viernes, 15 de abril de 2022

Pobre Jerusalén

 

Cuántas coincidencias entre esa Jerusalén y nuestro mundo actual. Es como si el tiempo no hubiese pasado y la misma historia se fuese repitiendo durante siglos y siglos. Y sin embargo se puede despertar y cambiar desde un@ mism@ tantas cosas fundamentales para tod@s... Me pregunto si sirve  de algo celebrar durante 1700 años la Semana Santa recordando a Jesús, para llegar a esto. Me pregunto si tiene sentido hacer un huequecito en los oficios y procesiones de estos días para irse de vacaciones y mientras mandar armas a Ucrania para acabar de destrozarla y dejarla vacía entre muertos y refugiados, en vez de exigir todos juntos el encuentro y el fin del genocidio. Sería una buena idea que mientras se emocionan los católicos en las celebraciones de estos días, imaginar, qué haría ahora mismo Jesús para pacificar esas guerras, no solo la de los vecinos. ¿Desde cuando las armas salvan vidas? ¿Habría guerras si por consenso se decidiera dejar de fabricar armamento y convertirlo en negocio? ¿Vale la pena querer "salvar" por la fuerza de la masacre "justa", un mundo donde para poder vivir hay que matar a nuestros semejantes? Si para defenderse y seguir viviendo hay que convertir la monstruosidad y la patología en "normalidad", ¿qué vida esperamos tener y dejar como legado ético y existencial a nuestr@s hij@s? ¿Cómo es posible que se quiera conquistar la ciencia, la tecnología, el espacio y el metaverso, si no somos capaces de descubrir, "conquistar" y superar nuestras más desastrosas tendencias personales y sociales? En ese plan somos una verdadera hecatombe para nuestra misma especie y el finiquito asegurado para el Planeta que nos soporta porque no le queda otra. Además de la estupidez de acabar desapareciendo sin haber descubierto todas las maravillas que podemos lograr cultivando tantas posibilidades, inimaginables en el estado evolutivo actual, descubrimientos  extraordinarios a los que podemos acceder si orientamos nuestra búsqueda en otras direcciones éticas muchísimo más ricas en plenitud, aciertos y felicidad, que ahora están ocultas en las antípodas de este basurero al que llamamos "vida", cuando solo es mierda. Detrás de los descomunales montones de ruinas y basuras, existen otros paisajes completamente diferentes y geniales, que nunca podremos descubrir si no nos cambiamos los antifaces de un eterno carnaval destructivo, por las gafas de ver, en la Óptica del Espíritu. Que, además, es ¡gratis!

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