viernes, 26 de abril de 2019

Muy bien Francino. Eso es. Yo tampoco tengo miedo; no hay miedo sin cooperantes. Y hubiese preferido que vox diese la cara en los medios al mismo nivel que los demás partidos, solo así se puede calibrar la hondura de su mensaje y la fiabilidad de sus propuestas y actitudes. No permitirlo ha sido una estupidez y una complicidad inexplicable con "el misterio" de ese entuerto fantasmal, que,como dice Serrat, solo desaparece si les quitas la sábana (bandera en este caso) que los envuelve, y sobre todo, por parte de la Junta Electoral, qué menudos Premios Nobel en Psiquiatría freudiana. Ains! Adivina adivinanza, ¿quienes pueden estar interesados en que la gente tenga miedo y en que vox esté siendo el dragón malo y oculto del cuento? Los mismos sastres marrulleros de la corte, que pasean al rey desnudo y dicen que solo los muy listos, lo ven vestido...Pues eso. El miedo no nace por arte de magia, sino de manipulación en todas sus vertientes morbosas y rentables. Muy rentables. Cherchez la pasta...



La respuesta ante Vox
El candidato de Vox a las generales, Santiago Abascal, en un mitin en Vitoria.
EFE / ADRIÁN RUIZ DE HIERRO

Yo no tengo miedo

Carles Francino

No nos dejemos asustar, no hay una mayoría tan grande de ultraderecha como para que estemos atemorizados. Hay que estar preparados y decididos para ir a votar el domingo


Llevo unos días con una sensación bastante rara. Y un poco cargante también. No hay conversación, ya sea con amigos, conocidos, colegas de profesión, incluso con algún familiar -imagino que les habrá ocurrido a ustedes también- no hay conversación que no empiece diciendo alguien: “Estoy acojonado con los resultados del domingo”. Bueno, pues sinceramente, yo lo que estoy un poco harto de esta actitud, estoy bastante cansado ya.
¿Acojonados por qué? Ya sé que hace cinco meses, con las elecciones andaluzas y el 'descubrimiento' –entre comillas- de que 400.000 personas habían votado a Vox se encendieron muchas alarmas; y que desde entonces las expectativas de este partido que reivindica la figura de Franco, con todo lo que ello significa, no han parado de crecer. Pero, ¿de verdad en España existe una mayoría tan grande de ultraderecha como para que los demás sigamos la corriente o estemos atemorizados? No, yo creo que no, de ninguna manera, no nos dejemos asustar.
Lo que hay que hacer es estar preparados, y decididos para ir a votar el domingo. Y contar -y denunciar- exactamente lo que propone Vox. Y si eso es darles un altavoz, pues vale. Pero todos esos comentarios en voz baja, esos susurros, “¿Has visto el mitin de Vox en Valencia? ¿Y el otro día en Sevilla...? Cuánta gente, cuántas banderas...”. Pues muy bien, felicidades a los premiados. Pero, vuelvo a preguntar, ¿eso significa que la suerte está echada, que hay que prepararse para lo que viene? Y sobre todo, ¿damos por hecho que nos merecemos como país, como sociedad, que esta gente marque el rumbo durante los próximos años? ¡Venga, hombre!
Luego ya habrá tiempo para analizar quién ha dado alas a Vox, si todos sus votos son fachas o hay otros elementos, pero hoy, ahora, a dos días de las elecciones, nada de bajar la voz y encogerse. Yo, al menos, no.
Y por cierto, pase lo que pase el domingo, con más o menos ultraderecha en el Parlamento, no olvidemos que los caminos de crispación, de insultos, de mal rollo, de odio incluso que estamos transitando desde hace tiempo, algún día habrá que desandarlos. Como antes nos pongamos, como antes se pongan algunos, mucho mejor para todos.

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