lunes, 21 de octubre de 2013

La triste figura del cavaller Rodríguez

Apareció en la mesa de operaciones mediáticas, con la Doctora Pastor al frente del equipo médico poco habitual, dispuesto a hacerle la analítica completa y la revisión de la ITV, en un mismo protocolo. Hace un par de años se le conocía como "el Presidente Zapatero". Pero a estas alturas de la historia, del antiguo Zapatero remendador y desfacedor de entuertos, experto en poner medias suelas, tapas y punteras sociales a los agujeros del desgaste democrático del capitalismo, ya no queda practicamente nada. Del joven idealista, instigador de la esperanza en un mundo más justo y más sano, mejor repartido y menos cabrón, de la joven promesa socialista que consiguió levantar el ánimo a los españoles tras el fatídico y criminal 11-M, de aquella especie de elfo bondadoso, confiado y expendedor de el talante, ya no hay ni rastro. El Gran Hermano de Orwell ha conseguido reducirlo y dejarlo fuera de juego, al parecer, sin mucho remedio a mano. Perfectamente integrado en la granja que nunca se rebelará, porque dispone del confort y las comodidades necesarias para vivir como un marajá sin tener que dar ni hachazo.
Ha perdido la sabia y fresca inocencia necesaria para ser un lider de verdad. Y lo sabe. Se ha rendido y ha terminado como miembro vitalicio de un Consejo de Estado, que es como acabar en el fondo del mar, oxidándose junto a los navíos que, a través del tiempo, han ido naufragando y hundiéndose por la misma avería, en las aguas quietas y malolientes de la impotencia recompensada con una muerte larga y dulce que parece vida sosegada al margen de la vida activa, sin comprender que la vida sólo lo es porque se mueve, actúa y produce más vida, aunque esté en reposo. 

Pero si un socialista convencido, que ha trabajado en firme por el cambio y el progreso antes de dejarse vaciar por dentro, termina instalado en la poltrona de una columna rostral, reivindicando que España deber ser un Reino, pensando que una monarquía que nadie ha votado libremente, sino que vino impuesta por un dictador sanguinario y sin escrúpulos, es el mejor de los modos de gestión de un Estado democrático y que ante la barbarie de un gobierno depredador que ha tirado por tierra todos los logros por los que él trabajó en su día, no tiene nada que objetar, ni que decir, porque sus leyes de caballería y su sueldo vitalicio le obligan a mantenerse al margen de todo comentario desfavorable a la presente desgracia que vivimos, al margen de toda palabra que pudiera animar, esclarecer y reconfortar a los ciudadanos, lo primero que aparece es la sensación de que aquello tampoco fue verdad, sino un modo más de ejercer el poder y el engaño. Un anzuelo para contentar al populus ,el formato político del panem et circenses acomodaticio y facilitador de castas despolíticadoras y vaciadoras de sentido de la verdadera ciudadanía, palabra que al antiguo Zapatero le llenaba la boca y que el actual, se ha olvidado, seguramente bajo el trono de su malestad, en cualquier visita de cortesía para interesarse por la egregia gota y el reúma mayestático. 

El actual cavaller Rodríguez hace exactamente igual que el poder eclesiástico: acatar al que manda "sea quien sea" porque lo ha elegido "el espíritu santo" de una conveniencia determinada. La conveniencia puede ser errónea, ineficaz, interesada o mafiosa, eso es lo de menos; lo importante es el poder sagrado que detenta, un poder que le han concedido las urnas a base de engaños, pero es el poder y eso lo hace sagrado per se y le da carta blanca para el desguace del Estado de Derecho, que no es el estado que se sabe de memoria las leyes, sino el que vela por la única justicia verdadera aplicada a toda la sociedad, sin excepciones. Al exquisito paladín del respeto a lo que no merece respeto alguno, porque se ha desligitimizado por sí mismo, le parece que la Constitución tal y como está es la octava maravilla. Que Cataluña no hará nada por separarse de esta España que la quiere mucho y la necesita. Ni ha rozado siquiera la  posibilidad del concepto de Estado Federal, que al menos Rubalcaba sí se ha atrevido a mencionar. No ha dicho ni 'mu' sobre lo lícito y/o conveniente de una consulta democrática para saber a qué atenerse en el tema catalán. Nada sobre la ley electoral y de partidos. Nada sobre el parón de la  memoria histórica, quizás porque de repente se le encendió la luz y comprendió el absurdo oxímoron de soñar con la reividicación de la memorias de unos muertos asesinados  por la misma autoridad que hizo posible la monarquía actual, educando a su heredero personalmente y colocándolo donde está y él mismo le visita con tanto amor y comprensión mutuas. Nada sobre la corrupción. Aplauso a la Justicia que el pp ha fagocitado como cosa suya y derecho natural manipulable a gusto. Inaudito. Apabullante. Terrible. ¿Dónde está Zapatero? ¿Dónde se ha escondido el defensor de los humildes, de la igualdad, de la ley de dependencia, de la educación para la ciudadanía, de la justicia distributiva, de la transparencia y la denuncia de la corrupción, de la memoria histórica? ¿O quizás aquel Zapatero no fue nunca lo que parecía ser y el verdadero es el cavaller Rodríguez? 

Como buena idealista a la que no le es natural rendirse a las sospechas fáciles ni a las "corazonadas" negativas, confieso que esperaba a Zapatero en esa entrevista de Ana Pastor, con ganas de oir algo limpio y noble. Sin miedo, directo, valiente, tipo Miguel Ángel Revilla, por ejemplo. Autocrítico y crítico con lo que no funciona y lo que ha dejado de funcionar con el pp. Pero no. Para el domesticado, obediente y agradecido cavaller Rodríguez, todo es perfecto. A Rajoy no hay que decirle nada, que ya está haciendo, el pobre, todo lo mejor posible para dejar España como los chorros del oro. A la Justicia tampoco, que ella es muy apañada y no necesita sugerencias y mucho menos toques de atención. Al Parlamento, pues nada, que siga el orden maravilloso del rodillo, que ahora le ha tocado al pp y es justo que se ponga las botas legislando a su bola, como hizo el dúo sacapuntas de los Gonzaguerra, en su momento y el mismo Zapatero en el suyo, aunque es cierto que con mucho más respeto y estilo caballeresco, que los discípulos andaluces de Micer Monipodio. La banca y las finanzas seguro que se recuperan y llenan todo de brotes de todos los colores. Y sobre su malestad, pues eso, que se entienden muy bien, que se llevan de lujo, -ya pueden, ya- debe ser porque ambos se vieron con mucho poder regalado por la credulidad bobalicona de los ciudadanos, lo han usado muy mal y ahora están como unos zorros en la valoración de esos mismos ciudadanos que se sienten estafados, choteados, arruinados y pisoteados por el mismo poder en el que confiaron y que por lo visto con ellos dos demuestra una benevolencia inusitada, si se tiene en cuenta el mérito que han hecho y lo que les habría ocurrido a los ciudadanos si en cualquier empresa o trabajo hubiesen tenido el mismo éxito profesional que ellos han tenido y están teniendo en el suyo, que se supone que es y era gobernar para el bien común al servicio del Estado y no a costa de éste. Bastante es ya que todavía les permiten vivir como magnates, subvencionados  por los fondos públicos y no les llevan a las Tullerías, -más que nada porque encima habría que pagarles el viaje a París, y ya sería el colmo-, o los dejan en el paro con 400 euros mensuales, sin coche oficial ni escoltas ni perrito que les ladre, o les obligan a hacer lista de espera repagada para operarse en el Clinico o en el General de Valencia, o ponerse a la cola del INEM.
Suerte tienen de que España no sea Mesopotamia en la época de Hammurabi ni Francia en el último decenio del  siglo XVIII, ni Rusia en la primera mitad del siglo XX. Va a ser que después de todo han tenido un karma con buena estrella y los españoles una cruz, más digna de una plaga bíblica que de una democracia del siglo XXI.

En resumen: Zapatero missing. Y el cavaller Rodríguez derrotado. Suspenso en socialismo y en capacidad gestora. Cateado con un cero en empatía elemental con su propio país.

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