viernes, 25 de octubre de 2013

Autodelirium tremens


Contará con una dotación de 30.000 euros para estudiar su trayectoria personal y política.
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"-Felipe, te amamos, nos enloqueces.

-No me extraña lo más mínimo. 
Yo, yo mismo, también me adoro sin poder evitarlo."

(Alfonsina Plexiglás, Vida, haciendas y andanzas de Felipe 'El Pomposo')

Ediciones Pilla y funda 2013. San Juan de Aznalfarache (Spain, a ver, si no, quien osaría...)  




Ya está claro que la verdadera vocación de Felipe Gonźalez no era la política, aunque ya apuntaba la cosa a partir de los primeros bosquejos en el 82. Su verdadera vocación era y sigue siendo de fenómeno pop. De astro mediático, de estrello deslumbrante y verborreico incontenible con un toque filosófico de la Sevilla profunda. De rockero famosísimo a escala mundial, pero desperdiciado en bagatelas socialistas que en realidad, eran sólo un escalón en la subida al podio de la fama hasta colocarse nada menos que en Aquisgrán a la altura de Carlo Magno, Alcuino de York y Rabanus Maurus. Un desperdicio, obviamente, que eclipsó al que pudo haber sido el Bruce Springsteen de Heliópolis, el Miky Ríos de la Giralda, el Kiko Veneno de Triana o el Melendi de Los Remedios. 
 No cuesta nada imaginarlo vestido de cuero negro lleno de cremalleras por todas partes, una camiseta estampada de calaveras y tibias, brazalete con pinchos metálicos y haciendo cuernos en el escenario entre el índice y el meñique, en vez del puño y la rosa, que son ya una cursilada del más remoto ayer pabloiglesista, que ya no viene a cuento. Absolutamente demodè.

Lo de Felipe siempre ha sido el glamour. Y ya se sabe, genio y figura no se pierden nunca, ni en la sepultura. Y Felipe ha decidido que para que eso sea haga realidad, su mausoleo se lo va trajinar en vida que da mucho más empuje, satisfacciones y beneficios de todo tipo, que una vez fiambre y convertido en cenicilla de puro habano. Que luego si te he visto no me acuerdo, y así uno va revisando el material aprovechable y el desechable, porque luego, ya tieso como una cincha, las lenguas bífidas se ponen a escarbar y encuentran memorias históricas muy chungas y poco seductoras, o hasta se las inventan. Que hay hente pa tó. Así que mientras el muerto no esté en el hoyo, el vivo tiene que apuntarse al bollo, no al material solamente, que de ése ya se encargó él poniéndose un sueldo vitalicio muy bien calculado, sino del bollo del ego, que es mucho más escurridizo y cambiante que el otro.

Confieso que al empezar a leer la noticia me había dado un no se qué de arrebato animoso: 'Felipe González crea una fundación con su nombre para...' y me he parado, obedeciendo al imperativo del verbo 'parar' y sacando el término de su sencillo preposicionismo innato. Para, por favor, para. Y lee despacito, me he recomendado a mí misma. No te lances a tu idealismo eufórico e instintivo, no, no imagines lo que no es, ni te aceleres, que no va a fundar con su nombre un centro de estudios para combatir la pobreza desde la inteligencia, ni para reflexionar sobre los valores que nos faltan, ni para promocionar becas de Politología y Ética Social y Económica, sino '...para estudiar SU figura'. Ah, era para eso! Pues vaya plancha, camaradas. Este sopapo, aunque era previsible, no parecía tan próximo ni tan contundente. Es que no somos nada, hay que ver...inflarse tanto y luego, cuando el globo se pincha, nos quedamos así, pingajillo fashion con pretensiones atemporales, como las cadenas perpetuas camufladas, de la Ley Parot.

Tal que Ramsés II o Tutankamon, Felipe se construye previsoramente su pirámide, su templo dedicado a sí mismo, antes de que los nuevos tiempos le recuerden que los faraones y los emperadores no son dioses, sino que finiquitan como todos y de ellos sólo queda ceniza antes o después. Y olvido. Y polvo, que puede ser como el de Quevedo, enamorado, o sucio y molesto, como suele ser todo residuo desmigado de lo que ya no es. Felipe sueña con que en el futuro, cuando no esté, la gente se va a ocupar de su curriculum, de su maravilloso look. Y le está haciendo a su figura del futuro, a su res inextensa, la liposucción, el lifting, el peeling, las extensiones capilares y el botox. 

El cuidado de las momias dice mucho de sus ex-habitantes. Donde va a parar una momia preparada, con archivos y discos duros, con fotos y videos, entrevistas y discursos, que un saco de mojama petrificada con una máscara, por muy de oro que sea y mucho perfume de cinamomo que le coloquen, nada que ver con una cibermomia, reformateada por el fotoshop y la tecnología de las reproducciones que pueden conseguir hasta que un holograma la haga presente en tres dimensiones en los congresos y primarias de los socialistas del futuro, que pueda dar discursos dentro de doscientos años, como Paul y Ringo pueden seguir grabando con Harrison y Lennon, igual que si estuviesen presentes...quién tuvo, retuvo, se dice Felipe y se funda para sí mismo toda la reprografía necesaria, para que nunca haya malos entendidos ni interpretaciones torticeras de su paso por el mundo de la política española, ni ser jamás el convidado de piedra de ninguna reunión glamurosa.

Vistos y observados en el tiempo, los efectos secundarios del poder en los individuos que han llegado a los máximos cargos de responsabilidad política en España, o sea, Suárez, González, Aznar, Zapatero y Rajoy, una se pregunta qué tipo de gen se les inocula o les muta en el proceso del poderío, para que en el mejor y más sano de los casos, sea la dignidad del Alzehimer la última etapa más presentable de un hombre público. El resto de casuística es mucho más demencial y lamentable que la enfermedad del olvido, que para estos tipos, debería ser un alivio más que otra cosa. Y esto va para todos, menos para Adolfo Suárez, que fue coherente y desapegado del podium como el que más. Decente e impecable, modesto y honrado, elegante de alma y bueno de espíritu,  de principio a fin. A los demás no hay por donde pillarlos. Entre la paranoia delirante y bocazas y el dontancredismo residual, tipo alambre del pambimbo, se quedan inservibles para siempre. Ains.

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