martes, 23 de abril de 2019

Ese debate eternamente cojo del que ustedes no nos hablan



La España de charanga y pandereta, cerrado y sacristía,
devota de Frascuelo y de María, 
de espíritu burlón y de alma quieta,
ha de tener su mármol y día, 
su infalible mañana y su poeta
 Antonio Machado

El paripé de los debates preelectorales, en el plan que se hacen en nuestra desvencijada patria tan constitucional y eso, es como una atracción de feria. La noria, el tiovivo -o los tíos vivos en este caso- los espejos cóncavos y convexos, las tómbolas, el tiro al blanco, el trenillo de las brujas y el circo, sobre todo el circo, con sus payasos, sus equilibristas, forzudos, trapecistas, fieras enjauladas, osos en monopatín dando vueltas por la pista y los platós, domadores con sus látigos siempre al quite de cualquier imprevisto... los lanzadores de cuchillos y los magos que aparecen y desaparecen en sus propias chisteras invisibles, para convencernos de que la magia de sus habilidades puede cambiar la realidad más chunga, que solo basta con mirarla desde otros ángulos y estados hipnóticos, para que todo parezca lo que no es. O sea, que aparezca de pronto la Estatua de la Libertad o la Torre Eiffel en medio de La Castellana o en hall del Ritz o del Palace. Luego,terminada la exhibición, todo vuelve a su plano habitual. El populus cegatus necesita su dosis cíclica de panem et circenses. La burbuja de lo alucinatorio, para luego acoplarse a la dura realidad con la sensación de que la tomadura de pelo no es tan mala como se cree cuando la vemos en directo, sino, necesaria como ritual para tener algo de que hablar cuando se acaba la liga y el sinvivir de la verdadera lucha: la del fútbol, que sí que mola más que todo el resto de monsergas diarias, dónde va a parar. 

Con los preparativos mediáticos y la adecuación psicoemocional de la audiencia ad hoc, ya se logra un grado imprescindible de atención y expectativa adecuado al momento votacional, muy por encima de lo que en realidad hay, o más bien,no hay. El terreno se prepara para el momentazo. ¿Qué dirán esta vez nuestros pimpollos aspirantes a no irse nunca del paraíso terrenal del poderío? ¿Qué talante presentarán? ¿Cómo irán vestidos? ¿Serán capaces esta vez de hacer un cambio de género en las candidaturas del trepping o seguirán en sus trece aferrados a lo de siempre, comodioshmanda, que las tías nunca se sabe por dónde pueden salir con sus ocurrencias? 

Se enciende la pantalla y cuatro dontancredos aparecen de pronto ante un micrófono, rodeados de cámaras, de cables y presentados por un moderador, por si acaso hubiese ocasión de  moderar algo, que nunca se sabe adónde puede llegar el ardor guerrero, el prietas las filas y los colores de cada bandera o de cada pegatina, en su afán de hacerse publicidad.
Y entonces comienza el escrutinio de la ciudadanía en forma de pregunta para sí misma, claro, en un monólogo inexplicable en una democracia de verdad:

¿Por qué solo son cuatro los miembros de esta cosa, si los partidos que se presentan a las elecciones son muchos más? ¿Es que no hay igualdad de oportunidades para que se conozcan también las demás posibilidades legítimas? Por ejemplo, nos falta PACMA, Feminsitas, Compromís, ERC, CUPs, PNV, BNGA, BILDU, PDECAT, Andalucistas, Coalición canaria, Baleares, Murcia, Extremadura, Aragón, Cantabria, Asturias, Rioja, Castillas del Norte y del Sur, León o la parte de Navarra que no se siente vasca y Vox, sí, también ellos y ellas deberían estar en el debate, para que se pueda valorar en directo de qué va esa parte de la familia ibérica que no nos gusta y a la mayoría menos montaraz, nada cazadora y muy poco violenta le resulta tan agresiva y disparatada.

Pero sobre todo, a ese debate le falta lo más importante: la participación directa de la politeia, la ciudadanía. A ese debate, con los medios actuales de participación que existen, le falta inexplicablemente su esencia, que no es la cháchara del momento, la demagogia ya naturalizada  de las campañas electorales, sino la expresión soberana del pueblo ejerciendo su derecho directo a la información, preguntando a los futuros gestores políticos, explicaciones acerca de la sectorialidad, de las legislaciones, de los proyectos concretos, de cómo y con qué herramientas se van a minimizar los problemas del paro, de la libertad y la igualdad para los presos políticos, si se va a continuar con el sistema del ser humano para soportar la ley y no con la ley al servicio del ser humano. 
El nudo territorial que nos enreda en una Constitución ya desfasada y desbordada por el asunto hasta ahora irresoluble de la geopolítica plurinacional fatalmente entendida por diversos sectores siempre manipulados por inetreses de fondo bastante cavernarios, casposos y repulsivos, tiene que resolverse antes que nada en las conciencias, en la mente y en las emociones y en la educación de los pueblos ibéricos, que por dignidad, ética e inteligencia, deben asumir cuanto antes su pluralidad y respetar el hecho de que no es lo mismo una visión totalitaria de un territorio a golpe de dictadura, que una visión democrática y federal, abierta y lúcida, de los mismos territorios, sin que ello signifique un enfrentamiento civil sin tregua, ni un abuso de poder, ni unas desigualdades aberrantes, como lo es desde hace años, la Comunidad Valenciana, la que más paga y menos recibe del fondo común, por no hablar de Extremadura o Galicia, en manos del Curro Jiménez autóctono de turno, que la tiene secuestrada y sometida a lo peor. Sólo hay que ver la sanidad gallega para comprender la que hay liada y el acoso a los ayuntamientos del cambio a los que llegó la marea de las bases (que se confunden con Podemos y no los son, aunque intenten hacer que lo parezca)

Si esto es una democracia el actual modelo de debate electoral es una vergüenza. Deberían ser los mismos candidatos quienes se negasen a semejante mascarada, un maquillaje histriónico, que no sólo no consigue tapar goteras, sino que produce nuevas caladuras constantemente en la techumbre y en los muros del edificio institucional, bajando cada vez más el listón de lo aceptable, mientras se agudizan las rivalidades de quienes deberían ponerse de acuerdo por el bien común en vez de, como especialmente hace la derechona, conseguir que cada vez se degraden exponencialmente sus propios roles políticos y caigan en picado como posibles representantes de una soberanía popular, que en realidad solo es pasto del populismo más desvergonzado y torpe. Y cada vez más lejos del ideal democrático,que para ellos es solo la excusa con que  trepar como partidos y como individuos, y con menos escrúpulos que los gestores de la Cueva de Alí Babá.

Tener miedo al pueblo y no ser capaces de presentarse ante él limpiamente y con toda la realidad del espectro político completo para dar cuenta de todo lo que lícitamente se le pueda demandar, sino en plan selectivo ,miserable, de casta y privilegios, empezando por la lacra de la propia jefatura del estado, es simplemente una muestra del lamentable nivel democrático que según los padres de la Constitución "nos dimos a nosotros mismos". Si eso es verdad, qué poquito valemos como democracia y si no lo es, qué imbéciles somos para soportar una tomadura de pelo sine die, en la que la dictadura ha dejado atada y bien atada su decrépita herencia de amos y siervos. Y donde una momia tiene al pueblo políticamente invalidado, desde su mausoleo, compartido con la misma santa madre iglesia que se inmatricula todo lo que pilla y no sabe lo que es un IBI, en su santa y pobre inocencia. Por los siglos de los siglos...

Ante esa evidencia que no admite dudas, de poco sirve que Pedro Sánchez nos asegure, como hizo anoche nada más abrir la boca, que somos la admiración y la envidia del mundo. Cuando quiera le presento a mis cuatro hijos que tuvieron que emigrar a causa de tanto exceso de perfección hispánica,porque estaban desbordados por el nivelazo de inteligencia estatal. Que ellos y sus compañeros y compañeras de exilio laboral, le cuenten lo mal que funciona Alemania y la envidia que les dan los afortunados españoles, con expedientes admirables y con la mochila al hombro como el judío errante, porque no pueden soportar tanto exceso de beneficios patrios, como zancadillas, envidias, enchufes, sectas y corrupciones, privilegios y morro a discreción, donde tener un buen expediente y ser lúcidos, éticos y normales, resulta una dificultad más que una buena referencia. Y de paso, que le cuenten lo difícil que les resulta votar desde allí, para que se pueda cambiar aquí, y así, algún día regresar, si es que para entonces no han descubierto que la patria de verdad es donde puedes vivir plenamente como un ser humano con todos sus derechos y deberes equilibrados, valorado y recompensado según lo que haces y no según quien te enchufa, aunque sea en países con menos sol, menos playas, menos festejos y menos corrupción, fanatismo e ignorancia en general. Y una calidad de vida que por desgracia, en España no conoceremos mientras sigamos engañados y manipulados en este plan y mientras que cada vez que queramos cambiar y decir basta, nos salga del armario una transversalidad  preparadísima y super enterada de todo, que creyendo empoderarnos a tutiplén nos amarre a la misma hegemonía de siempre, porque una patria, siempre será una patria, aunque te exprima como a los cítricos y te convierta en zumo para el turismo. Es que el patrizumo es un tesoro incalculable, sobre todo si después de exprimido y colocado adecuadamente,  te lo llevas a Suiza o a Panamá. Y en la comprensiva y tolerante patria, desgravas impuestos por llevártelo crudo. Un chollo de patria, ya lo creo. ¿Será por eso que cuanto más evaden y chupan del bote, más fervientes patriotas son?



Mas otra España nace,
la España del cincel y de la maza,
con esa eterna juventud que se hace
del pasado macizo de la raza.

Una España implacable y redentora,
España que alborea
con un hacha en la mano vengadora,
España de la rabia y de la idea.



Antonio Machado


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