Un remedio peor que la enfermedad
Si a los nacionalistas
no se les permite estar representados en el Parlamento del Estado, ¿no
se les está dando razones para que reivindiquen un Estado propio? ¿No
sería el remedio peor que la enfermedad?
Javier Pérez Royo
Ciudadanos está tomando
la mala costumbre dirigirse a sus adversarios políticos, singularmente a
los nacionalistas, con amenazas. Hace unos días fue Albert Rivera el
que les recomendó que contraten buenos abogados, pues ellos no los van a
indultar cuando lleguen al Gobierno. Ayer Inés Arrimadas desde Palma
(Mallorca) le dijo que se les va a quedar helada la sonrisa en el
rostro, cuando Ciudadanos establezca la barrera electoral en el 3% del
cuerpo electoral del Estado.
El uso continuado de
amenazas es un indicador de baja cultura democrática en general. Invocar
la justicia penal como amenaza para los adversarios es propio de una
cultura predemocrática, que debería haber quedado desterrada de nuestro
sistema político. Tal vez sería conveniente que el Consejo General del
Poder Judicial difundiera un comunicado solicitando que se deje a la
Justicia penal fuera del debate electoral.
Pero hay amenazas que son todavía peores, porque afectan a
la arquitectura constitucional diseñada en 1978 y sin la cual no es
posible la convivencia en democracia. De esta naturaleza es la amenaza
sobre la barrera del 3% nacional lanzada por Inés Arrimadas.
Para
poder imponer esa barrera electoral sería imprescindible suprimir las
circunscripciones electorales provinciales y sustituirlas por una única
circunscripción estatal. De lo contrario, resulta imposible organizar
técnica y políticamente unas elecciones generales, cuyos resultados
pudieran ser aceptables para quienes habían participado en las mismas.
Con una barrera electoral del 3% estatal, no podrían adquirir la
condición de diputados la mayoría de los diputados electos en todas las
provincias catalanas y vascas y algunos de los diputados en Galicia,
Comunidad Valenciana, Islas Baleares y Canarias. Los ciudadanos en las
provincias de dichas Comunidades ejercería su derecho de sufragio y,
tras el recuento electoral, las Juntas Electorales tendrían que alterar
las preferencias ciudadanas a la hora de hacer la proclamación de los
candidatos electos.
La contradicción entre los
candidatos electos por los ciudadanos y proclamados electos por las
Juntas Electorales es insoportable. Los ciudadanos juegan a las
elecciones y las Juntas Electorales deciden el resultado electoral. Se
puede elegir libremente a quien se quiera, pero el resultado final lo
decidirá la Junta Electoral al margen de la elección ciudadana. No hay
democracia que puede funcionar de esa manera.
Dado que
convertir la Comunidad Autónoma en circunscripción electoral tampoco
serviría de casi nada, ya que, al menos en Catalunya y País Vasco, los
partidos nacionalistas seguirían siendo los que acabarían en los
primeros lugares y nos encontraríamos con el mismo problema.
Técnicamente
una barrera electoral como la propuesta únicamente podría operar con
una circunscripción única en todo el Estado. De forma similar a como se
hacen las elecciones al Parlamento Europeo. En tal caso, todas las
candidaturas que no alcanzaran el 3% quedarían excluidas del reparto de
escaños y, en consecuencia, no se produciría contradicción entre la
elección de los candidatos por los ciudadanos y la proclamación de los
mismos por la Junta Electoral Central. Los que fueran proclamados es
porque habían obtenido más votos que los que no lo fueran.
Habría
que proceder, por tanto, a una reforma de la Constitución, que acabara
con los diputados provinciales y únicamente admitiera diputados
nacionales.
¿Hay alguien en su sano juicio que piense
que la democracia española podría sobrevivir a una reforma de la
Constitución de esta naturaleza? Si a los nacionalistas no se les
permite estar representados en el Parlamento del Estado, ¿no se les está
dando razones para que reivindiquen un Estado propio? ¿No sería el
remedio peor que la enfermedad?
Hay amenazas que son
creíbles y amenazas que no lo son. Ponen de manifiesto que el partido
que las formula ha perdido el sentido de la orientación y no hace más
que dar palos de ciego. Los nacionalismos forman parte de la
Constitución material de España y sin su concurso no es posible el
autogobierno de la sociedad española. Se puede gobernar España no
democráticamente, como lo hizo el general Franco. Pero no de manera
democrática.
No entender esto es no entender lo que ha
sido políticamente España desde la primera experiencia democrática en
1931 hasta hoy. Ni es posible volver a la Monarquía Española de la
Primera Restauración, ni es posible volver al Régimen del general
Franco. La España en la que los nacionalismos no tenían representación
en cuanto tales en el sistema político nunca va a volver.
No hay comentarios:
Publicar un comentario