sábado, 30 de abril de 2022

Y este modus operandi que denuncia hoy eldiario.es, es la alternativa torera que tenemos para sustituir una democracia deficiente por una dictadura acertadísima.Toma ya. Está claro que si un juez después de pasar cinco años de carrera en una Universidad estudiando Derecho, de ganar oposiciones, de gestionar tribunales y ser un compendio de legalidades con patas, acaba en semejantes tesituras, haciendo escuela con cómplices, chantajes, cloacas y calumnias en su mismo plan, y para remate, con partidos politicos apuntalándolo de fondo a base de leyes manipulables como la plastilina, que les permiten desarrollar sin problema sus actividades, algo terrible y tóxico se ha establecido en los poderes del Estado, como en el resto de la sociedad por goteo y "normalización" del percal, en el fondo y en las formas, en la sociedad e instituciones españolas. Es decir, algo muy ciego y muy primario, muy zafio e indecente, anida dentro de nuestros hábitos y costumbres, de una educación que es más bien una domesticación sin alma ni conciencia -y mucho menos, consciencia-. Más que una civilización es algo similar a un establo, a un corral, a una zahúrda, a un gallinero, a una novela de Leonardo Sciacia o a una peli de la saga El Padrino, que a una convivencia entre seres humanos de verdad. ¿Qué pasaría si empezasen a crearse gimnasios y centros de belleza donde se ejercitase la ética, la destreza moral, la igualdad, el diálogo, la humildad, la reflexión compartida, la escucha, la verdedera libertad que hace posible la fraternidad, la transparencia, la honestidad y la cooperación en vez de tanta "lucha" y tanta patología de confrontación y tiro porque me toca aunque no me toque; un conjunto de poses entendido como "virtud", "patriotismo" ,"cratofilia muy libre porque lo digo yo" y mi jefe de basurero, y su conjunto de "valores"? O sea, abandonar la bazofia como alimento racional-emotivo y potenciar la verdadera inteligencia, que está en las antípodas de la picaresca y de la corrupción. Y caer en la cuenta de que las peripecias de Lázaro de Tormes, Guzmán de Alfarache, La pícara Justina , Rinconete y Cortadillo en el Patio de Monipodio, El Buscón Don Pablos o La Celestina no se escribieron para ser imitadas y valoradas como paradigmas de la españolidad, sino, -a falta de periodismo del bueno. inimaginable en aquellos tiempos- , como crítica social y denuncia libresca de la podredumbre ya reinante por entonces y aviso de la necesidad de un cambio profundo en las Españas de hace cinco siglos. Los mismos que llevamos de retraso en espabilar de verdad, a base de valorar lo que nos destroza y de destrozar lo que podría sanarnos y enriquecernos de verdad. Ains!


Expediente Royuela: un juez prevaricador y un ultraderechista te cuentan lo que nadie quiere que sepas

Santiago Royuela y Fernando Presencia con documentación presentada en sus denuncias

Alberto Pozas


eldiario.es

El diccionario de la Real Academia Española no reconoce el término “conspiranoico”. Recomienda, sin embargo, usar el adjetivo “conspirativo” para referirnos a todos aquellos que desde su ordenador ven un vídeo de una explosión, un incendio o un crimen y no sólo encuentran al asesino: también descubren su conexión con una logia oscura, con varios miembros del Consejo de Ministros y con una red dedicada al sacrificio ritual de recién nacidos. Lo que los grandes medios, los poderosos y todo el mundo en general no quieren que sepas.

En España, ahora mismo, hay dos hombres en lo más alto del ránking conspirativo nacional: Fernando Presencia y Santiago Royuela. Uno es un juez condenado por corrupto, el otro es un ultraderechista condenado por terrorismo, y entre los dos han impulsado denuncias y querellas sobre una supuesta red criminal que compagina los asesinatos de Estado con los paraísos fiscales. Su último éxito: conseguir que Presencia sea denunciado por la Audiencia Nacional por usar documentos supuestamente falsos de Royuela para acusar a la fiscal general del Estado, Dolores Delgado, y al expresidente José Luis Rodríguez Zapatero de formar parte de la misteriosa organización. Sus altavoces, además, han abandonado las catacumbas de YouTube y se han instalado en los apéndices mediáticos de la ultraderecha, con el PSOE y determinados periodistas, fiscales y jueces en el punto de mira.

Los caminos de Presencia y Royuela han confluido en los últimos años, pero sus historias arrancan hace varias décadas, por separado y en lugares distintos de España. Fernando Presencia es hijo y sobrino de jueces y, según relata él mismo, se aprendió el Código Penal con siete años. Amagó con convertirse en juez estrella en Valencia durante la crisis económica: desde su juzgado mercantil monitorizó algunos de los concursos de acreedores más sonados del crash financiero, como los del grupo Llanera o el Levante.

En aquellos años Fernando Presencia estaba en la cresta de la ola concursal. Se consideraba un pionero en promover la dación en pago en las quiebras de empresas y participaba en encuentros a los que acudían los cabezas de lista de PP y PSOE en plena campaña electoral. Pero su descenso a los infiernos empezó en 2011: un alumno de un máster en el que impartía clase lo acusó de corrupción en la gestión de su dinero. No consta que esa denuncia ante la Fiscalía prosperara, pero el abogado murciano José Luis Mazón llevó el caso hasta el Consejo General del Poder Judicial. Y ahí empezaron los problemas de verdad.

El órgano de gobierno de los jueces decidió en 2012 que Fernando Presencia había estado cobrando por participar y organizar este máster de la Universidad Politécnica de València sin pedir la autorización necesaria. Su condena fue el destierro a Talavera de la Reina, donde fue nombrado juez decano. Algunos de los vocales del Poder Judicial que firmaron su sanción pasaron a formar parte de su plantilla de denuncias: Margarita Robles, Manuel Almenar o Fernando de Rosa, entre otros. El acuerdo del pleno del Consejo dejó por escrito, además, que más de la mitad de los alumnos de su máster fueron nombrados administradores concursales en su juzgado.

Presencia tardó apenas dos años en volver a las andadas, pero ya a otro nivel. El 26 marzo de 2014 archivó de manera irregular una causa abierta contra un amigo suyo acusado de perpetrar un atropello con fuga en Talavera y dejó el caso en un juicio de faltas. El mismo día archivó otra causa contra otro amigo que estaba acusado de estafa. Las dos jugadas le costaron sendas condenas firmes por prevaricación a razón de 10 años de inhabilitación cada una.

La primera fue confirmada por la sala de lo penal del Tribunal Supremo en julio de 2017. La segunda, por la misma sala en noviembre de 2018. Y el juez Fernando Presencia apuntó la matrícula de sus colegas ponentes de sus dos condenas que le dejaron sin toga: Pablo Llarena y Luciano Varela. También la del presidente de la sala, el magistrado Manuel Marchena. Fue expulsado de la carrera judicial.

Ese día, Fernando Presencia pasó al ataque y puso en marcha una máquina de escribir, difamar y denunciar a todos los que le habían apeado del trono de los concursos de acreedores valencianos. Vaticinó una inexistente nulidad del caso del procés por la elección de Pablo Llarena, exigió al Supremo la jubilación por incapacidad permanente de Luciano Varela y acusó veladamente al CGPJ de tapar la supuesta relación de Margarita Robles, Manuel Almenar y Fernando de Rosa con la proscrita AUSBANC de Luis Pineda. También ha presentado denuncias contra Pablo Lucas Murillo, magistrado del Supremo que confirmó su sanción de 2012.

Sus acusaciones no han quedado sólo por escrito. En enero de 2016, poco antes de ser condenado por primera vez y ya imputado, compareció en el Consejo General del Poder Judicial para optar a ser presidente del Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha. Lo que hizo en realidad fue dedicar la mayor parte del tiempo a hablar de su padre, a denunciar que era víctima de un “destierro” y a acusar a uno de los vocales presentes en la reunión de haberle plagiado una idea para ascender en la judicatura. Uno de los integrantes del Consejo, Álvaro Cuesta, le llamó la atención y le pidió que se ciñera al motivo de su comparecencia. Nadie le votó.

En los últimos años, Fernando Presencia ha metido una marcha más. Condenado por corrupción judicial, se sigue presentando como juez decano y ha fundado una asociación de lucha contra la corrupción: la Asociación contra la Corrupción y Defensa de la Acción Pública (ACODAP). Una fuente inagotable de titulares que podrían hacer temblar los cimientos de la democracia española pero que, hasta ahora, nunca se traducen en realidades. En el último año y medio también ha trazado una alianza para ajustar cuentas contra los que le perjudicaron: su munición ahora son Santiago Royuela Samit y su 'expediente Royuela'.

El 'expediente Royuela' y la ultraderecha

El llamado 'expediente Royuela' existe y, como el Guadiana, aparece y desaparece de las cadenas masivas de WhatsApp y esos foros creados para descubrir la verdad que nadie más quiere ver. Miles de documentos con apariencia oficial y confidencial que, supuestamente, prueban que en España hay una organización de asesinos con un fiscal jubilado, José María Mena, al frente. Este manantial milagroso para cualquier teoría de la conspiración bebe de fuentes desconocidas y para entender su origen hay que remontarse a los primeros años de la democracia española. A cuando el apellido Royuela cabalgaba a lomos de la ultraderecha barcelonesa.

Alberto Royuela jugó un doble papel en los años setenta y ochenta: ultraderechista y líder de la Hermandad Nacional de la Guardia de Franco, pero también rey de las subastas judiciales. En su nómina hay numerosas detenciones y encarcelamientos por su vinculación con el fascismo así como detenciones sin condena por el atentado ultra contra la revista satírica 'El Papus' en 1977 o el asalto al Banco Central en 1981. Las crónicas de la época documentan su dominio férreo del mundo de las subastas desde el bar Scorpio de Barcelona, a pocos metros del Arco del Triunfo.

Conspiración, subastas y ultraderecha se dieron la mano en la década de los noventa, cuando un hijo de Royuela falleció víctima de una sobredosis y el patriarca fue después condenado por partida doble: dos años de cárcel por falsificar documentos y más tarde otro año y medio más por presentar denuncias falsas contra jueces y fiscales. En varias entrevistas, los Royuela afirman que no murió sino que fue envenenado por un guardia civil. Su actividad judicial se dirigió entonces contra dos objetivos: el fiscal jefe de Catalunya, José María Mena, y Carlos Jiménez Villarejo, entonces fiscal en la Audiencia de Barcelona y después Fiscal Anticorrupción.

El 'expediente Royuela' recogía decenas de notas manuscritas atribuidas a José María Mena tapando el supuesto asesinato de su hijo y ordenando cientos de muertes por encargo a lo largo de los años. Unas notas supuestamente confidenciales en las que Mena ordenaba y explicaba toda clase de crímenes a otras personalidades igualmente relevantes en la vida pública. Unas notas y unas firmas que los tribunales han considerado falsas e inveraces una y otra vez. El Tribunal Supremo rechazó en 2006 en este auto, por ejemplo, la querella de Royuela que constituye el pilar maestro de su acusación contra esa supuesta banda liderada por el fiscal José María Mena, porque para entonces ya se había jubilado.

Cinco años antes otra de sus querellas había naufragado en la misma sala segunda. Royuela pedía juzgar a los fiscales Mena y Villarejo con la batería habitual de acusaciones pero, en este caso, el Tribunal Supremo devolvió el golpe: el auto, que puede consultarse aquí, recordaba que en ese momento Royuela estaba imputado por denunciar en falso a una jueza de Barcelona y que ahora cargaba contra los fiscales “sin ningún fundamento y sólo avalado por su palabra” y que había que archivar la denuncia. Ningún juez ha dado nunca ni un mínimo de credibilidad a sus documentos.

Con el tiempo entró en juego uno de sus hijos, Santiago Royuela Samit. Pero antes de denunciar una organización secreta y criminal él mismo había formado parte de otra: fue condenado por la Audiencia de Barcelona a seis años de cárcel por participar en la colocación de un explosivo casero en marzo de 2001 en un concierto de Fermín Muguruza a favor de los presos de ETA en la Cochera de Sants. Él y sus compinches se hacían llamar los 'Timbalers del Bruc', según la sentencia, y fueron condenados por un delito de terrorismo. Poco antes, en 1999, había concurrido a las elecciones europeas en la lista que encabezaba el ultraderechista Ricardo Sáenz de Ynestrillas.

Los Royuela empezaron entonces a soltar bombas en internet y YouTube, con su canal creado hace ahora dos años y que tiene casi un millar de vídeos. Vídeo tras vídeo, los dos exponían distintos documentos de su 'expediente Royuela' de nulo recorrido judicial y una difícil relación con la realidad mientras la trama de la organización secreta y criminal iba cambiando con el viento: primero Mena encargaba asesinatos masivos, después su aliado era el presidente Zapatero pero después Mena sale de la organización y es Zapatero quien encarga este asesinato. En esa competición por ser la conspiración dominante a codazos con el bulo del 'Bar España' y los rituales satánicos que motivaron, según esa teoría conspirativa, el triple crimen de Alcàsser, Santiago Royuela ha encontrado un nuevo catalizador para que su expediente vuelva a los juzgados: Fernando Presencia.

El cruce de caminos

La aleación entre Fernando Presencia y el 'expediente Royuela' ha tenido el resultado esperado: el magistrado, a través de su asociación ACODAP, se ha convertido en el ariete querellante de los ultraderechistas de la conspiración. Cada nuevo papel que apunta a la oscura implicación de un personaje público cercano al PSOE o la izquierda en la trama de asesinatos es llevado a la Audiencia Nacional, al Tribunal Supremo o a la Plaza de Castilla con las acusaciones más graves que permite el Código Penal.

Mientras tanto, Presencia y su cuenta bancaria sobreimpresionada son entrevistados, entre otros sitios, en el canal de Royuela en un momento en que sus condenas corren peligro de ser ejecutadas, él desahuciado y en un momento dado tener que entrar en prisión si así lo deciden los tribunales. También mantiene una lucha con el fiscal Ángel Demetrio de la Cruz por su chalet y ha sido condenado a prisión, todavía no en firme, por calumniarlo y denunciarlo en falso. Él se queja de una campaña constante contra él también desde la prensa.

El carácter escandaloso de sus denuncias es inversamente proporcional a su éxito judicial. “Aparecen las cuentas bancarias de Dolores Delgado en un paraíso fiscal”, decía su página web antes de denunciar en la Audiencia Nacional que la fiscal general cobró varios millones en Panamá procedentes del presidente Zapatero para que se pusiera al frente de la organización de asesinos. El resultado no ha sido sólo la inadmisión de la denuncia: el juez Joaquín Gadea ha dejado el caso en manos de los juzgados de Talavera para que decidan si debe ser juzgado por aliñar sus denuncias con documentación falsificada.

Las notas del 'expediente Royuela', por tanto, pierden toda su capacidad destructiva cuando abandonan las profundidades de YouTube y la explicación del fracaso siempre es más conspiración. Según las últimas teorías de Presencia, el archivo de su denuncia ha sido fruto de una connivencia más entre la Fiscalía, el juez y la prensa. Y ha vuelto a la carga: su última denuncia, basada en nuevas notas y nuevos supuestos ingresos bancarios, es contra el ministro Fernando Grande-Marlaska y su marido. Esta vez, los 'papeles de Mena' desvelan que tiene 24 millones de euros en un paraíso fiscal, a falta de nuevas revelaciones.

La ultraderecha mediática

Los Royuela y su expediente nunca han tenido una atención mediática o social más allá de sus propias querellas y de sus vídeos de YouTube, que acumulan varios miles de visualizaciones pero en números discretos. Fernando Presencia, por su parte, contó con el altavoz de medios digitales que publicaban sus columnas, noticias y reflexiones y tuvo su ración de aplausos de una fracción reducida del soberanismo cibernético catalán cuando vaticinó el fracaso de la causa del procés. Pero su reciente ofensiva judicial y conspiradora contra figuras del Gobierno les ha proporcionado un nuevo altavoz donde todo se dice y nada se cuestiona: la ultraderecha mediática.

Estado de Alarma TV, el canal de televisión digital impulsado por el periodista Javier Negre, se ha lanzado a promocionar la figura de Fernando Presencia, Santiago Royuela y sus denuncias en los últimos dos años junto con otros digitales y canales. “El juez perseguido por denunciar a Zapatero y Dolores Delgado”, se titula una de sus entrevistas. “El juez que acorrala a Pedro Sánchez, Dolores Delgado y Robles en la UE”, le presenta otro vídeo. En la línea comunicativa elegida por Vox para ensalzar sus acciones judiciales y ocultar sus fracasos, que un juez estampe un sello en una denuncia de Presencia implica la imputación inmediata de varios ministros y autoridades. El archivo y la inadmisión, sin embargo, suelen ser fruto de una nueva conspiración.

La difusión de las acciones judiciales y documentos de la sociedad Presencia-Royuela ha encontrado también altavoz ocasional en Alvise Pérez, ex asesor de Ciudadanos en Valencia y agitador de ultraderecha en las redes. Hace unos meses, por ejemplo, afirmaba en su canal de Telegram: “Quizá tras esto podemos ya hablar abiertamente del Expediente Royuela sin que nos llamen conspiranoicos”. Lo afirmaba a raíz de una noticia sobre el comisario Villarejo. “En España se asesina por motivos políticos”, concluía. Hace unas semanas difundía un auto de la Audiencia Nacional que rechazaba de plano las acusaciones de Presencia contra la ministra Margarita Robles y que no podía ser más explícito: “Todo ello se afirma sin proporcionar ningún dato sobre los gravísimos hechos denunciados o sobre la identidad de las víctimas, haciendo imposible cualquier ulterior corroboración y, a la vez, inverosímil lo denunciado”, dice la Audiencia sobre la supuesta trama criminal. Más recientemente también ha difundido la denuncia sobre el marido de Grande-Marlaska.

Los flujos de la información han cambiado drásticamente en la última década y uno de sus frutos se recoge en esta parcela concreta. Las teorías que antes se difundían a través de blogs, foros o páginas web de escasa capacidad ahora llegan directas al teléfono móvil y, a veces, cuentan con el altavoz de personalidades con miles de seguidores e, incluso, de formaciones políticas como el Partido Popular. El 'expediente Royuela' y el tándem que forma con Fernando Presencia ofrece, además, unas posibilidades inagotables: las supuestas notas del fiscal Mena pueden seguir apareciendo para reflejar cualquier cosa y ser llevadas al juzgado por todo un ex magistrado a quien nadie hace preguntas incómodas mientras un sector de la ultraderecha difunde sus documentos con el inconfundible aroma que tiene todo aquello que no te contarán los grandes medios. 

 Este periódico se ha puesto en contacto con varias personas que una y otra vez aparecen o en el 'expediente Royuela' o en los artículos, escritos y denuncias de Fernando Presencia. José María Mena, exfiscal jefe de Catalunya y supuesto líder de esa trama de asesinatos que sigue recibiendo cartas a día de hoy, no ha querido hacer declaraciones.

En la mayoría de casos, los afectados han optado por no contestar o no denunciar por miedo a alimentar la maquinaria querellante que triunfa en el mundo cibernético y que, por ahora, fía su éxito tangible a entrevistas y a que, de vez en cuando, una pancarta sobre el 'expediente Royuela' aparezca en un plano televisivo a distancia prudente de un cargo público acusado de crímenes inconfesables por Fernando Presencia y Santiago Royuela.

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19 October - Velika Kladuša - Video #2

Refugees on boat taken on June 4 2020

Las secuelas de Frontex son espeluznantes, crueles e inhumanas para las víctimas, que sufren el horror, un crimen de lesa humanidad a cargo de la UE. Si para ser europea, "civilizada","experta", "culta" y "occidental", "libre" , "cristiana" y "demócrata", tengo que hacer la vista gorda y admitir el espanto como normalidad, prefiero no serlo.

Dejados a su suerte en el mar, devueltos al infierno libio o marcados con espray: los atropellos consentidos por Frontex

Desde que el dimitido Fabrice Leggeri tomó las riendas de Frontex, los escándalos por devoluciones en caliente y la violencia policial contra migrantes y solicitantes de asilo han sido una constante en las fronteras de Grecia, los Balcanes o en el Mediterráneo central. 

Jairo Vargas Martín

Público  

Izquierda: hematomas tras haber sido golpeado por las autoridades griegas durante la expulsión desde el campo de Diavata el 15-16 de abril.-BORDER VIOLENCE MONITORING NETWORK Derecha: hombre herido en la operación del 29 de mayo cerca de la isla de Lesbos

Solicitantes de asilo agredidos y maltratados en el Mediterréneo, en las islas griegas.

Siete años después, el francés Fabrice Leggeri ha dimitido como director de la agencia europea de fronteras, Frontex. Llegó al cargo en 2015, en medio del gran éxodo de refugiados de Oriente Medio hacia Europa que tuvo en las islas griegas del Egeo uno de los puntos más caliente.

Desde entonces, Frontex no ha dejado de crecer. El departamento que nació 2005 con apenas 50 trabajadores se ha convertido en una auténtica policía fronteriza de la Unión Europea y se prevés que llegue a disponer de 10.000 trabajadores en 2027. Ya cuentan con uniformes y algunos de los agentes irán armados próximamente. Ha adquirido drones, embarcaciones y tecnología punta de la industria del control migratorio. Su presupuesto se ha disparado en una década y en cinco años habrá consumido 12.800 millones de fondos comunitarios. Su presupuesto entre 2014 y 2020 fue de 2.800 millones, lo que da una idea de la importancia que Bruselas le otorga para frenar los flujos migratorios hacia Europa.

Pero en el mismo periodo, Frontex se ha convertido en un "un guardián descontrolado", en palabras del exhaustivo informe sobre la agencia que realizó la Fundación Por Causa. Su nombre ha estado ligado a numerosos escándalos durante el mandato de Leggeri por consentir o, al menos, ignorar graves vulneraciones de derechos humanos en las fronteras de la UE, desde las aguas griegas hasta los Balcanes pasando por el Mediterráneo central. El ya exjefe de la agencia y otros dos dirigentes están siendo investigados por la Oficina Europea Antifraude (OLAF). Su informe apunta a ser comprometido, lo que ha forzado la salida de Leggeri antes de que estalle la tormenta. 

Desde que Turquía dejó de ser el guardián migratorio en el Mediterráneo oriental, la guardia costera griega se ha empleado a fondo para evitar un aumento de llegadas de migrantes y solicitantes de asilo a sus costas, que fueron el epicentro de la llamada crisis de los refugiados de 2015. 

Desde 2018, cuando Turquía dio por roto el acuerdo con la Unión Europea para frenar las salidas de migrantes desde su costa, provocando una crisis fronteriza que llevó a Grecia a suspender de facto el derecho de asilo en su territorio, las devoluciones en caliente a manos de los guardacostas helenos se han disparado. Y, según las investigaciones de varios medios europeos, Frontex, la agencia de control de fronteras de Unión Europea, consiente y facilita estas operaciones ilegales. 

Organizaciones como Aegean Boat Report han documentado decenas de casos en los que grupos de migrantes que han zarpado desde el lado turco son interceptados por las autoridades griegas. En algunos casos, los guardacostas inutilizan el motor de la patera y los remolcan de nuevo hacia aguas turcas. Allí son abandonan a su suerte hasta que, en el mejor de los casos, son localizados y rescatados por los guardacostas turcos. 

En el siguiente vídeo, publicado por el portal de investigación Bellingcat, puede verse una operación de la guardia costera griega maniobrando peligrosamente junto a una embarcación de migrantes en apuros en el mar Egeo, en verano de 2020. 

Otros vídeos, como este de 2020 filtrado por las autoridades turcas, muestran cómo los guardacostas helenos hostigan y golpean a los migrantes a bordo de una embarcación también en el Egeo. 

En otra ocasiones, los migrantes llegan hasta alguna de las islas griegas. Hay casos documentados en los que esas mismas personas que se esconden en los bosques vuelven a ser rescatados días después por los guardacostas turcos. Suelen ir a bordo de balsas salvavidas que han sido también lanzadas al mar, a la deriva. Y según numerosos testimonios de los retornados, es la Guardia Costera griega quien los pone en esos botes de emergencia y los lanza al mar tras confiscarles teléfonos móviles, dinero y otras pertenencias. 

Gran parte de estas operaciones, que vulneran los derechos humanos, se han producido con total conocimiento de Frontex. Así lo demuestra una investigación conjunta de Lighthouse Reports, Der Spiegel, SRF Rundschau, Republik Le Monde. Según esta información, la agencia europea estuvo involucrada en operaciones de devoluciones en caliente en el Egeo de al menos 957 solicitantes de asilo solo entre marzo de 2020 y septiembre de 2021. 

Hay tantas sombras documentadas en las que Frontex no ha querido reparar que existe incluso un "libro negro" sobre los abusos a migrantes y refugiados que el organismo ha ignorado durante años en la llamada ruta migratoria de los Balcanes. 

Son 1.500 páginas en las que se documentan abusos, agresiones, devoluciones en caliente y hostigamiento a ONG que apoyan a los migrantes. Todo realizado por agentes de Estados miembros de la UE, como Croacia, y de terceros países con los que Bruselas colabora, ya sea con fondos, equipamiento o formación. Este Libro Negro de las devoluciones en caliente, elaborado gracias a los reportes de la red de ONG Border Violence Monitoring Network, está en poder de la Comisaria Europea de Interior, Ylva Johansson, desde 2020, cuando se lo entregaron eurodiputados del GUE/NGL. 

Bosnia, Croacia, Serbia, Macedonia, Bulgaria o Hungría son algunos de los países en los que se han documentado estos casos, desde palizas a robos de pertenencias, persecuciones con perros durante la noche y, por supuesto, devoluciones en caliente. 

Incluso se ha marcado con espray a los migrantes devueltos, según denunciaron en 2020 varias ONG asentadas en Bosnia. Según estas organizaciones, los agentes croatas marcaban con pintura en la cabeza a grupos de migrantes interceptados antes de ser devueltos irregularmente a Bosnia. 

 Un migrante interceptado por la policía croata, marcado con aerosol en la cabeza antes de ser devuelto en caliente a Bosnia en 2020.

La presunta participación de Frontex en operaciones que vulneran los derechos humanos se extienden incluso a las aguas de Libia. Esta semana, Sea Watch, la ONG alemana de rescates en el Mediterráneo, ha presentado una denuncia contra la agencia ante el Tribunal General de la Unión Europea. Le acusa de no facilitar información solicitada sobre el bloqueo y devolución a Libia de una patera con 20 personas en aguas de Malta. 

La embarcación fue abordada por la Guardia Costera de Libia, señalada en múltiples ocasiones por sus vínculos con las mafias del tráfico de personas, pero financiada, entrenada y equipada con fondos europeos. 

La ONG tiene sospechas de que la embarcación había sido detectada por un dron de Frontex que estaba sobrevolando la zona. A pesar de que el buque de Sea Watch era el más cercano para efectuar el rescate, las autoridades maltesas no dieron aviso a la ONG para rescatarlos. En cambio, fue abordada por los guardacostas libios, que los llevaron de regreso a un país considerado no seguro en el que se han documentado torturas, esclavitud, violencia sexual, extorsión y otros abusos en los centros de detención de migrantes.

El objetivo de la denuncia es obtener la información captada por el dron para "poder probar que Frontex está significativamente involucrado en violaciones de derechos humanos en el Mediterráneo".


viernes, 29 de abril de 2022

Una verdadera obra de arte, de ingenio y un baño de realidad que se nos cae encima sin que nada pueda evitarlo...Gracias, Manel Fontdevila por esa ironía, esa sátira, esa maestría y esa conciencia...Y gracias a eldiario.es por publicar estas primicias!

 Una de espías

Los semáforos de la conciencia y la lucidez nos avisan en un momento de imprescindibles y urgentes decisiones. Dardot y Laval llevan años advirtiendo y proponiendo iniciativas para el cambio de rumbo social. Leerles es aprender concretando. Bon profit, familia!

El fracaso de un “antimperialismo unidireccional”

El campismo de izquierdas consiste en leer en esta guerra un enfrentamiento entre una Rusia humillada y amenazada, y un Occidente arrogante, conquistador y agresivo. Ucrania no sería más que un campo de batalla

             Pierre Dardot / Christian Laval (Mediapart) 27/04/2022 

CTX/Público 

Contra el campismo, ese antimperialismo unidireccional que recorre ciertas corrientes de la izquierda, hay que tener en cuenta el imperialismo ruso. Estudiarlo de cerca no es revertir la estupidez campista; es afirmar que cualquier análisis que no lo tome en serio se descalifica a sí mismo. El putinismo es un peligro mortal para los pueblos. De ahí la urgencia de combatirlo sin muestras de debilidad. Esta es la segunda parte de una disquisición titulada “Frente al gran nacionalismo ruso, reinventemos el internacionalismo”.

El fracaso de un “antimperialismo unidireccional“

A algunas personas de izquierdas todavía les cuesta contar hasta dos. Tener dos enemigos y no solo uno, luchar en dos frentes y no solo en uno, obviamente no es cómodo. Para la mente es mucho menos difícil contar con el enemigo adecuado, un único y exclusivo Enemigo. El simplismo político, nacido de viejas costumbres, ignorancia, amnesia y mucha pereza, carcome a una parte de la izquierda radical hasta la indignidad. Afortunadamente, no a todos. Balibar acaba de recordar que ante la invasión rusa de Ucrania, “el pacifismo no es una opción” y que “el imperativo inmediato es ayudar a los ucranianos a resistir“. No repitamos la “no intervención”.

Pero abundemos en este discurso: no sólo el pacifismo es totalmente cuestionable cuando un país invade a otro desafiando todas las normas del derecho internacional. Se trata, en primer lugar, de un “campismo“ que no es en absoluto una opción. ¿Qué es el campismo? Es la estupidez política con las consecuencias más siniestras que consiste en pensar que sólo hay un Enemigo. Lo definiremos como un antimperialismo unidireccional. De la unicidad del Enemigo deriva esta irrefutable conclusión: quienes se oponen al Enemigo tienen derecho, si no a las bendiciones, al menos a las excusas, basándose en el principio de que los enemigos del Enemigo son, si no amigos, al menos “aliados objetivos“ en una lucha justa.

Casi todo el siglo XX estuvo marcado por este trágico juego de espejos. Los partidarios del sistema capitalista hicieron la vista gorda ante las dictaduras más criminales, las alentaron y apoyaron en nombre de la defensa de la civilización occidental contra el comunismo, mientras una parte de la izquierda no quiso saber nada de la terrible realidad del “comunismo” soviético o chino, ni fue demasiado exigente con la naturaleza de los regímenes “poscoloniales”. El campismo de izquierdas postula que el único enemigo de los pueblos es el “capitalismo”, el “imperialismo estadounidense”, “Occidente”, el “neoliberalismo“ o incluso “la Unión Europea”, según el caso y las distintas denominaciones que se utilicen. Afortunadamente, en el siglo pasado siempre hubo movimientos e intelectuales que supieron resistirse a la estupidez política y salvaron el honor de la izquierda denunciando a todos los enemigos de la democracia y las libertades, sin ninguna “relativización de las responsabilidades”. De este modo, dentro del movimiento revolucionario, las corrientes trotskistas y libertarias, y muchos otros movimientos como Socialisme ou Barbarie, han mantenido con valentía el doble frente anticapitalista y antiestalinista.

Cabía la esperanza de lograr ser definitivamente inmunes a este sinsentido con la caída del “bloque soviético” y la crisis de la “hegemonía estadounidense”, se podía llegar a creer que ninguna opresión, ninguna violación de los derechos humanos, ninguna transgresión del derecho internacional, ningún golpe de fuerza, ya sea del Oeste o del Este, del Norte o del Sur, podría ser justificado una vez concluida la Guerra Fría. Nos equivocamos. Evidentemente, los malos hábitos han persistido, aunque resulten algo vergonzosos con motivo de la guerra de invasión llevada a cabo por Putin.

El campismo de izquierdas cree de buen grado que un crimen anula otro, que una violación del derecho internacional justifica otra, que las víctimas se compensan mutuamente. Es fácil coincidir en que no hay nada virtuoso en Occidente y que su hipocresía es incluso inconmensurable. Las intervenciones norteamericanas y occidentales desde el 11 de septiembre de 2001 (“la guerra contra el terrorismo”) no se han preocupado por la legalidad y han provocado tragedias que aún continúan, especialmente en Irak y Libia, ¡por no hablar de la obstinada defensa de colonización de los Territorios Ocupados de las políticas israelíes! ¿Cómo podemos afirmar que estamos a favor del derecho internacional cuando amparamos su permanente violación, como hace Estados Unidos con su veto en el Consejo de Seguridad? La lucha contra este imperialismo estadounidense y occidental está plenamente justificada. Incluso debe extenderse a todas las formas de dominación económica, financiera e ideológica y no sólo a las intervenciones militares. Este era el significado del altermundismo no hace mucho tiempo. Pero la dominación del capitalismo occidental no debe hacernos olvidar que existen otras formas de dominación y opresión, sobre todo religiosa, y otras ideologías extremadamente peligrosas, como el nacionalismo “imperial” del poder en Rusia. Seamos realistas, Occidente no es el único obstáculo para la democracia y la justicia social, y tenemos más de un enemigo. El internacionalista consecuente lo sabe, el campista lo ignora.

La negación del derecho de los pueblos a la democracia

Uno de los peores aspectos de esta actitud es hacer caso omiso a las aspiraciones populares de los ucranianos, pero también, si nos remontamos en el tiempo, de los grandes movimientos democráticos de Ucrania, Bielorrusia, Georgia y Kazajistán. Los pueblos en cuestión son reducidos a peones que en realidad no existen en este gran patrón histórico abstracto cuyo único actor real es el Enemigo que quiere extender su dominación mundial. Al campista de izquierdas ni siquiera se le pasa por la cabeza que la adhesión a la OTAN de muchos países que habían permanecido durante mucho tiempo bajo el control de la URSS después de 1945 fue, a falta de una alternativa mejor, una garantía de seguridad para ellos después de todas las agresiones, anexiones y desmembramientos que habían sufrido en su historia. Por supuesto, la realidad es “siempre más compleja”, como repiten los “no alineados”, pero es precisamente de esto de lo que deberían aprender: los pueblos tienen su autonomía, no son marionetas de las grandes potencias. El peor error político del campismo es considerar que los pueblos no son nada, que todo depende de las altas esferas. De este modo, el terrorismo islamista estuvo presente en la revolución popular siria de 2011 desde el principio. De este modo, las “revoluciones de colores”, movilizaciones populares en el espacio postsoviético que participaron a partir de los años 2000 en el gran movimiento de emancipación democrática por todo el mundo, no habrían sido más que formas encubiertas del imperialismo estadounidense. De este modo, la ocupación de la plaza Maidán en 2014, que forma parte del gran ciclo del movimiento de ocupación de las plazas, habría llevado la marca de los “neonazis”.

De este patrón deriva una “relativización de las responsabilidades”. El otrora más acertado teórico del altermundismo y la “izquierda global”, Boaventura de Sousa Santos, afirma, de este modo y sin pestañear, que “la democracia es sólo una pantalla de Estados Unidos” y compara el “golpe de Estado de 2014” en Ucrania con el golpe que en 2016 derrocó a Dilma Roussef en Brasil. En ambos casos se trataría de un mismo intento de ampliar la esfera de intereses de Estados Unidos: “La política de cambio de régimen no aspira a crear democracias, sino sólo gobiernos leales a los intereses de Estados Unidos”. No se puede negar mejor la subjetividad democrática de los pueblos, reducida a juguetes en manos del imperialismo estadounidense. Asimismo, se olvida de que las multinacionales estadounidenses y europeas nunca han prosperado tanto como en el régimen mafioso y ultrarrepresivo de Rusia, que les aseguraba una paz social absoluta. En realidad, este autor no hace más que repetir la vieja doxa del siglo XX, como si Rusia o China representaran una alternativa “progresista” al capitalismo occidental que debiera “salvarse” porque lo contrarrestaría. En realidad, estos países ofrecen algunas de las versiones más monstruosas del capitalismo, ya que combinan el peor tipo de dictadura política sobre la población con la explotación excesiva de la riqueza en favor de una clase muy reducida de depredadores ultrarricos.

El campismo de izquierdas o el “antimperialismo de los idiotas”

Algunas protestas contra las “guerras imperiales” son unidireccionales: denuncian fácilmente los ataques estadounidenses, israelíes o europeos, pero olvidan sistemáticamente los bombardeos rusos o iraníes contra la población civil en Siria que han causado muchas más víctimas civiles que los primeros.

Así lo explicaba Leila Al-Shami en 2018 en un impactante texto titulado El antimperialismo de los idiotas, refiriéndose a la coalición Hands off Syria que, en sus proclamas y manifestaciones, no decía ni una palabra sobre las masacres cometidas por rusos e iraníes que venían a aplastar la revuelta democrática y a defender el régimen de Bashar El Assad: “Ciega ante la guerra social que se desarrolla dentro de la propia Siria, esta visión considera al pueblo sirio, cuando lo tiene en cuenta, como peones insignificantes en una partida de ajedrez geopolítico”. Es este tipo de antimperialismo unilateral el que denuncian los autores de una carta abierta, entre los que hay muchos sirios:

“Desde el comienzo del levantamiento sirio hace diez años, y especialmente desde que Rusia intervino en Siria a favor de Bashar al-Assad, hemos sido testigos de una evolución tan curiosa como siniestra: la aparición de lealtades a favor de Assad en nombre del antimperialismo entre algunos que, por lo demás, se caracterizan generalmente como progresistas o de izquierdas, y la consiguiente difusión de desinformación manipuladora que distrae regularmente de los bien documentados abusos de Assad y sus aliados. [...] Los que no comparten sus opiniones perentorias son frecuentemente (y falsamente) considerados entusiastas del cambio de régimen o idiotas útiles a los intereses políticos occidentales. [...] Todos los movimientos a favor de la democracia y la dignidad que van en contra de los intereses del Estado ruso o chino son regularmente retratados como el producto de la injerencia occidental: ninguno de estos movimientos es considerado autóctono, ninguno de ellos refleja décadas de lucha nacional independiente contra una dictadura brutal (como en Siria); y ninguno de ellos representa realmente las aspiraciones de la gente que reclama el derecho a vivir con dignidad en lugar de bajo la opresión y el abuso. De hecho, lo que une a estas llamadas corrientes antimperialistas es la negativa a enfrentarse a los crímenes del régimen de Assad, o incluso a reconocer que se ha producido un levantamiento popular contra Assad que ha sido brutalmente reprimido”. Los autores del texto terminan con estas palabras que deberían hacer reflexionar hasta al más necio: “Aquellas personas que nos hemos opuesto directamente al régimen de Assad, pagando a menudo un precio muy alto, no lo hicimos por un complot imperialista occidental, sino porque las décadas de abusos, brutalidad y corrupción eran y siguen siendo intolerables”.

Lo que ocurrió con Siria se repite con Ucrania. Esto es lo que preocupa a los activistas de la izquierda ucraniana, que desde el comienzo de la invasión han pedido al resto de la izquierda mundial que se desprenda de la “mirada estadounidense”. Autor de una extraordinaria Carta a la izquierda occidental, el investigador ucraniano Volodímyr Artiukh explica que, fuera del mundo postsoviético, la izquierda no ha hecho balance de las nuevas condiciones históricas marcadas por la propia estrategia rusa, que no tiene nada que ver con las herramientas de la hegemonía estadounidense, y en general occidental, del poder blando y la inversión económica: “A pesar de lo que muchos de ustedes afirman, Rusia no está reaccionando, adaptándose o haciendo concesiones, sino que ha recuperado su capacidad de acción y es capaz de moldear el mundo a su alrededor. […] Rusia se ha convertido en un agente autónomo, sus acciones están determinadas por su propia dinámica política interna, y las consecuencias de sus acciones son ahora contrarias a los intereses occidentales. Rusia está configurando el mundo a su alrededor, imponiendo sus propias reglas como hizo Estados Unidos, pero por otros medios”. A su juicio deberíamos dejar de pensar como si Rusia se limitara a responder a la humillación que se le infligió tras el colapso de la Unión Soviética y entender que ahora son Occidente y Europa los que están en una postura “reactiva”. Y añade: “De este modo, las explicaciones centradas en EE.UU. son obsoletas. He leído todo lo que se ha escrito y dicho en la izquierda sobre la escalada del conflicto del año pasado entre EE.UU., Rusia y Ucrania. Ha sido terriblemente desacertado. Mucho peor que muchas explicaciones mainstream. Su poder de predicción era nulo”.

De hecho, la unilateralidad de la denuncia alcanza su punto máximo en un artículo de Tariq Ali publicado en New Left Review, revista de referencia de la izquierda occidental. El 16 de febrero, 8 días antes de la invasión, se burlaba de los rumores de un supuesto ataque masivo ruso en Ucrania y culpaba exclusivamente a los belicistas estadounidenses, sin esforzarse en analizar el régimen de Putin. Sostiene que Ucrania, que únicamente sería “Natolandia”, no necesita apoyo, sino que debe empezar por mostrar a Putin el “respeto” que se merece, sin dudar en hacer suyas las palabras de un almirante alemán. Así, la izquierda occidental debería volver a movilizarse contra la guerra estadounidense, que es la principal amenaza, como lo hizo contra las intervenciones estadounidenses en Siria: Stop the War no es un partido político. Cuenta con partidarios conservadores, así como muchos partidarios de la independencia de Escocia. Su objetivo es detener las guerras libradas por Estados Unidos o la OTAN, sea cual sea el pretexto. Los políticos y los traficantes de armas que apoyan estas guerras no lo hacen para fortalecer la democracia, sino para servir a los intereses hegemónicos de la mayor potencia imperial del mundo. Stop the War y muchos otros continuarán la tarea de oponerse a ellos a pesar de las amenazas, las calumnias o el servilismo”.

Este texto es un resumen de lo peor del discurso “antiguerra” de la izquierda occidental. Sólo es la OTAN, y nada más que la OTAN, la que pretende la dominación del mundo y busca la guerra para obtener beneficios y ampliar su espacio de influencia. En consecuencia, el comportamiento de Putin no es más que un efecto contrario a la OTAN, no tiene existencia propia, ni tampoco su régimen. Esta ceguera es la que ha despertado la ira del historiador Taras Bilous, militante de la organización ucraniana Social Movement y editor de la revista Commons. Nunca o casi nunca, explica, la izquierda occidental se ha apresurado a señalar las “necesidades en materia de seguridad” de la potencia nuclear rusa recordando las mismas necesidades de Ucrania, que renunció a su arsenal nuclear a cambio de una garantía de inviolabilidad de sus fronteras en 1994, principio que Putin rompió en 2014.

 La realidad del imperio ruso

Tener por fin en cuenta este imperialismo ruso y estudiar de cerca sus métodos e intenciones específicas no es invertir la estupidez campista y convertirlo en el único Enemigo, pero sin duda es afirmar que cualquier análisis que no lo tome en serio se descalifica a sí mismo.

Para la izquierda esta ceguera es tanto más reprochable cuanto que este imperialismo pretende no sólo extenderse a sus márgenes, sino también desestabilizar a los países en los que todavía subsiste la democracia liberal, aunque sea en la forma deteriorada que la conocemos. Es un imperialismo militar, pero también eminentemente político: pretende extender por todas partes una visión dictatorial y nacionalista del poder en la que las libertades civiles y políticas no tienen razón de ser. Por este motivo el modelo de Putin tiene tantos partidarios entre la derecha y la extrema derecha globales. Es porque existe una estrecha relación entre el régimen de terror interno y la política exterior: ¿cómo puede una dictadura que persigue a sus opositores, a veces los asesina, y prohíbe cualquier expresión libre de la sociedad civil tolerar, especialmente en sus fronteras inmediatas, la existencia de sociedades políticamente más libres? El apoyo de Putin a Lukashenko, Tokáyev y Kadírov es perfectamente coherente: el imperio en el exterior y la dictadura en el interior van de la mano. Pero sabemos que las ambiciones de Putin van más allá: hay que destruir cualquier obstáculo interno o externo para su poder. El aplastamiento de la revolución democrática siria por medio de bombas y armas químicas fue una advertencia para todos los pueblos que buscan liberarse de sus tiranos, y quizás sea, ante todo, un mensaje para el propio pueblo ruso. Si la primera línea de la dictadura comienza en Rusia, todos los países cercanos y lejanos saben ahora lo que les espera si nada impide su extensión.

Seamos claros. El enemigo de Putin no es el capitalismo como sistema de explotación, sino la democracia, contra la que pretende librar una guerra sin cuartel. Lo que le preocupa es el poder de las masas en lucha contra la corrupción económica y política, es decir, contra su propio poder. Estas masas movilizadas, como hemos visto de nuevo en Bielorrusia, ven en la Unión Europea un modelo político más envidiable que las dictaduras depredadoras que sufren. Fue el acuerdo de asociación entre Ucrania y la Unión Europea lo que decidió a Putin a empezar a trocear Ucrania tras la “revolución de febrero de 2014”.

Sin duda es comprensible que una parte de la llamada izquierda “radical” se sienta bastante avergonzada al ver que las revoluciones populares del mundo postsoviético convierten a la Unión Europea en una esperanza y un horizonte, ella que critica con razón el carácter profundamente neoliberal y capitalista de esa Europa. Pero si hay algo de razón al criticar la “escasa democracia” de la Unión Europea es en nombre de la reivindicación del autogobierno y, sobre todo, no para adoptar la retórica de Putin según la cual estas revoluciones son golpes de Estado fomentados por la OTAN. Hay que decirlo alto y claro: es mil veces mejor para la causa de la igualdad, la democracia y la libertad la insuficiente democracia de Occidente que las bárbaras dictaduras de Bashar, Putin y Lukashenko, modelos de todo los fascismos contemporáneos. El putinismo tiene una coherencia ideológica que lo sitúa entre todas las ideologías neoconservadoras y todos los identitarismos actualmente en boga. Como ha escrito Edwy Plenel, esta ideología adopta la forma de “la promoción de una Rusia eterna, basada en su identidad cristiana y eslava, como alternativa a la democracia moderna, que se ha reducido a un engaño occidental”. Mezcla de neonazismo, paneslavismo y estalinismo, el putinismo no tiene nada, absolutamente nada, de progresista o democrático. Por el contrario, es un peligro mortal para el pueblo ruso y para todos los demás. De ahí la urgente necesidad de combatirlo sin muestras de debilidad.

Gracias, Ana Pardo de Vera, como siempre tu lucidez y tu conciencia van de la mano a la hora de analizar y aclarar las realidades de cada día más enrevesadas y complejas. 👍😍


Dominio público

El PSOE, en su laberinto

Ana Pardo de Vera

Una vez más, el presidente del Gobierno ha logrado salvar los muebles en la votación parlamentaria sobre las medidas urgentes para paliar los efectos de la invasión de Rusia a Ucrania sobre el bolsillo de los españoles. De todos y, sobre todo, de los más perjudicados; no se me ocurre una definición mayor de justicia social que este plan anticrisis, de socialdemocracia, de política de izquierdas, pese a faltarnos a muchas la cacareada reforma fiscal profunda que permita una política redistributiva real de los impuestos.

Pedro Sánchez puede estar satisfecho y, pese a lo que pueda pensar, no cargar demasiado la responsabilidad sobre el "no" de ERC, un partido que gobierna en Catalunya -no así EH Bildu, aunque tiene cada vez más posibilidades de hacerlo- y cuyo presidente, Pere Aragonès, habría sido espiado con el sistema Pegasus -previsto contra el terrorismo y el crimen organizado- junto, entre otros, a otros tres expresidentes de la Generalitat. Es imposible justificar esto último, particularmente esto que representa la voluntad popular, por mucho que Margarita Robles diga que el fin (acabar con el independentismo, no nos andemos con chiquitas) justifica los medios (utilizar la parte más sensible del Estado, sus servicios de inteligencia, bajo la responsabilidad del Ministerio de Defensa) Cada vez hay más convencidos en el Ejecutivo (PSOE y Unidas Podemos) de que Robles caerá, más pronto que tarde, aunque se defienda como gato panza arriba al más puro estilo PP, Ciudadanos o Vox, mientras éstos y los medios que son afines a sus postulados, la mayoría, la aplauden con entusiasmo.

Es difícil envidiar la situación de Sánchez en estos momentos por muy presidente del Gobierno que sea y por mucho que vaya resolviendo in extremis desafío tras desafío, además, ahora con la presión de Alberto Núñez Feijóo, un líder del PP mucho más consistente que el anterior, Pablo Casado, y aunque ayer el gallego tuviera muy difícil justificar su no al decreto del Gobierno. Feijóo no pudo ejecutar su plan perfecto: salvar él, pero él solo, con la abstención de los diputados/as del PP el plan anticrisis del Ejecutivo. El grupo no supo hasta el final lo que tenía que votar, porque dependía de lo que hicieran el resto; cuando el presidente de la Xunta hasta este viernes conoció que el decreto estaba salvado por Bildu, ordenó el "no". Solo Feijóo puede salvar al Ejecutivo; si es uno más que lo hace, sin honor ni gloria, lo rechazará. Lo que contenga el plan es lo de menos para el PP, que tiene el suyo y coincide exactamente con lo que organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI), bolivariano de pro, le dice que no haga. 

Sánchez tiene un problema que consiste esencialmente en lo de siempre: las dos almas del PSOE, la que le hizo secretario general del partido la última vez y, por ende, presidente del Gobierno, y la que representa la ministra Robles, en un giro lento pero sustancial de la otrora "juez progresista", como le recordó con acierto Aitor Esteban, portavoz parlamentario del PNV. Pero la amiga de Juan Carlos Monedero y Pablo Iglesias, la socialista cómplice de Unidas Podemos, ya no existe; se desconoce si es efecto del Ministerio que dirige o el del poder los que la han transformado, o si realmente, siempre ha sido así, cosa que no me consta en absoluto, al revés.


El jefe del Ejecutivo se debate entre quienes aplauden a Robles en su partido (los menos y en línea con la derecha) y los que la rechazan (los más numerosos y que representan particularmente a las bases y, ojo, al alma del PSC, ganador de las elecciones en Catalunya) El Parlamento Europeo va a debatir sobre las escuchas con Pegasus; va a debatir, a instancias de Los Verdes, sobre la chirriante utilización de un sistema al que son muy asiduos países muy cuestionados democráticamente, precisamente, por la agresividad invasiva de este sistema israelí. Y ahí tenemos ahora también a España, para sonrojo de muchas: no se espía a los adversarios ideológicos, lo dice la Constitución y, mucho menos, si estos espiados te hacen presidente del Gobierno y, por extensión, ministra de Defensa. Porque entonces, además de inconstitucional, eres muy torpe.

Me temo que nunca conoceremos a fondo las entrañas del caso Pegasus; nos lo evitarán a toda costa. Por eso precisamente, Sánchez debe ser especialmente escrupuloso y quirúrgico en su respuesta a ERC para restaurar sus relaciones, al menos, lo que sea posible, porque el poso de la desconfianza quedará ahí por largo tiempo. Hablando en plata, el espionaje ha jodido, pero bien, una relación delicada per se y en la que, no hay duda posible, Aragonès ha volcado todas sus mejores intenciones, sintiéndose ahora mucho más que traicionado. ¿Quién no en su lugar? 

Las dos almas del PSOE no pueden interferir en una verdad incuestionable: si Sánchez vuelve a ser presidente del Gobierno en 2023, lo será gracias a ERC, a Unidas Podemos y su ampliación, a Bildu... De la misma forma que Feijóo lo será gracias a Vox sí o sí. Después de tres años de Gobierno, de tantos errores cometidos en los coqueteos con la derecha, parece mentira que los dirigentes del PSOE no se hayan rendido a la evidencia y a la que es, en definitiva, su teoría programática: la plurinacionalidad de España y la socialdemocracia radical. Ellos verán.

Reflexiones imprescindibles y cada vez más urgentes. Gracias, Santi Alba Rico, por compartirlas y a Público por editarlas 🙏🙏🙏🙏

 

Dominio público

Europa

Santiago Alba Rico

Filósofo, ensayista y escritor

Europa ha sido siempre una buena idea y un mal ejemplo. Algunos activistas y pensadores negros de la primera mitad del siglo XX, como W.E.B du Bois o CLR James, pensaron que su proyecto democrático e ilustrado solo podían hacerlo realidad sus víctimas: jacobinos negros, jacobinos pobres, jacobinos indígenas, en otros lugares del planeta. En 1960, en plena guerra de independencia de Argelia, el psiquiatra franco-caribeño Frantz Fanon ya no se hacía ilusiones. En su vibrante Los condenados de la tierra consideraba que "esa gran aventura del espíritu" había detenido "el progreso de los hombres" y llamaba a empezar una nueva historia y una humanidad nueva "sin imitar a Europa", responsable de la pobreza, la muerte y la esclavitud de "cuatro quintas partes del planeta".

Europa, en efecto, ha podido dar pocas lecciones a sus damnificados: "De nosotros los civilizados", decía Anatole France, "los bárbaros solo conocen nuestros crímenes". Así lo recordaba en 1995, en una entrevista en el periódico Al-Hayat, el portavoz de la Yihad palestina: "Se nos acusa de violentos, pero los musulmanes no tuvieron nada que ver con la Primera ni con la Segunda Guerra Mundial ni con el nazismo ni con el estalinismo ni con las bombas lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki". Tiene razón. Habría que añadir, en el exterior, los imperios coloniales, cuatro siglos de esclavitud, el apoyo a decenas de dictaduras criminales e invasiones ilegales; y en el interior, esa guerra civil permanente contra los pueblos, contra las mujeres, los campesinos, los pobres, los frikis, los heterodoxos, los rebeldes. Ningún continente ha generado tanta violencia endógena ni ha esparcido tanta violencia entre las cuatro esquinas del mundo. Era lógico, pues, que muchas de sus víctimas consideraran Europa una traición a sus propios ideales y trataran de materializarlos en otros sitios, fuera de su yugo, con otra gente; y era también lógico que muchos pensaran, en cambio, que esos ideales eran precisamente la causa del mal y se propusieran construir otro modelo y otra humanidad.

Estas dos tentativas, lo sabemos, fracasaron. En el marco de la Guerra Fría, los procesos de descolonización y de democratización paralela condujeron a experiencias autoritarias vinculadas a Moscú (pensemos, por ejemplo, en los regímenes nacionalistas árabes) o a golpes de Estado promovidos desde Washington. Ni la "verdadera" Europa ni la anti-Europa emancipada fueron posibles en América Latina, Africa y Asia. Tampoco tras la derrota de la URSS. Las sucesivas olas democráticas, primero en el ámbito ex-soviético, después en el "patio de atrás" estadounidense, por fin en el mamut congelado del "mundo árabe", chocaron en distintas rompientes y viraron hacia el caos mafioso, el neosovietismo del siglo XXI o el yihadismo violento y el imperialismo regional. Tras varias extrasístoles de esperanza, los "ciclos progresistas" se han volteado, como un calcetín del revés, en un tozudo tsunami reaccionario. Ha triunfado, eso sí, el desprecio por Europa predicado por Fanon; pero lo ha hecho de manera paradójica, no como umbral de un nuevo comienzo y un "hombre nuevo", sino, al contrario, como retorno de atavismos identitarios, tribalismos mafiosos y carismas autoritarios: lo más viejo -es decir- de todos los mundos. Europa, como quería Fanon, ya no es un modelo; nadie quiere imitarla; todos desconfían de sus "valores". La victoria de Trump en 2016 marca, en este sentido, un parteaguas decisivo en la medida en que este desprecio por Europa se instala ahora en los EEUU -que ha sido su colofón, su aliado y su capo- y desde allí da el salto a la propia Europa. Europa como "idea" se desconecta del resto del mundo y de parte de su propia población; queda aislada en un planeta en crisis que se desentiende cada vez más del Derecho y la democracia.

¿Merece Europa este desprecio? Sí. ¿Puede salir algo bueno de él? No. Europa ha sido el continente más violento del planeta, es cierto, pero no hay que olvidar que, contra esa violencia, interior y exterior, mujeres, campesinos, frikis, marineros, esclavos, proletarios, sacerdotes, filósofos y rebeldes inventaron y conquistaron, como productos inalienablemente europeos, la división de poderes, la libertad de conciencia y de expresión, la libertad religiosa, la libertad sexual, los derechos laborales y civiles, el Derecho internacional. Rusia, China, la India, los propios EEUU no están cubriendo el hueco para hacer realidad estos valores traicionados por la hipócrita Europa; ni inventando tampoco una realidad más democrática y liberadora. En otros tiempos, los europeos de izquierdas mirábamos fuera con esperanza, buscando alternativas más o menos fundamentadas o ilusorias. Hoy no las hay. O Europa o Europa. Con un poco de claustrofobia y mucho escepticismo, estamos obligados a preguntarnos, pues, qué queremos hacer con ella.

De la guerra civil europea, contra la guerra civil europea, nació tras la II Guerra Mundial lo que sería primero la Comunidad Económica Europea y luego, a partir de 1993, la Unión Europea. Su nacimiento fue ambiguo, como una quimera griega, mitad hombre mitad caballo. Nacida para evitar una nueva confrontación franco-alemana, fuente de todas las violencias intracontinentales del último siglo, dejó enseguida el "espíritu del 45" que había impregnado el proyecto inicial; venció, digamos, la declaración Schumann a la declaración de Ventotene, claramente federalista y socialmente igualitaria. Se apostó por el "carbón y el acero" como garantías de paz y de democratización y, si el primer propósito se alcanzó, la revolución neoliberal de los años 80 socavó al mismo tiempo la relativa igualdad social y las propias instituciones democráticas. Su alargamiento desordenado tras el fin de la Guerra Fría y bajo la tutela estadounidense, aceleró una erosión de la que el Brexit, en 2020, fue al mismo tiempo expresión y espuela, inseparable -por lo demás- del crecimiento electoral de la ultraderecha y de la consolidación de regímenes iliberales en la periferia (Hungría y Polonia). Cuando la pandemia primero y después la guerra en Ucrania se abatieron sobre el continente, la UE estaba ya en un atolladero, minada por los soberanismos nacionales, las políticas del Banco Central Europeo y la incapacidad de gestionar de manera coordinada la crisis de los refugiados, la política fiscal y la acción exterior; o de estar a la altura de sus propios baremos en materia de DDHH. A finales de la segunda década del siglo, Europa era poco creíble en el exterior y también poco creíble para muchos de los ciudadanos europeos.

Ahora bien, estas terribles crisis solapadas nos han enseñado, contra la pared, dos cosas: que necesitamos a la UE y que necesitamos otra UE. La reacción frente a la pandemia, con la creación de los Fondos Europeos, e incluso la rápida  reacción frente a Rusia, con sus dudosas sanciones selectivas, demuestra que no hay ningún destino ni en el neoliberalismo austericida ni en el soberanismo identitario. Europa fue y puede volver a ser una decisión política. La pandemia y la guerra de Ucrania ofrecen la oportunidad para repensar nuestras instituciones y nuestras políticas. Esto es lo que propone, por ejemplo, Enrico Letta, exprimer ministro italiano y secretario general del PD, en un largo artículo publicado en Il Foglio el pasado 11 de abril. Letta dice que, "para ser potencia de valores" y "estar a la altura de los desafíos", Europa tiene que "llevar la integración a un nivel superior" y para ello debe realizar de una vez "siete uniones" pendientes: en política exterior, en los procedimientos de adhesión de nuevos miembros, en protocolos de asilo y acogida, en seguridad energética y militar, en redistribución de recursos, en política sanitaria. Se pueden añadir otras propuestas de "unión" y se deben discutir los detalles, pero es difícil no estar de acuerdo en que la única posibilidad de sobrevivir a este solapamiento de crisis en cadena es la de reforzar la Unión frente -al mismo tiempo- Rusia, China y los EEUU; y frente a la tendencia oligárquico-mafiosa que se impone, como regla económica, en el mundo. O lo que es lo mismo: la única posibilidad de supervivencia es justamente la de volver a "nuestros valores", encarnados en ese proyecto original de una Europa federal, social e independiente cuyo abandono en las últimas décadas, mientras nos acostumbrábamos a ser europeos, nos convertía en europeos descontentos. En esa misma dirección apunta el papa Francisco, nuestro último revolucionario, en una "carta sobre Europa" firmada el 22 de octubre de 2020, en plena sacudida pandémica: "Europa, reencuéntrate a ti misma; reencuentra tus ideales, que tienen profundas raíces", dice, para recordar a continuación que no se trata de "recuperar una hegemonía política o una centralidad geográfica" sino de generar una verdadera "comunidad", hospitalaria, fraternal, solidaria, capaz de responder, al mismo tiempo, a la desigualdad económica, a la violencia planetaria y a la destrucción ecológica.

Europa ha sido, sí, una buena idea y un mal ejemplo. Para que la idea sea de nuevo creíble debe convertirse por fin en un buen ejemplo. No es por apego a la idea -que en todo caso me gusta- ni por continentalismo chovinista; ni, desde luego, por antinacionalismo español. No me importaría encontrar realizada esa "idea" en otro sitio; o que ideas mejores se encarnasen por fin en modelos superiores de gestión y de gobierno. No los hay. Frente al "hombre nuevo" y al "nuevo comienzo" de Fanon, Europa tiene la ventaja, en medio de las ruinas, de que ya está "empezada" y de que conserva aún, como la cama el calor de los cuerpos que se han amado en ella, la sombra de irrenunciables derechos conquistados, a lo largo de siglos de lucha, contra los inquisidores, los generales, los oligarcas y los tiranos (los cuales vuelven ahora a ganar terreno). La pandemia y la guerra de Ucrania nos dan una oportunidad para repensar Europa, en un mundo sin alternativa, como única solución a las guerras y cómo único refugio posible de perseguidos, soñadores, frikis y deslenguados. No la aprovecharemos. Ni nuestros dirigentes ni sus oposiciones -de derecha y de izquierda- parecen comprender lo que está en juego. Seamos realistas: no podemos permitirnos la revolución mundial. Seamos realistas: no podemos permitirnos la renuncia a una Europa democrática, social y de Derecho. Ni los europeos ni el resto del mundo.

jueves, 28 de abril de 2022

Como podemos comprobar lo de justificar Pegasus en la gestión política no se queda en el Catalangate español, también afecta al funcionamiento de FRONTEX, es decir de un invento de la UE que se paga con nuestros impuestos, para impedir que lleguen refugiados a Europa y devolverlos en caliente. Me pregunto ¿qué hace posible que se acojan ucranianos refugiados, pero que se rechacen refugiados, con idénticos problemas y en muchos casos aun en peores condiciones, si proceden de África o de Asia? Pues, evidentemente, el racismo y la xenofobia. Todas las vidas humanas tienen el mismo valor y los mismos derechos. Y todos los países habitados por seres humanos tienen el mismo deber de acoger a los hermanos de cualquier procedencia que lleguen pidiendo socorro para seguir vivos, sobre todo teniendo en cuenta que sus países han sido arruinados y devastados económicamente por los mismos países que ahora rechazan a sus víctimas y les envían, para compensar, toneladas de basura y detritus. Lo que nos convierte en una sociedad de monstruos, capaces de usar la inteligencia como los nazis, para cargarse a todos los que no se les parecen. Y luego se asustan del Apocalipsis...que no es castigo de ningún "dios", tan solo es el resultado lógico de tanta miseria acumulada por los que, para remate, son adoradores del mismo "dios". Si eso no es una locura y un crimen, pues -como dice la "vox populi"- que venga su "dios" y lo vea, a ver qué opina. Ains!

 

ONG alemanas denuncian a Frontex por negarse a explicar su participación en operaciones de la Guardia Costera de Libia

La organización de salvamento marítimo Sea-Watch, que ha presentado la demanda ante el Tribunal General de la Unión Europea, asegura que un dron de Frontex estuvo en la zona de rescate de Malta en la que una patera en peligro fue devuelta a las aguas de Libia.   

La organización civil alemana de salvamento marítimo Sea-Watch ha presentado una demanda contra Frontex ante el Tribunal General de la Unión Europea (EuG) en Luxemburgo por negarse a dar información sobre su participación en operaciones de la Guardia Costera Libia en las que se intercepta a migrantes en el Mediterráneo. 

Específicamente, Sea-Watch se refiere al caso de una devolución de caliente ilegal el pasado 30 de julio de 2021 en una zona de rescate de Malta, que fue presenciado por el avión de reconocimiento Seabird de Sea-Watch y el barco de rescate Sea-Watch 3.

Según un comunicado de la organización, un patera en peligro con unas 20 personas a bordo fue interceptada por la Guardia Costera de Libia y devuelta a las aguas del país. El barco de salvamento Sea-Watch 3 era el buque más cercano con capacidad de salvamento, pero no fue llamado por ninguna autoridad.

Por esto, la organización considera que "los funcionarios malteses no cumplieron con su deber de coordinar los esfuerzos de rescate y garantizar que las personas en peligro sean llevadas a un lugar seguro, como exige el derecho internacional marítimo y de derechos humanos".

Además, antes de que se interceptara la embarcación, aseguran que un dron de Frontex estuvo "repetidamente en el lugar y en las inmediaciones del caso de emergencia, por lo que se debe suponer que Frontex estuvo involucrado en la retirada, lo que viola el derecho internacional".

Después de una solicitud de información, la agencia fronteriza se negó repetidamente a proporcionar la información solicitada. Así, con el apoyo de la organización FragDenstaat, Sea-Watch ha interpuesto una acción contra Frontex ante el Tribunal General de la Unión Europea con el fin de obtener toda la información y así "poder probar que Frontex está significativamente involucrado en violaciones de derechos humanos en el Mediterráneo".

En esa línea, la portavoz de la ONG Marie Naass denunció que Frontex "funciona como un servicio secreto, negándose a dar información" y, a su vez, "arrastra a las personas a la tortura y la inseguridad en violación del derecho internacional". "Frontex habla de seguridad pública, pero se refiere a la seguridad de no rendir cuentas por su participación en violaciones de derechos humanos", aseguró, según recoge el comunicado. 

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Comentario del blog 


Obras son amores y no meras ficciones

Cuatro jóvenes de Ucrania estarán de acogida en la comarca  

Acogida de refugiados ucranianos . Ejemplar.

 

ONU: casi 2.000 migrantes pierden la vida en el ... 

Há várias maneiras de ajudar refugiados e migrantes | TVI24 

"Por qué la solución a la guerra en Siria pasa por Moscú ... 

Rechazo de refugiados no ucranianos. Vergonzoso, cruel e inhumano. 

Seguramente el egoísmo y su falta de conciencia nos ha convertido en una sociedad esquizofrénica. Y ni siquiera lo hemos notado, que es lo peor de todo. 


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Gracias, Javier Gallego. El presente es la digestión del menú pasado. Los espionajes e indecencias en los estados son el plato fuerte de ayer inflitrado en el de hoy. Además de denunciar de uno en uno a los implicados en el marrón, sobre todo hay que entrar en la cocina y en la despensa, es decir, en la estructura social que hace posible este cuadro de inmundicias que pagamos y sostenemos entre TOD@s

 

         La vida de los otros

 Javier Gallego

eldiario.es

Buen momento para corroborar cómo funciona la “democracia plena” en España. El Estado español espió a 64 independentistas catalanes y a 2 vascos con el programa de intervención de las comunicaciones, Pegasus, desarrollado por una empresa de una de las potencias del espionaje y el control militar, Israel. Políticos, abogados, activistas, todos bajo el ojo del Gran Hermano, no solo durante la crisis catalana de 2017 sino hasta 2020, con gobiernos presididos por el PSOE. El espionaje empezó con Rajoy pero siguió dos años con Sánchez, y con Margarita Robles, su ministra de la Verdad, digo, de la Defensa. 

En efecto, el PSOE espiaba a sus socios de investidura mientras proponía una mesa de diálogo. Esto es lo más grave de un asunto gravísimo. El 97% de las intervenciones datadas se produjeron durante mandatos socialistas, según la información de Citizen Lab, el laboratorio sobre democracia de la Universidad de Toronto que ha destapado el caso, publicado por el periodista Ronan Farrow en el New Yorker. La ministra Robles desafía a los independentistas a demostrar la ilegalidad de los pinchazos del CNI. Es ella la que tiene que aportar las pruebas de que todas las acciones fueron ordenadas por los jueces, no los ciudadanos espiados, faltaría más. Se meten en tu intimidad por tus ideas, como una Stasi de tercera, y la ministra responsable, en lugar de pedir perdón, te pide explicaciones. 

Sánchez afirma que todo se hizo legalmente. La lógica dice que es difícil que los jueces, siempre tan saturados y tan lentos, puedan haber autorizado todas y cada una de las más de un centenar de escuchas. Fuentes internas de los servicios de inteligencia corroboran que Pegasus se usó sin control y que “se hicieron las cosas mal”. Cuando los espías son más transparentes que el Gobierno, es que el Gobierno tiene algo que esconder. Por eso ha tardado tanto en reaccionar el PSOE. Han intentado ocultarlo hasta que la tapa de la cloaca ha saltado por los aires y ahora tratan de arreglarlo abriendo, a toda prisa y por un procedimiento extraño, la Comisión de Gastos Reservados. Una comisión propia habría que crear, pero parece que no quieren desclasificar ciertos secretos. 

El escándalo es que las cloacas que el PSOE dijo que iba a limpiar, solo las ha trasladado de ministerio. De Interior a Defensa. De policías a espías. Pero las cloacas han seguido a pleno rendimiento. Por supuesto, no somos ingenuos: los servicios de inteligencia son necesarios para vigilar posibles amenazas a la seguridad del país, pero eso no justifica una vigilancia masiva a todo un colectivo por sus ideas políticas. Eso solo es propio de regímenes totalitarios. De gobiernos autócratas como Arabia Saudí, Emiratos, Hungría o Polonia donde Pegasus se ha utilizado para espiar a periodistas y opositores. De franquistas como los representantes de Vox, que han defendido en el Congreso que a los independentistas se les espíe aún más. Si la ultraderecha llega a gobernar, no cabe duda de que las cloacas se llenarán de ratas olisqueándonos a todos los que no pensamos igual. 

A muchos que se dicen liberales, sin serlo, también les parece fenomenal que se espíe a los indepes, porque los indepes son los otros. Todo está justificado cuando se trata de los separatistas. Solo el nacionalismo español es admisible y es admisible vulnerar todas las libertades de catalanes y vascos. Terroristas todos. Tampoco se me escapa que el independentismo utiliza esta cuestión para recuperar terreno y apretar sus filas, en un momento de decaimiento, ni se me olvidan las listas, carteles, consignas de algunos separatistas señalando a los “malos catalanes”, los que no están a favor de la independencia. Los estados nación tienden a la eliminación del otro. Por eso dan miedo. 

De eso se trata este nuevo capítulo de las cloacas del Estado español. Todo está permitido contra el otro: el disidente. Se pueden violar su intimidad, sus derechos, su libertad, se les puede perseguir y acosar, no solo porque el aparato político, judicial y policial lo legitima sino porque también lo bendice buena parte de la sociedad. De ahí que el espionaje a catalanes y vascos no haya provocado ni la mitad de indignación que hubiera provocado el espionaje al resto de españoles. Porque la cloaca podemos ser todos. El Gran Hermano empieza en cada uno de nosotros. 

 

Comentario del blog:

Verdades indiscutibles, sin duda, para las que, tal y como se funciona en estos andurriales, solo cabían dos resoluciones: a) No enterarse de nada de lo que hay montado. b) Dar por bueno lo que hay montado y seguir en la misma amoralidad de la indecencia anterior de la que supuestamente nuestra izquierda "salvadora" pretendía liberarnos con las mismas artimañas orwellianas, pero maquillada de todo lo contrario. 

Con el pp ya se sabe lo que hay, pero de un socialismo en coalición con el resto de propuestas supuestamente honestas y democráticas, no se esperaba una versión nueva de la misma pocilga. Lo verdaderamente duro de pelar es que no toda España lo percibe así, para ello hace falta una conciencia despierta mayoritaria y menos tripas despotricantes, algo que desgraciadamente en este país de países es un fenómeno minoritario. 

En España sacan más votos quienes facilitan los basureros del pastón sacando tajada prometiendo bajada de impuestos a los más ricos,  abriendo bares y casas de juegos, o montando circuitos en plan Fórmula 1 atravesando ciudades, que en un par de años acaban siendo un fiasco abandonado, lleno de basuras, hierbas silvestres y perros sin dueño o corrompiendo el Mar Menor a base de turismo salvaje,  que quienes intentan limpiar la mugre  y facilitar la transparencia y la verdadera rentabilidad social del bien común. 

En cientos de años de miseria social, aquí no se ha logrado jamás que se relacione la ética con el progreso, un pack inseparable para evolucionar sanamente. A quienes han intentado cambiar el paradigma a lo largo de nuestra impresentable historia les ha costado el exilio, la exclusión, el silencio impuesto, la cárcel y hasta la muerte. Los nacionalismos son así: incapacidad total para la integración en la pluralidad. Tanto en versión maxi, como en versión mini. Y para sostenella y nunca enmedalla está el espionaje como "razón de estado". 

Por ese desvarío constante en plan pescadilla que se muerde la cola nunca funciona combatir los efectos si nunca se solucionan las causas que los producen, sobre todo cuando esas causas ya asumidas como "normalidad" son la esencia y la tradición de los pueblos, que votan en las urnas a quienes mejor les representan, a los que hacen lo mismo que los votantes harían si gobernasen. Ni el pp ni el psoe, ni Robles ni Pegasus, ni Ayuso, ni Aznar, ni Rajoy funcionarían en España si los españoles no les votasen. Somos en realidad víctimas del verdugo cegato que llevamos dentro. 

Llegamos a desarrollar un 15M y unas organizaciones municipalistas y barriales que iban solucionando problemas básicos fundamentales y consiguiendo que la ciudadanía se organizase con mucha inteligencia y empatía política, o sea, cívica y responsable, por primera vez en nuestra historia nacía la conciencia colectiva de la mano de la individual. 

¿Qué hizo el establishment para frenar el proceso? Inventarse un Podemos que volviese a implantar hegemonías para que nuestro Paleolítico social no desapareciese sino que, puesto al día "democráticamente",  se abandonase en plan relax en manos de técnicos políticos y "expertos", eso sí, preparadísimos, rezumando leninismo actualizado. Se les puso en el candelero mediático, mordieron el anzuelo y ¡zás! quedaron atrapados en las redes que ellos mismos tejieron pretendiendo ser la nueva puerta hacia el tiempo nuevo, con Maquiavelo como coach. Nada menos que un salto olímpico hacia la "moral" política del siglo XV-XVI . Un momentazo inolvidable.

Y así estamos, otra vez ante el mismo muro de las mismas lamentaciones, añorando un Estado que nunca hemos tenido. Porque cuando se pudo hacer posible pudo más el Pegasus de turno que la conciencia personal y colectiva trabajando unidas, mucho más para servir al bien común que para "ppoder" manipularlo. 

 Ojalá que estos efectos horripilantes nos lleven a mirar y reconocer las causas ancestrales que los originan y que en vez de buscar siempre culpables, nos reconozcamos todos y todas responsables. Hay que explorar nuestras conductas, nuestro inconsciente colectivo e histórico, reconocer virtudes y fallos para potenciar las unas y corregir los otros, centrarnos en construir un presente tan sano y honesto, tan lúcido e inseguro, como humilde,  que no repita más el pasado y que haga posible el futuro. 

Que los desatinos y circunstancias denigrantes, en vez de hundirnos, nos sirvan de lección y de estímulo para remediar lo que nos hunde y potenciar lo que nos pone a flote. Se trata de eso. No de implantar reglas "perfectas" y por ello irreales, que no tienen raíces en la conciencia personal y social. Que las normas impuestas se vayan sustituyendo desde casa y la escuela por el imperativo categórico que Kant nos dejó clarísimo como patrimonio imprescindible de la humanidad.