martes, 9 de abril de 2019

Iñaki y su lupa reflexiva para enfocar entre líneas una realidad impresentable: los métodos "seductores" de un pp al borde de su propio abismo

¿Casado presidente?





Pablo Casado debería recordar que dentro de unas pocas semanas podría ser presidente del Gobierno de España. Yo no puedo olvidarlo y, oyendo las cosas que dice, esa posibilidad no me tranquiliza. De Aznar ha heredado Casado la determinación de ir en línea recta a la conquista de la Moncloa sin detenerse ante nada, sin respetar ningún semáforo democrático, ni siquiera el de la complicidad de la lucha antiterrorista. Esa posición del expresidente nos proporcionó momentos de gran desunión que creíamos superados pero que por desgracia regresan de muy mala manera con su desprejuiciado discípulo. Decir que Sánchez “prefiere manos manchadas de sangre que manos pintadas de blanco” es sucio, es peligroso y da la medida de su atolondramiento irresponsable y del miedo a Vox, que viene como un bólido.
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Solemos repetir que en campaña los partidos tienen que concretar sus propuestas, y es lo que están haciendo estos días, pero no añadimos algo que es también muy relevante: que a tres semanas de las elecciones los candidatos a la Presidencia del Gobierno se miden también en otro terreno, el de su talla como hombres de Estado. Yo acostumbro a imaginar a los aspirantes representando al país en las grandes solemnidades institucionales o en los foros internacionales. Los que les asesoran deberían ayudarles a vestir con dignidad y empaque el cargo al que aspiran y encargar las tonterías, los exabruptos, las salidas de tono, a los subalternos. Es lo que tendrían que estar haciendo con Pablo Casado, que podría ser presidente de España el mes que viene pero que sigue pareciendo con demasiada frecuencia un bocazas alegre e inmaduro, más fácil de imaginar como dinámico delegado de curso o abanderado de una tuna que como estadista.

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