritariamente abrumadora a la izquierda. Tanta es la identificación entre reivindicación moral de la política e izquierda que ha terminado por dar lugar al tópico del convencimiento que se supone que tienen los miembros de dicha izquierda de su superioridad moral.
No dudo que pueda haberlos (e incluso en abundancia) que estén convencidos de que el mero hecho de reivindicar valores ya les concede algún tipo de superioridad moral. Pero no parece, desde luego, que quedarse ahí pueda considerarse que constituya mérito alguno. Es obvio que lo que nos hace en realidad (y no en la imaginación) mejores no es reivindicar determinados valores, sino materializarlos. Por eso, tiene escaso derecho a alardear de virtuoso el que no ha visto nunca puesta a prueba su virtud. Y ninguno, por descontado, el que incumple aquello que predica.
Tiene escaso derecho a alardear de virtuoso el que no ha visto nunca puesta a prueba su virtud
De lo que se desprende una segunda obviedad, y es que la izquierda será superior moralmente a cualquier otra opción si hace sus deberes, esto es, si cumple con lo que entiende que debe hacer, con aquello a lo que se siente obligada, con aquello con lo que se siente comprometida, con aquello que, en definitiva, es su razón de ser. Más aún: ni tan siquiera resultaría merecedora del nombre de izquierda si no hiciera todo eso que debe.
Esta segunda obviedad es, a poco que se piense, vinculante. Porque se deriva de la misma una exigencia con la que nos tropezamos a diario. Y es que resulta de todo punto razonable y lógico, a partir de lo anterior, que a los partidos de izquierda, precisamente porque declaran su compromiso con valores, sus votantes y simpatizantes les exijan su cumplimiento. En ese sentido, la izquierda parte con una mochila (de valores) que en muchos momentos se le puede hacer particularmente gravosa, porque de su incumplimiento se deriva una severa censura sobre todo por parte de los suyos. Baste con recordar a este respecto cómo le penalizan electoralmente un cierto tipo de escándalos en comparación a cómo lo mismo penaliza a formaciones políticas de distinto signo.
La izquierda será superior moralmente a cualquier otra opción si hace sus deberes
En efecto, a la izquierda sus votantes no solo le exigen, como los de cualquier otra opción política, la eficacia y materialización de sus promesas, sino también que todo ello se lleve a cabo ateniéndose a los códigos éticos que proclama. De ahí lo improcedente, amén de torpe, que resulta la forma en que algunos miembros de la izquierda se defienden de los ataques que reciben por no haber estado a la altura de los valores que manifestaban sostener, poniendo como excusa que no hay comparación entre la levedad de sus errores (pongamos por caso, pequeñas corruptelas) y la gravedad de los que comete la derecha en el mismo plano (corrupción organizada a gran escala). Lo que nos lleva ya al otro orden de matices anunciado.
Por lo que hace a quienes más critican dicha apropiación de los valores éticos por parte de la izquierda, ellos no se encuentran a mi juicio, en contra de lo que con frecuencia se tiende a pensar, en las filas de la derecha. También la cosa tiene su lógica, aunque la misma venga a contravenir el maniqueísmo y las demagogias más simplistas a las que estamos de sobra acostumbrados. Pensemos simplemente en la forma en la que en las clásicas viñetas de Chummy Chúmez o en las actuales de El Roto se representa a los poderosos. Estos no aparecen como decididos partidarios de hacer el mal a toda costa, como si fueran representantes de Lucifer en la tierra, empeñados en acabar con cualquier forma de bien. Aparecen si acaso como sujetos que conducen utilizando como criterio un feroz principio de realidad y que, desde esa posición, critican o se burlan de quienes, entre ingenuos y bobos, aún andan defendiendo la necesidad de mejorar el mundo y de actuar conforme a una ética.
Por eso se equivocan también quienes plantean la contraposición entre unos y otros como si de un combate entre buenos y malos se tratara, cuando en realidad los presuntos malos la plantean como un conflicto entre idealistas que habitan en un mundo fantasioso de valores y gentes con los pies en el suelo (ellos mismos, claro). Tal vez una simple anécdota nos permita ilustrar el asunto con rotunda verticalidad. Cuando Aznar, hacia el principio de su mandato, expulsó de España a un grupo de inmigrantes ilegales drogándolos y metiéndolos en un avión rumbo a sus países de origen, la justificación que proporcionó respondía a este planteamiento de las cosas. "Teníamos un problema y lo hemos resuelto", fueron sus palabras. Nada de valores alternativos: puro principio de realidad. Berlusconi solía hacer afirmaciones parecidas: nosotros no nos enredamos en discusiones ideológicas (y dejaba en el aire: …como acostumbra a hacer la izquierda), sino que nos dedicamos a aportar soluciones.
¿Quiénes son, pues, los que más critican a los que reivindican una política atravesada de ética?
¿Quiénes son, pues, los que más critican a los que reivindican una política atravesada de ética? Por sorprendente que a algunos les pueda resultar, otros sectores de la izquierda. Dicho con diferentes palabras, es más un reproche entre izquierdistas (por no estar a la altura de su propia reivindicación) que contra izquierdistas. Hemos tenido ocasión de verlo en estas semanas de campaña. Es lo que ocurría cuando una formación política criticaba a otra de su mismo espectro ideológico no en nombre de un ideario distinto y alternativo, sino en nombre de que la primera se consideraba la única que siempre había defendido tales ideas de manera consecuente. Ahora bien, en el momento en el que la que se erige como garantía de la pureza ideológica declara que el resto de fuerzas ideológicamente afines no son de fiar y que deben someterse a su control, está deslizando un supuesto de muy problemática justificación.
Lo problemático, claro está, no es la necesidad del control, sino la instancia (un partido político determinado) que se arroga el monopolio del mismo. Respecto a su necesidad hay poca discusión porque está en la esencia de la democracia no solo que los ciudadanos puedan revocar cada cuatro años a los gobernantes que han incumplido, de una u otra manera, los compromisos adquiridos ante la ciudadanía, sino que existan mecanismos institucionales que controlen la actividad de los políticos. Lo problemático sobreviene cuando es una formación política en particular la que se atribuye en exclusiva la tarea controladora.
Repárese en que, al actuar así, dicha formación, lejos de criticar la idea de la superioridad moral, lo que hacía era rechazar que cualquier otra fuerza política que no fuera ella pretendiera atribuírsela también. No deja de ser curioso, y un punto lamentable, por qué no decirlo, que quienes tendrían que pensar, si de veras estuvieran convencidos de los principios que proclaman, que los valores si algo deben constituir es objeto de emulación, se los hayan tomado como objeto de competición. Pero en tal caso el reproche, de honda raigambre marcusiana, que se le puede dirigir a los que, tan pagados de sí mismos (aunque finjan humildad franciscana), se erigen en los guardianes únicos de la coherencia ética en política es el viejo interrogante ¿quién controla a esos controladores? O, si prefieren, ¿quién controla al partido controlador? ¿Hace falta que pongamos ejemplos o mejor lo dejamos aquí ya?

Jornada de reflexión... interestelar, of course!

Un análisis creativo y acertadísimo desde la toma de conciencia global, personal y colectiva


Atrévete a dar por muerto el capitalismo antes de que nos mate

Afirmar que "el capitalismo ha dejado de funcionar" en el siglo XXI equivale a la afirmación del siglo XIX "Dios ha muerto": es una blasfemia secular
El capitalismo se derrumba sin crecimiento, pero el crecimiento perpetuo en un planeta finito conduce inexorablemente al desastre medioambiental
"Queremos la vida", claman miles de jóvenes movilizados por el planeta
Manifestación de estudiantes españoles contra el cambio climático. EFE
Durante la mayor parte de mi vida adulta me he opuesto al "capitalismo corporativo", al "capitalismo de consumo" y al "capitalismo del amiguismo". Me tomó mucho tiempo caer en la cuenta de que el problema es el sustantivo. Mientras que algunas personas han rechazado el capitalismo alegre y rápidamente, yo lo he hecho lenta y con reservas.
Parte de la razón era que no veía una alternativa clara: a diferencia de algunos anticapitalistas, nunca he sido un entusiasta del comunismo de Estado. También me inhibió su estatus sagrado. Afirmar que "el capitalismo ha dejado de funcionar" en el siglo XXI equivale a la afirmación del siglo XIX "Dios ha muerto"; es una blasfemia secular. Hacerlo requiere una confianza en uno mismo que yo simplemente no tenía.
Sin embargo, a medida que he madurado, he llegado a dos conclusiones. La primera: que el sistema, más que cualquier variante del mismo, es lo que nos conduce inexorablemente hacia el desastre. Y la segunda: que no hay que presentar una alternativa definitiva para afirmar que el capitalismo está fracasando. La declaración se sostiene por sí misma. No obstante es cierto que afirmar que el capitalismo ha fracasado requiere que se haga el esfuerzo, y diferente, de formular un nuevo sistema.
Los fracasos del capitalismo surgen de dos de sus elementos definitorios. El primero es el crecimiento continuo e infinito. El crecimiento económico es el efecto agregado de la búsqueda de acumular capital y extraer beneficios. El capitalismo se derrumba sin crecimiento, pero el crecimiento perpetuo en un planeta finito conduce inexorablemente al desastre medioambiental.
Quienes defienden el capitalismo sostienen que, a medida que el consumo pasa de los bienes a los servicios, el crecimiento económico puede disociarse del uso de los recursos materiales. La semana pasada un artículo del antropólogo Jason Hickel y del economista Giorgos Kallis publicado en la revista New Political Economy, examinó esta premisa. Los expertos descubrieron que, si bien en el siglo XX se produjo una disociación relativa (el consumo de recursos materiales aumentó, pero no tan rápidamente como el crecimiento económico), en el siglo XXI se ha producido un reacoplamiento: el aumento del consumo de recursos ha igualado o superado hasta ahora la tasa de crecimiento económico. No se ha logrado el desacoplamiento absoluto necesario para evitar la catástrofe medioambiental (una reducción del uso de recursos materiales) y todo parece indicar que es imposible que se logre mientras continúe el crecimiento económico. El crecimiento "verde" es una mera ilusión.
Un sistema basado en el crecimiento perpetuo no puede funcionar sin periferias y externalidades. Siempre debe haber una zona de extracción de la que se obtengan las materias primas sin un pago completo y una zona de eliminación, donde se vierten los costes en forma de residuos y contaminación. A medida que la escala de la actividad económica aumenta –hasta el punto que el capitalismo afecta a todo el sistema, desde la atmósfera hasta el fondo del océano–, el planeta se convierte en una zona de sacrificio: todos habitamos en la periferia de la máquina del beneficio.
Esto nos lleva al cataclismo a tal escala que la mayoría de la gente no puede ni siquiera imaginárselo. La amenaza de colapso de nuestros sistemas de soporte vital es mucho mayor que la guerra, el hambre, la peste o la crisis económica, aunque es probable que cuando se produzca también se den los otros cuatro. Las sociedades pueden recuperarse de estos acontecimientos apocalípticos, pero no de la pérdida de suelo, de una biosfera abundante y de un clima habitable.
El segundo elemento definitorio es la extraña premisa de que una persona tiene derecho a una porción tan grande de la riqueza natural del mundo como su dinero pueda comprar. Esta confiscación de los bienes comunes causa otras tres alteraciones. En primer lugar, la lucha por el control exclusivo de los bienes no reproducibles, lo que implica violencia o truncamiento legislativo de los derechos de otras personas. En segundo lugar, el empobrecimiento de otras personas por parte de una economía basada en el saqueo tanto en el espacio como en el tiempo. Tercero, la transformación del poder económico en poder político, ya que el control de los recursos esenciales conduce al control de las relaciones sociales que los rodean.
En un artículo publicado el domingo en The New York Times, el premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz trató de distinguir entre el buen capitalismo, al que llamó "creación de riqueza", y el mal capitalismo, al que llamó "apropiación de riqueza" (extracción de rentas). Entiendo que haga esta distinción. Sin embargo, desde el punto de vista medioambiental, la creación de riqueza es apropiación de riqueza. El crecimiento económico, intrínsecamente ligado al uso creciente de los recursos materiales, implica el aprovechamiento de la riqueza natural tanto de los sistemas vivos como de las generaciones futuras.
No se pueden señalar estos problemas sin recibir un aluvión de acusaciones, muchas de las cuales se basan en la siguiente premisa: el capitalismo ha rescatado a cientos de millones de personas de la pobreza y ahora quieres empobrecerlas de nuevo. Es cierto que el capitalismo, y el crecimiento económico que impulsa ha mejorado radicalmente la situación económica de un gran número de personas. Sin embargo, también ha empeorado la situación económica de muchas otras cuyas tierras, mano de obra y recursos fueron confiscados para impulsar el crecimiento en otros lugares. Gran parte de la riqueza de los países ricos se construyó, y se sigue construyendo, sobre la esclavitud y la expropiación colonial.
Al igual que el carbón, el capitalismo ha traído muchos beneficios. Ahora, como el carbón, causa más mal que bien. Así como hemos encontrado medios para generar fuentes de energía que son mejores y menos perjudiciales que el carbón, también necesitamos encontrar medios para generar bienestar humano que sean mejores y menos perjudiciales que el capitalismo.
No hay vuelta atrás: la alternativa al capitalismo no es ni el feudalismo ni el comunismo de Estado. El comunismo soviético tenía más en común con el capitalismo de lo que los defensores de ambos sistemas querían admitir. Ambos sistemas están (o estaban) obsesionados con generar crecimiento económico. Ambos están dispuestos a infligir niveles asombrosos de daño en la búsqueda de este y otros fines. Ambos prometieron un futuro en el que sólo tendríamos que trabajar unas pocas horas a la semana, pero terminaron exigiendo un esfuerzo laboral interminable y brutal. Ambos son deshumanizadores. Ambos son absolutistas y repiten la noción de que el único Dios verdadero es el suyo y sólo el suyo.
¿Cómo sería un sistema mejor? No tengo una respuesta clara y no creo que ninguna persona la tenga. No obstante, creo que se empiezan a perfilar algunos conceptos básicos que lo definirían. Algunas de estas nociones provienen de la propuesta de civilización ecológica de Jeremy Lent, uno de los más grandes pensadores de nuestra era. Otras provienen de la "economía del donut" de Kate Raworth y del pensamiento ambiental de Naomi Klein, Amitav Ghosh, Angaangaq Angakkkorsuaq, Raj Patel y Bill McKibben. Parte de la respuesta está en la noción de "suficiencia privada, lujo público". Otra parte surge de la creación de una nueva concepción de la justicia basada en este sencillo principio: cada generación, en todas partes, tendrá el mismo derecho al disfrute de las riquezas naturales.
En mi opinión, nuestra labor consiste en identificar las mejores propuestas de muchos pensadores diferentes y convertirlas en una alternativa coherente. Dado que ningún sistema económico es sólo un sistema económico, sino que se inmiscuye en todos los aspectos de nuestras vidas, necesitamos que muchas mentes de diversas disciplinas –económicas, medioambientales, políticas, culturales, sociales y logísticas– trabajen de forma coordinada para crear una mejor manera de organizarnos que satisfaga nuestras necesidades sin destruir nuestro hábitat.
Nuestra elección se reduce al siguiente dilema: ¿paramos la vida para permitir que el capitalismo continúe o paramos el capitalismo para permitir que la vida continúe?
Traducido por Emma Reverter

El naufragio es innegable en España y en el mundo, pero aun se puede elegir entre ahogarse a toque de zafarrancho con el trifachito, o las lanchas salvavidas a la izquierda, con las que, al menos, salir vivos como democracia y estado de dignidad,- pero mucho ojo, que las pirañas "trifachas" están al quite a ver qué cae, disfrazadas junto a las lanchas en plan ONG "rescatadora", simulando ser lo que no son. Gracias, Nacho Escolar, más claro agua....Tal y como pudimos comprobar en el último debate en La Sexta, sólo nos queda una salida decente: las urnas inundadas de votos para la igualdad y la justicia. La democracia no la regalan gratis, la construimos nosotras desde la base superando amenazas y canguelos, dudas y desganas, rabias y negacionismos; mañana la rebeldía será votar y no quedarse al margen, por más que lo pida el cuerpo. Es el signo de los tiempos. Y en esta ocasión nos jugamos todo, desde la libertad y los derechos, a la dignidad, la escuela, la sanidad y las pensiones...Una vez camelados, con la bota en el cuello y la caballería pasando por encima ya no habrá forma de parar al monstruo al que se ha dado vida con la ceguera del fanático y/o la irresponsabilidad del pasotismo, por muy justificado que esté. ¿Si a base de papeletas pudieses parar a tu maltratador más que demostrado, acaso no lo harías? Pues por nosotras que no quede. No lo olvides: "el cambio que deseas ver en el mundo debes ser tú misma. El futuro depende de lo que decidas hacer hoy" (M. Gandhi) No se trata de miedo, es simple relación entre causa y efecto, entre un instinto suicida ético, social y economico y no perder el Norte de la conciencia. O sea, la vida en las mejores condiciones posibles en un tiempo realmente apocalíptico y al mismo tiempo, imprevisible en todos los aspectos. Ahora, depende de nosotras Así que, hágase según tu voto o tu ego-burbuja, tú verás, qué eliges...pero recuerda que no estás sola ni solo y muchas víctimas pagarán contigo sin tener por qué o contigo se librarán de la quema ganadera tri-destroyer-fachirula, que ruge a las puertas del caos a la espera de que te despistes para clavarte el colmillo y las garras, si no vienes forrado de casa y enchufes ¿No pensarás que quienes descienden por via directa del francopolio y su exquisita sensibilidad empática, harán contigo una excepción, solo porque no votas, ¿verdad? Pues, al loro, hermanas, que el marrón salta a la vista: ¡blanco es y gallina lo pone!


Carta a un indeciso que aún no sabe si votar

A los que creen que todos los partidos son iguales: no es verdad. A los que piensan que da lo mismo quien nos gobierne: no da igual. A los que opinan que no será para tanto, ojalá
La historia reciente del mundo –de Salvini a Trump– responde a un patrón pavoroso: la banalización del mal. Las generaciones que no conocieron el fascismo hoy juguetean con él




Querido abstencionista:
Supongo que estás harto de escuchar que estas no son unas elecciones más. Es cierto, lo han dicho en tantas ocasiones que hoy suena como un tópico más. Tantas veces vino el lobo que ya no te lo acabas de creer.
Pero este domingo, la historia de España va a cambiar. Aún no sé en qué dirección pero, desde que volvió la democracia, nunca antes hemos vivido unas elecciones así, tan impredecibles y tan determinantes. No porque la derecha gane, que eso ya ha pasado muchas veces, es razonable que pase y muchas otras veces pasará. Sino porque el Gobierno puede acabar en manos de la extrema derecha más reaccionaria y xenófoba, la que quiere acabar con el Estado del bienestar, la que niega la violencia de género y el salario mínimo, la que quiere privatizar las pensiones, la Educación y la Sanidad.
Si las encuestas aciertan, la extrema derecha no pasará. Entrará en el Congreso, y con un grupo parlamentario mucho mayor del que nunca soñó Blas Piñar. Pero si se cumplen las encuestas, será una oposición ruidosa pero irrelevante. Ojalá.

Casi todos los partidos están de los nervios. Las encuestas de estas últimas semanas ahondan en esa sensación. La campaña ha sido anómala, por la Semana Santa y el doblete de debates en el barro. Y hay tantos indecisos que el resultado es muy difícil de pronosticar. Circulan por las redes todo tipo de bulos, que se mezclan con las encuestas que aún se siguen haciendo en los partidos. Nadie tiene certezas, tampoco quienes vemos los datos de esos sondeos y no los podemos publicar. Nadie sabe lo que va a pasar.

No sabemos si los métodos clásicos de la demoscopia sirven para cartografiar el espacio electoral de la extrema derecha y acertar con su verdadera dimensión. No porque haya voto oculto a Vox, que no parece –la mayoría de sus votantes proclaman a gritos a los encuestadores su intención–. Sino porque los modelos fallen. Porque la ola de extrema derecha es tan reciente y ha tenido tan poco desgaste que puede llevar hasta las urnas a abstencionistas históricos, a personas que nunca antes quisieron votar. Lo mismo que pasó antes en el Brexit, en Brasil, en Italia y en Estados Unidos con Trump.

La serie estadística es clara. Si la participación es alta, la izquierda en España siempre ha ganado. Y el dato adelantado del voto por correo pronostica que este domingo habrá una baja abstención. Mi duda es otra: si esa participación masiva es para frenar a la extrema derecha o si, esta vez, juega a su favor. Si las series históricas sirven para un momento así. Si los llenazos de Vox en sus mítines son anecdóticos o un indicador adelantado de que algo este domingo va a cambiar.
La historia reciente del mundo –de Matteo Salvini a Donald Trump– responde a un patrón pavoroso: la banalización del mal. Las generaciones que no conocieron el fascismo hoy juguetean con él. La derecha más ultraliberal atrae a los votantes pobres, a pesar del aumento de la desigualdad. La izquierda es exquisita con sus candidatos y cualquier excusa le sirve para no votar.
A los que creen que todos los partidos son iguales: no es verdad. A los que piensan que da lo mismo quien gobierne: no da igual. A los que opinan que no será para tanto, ojalá. Porque lo imposible ya ha pasado muchas veces. Porque el lunes ya será demasiado tarde para votar.