martes, 5 de abril de 2022

¿Acaso hay guerras buenas y malas, mejores y peores? No. Toda guerra es un crimen propio de la deshumanización más torpe y primaria. No, jamás hay guerras "justas". Toda guerra es un crimen de lesa y aniquilada humanidad.

 No nos sigamos engañando con el patético show de Ucrania, por favor. Esa guerra no es peor cuando nos muestran los cadáveres tirados por la calles. ¿Qué guerra no mata civiles? ¿Qué guerra pide el DNI o el certificado  "civil" o "militar" o el pasaporte antes de bombardear, ametrallar y matar al prójimo? Eso mismo es el nopán de cada día en medio mundo, ahí están Siria, Palestina, Afganistán, el extermino a miles de rohinyas en el Sudeste  asiático, o países ignorados de África o Colombia en América del Sur, Méjico o El Salvador en América Central, durante años y años de masacre cotidiana, por ejemplo...donde morir a tiros diariamente por la calle es "normalidad", si se tiene compasión o se es periodista que denuncia lo que hay, porque el pánico y la desinformación junto a la miseria, la injusticia y el hambre presiden los gobiernos en la morgue social...Lo de Ucrania además de un horror es un show vergonzoso, en el que los actores protagonistas son "el bueno" Zelensky y el "malo", Putin e importan poquísimo los "extras" que mueren como chinches en el escenario. Ucrania solo es actualidad porque están entre Rusia y la OTAN, y porque el pánico lo causan las facturas del gas o del aceite de girasol y el miedo a un ataque nuclear. Zelensky lo sabe muy bien, lo mismo que Putin. Por eso no han tenido ningún escrúpulo para valerse de  una masacre con la que hacerse hueco en lo más perverso de la historia. Ninguno de los dos es mejor que el otro. Ambos juegan a ser el Napoleón del siglo XXI. Porque los dos son iguales en el fondo de su vacío de conciencia. No seamos tan impresionables como hipócritas. Y acojamos refugiados, claro que sí, pero sin hacer excepciones con el origen geográfico, étnico y cultural. Tanto sufre un ucraniano - o tal vez un poco menos-  como un palestino o una afgana o  un sirio, una saharaui, o una somalí que han perdido familia, trabajo, casa, recursos, alimentos, escuela, salud y casi la vida...

La guerra de los Balkanes fue tan horrible o más que la de Ucrania y Rusia, pero curiosamente nadie iba a recoger refugiados a las fronteras de Italia, de Albania, de Macedonia o de Hungría. Ni los medios estaban constantemente informando en directo cada diez minutos de  conflicto con las mismas causas que el actual: las secuelas fatalmente gestionadas del desguace soviético y la puñetera rivalidad entre el poder del imperio yanky-otanista, y los restos paradójicamente "proletarios" y "comunistas" del imperio ruso, siempre bajo la batuta de un zar, rojo o azul, amarillo, verde o naranja. La pobreza siempre es un marrón terrible para sus afiliados a la fuerza. Las guerras nunca son cosa de pobres. 

Es demencial que ahora mismo el espectáculo más promocionado en todos lo medios, con los mismos fines, sea la guerra en  Ucrania. Y que nadie diga ni mú del resto de guerras en activo, que ya se han hecho costumbre, como telón natural de fondo en el drama deshumano, en el que morir como chinches es pura normalidad, siempre que mueran los pobres sin nombre, claro. Sólo porque en los demás conflictos matapobres no está en juego la llave del gas ni la del petróleo, como se hizo en Irak y se está haciendo en Yemen, con el consentimiento de la OTAN. Gas y petróleo, dos combustibles tan contaminantes y letales como la guerra, pero que como matan y destrozan el clima en silencio y les dan un pastón a las grandes empresas controladoras de la importación y distribución, pues todo vale.  Como siempre. Con la diferencia, de que como este sistem in failure no cambie ya, el siempre terminará siendo un nunca más, por mero agotamiento de recursos climáticos y geoforrísticos. 

Por parte de Rusia queda clara la oscuridad de su estrategia invasora por tradición, que se ha quedado enganchada y enredada a lo peor del zarismo y del comunismo, pero también a esa inercia posesiva se puede responder con la misma agresividad enredadora con la OTAN, como está haciendo Zelensky o con inteligencia suficiente como para valorar las vidas de los ucranianos por encima de patrioterismo egópata y exhibcionista, desde las pantallas y lejos de los muertos y exiliados que el "patriotismo" está produciendo, gestionado por Zelensky como si fuese una película o una obra de teatro, de la que él es director y protagonista. Ninguna patria vale las vidas de quienes la mantienen y trabajan para ella. 

Los nacionalismos son una enfermedad social y política que nos separa de nuestros semejantes si no comparten la misma nacionalidad. La patria del ser humano es su humanidad y su casa, la de todos, el planeta Tierra. Si eso no lo tenemos claro, las guerras de todo tipo, bélicas, económicas, sociales, culturales, laborales, religiosas e incluso de género, acabarán con todo. Es el mensaje del Apocalipsis. Sólo l@s despiert@s por dentro serán el futuro, una vez libres de enganches, ideologías, dogmas y esclavitudes "lícitas" pero letales. Es decir, solo aquell@s que hayan comprendido los valores del espíritu: libertad, igualdad y fraternidad, que no por ser una aportación de la Ilustración "masona",en el siglo XVIII, están desconectados del evangelio ni del maestro Karl Marx. El Espíritu no es encajable en sectas ni en entropías. Es la liberación del mejor potencial humano y por ello, divino.

La solución a la guerra de Ucrania (y a todas las guerras) es construir  entre tod@s un mundo humano de verdad, de sana conciencia ecológica, de ética e inteligente sobriedad usuaria responsable y no consumista insaciable, en el que la plenitud, la justicia igualitaria y la felicidad no dependan nunca más de cuánto tenemos, sino de cómo somos y de cómo nos comportamos, tanto en lo individual como en lo colectivo. Solo ese cambio puede conservar vidas y planeta.

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