martes, 26 de abril de 2022

Ayer publiqué este artículo de Javier Gallego y hoy ha desaparecido, así que lo vuelvo a publicar y con un comentario del blog añadido; gracias, Javier, por esas reflexiones siempre tan acertadas!


La Europa del descontento

Miles de "chalecos amarillos" en una marcha en París con altercados. (Archivo)

eldiario.es

La ultraderecha suma y sigue. En la misma semana ha alcanzado un gobierno regional en España y le ha disputado la victoria a Macron en Francia, donde ha conseguido un 40%. Los ultranacionalistas gobiernan en Polonia y Hungría, avanzan en nuestro país y en Finlandia, Suiza, Suecia, Austria, Italia, Holanda, Estonia, Letonia, Eslovaquia, donde están en torno al 20%. ¿Qué más tiene que pasar para que Europa reaccione frente a la ideología que quiere destruir Europa por segunda vez? 

Francia es la enésima señal de alarma. De tanto sonar la sirena parece que ya ni la oímos, como los asediados por un bombardeo diario que  dejan de atender a las alarmas y se dejan ir, esperando que la suerte o la muerte resuelvan el problema. Europa igual. Europa ha muerto, como cantaban Ilegales, y no encuentra un proyecto de progreso común que defienda a los ciudadanos y a la democracia liberal de sus amenazas.

El auge de las ultraderechas, lo hemos repetido, es el resultado del turbocapitalismo y la globalización que, con sus crisis cíclicas y crónicas, generan una desigualdad y una inseguridad galopantes. Cada vez más gente tiene menos y menos gente tiene más. La clase política representa a las élites y abandona a las mayorías. El pueblo no confía en los gobernantes ni en la capacidad del gobierno para mejorar sus vidas. Los sueldos son más cortos, las casas más caras, los precios más altos. No hay futuro y el futuro que hay es el apocalipsis: cambio climático, migraciones masivas, guerras globales… Susto o muerte. 

Hace diez años, ciudadanos indignados tomaron las calles para pedir un cambio de sistema y el sistema se defendió con más sistema. En lugar de reformarse, como llegó a decir Sarkozy, se rearmó. Macron es el mejor ejemplo. Un neoliberal elitista y tecnócrata. Fiel servidor del capitalismo. Siervo del establishment. Este es el resultado. Los chalecos amarillos son el síntoma. Los camioneros españoles, lo mismo. Son la explosión de la Europa del descontento, el cabreo monumental de los olvidados y los golpeados, los jóvenes precarios y los invisibles de la ciudad y el campo que se expresa como antipolítica porque la política les ha fallado. En diez años, la indignación ha pasado de querer más democracia a querer su abolición porque la democracia no responde. El cabreo ha cambiado de bando.

Diez años después, el sistema ha profundizado las heridas y los ciudadanos han terminado agarrándose al único fusil que parece poder defenderles y hacerles sentir seguros, aunque signifique destruir los consensos democráticos: la nación. El mito nacional. La mitificación del pasado y del futuro como refugio frente a un presente y un horizonte desoladores. Los salvapatrias que ofrecen unidad y orden frente a los enemigos del viejo mundo: migrantes, feministas, la izquierda… A las élites no parece importarles porque se sienten protegidas. Ellas también impulsaron el fascismo hace un siglo. Pero las consecuencias no son controlables ni para los que tienen el control. No han aprendido nada.

Las oligarquías económicas, políticas y mediáticas han alimentado a la Bestia para acabar con el cambio progresista que surgió hace una década y la Bestia puede acabar devorándonos. El tertuliano que equipara a la extrema derecha con la extrema izquierda que, en realidad, es socialdemocracia, el que se escandaliza con Le Pen y Putin pero blanquea a Vox, y todos los que sustentan este sistema, nutren al monstruo. El único cordón sanitario contra la ultraderecha es eliminar las causas que la originan. Si eso no ocurre, veremos a nuestro mundo derrumbarse otra vez de formas que no podemos ni imaginar. España es la siguiente. 

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Comentario del blogg


Muchas gracias, Javier Gallego, una vez más. En efecto, hemos llegado a un callejón sin salida, al que hay que abrirle un hueco para poder seguir caminando. Europa se ha quedado en la estacada, entre el miedo a Rusia y la USA dependencia. Parecía que había aprendido la durísima lección del siglo XX, pero se ha quedado enganchada en sí misma sin más. Hasta sus socialdemocracias se han hecho cada vez más cracias y menos sociales, el socialismo español es un ejemplo de manual. Y no digamos nada del "centroderecha" y sus brotes verdes. 

El descontento es producto del desconcierto. Cuando las sociedades se pierden por el camino, se refugian en la falsa seguridad de los poderes absolutos para que alguien les deje las cosas claras, se las haga pasar canutas y todos quieran recuperar derechos, igualdad, libertades y una convivencia desmilitarizada estatalmente. Pero una vez alcanzado ese nivel evolutivo, los gobiernos se derechizan "sensatamente" y van corrompiendo las buenas intenciones y entonces se vuelven a perder el norte y los demás puntos cardinales. 

Se es de izquierda o de derecha en plan disléxico, o sea, confundidos ambos espacios y provocando un constante cortocircuito a la hora de gobernar, porque importa mucho más el hecho de ganar el poder que la responsabilidad de conseguir que el poder sea el servicio público que la ciudadanía necesita para funcionar con ética, justicia, eficacia y transparencia, virtudes que si se aplican se cargan el montaje de la "democracia" sui generis. Sí, una democracia solo de nombre, de atrezzo, de vestuario, de apariencia. Pero nada de demos ni de krathía verdaderos.El demos, calladito y obedeciendo y la krathía para los grupetes de poder, que es lo único que en realidad interesa a los que mandan. 

Es hora de que el pueblo, la sociedad, despierte y se ponga manos a la obra, no solo para exigir en la calle lo que no le dan las instituciones siempre tan enrolladas en sí mismas que no les queda tiempo ni espacio para gobernar nada que no sea a golpe de decreto sin previa consulta a quienes se supone que las instituciones deben servir, al pueblo. Claro, una cosa es llamar democracia a un sistema y otra que ese sistema lo sea. Y no, España aun no sabe lo que es la democracia. Europa está mal, pero lo nuestro ni siquiera está como el resto de Europa. Basta con pasar un par de meses en Alemania o en Francia, incluso en Austria que es más de derechas, para comprobarlo. En Alemania, gobernando Merkel con la Democracia Cristiana, que debería ser el equivalente al pp español, el comportamiento del Estado es más "socialista" y democrático que el Psoe. En fin...

En un caso como el de la Francia actual, en España no hubiese ganado Macron, habría ganado Le Pen. Y no porque le votasen en masa sino porque la izquierda no habría ido a votar ya que el socialismo y su coalición no han sabido desmontar la mierda heredada de la derecha y eso les ha "desilusionado". En España no se vota con la inteligencia, se vota con las tripas, con el cabreo del castigo  y el lado hooligan del politequeo, o no se vota. Es lo que hace imposible que el demos se haga cargo responsablemente de su krathía, en el fondo España es monárquica innata, no porque ame a los reyes, de los que se pitorrea y mira como una desgracia meteorológica que se debe soportar por costumbre, que ya se sabe como son los tronos y los truenos, sino por comodidad y tradición. Prefiere que el jefe del Estado hereditario sea El Tempranillo antes que tener que elegirlo en las urnas cada vez que caduque el mandato, ya bastante tiene con elegir parlamentarios y gobiernos, xd!, qué agobio de democracias... Con lo bien que funciona una dictadura de larga duración que se ocupa hasta de aderezar la Casa Real.Eso no pasa en Europa. Sólo en España. 

Europa está cansada de que sus democracias no den la talla en este momento histórico. España no se ha cansado de la democracia, porque aun no sabe, en la práctica diaria, lo que significa ser demócratas de verdad. Así andamos y sobre todo, desandamos, en plan cangrejo izquierdoso que se ha perdido en una charca de ranas la mar de diestras en todo, hasta en comprar un Pegassus y dejarlo como herencia, para que la izquierda roja, golpista, separatista, feminista, comunista, republicana, atea y malísima cargue con el marrón de la "democracia", que para eso están los siervos de la gleba, eso sí, muy mucho demócratas. Es decir, que  mucho mejor una buena dictadura shenshata y con lash coshash clarash, como shiempre she ha hecho, que este pifohhtio conshtante de donde dije digo, digo Diego, ya eshtá bien, y dónde va a parar, porfish! Ains...

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