viernes, 4 de octubre de 2013

La avaricia y la comodidad son las madres de la pereza ética y la miseria social

Repsol calcó para los sondeos en Canarias las medidas ambientales de Málaga y Bermeo

El Cabildo de Fuerteventura incide en que los tres proyectos "no tienen nada que ver". El de Málaga es para extraer gas natural y en Bermeo trabajará a una profundidad de entre 185 y 385 metros. 
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Cuando la producción de petróleo amenaza con terminarse, los diplodocus de la economía cegata sólo rebuscan más sucedáneos de lo mismo con tal de no cambiar de perspectiva. Y si eso significa perforar la Tierra hasta el magma y provocar fracturas gravísimas en el Planeta que alteran su magnetismo, su eje y su rotación, provocando terremotos de altísimo grado como los de Haiti o Chile y tsunamis como los de Indonesia y Japón,  pues todos tan contentos. Porque "no pasa nada" y "todo es alarmismo". Puras coincidencias sin mayor importancia. Lo verdaderamente transcendental es la pasta. Y el poder que la pasta concede. Así estamos al borde de la destrucción sin ni siquiera pensarlo. ¿Para qué? ¿Qué tiene que ver eso con mi coche, con mi moto de alta cilindrada, con mis electrodomésticos, con mi móvil de última generación y los modelitos que me compro hechos por manos esclavas que ni veo ni me importan? 

Si para seguir consumiendo hay que morirse, pues "tampoco pasa nada", porque hasta que eso llegue seguro que la ciencia va inventando el elixir de la inmortalidad que  permite vivir para siempre enganchado a una bombona de butano desbutanado, que conserva muy bien los tejidos orgánicos y un spray mágico que quita la contaminación ambiental aunque luego bloquea el  metabolismo y achicharra las mucosas, pero eso se alivia con un bálsamo de Fierabrás que aunque produce caspa y convulsiones, ayuda mucho a recuperar el tono muscular, eso sí, tiene efectos secundarios y se caen los dientes, pero el odontólogo te puede hacer implantes con titanio masterizado, es cierto que con eso se cae el pelo, pero queda muy bonito al sonreir....y así se van cumpliendo velitas en la tarta del esperpento hasta que la eternidad se  convierte en un hangar infinito donde los sanitarios robots mecánicos reponen pulmones de fibra óptica, corazones de nitrógeno hiperhidrogenado a temperatura ambiente, cerebros de cuarzo trasparente, tronco de acero inoxidable con viscolátex y extemidades de una aleación estupenda entre hojalata domótica, gel de vinilo y papel albal mezclado con polietileno y relleno de metacrilato en pasta blandiblú. Vamos, un futuro divino de la muerte.

La pena es que a esas alturas suele llegar el doctor Alzehimer, patinando por el cuarzo cerebral, entre los ángulos del sistema cristalográfico y uno ya está como la jaca de los títeres y ni se acuerda de quién era ni de quien es, y casi mejor que sea así, porque si se pudiese recordar, sería terrible. Un shock.

Todo un disparate sin el menor sentido, todo, menos hacer lo más lógico. Lo más simple. Recuperarnos como seres humanos y recuperar nuestro Planeta. Nuestra capacidad autónoma para sobrevivir y para prosperar sin dañar a nadie ni a nada. Reponiendo y rehabilitando, en vez de destruyendo y arrasando. Aprender a vivir bien sin esquilmar el medio ni al prójimo. No es tan difícil. Al contrario, es mucho más fácil que este calvario sin pies ni cabeza.

¿Por qué vivir pagando un pastón por la combustión de sustancias tóxicas pudiendo vivir de la incandescencia solar, de la fuerza que desprenden las mareas , la fusión atómica y la energía del viento, que son gratis? ¿Por qué morirse poco a poco envenenados por el plástico, si podemos hacer envases reciclables de papel, madera, cerámica y vidrio, creando un montón de puestos de trabajo no contaminante? ¿Por qué intoxicarse con medicamentos venenosos que para curar una cosa enferman tres o cuatro órganos, si disponemos de un extraordinario laboratorio natural, un jardín botánico planetario lleno de agua, de plantas, de sal marina y de alta montaña, de minerales y arcillas terapéuticas? ¿por qué vivir como objetos mecánicos atados a necesidades inventadas cuando podemos hacerlo en libertad consciente y feliz? ¿Por qué vegetar con hostilidad, rivalidad y desconfianza, pensando mal de todo y de todos, cuando podemos elegir la convivencia pacífica, respetuosa, inteligente y solidaria? 

Ahora contamos con el poder de nuestras mentes, que en este momento histórico están mucho más cerca de alcanzar estados de creación y modificación de planos ontológicos, pero nunca llegaremos mayoritariamente a esa plenitud mientras no cambie nuestra emocionalidad primaria. La ambición egocéntrica. El egoísmo. La violencia. La manipulación. La mentira. Los celos, la envidia, el miedo y la prepotencia. Todo eso es el freno que debe desaparecer para alcanzar el estado esencial en que se supera la necesidad y se tiene acceso a las fuentes de la evolución y de la verdadera prosperidad, que es el bien común compartido por todos, desde el libre albedrío. Sin que haya una "obligación" externa para cumplirlo. Sin premios ni castigos. La felicidad es la gratificación espontánea y natural en ese estado. Es el "solo Dios basta" de los místicos, que no es algo religioso ni excéntrico, sino vital. El mundo nuevo. El Shambala de los orientales. Algo que ya existe en nosotros pero que debemos descubrir, como el sexto continente.

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