miércoles, 10 de abril de 2019

Querido Iñaki, así parece: constitucionalismo como coartada para conseguir que la Constitución sea la fonda del Postigo o el circo de Manolita Chen, o sea, que importe más el medio que el fin, la envoltura que el contenido, el nombre que la esencia: es decir, el entendimiento para lograr el bienestar, la dignidad igualitaria, la justicia y los derechos de la ciudadanía, que diferencian una sociedad del siglo XXI de la baja Edada Media. La feudal. O la fascista del siglo XX, que viene a ser lo mismo, pero mucho más tecno y friky. Ergo, genial, cangrejo fashion. Ains!


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El mensaje de fondo del CIS es que las matemáticas no van a disipar las dudas. Tendremos que esperar a la política y, mirando en esa dirección, compruebo que los cuatro principales partidos que ayer presentaron sus programas se abrazan a la Constitución y se agarran a ella como asidero seguro. Incluso Podemos, que nació como partido denostándola porque era el apaño en que se plasmó la salida en falso del 78, se agarra a ella. Bien es verdad que para avergonzar a los constitucionalistas, lanzándoles a la cara los artículos sociales que incumplen.


Ciudadanos quiere sacramentar definitivamente la Carta Magna convirtiéndola en asignatura escolar obligatoria. No sé si incluye el Concierto Económico vasco la gran bicha de los de Rivera, que también está en la Constitución o es que ese capítulo no se tendrá que estudiar.
La convergencia de todos en torno a la Constitución no puede alimentar esperanzas porque se maneja como arma arrojadiza o agarrando por los pelos unos artículos sí y otros no, pero no acercándose, ni por lo más remoto, al espíritu de la misma, que permitiría desarrollos y adecuaciones de gran eficacia si se diera la condición que definió su acta de nacimiento: la voluntad de entenderse. Lo malo es que invocar el espíritu original es perder el tiempo: de los cuatro grandes partidos, dos no existían cuando nació la Constitución y los padres de un tercero, el PP, lo recibieron con muy poca gana, aunque ahora se crean la verdadera pata del Cid y traten al PSOE -constitucionalista sin reparos desde el origen- poco menos que de traidor. Así que todos miran a la Constitución pero todos desunidos en la Constitución.

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