Gilles Boeuf, consejero de la Agencia Francesa para la Biodiversidad "El movimiento de jóvenes por el clima está consiguiendo lo que yo no he logrado en quince años"
No quiere ser considerado activista, sino científico.
Así se define el oceanógrafo Gilles Boeuf, quien no concibe ecologismo
sin feminismo y piensa que las nuevas generaciones desean vivir con
mesura. Aprovechamos su paso por Madrid para hablar sobre los grandes
retos a los que se enfrenta la pérdida de biodiversidad actual.
La comunidad científica lleva
años debatiendo sobre si nos hemos adentrado en una nueva era: el
Antropoceno. Son tales los cambios producidos por el ser humano que
algunos hablan de una nueva etapa en la historia de la Tierra.
Vivimos en ciudades, ajenos a cómo están afectando nuestras decisiones
al medioambiente. ¿Cómo armonizar nuestra vida con la naturaleza?
Esta es una pregunta que el ecólogo Gilles Boeuf
(Saint-Nazaire, 1950) plantea en sus charlas por todo el mundo.
Oceanógrafo, profesor en la Universidad de la Sorbona (París), antiguo
presidente del Museo de Historia Natural y actual presidente del Consejo
Científico de la Agencia Francesa para la Biodiversidad, este hombre es
sin duda un experto en lo vivo.
La semana pasada Boeuf visitó España para impartir
varias conferencias en Madrid y Valencia. En su paso por la capital
charlamos con él en el Instituto Francés de Madrid, antes de una de sus
intervenciones, para conocer su opinión sobre la actual pérdida de espacios y especies que se está sufriendo alrededor del mundo.
No cree que, según la teoría de la evolución, es natural que ciertas especies sobrevivan mientras otras desaparecen?
Claro, pero no a esta velocidad. En menos de cuarenta años hemos matado a la mitad de los elefantes.
Es un proceso natural, pero no cuando el ser humano es culpable del
declive y de la aparición de seres vivos. Por nuestros cambios, conozco
especies que se encuentran en un estado de vulnerabilidad, pero no
conozco especies extintas. Solo sé de una especie que ha desaparecido en
los últimos cincuenta años.
¿Podría decirnos de que especie se trata?
Era un pequeño molusco que vivía en las orillas del mar de Holanda. Estos ecosistemas fueron transformados radicalmente y, donde en su día hubo marismas, ahora hay campos de pasto para vacas. En este caso era inevitable. Al destruir y reemplazar totalmente su hábitat, la especie desapareció por completo.
La primatóloga Jane Goodall declaró hace unos meses en Barcelona que estamos viviendo la sexta extinción masiva de especies. ¿No está de acuerdo con ella?
No exactamente. Eso son palabras de una activista
ecologista, no de un científico. Cuando yo hablo de pérdida de
biodiversidad me refiero a un colapso del número de individuos por
población. Lo que estamos viviendo es una pérdida de densidad, no una extinción masiva. Encontramos dos veces menos de elefantes, de tigres, etc.
Entonces, ¿no debemos proteger a las especies que se encuentran en peligro de extinción?
Es imposible favorecer a unas especies frente a
otras. No somos capaces de hacer eso. Eso son campañas de ONG
medioambientales. "Vamos a salvar el tigre, pero el sapo de Costa Rica
me da igual". No tiene ningún sentido. Una especie no sobrevive aislada
del resto. Debemos esforzarnos en proteger los espacios y no a las especies. Por eso confío en las organizaciones que tratan de conservar una especie cuidando su hábitat.
No tenemos en cuenta especies tan comunes como leones, jirafas y elefantes, que también se encuentran en peligro. La fama de los animales más mediáticos también puede llevarlos a la ruina. ¿Hasta que punto somos conscientes del daño que estamos causando?
"Cada día llegan a África barcos repletos con armas a cambio de materias de especies en peligro, como marfil o maderas"
No
tenemos ni idea porque mucho sucede en el mercado negro. El presidente
de Zambia me dijo una vez: "Gilles, hace veinte años teníamos 2.000
rinocerontes en Zambia. Hoy en día tenemos cero por la caza furtiva".
Cada día llegan barcos repletos con armas a África que son
intercambiadas por materias de especies en peligro reenviadas a China
como el marfil o algunas maderas que son escasas.
El negocio de los animales es horrible. La multa por matar a un rinoceronte es menor que el precio que se paga por su cuerno.
Es la materia prima más cara del mundo. Más que el oro, más que la
plata, incluso más que la cocaína. ¿Cómo vamos a ser capaces de proteger
a los animales que más amamos si no somos capaces de proteger a las
reservas de los furtivos?
¿Y qué propone para acabar con este tráfico ilegal?
Educar a las niñas. Esa es la clave para mí en África. El sistema no funciona porque solo uno de cada seis empleados es mujer.
No puedes buscar respuestas sin contar con la mitad de la población.
Tenemos que devolver a la mujer su lugar en la sociedad. Creo que
ecologismo y feminismo son dos movimientos que van muy ligados.
"Durante la Cumbre del Clima en París, las mujeres africanas proponían soluciones que a los hombres no se les ocurrían"
Recuerdo
durante la COP21 en 2015, cómo las mujeres africanas proponían
soluciones que a los hombres no se les ocurrían. Hoy, veo la misma
motivación en los Fridays For Future, donde se puede ver una presencia
femenina mayoritaria entre los jóvenes que luchan por el Acuerdo de
París.
¿Qué le parece este movimiento? ¿Vuelca su esperanza en los jóvenes?
Ojalá estas reivindicaciones den su fruto. Estas manifestaciones están consiguiendo algo que yo no he logrado en quince años.
Considero que no he tenido éxito con la gente que nunca va a escuchar
conferencias, que nunca abre las páginas de un diario importante o que
nunca va a ver una exposición en un museo. Sin embargo, creo que estos
manifestantes están llegando a un público mucho más amplio.
Hay tres aspectos de la naturaleza humana que nos
han traído hasta aquí: arrogancia, avaricia e imprudencia. Las nuevas
generaciones están rectificando. Se suele pensar que son más
egocéntricos y caprichosos, pero yo creo que los jóvenes quieren vivir
con más sobriedad y no consumir tanto.
Pero, si no consumimos, ¿podemos seguir desarrollándonos como especie?
Lo que no podemos es continuar teniendo una economía
suicidaria y estúpida que consiste en ganar más y más dinero
sobreexplotando la naturaleza. ¿Cómo desarrollar esta vida en el
panorama general de colapso de los recursos y de aumento de la
población? ¿Cuál es el precio que estamos pagando por desarrollarnos?
Rechazo el modelo actual. Las personas que creen que
siempre podemos inventar un desarrollo que aumente infinitamente son
locas. Debemos construir una economía nueva basada en el respecto a la
naturaleza
¿El egoísmo nos ciega?
El problema es que nos resulta difícil aceptar que formamos parte de la naturaleza.
Tenemos el mismo número de bacterias que de células. El microbioma es
una parte fundamental de nuestro cuerpo. ¿Qué comes? Biodiversidad. ¿De
qué te rodeas? Biodiversidad. Dependemos de ella.
Ignoramos todo esto. Para una especie que se hace
llamar Homo sapiens (ser humano que piensa) es un tanto irónico. Este ha
sido un fracaso de la educación. Lo que hay que explicar a la gente es
que cada vez que dañamos la biodiversidad nos estamos dañando a nosotros
mismos.
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