martes, 5 de abril de 2022

Para ayudar un poco a cruzar estos puentes de la confusión y el aturdimiento sobrevalorados como "normalidad", aquí va este toque de equilibrio, que nos regala nuestro querido terapeuta Tony de Mello. Que lo disfrutéis, querida familia!

Meditación 26
«¿No era necesario que el Cristo padeciera eso y entrara así en su gloria?»
(Lc 24,26)

 
Piensa en algunos de los acontecimientos dolorosos de tu vida. ¿Cuántos de ellos son hoy para ti motivo de agradecimiento por haberte servido para cambiar y crecer? Hay aquí implícita una verdad elemental de la vida que la mayoría de las personas no llegan nunca a descubrir. Los acontecimientos afortunados hacen la vida más placentera, pero no son causa de autoconocimiento, de crecimiento y de libertad. Éste es un privilegio reservado a aquellas cosas, personas y situaciones que nos ocasionan algún dolor.

 Todo acontecimiento doloroso encierra una semilla de crecimiento y de liberación. A la luz de esta verdad, vuelve ahora sobre tu vida y fíjate en tal o cual acontecimiento por el que no te sientas especialmente agradecido, y trata de descubrir el potencial de crecimiento que encierra y del que no has tomado conciencia hasta ahora, por lo que no has podido beneficiarte de él. Piensa también en algún acontecimiento reciente que te haya ocasionado dolor y sentimientos negativos.

 Cualquiera que haya sido la cosa, persona o situación que te ha producido tales sentimientos, ha sido «maestra» para ti porque te ha revelado algo (o mucho) acerca de ti que probablemente no sabías y te ha invitado y desafiado a descubrirte y conocerte mejor y, consiguientemente, a crecer y acceder a la vida y a la libertad.

Intenta ahora identificar el sentimiento negativo que ese acontecimiento ha despertado en ti. Puede haber sido un sentimiento de inquietud, de inseguridad, de
envidia de ira, de culpa... ¿Qué te dice esa emoción acerca de ti mismo, de tus valores, de tu manera de percibir el mundo y la vida y, sobre todo, de tu «programación» y tus condicionamientos? Si consigues descubrirlo, te librarás de alguna ilusión o espejismo al que hasta ahora te habías aferrado, o dejarás de percibir alguna cosa de manera deformada, o corregirás alguna falsa creencia, o aprenderás a distanciarte de tu sufrimiento... con tal de que comprendas que todo ello ha sido causado por tu «programación», no por la propia realidad: e inesperadamente comprobarás que te sientes plenamente agradecido por esos sentimientos negativos y por la persona o el acontecimiento que los ha originado.
Intenta ahora dar un paso más. Considera todo cuanto piensas, sientes, dices y haces... y no te agrada: tus emociones negativas, tus defectos, tus «hándicaps», tus errores, tus apegos, tus neurosis, tus dependencias... y tus pecados, naturalmente.
Puedes considerarlo todo ello como una parte necesaria de tu desarrollo; como algo que te ofrece una promesa de crecimiento y de gracia para ti y para otros y que no se daría sin esa cosa concreta que tanto te desagrada. Y si tú mismo has ocasionado dolor y sentimientos negativos a otros, piensa que en ese momento has ejercido con ellos la función de «maestro» y les has dado ocasión de autoconocerse y de crecer. 

 Puedes seguir considerándolo hasta que lo veas todo ello como una «feliz culpa»,como un pecado necesario que es ocasión de un inmenso bien para ti y para el mundo.
Si eres capaz de hacerlo, tu corazón se verá inundado de paz, de agradecimiento,de amor y de aceptación de todas y cada una de las realidades. Y habrás descubierto qué es lo que la gente busca en todas partes sin jamás encontrarlo: la fuente de la serenidad y de la alegría que se esconde en cada corazón humano.  

            Cuadro en lienzo con bastidor Cascada de Multnomah agua ...


Me voy a permitir responder, modestamente y desde mi ignorancia, (solo desde la experiencia) a esta cita evangélica de Lucas, 24. 

No, querido Lucas, no era necesario que Jesús padeciera horrores como los que sufrió. Ni eso fue "la voluntad Dios". Ya es hora de que repasemos lo que nos han contado durante dos mil años, partiendo de visiones y conceptos religiosos obsoletos, propios de una civilización primitiva. Que Jesús lo aceptase perdonando a sus verdugos y con una resistencia total al odio, al juicio y la venganza, no significa que la crueldad, la atrocidad y la barbarie sean tan buenas maestras que nos hayan despertado ni enseñado nada mejor que el miedo y la defensa agresiva y hasta "lícita" y bien considerada socialmente. La humanidad en su conjunto no ha mejorado en ese aspecto, aunque eso no impida que individualmente, sí se superen esos abismos del horror. La aceptación noviolenta por parte de Jesús de esa barbaridad, no puede ni debe justificar que para redimir a la humanidad de su ceguera y oscuridades tremendas, sea necesaria tanta maldad convertida en leyes y "justicias". Un sistema paleolítico que sigue en pie en las sociedades des-humanas. 

Jesús no necesitaba la flagelación, el paseo terrible con la cruz a cuestas ni la crucifixión aberrante y cruel hasta el límite para entrar 'en su gloria', porque él ya era la gloria individualizada. Lo demostró a lo largo de toda su vida. 

Ya es hora de que comprendamos lo que significa adorar y magnificar el dolor causado por la injusticia y la ferocidad de adorar la cruz y el sufrimiento durante una cuaresma y una semana santa, de celebrar procesiones horribles, donde Jesús aparece apaleado, coronado de espinas, crucificado, muerto y enterrado y su madre llorando, sola y abandonada cerrando el desfile de la atrocidad. Y todo por nuestras culpas siempre en el candelero. Escenificar cada año ritualmente esas torturas interminables, y acabar con la chispita mínima de un domingo de gloria, ha terminado por convertirse en vacaciones en la playa o de viaje turístico, negocio de agencias de viaje y de hostelería, y en muchos casos aprovechando esas fechas  para hacer todo lo contrario de lo que harían las conciencias despiertas: consumir como locos, derrochar lo que no se quiere compartir con los que nunca pueden pagarse vacaciones, comida, casa, ropa, ni medicinas,  contaminar y destrozar los espacios de juerga, provocar accidentes o incendios forestales con las brasas de las hogueras/barbacoa, etc, etc ¡para celebrar la Pascua! Menuda contradicción. 

Creo que Jesús jamás estaría de acuerdo con esas adoraciones idolátricas y salvajes convertidas en liturgias y desfiles,de la cruz que le hizo papilla y al proceso que como especie debería avergonzarnos y más bien llevarnos a celebrar su resurrección y todo lo que hizo en este mundo con mucho más entusiasmo, que su martirio. ¿No créeis que si el dolor, el sufrimiento y la muerte fuesen "la voluntad de Dios", Jesús habría curado a tantos enfermos y resucitado a Lázaro y a la hija de Jairo, desobedeciendo a dios que permite los desastres y dolores como lo más natural, pudiendo impedirlos si tanto nos quiere y es tan poderoso? Se ha llegado a la barbaridad de afirmar que el dios padre que nos ha creado con tanto amor, mandó a su hijo a este mundo para sacrificarlo en su nombre...Pero, claro, si su hijo es parte trinitaria de él, que lo puede y todo y permite lo más horrible, ese dios, además de sádico, sería un suicida poderoso, que juega con su omnipotencia como un niño, experimentando con sus juguetes. No. No es por ahí.

Dios no es una estructura de poder infinito, distante y lejano, controlador y juzgón con los demás, pero superpermisivo con él mismo que para eso es todopoderoso y perfecto, o sea, todo menos humilde, que hace lo que le da la gana sin ninguna  responsabilidad acerca de las consecuencias de sus divinos caprichos, menos mal que gracias a Él/Ella/Ello,  es la energía inteligente y amorosa que tod@s Somos. Ese potencial que nos hace posibles y libres hasta para equivocarnos fatalmente si no despertamos nuestra divinidad fraterna  y ontológica que se hace presente cuando crecemos en conciencia, en el equilibrio, en la igualdad, en la empatía, en la compasión, en la inspiración, en el discernimiento, la clarividencia, en la humildad que facilita  la comprensión, en fin, en la evolución de todo el conjunto de lo que somos, hacemos, pensamos, sentimos y compartimos. Esa energía que Pablo de Tarso captó divinamente, en la que tod@s somos, nos movemos y existimos. Somos el tesoro de lo infinito escondido voluntariamente en la corteza de la materia espaciotemporal. Nacer en este plano es la oportunidad de experimentar, crear y aprender constantemente formando parte de la vida y su fluido en incontables niveles de realización, a pesar de nuestras imperfecciones y daños colaterales, inevitables, con los que tropezamos o tropiezan con nosotr@s. Que dependiendo de cómo los afrontemos, pueden convertirse en maestros y maestras de nuestra enseñanza básica en la escuela constante del existir para aprender a Ser.

A esa experiencia total se refiere la meditación que nos regala hoy Tony de Mello.

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