lunes, 28 de mayo de 2018

Moción contra la corrupción (y para recuperar tiempo y dignidad)

El PSOE no debe reincidir en el error de mostrar reticencia a que desde ERC o PDeCat se vote a favor de la candidatura de Pedro Sánchez

<p>El J.R. Mora de hoy: Los certificados de credibilidad de Rajoy (26/05/2018)</p>
El J.R. Mora de hoy: Los certificados de credibilidad de Rajoy (26/05/2018)
J.R. Mora
27 de Mayo de 2018
Queremos sacar a Guillem Martínez a ver mundo y a contarlo. Todos los meses hará dos viajes y dos grandes reportajes sobre el terreno. Ayúdanos a sufragar los gastos y sugiérenos temas (info@ctxt.es).
¡Por fin! Tal fue la exclamación que salió de muchos labios al correr la noticia de que el PSOE iba a presentar una moción de censura contra el presidente del gobierno de España, Mariano Rajoy. Tal tono de esa especie de grito compartido expresaba la común sensación de que había llegado la hora en que se iba a hacer lo que debía haberse hecho mucho antes o, al menos, lo que desde tiempo atrás –¡años!– se pensaba que habría de llegar. Ese “por fin” que recogía expectativas que se pueden calificar de jubilosas sonaba, sin duda, a satisfacción, no sólo por afrontar la ominosa situación representada por un gobierno hundido en el lodazal de la corrupción, sino incluso por lo que suponía de ir “en busca del tiempo perdido” –el título de Marcel Proust nos permite subrayar que lo que ahora acontece debió ocurrir mucho antes–.
La moción de censura planteada por Pedro Sánchez como secretario general del PSOE tiene toda la razón de ser por cuanto una sentencia judicial ha confirmado, con las correspondientes penas a los declarados culpables, la trama de corrupción –“corrupción institucional”, dice la justificación de la condena– de la que durante años se sirvió el Partido Popular y se aprovecharon destacados dirigentes suyos. Si éstos se enriquecieron personalmente de modo escandaloso, el partido como tal, según la sentencia, se lucró con toda una red ilegal para nutrir su “caja B”. Que el presidente del gobierno y del partido no esté entre los condenados no es objeción alguna contra una moción de censura a todas luces merecida, pues en todo caso ahí está su responsabilidad política por los hechos delictivos ahora juzgados.
Que el presidente del gobierno y del partido no esté entre los condenados no es objeción alguna contra una moción de censura a todas luces merecida
Para colmo, en el mismo texto de la sentencia queda recogida la apreciación hecha desde el tribunal acerca de que la declaración del presidente Rajoy cuando fue llamado como testigo no supuso para sus palabras la credibilidad suficiente; es decir, queda la sospecha de que no dijo la verdad –lo cual puede ser a su vez objeto de delito–. Que la sentencia no se considere firme, en tanto puede ser recurrida ante el Tribunal Supremo, como por lo demás se ha anunciado, no es argumento contra la moción ya registrada por cuanto, aun en el supuesto en que se modificara la sentencia emitida, la cuestión de la grave responsabilidad política de Rajoy permanece tal cual. De hecho permanece desde 2013, cuando ya se planteó la posibilidad, siendo Alfredo Pérez Rubalcaba secretario general del PSOE, de que se acometiera esa moción de censura contra quien presentaba un tal déficit de legitimidad que hacía de suyo imposible que desempeñara dignamente la responsabilidad de presidir el gobierno de España. Lo grave es que tal indignidad ha supuesto tan gran deterioro institucional para el Estado que, como se podía vislumbrar desde entonces, ubicaba en tal situación no sólo la política que se hiciera en España, sino lo político como ámbito, lo cual ponía como urgencia de la máxima importancia proceder a una moción de censura por razón de dignidad democrática. Ese era el motivo fundamental de la negación a que, en su momento, de nuevo fuera investido Rajoy como presidente. Ahora quedan realzadas las razones de quienes nos oponíamos a una claudicación democrática de ese calibre, la cual, además, conllevó situar en la presidencia del ejecutivo a quien ha contribuido con indolencia culpable a agravar la crisis territorial de nuestro Estado con su irresponsable inmovilismo ante el conflicto que se vive en Cataluña.
Pero llegó el momento en que ha sido insoslayable para el PSOE y para su secretario general dar el paso hacia una moción de censura a todas luces inexcusable. Y justamente al día siguiente en que el gobierno del PP consiguió que se aprobaran los presupuestos generales del Estado y celebraba no sólo ese éxito, sino la pericia de un presidente capaz de asegurar la estabilidad del país para su prosperidad económica –a tenor de las efusivas declaraciones de los portavoces populares–. Sucedió, sin embargo, lo que constataba precisamente uno de los personajes del mencionado Proust, para decirlo, en aplicación negativa, del personaje ahora censurado: “muy a menudo basta con volver del revés las reputaciones que forma la gente para juzgar exactamente a una persona”.
La figura de Rajoy se ha desmoronado y el PP no ofrece más que la imagen de una formación política hundida en el descrédito. Con todo, eso no impide que deslenguadas portavocías suyas recurran al cinismo que tan incorporado tienen en su discurso como para acusar al PSOE de oportunismo o a su líder de “Judas” que vende España al separatismo catalán con tal de llegar a la Moncloa. Que digan eso sin inmutarse especialistas en expolio nacional organizado ya es todo un ejercicio que redunda en autoacusación de corrupción ante la opinión pública. Nada pueden lograr a su lado las peticiones de perdón a la sociedad española que algunas voces del PP han llegado a enunciar. Recaen en el cinismo peticiones de perdón cuando no hay traza alguna de arrepentimiento y, siendo siempre difícil la conjugación del lenguaje del perdón en el espacio político, resulta insostenible pedir perdón cuando se escamotea la condena penal, como si con ello se quisiera restar fundamento a una moción de censura para recuperar la dignidad perdida. Salvando una distancia que en ningún caso puede dar lugar a confundir hechos, vale recordar aquello de Jankélévitch al descalificar como broma pesada plantear el perdón cuando el culpable nada en la abundancia, enriquecido por el “milagro económico”, en este caso, el de la multiplicación de fondos para campañas electorales y el de la acumulación privada de capital en paraísos fiscales.
resulta insostenible pedir perdón cuando se escamotea la condena penal, como si con ello se quisiera restar fundamento a una moción de censura
No por ser necesaria y plenamente justificada se presenta fácil la moción de censura del PSOE. Ha de hacer frente a la intoxicación mediática que se ha activado contra ella, curiosamente por quienes se han acomodado al hedor de la corrupción sistémica del PP. Ha de lidiar con la arrogancia de un partido que se ve en la cresta de la ola demoscópica, pero al que esto ha pillado con el paso cambiado: Ciudadanos, que se apresta al juego que quiere ser ventajista de una “moción instrumental” que la Constitución no contempla –¡ese partido, que va de constitucionalista inmaculado!–, para plantear con intención de boicoteo que el candidato no ha de ser ni Rivera ni Sánchez. Sólo falta que al “modo italiano” proponga un tecnócrata, tan a gusto de los “naranjas”. Y, para que no falte nada, Ciudadanos se niega a coincidir en el voto con los independentistas, cuando hace unos días, sin ir más lejos, no tuvo empacho en compartir con el PNV el derecho a decidir el apoyo dado a los presupuestos del Estado presentados por el gobierno del PP.
Desde el PSOE se acepta convocar elecciones en un plazo breve, lo cual es razonable, pero no siendo algo inmediato de un gobierno “instrumental”, lo cual no es menos razonable. No es cuestión baladí generar un clima en el que la dignidad democrática pueda ciertamente recuperarse. Mas para ello es claro que hay que contactar con otras fuerzas políticas, de lo contrario quedaría imposibilitada cualquier acción de gobierno dada la composición del Congreso. Llegar a ciertos acuerdos en políticas sociales urgentes con Podemos no es descabellado, como tampoco lo es abrir alguna puerta al diálogo que tan necesario es en Cataluña y el Estado. Nada de eso es hacer concesiones fáciles o gratuitas, sino establecer condiciones de credibilidad y confianza para abrir paso a lo necesario, sabiendo que no faltan quienes quieren seguir declarándolo imposible. El PSOE no debe reincidir en el error de mostrar reticencia a que desde ERC o PDeCat se vote a favor de la candidatura de Pedro Sánchez; primero, porque están en su derecho de hacerlo y, segundo, porque no deja de ser, si así fuera, expresión de una voluntad de aproximación de posiciones que nos es imprescindible. Hay que neutralizar pues, la coartada españolista para que los fantasmas que desatan, como ocurrió en el pasado, y padeció en sus carnes quien era y ha vuelto a ser secretario general del PSOE, no impidan abrir la etapa nueva que puede iniciarse. Marx nos advertiría: si la primera vez acabó en tragedia, no dejéis que una segunda se os convierta en farsa. ¡Hablemos!

Autor

José Antonio Pérez Tapias

Es catedrático y decano en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Granada. Es autor de Invitación al federalismo. España y las razones para un Estado plurinacional. (Madrid, Trotta, 2013) 
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Eso es, ¡hablemos!, y que no monologuen, que es lo único que han hecho desde 2015 hasta aquí. Monologar sin escucharse, olvidando que en las urnas no se votan banderas ni gestos ni oratorias, sino propuestas y gestiones eficaces y decentes de las que hay dar cuenta a la ciudadanía sin escaquearse ni ampararse en la niebla farragosa del partido de turno. Las urnas no son un instrumento al servicio de los aparatos de poder, sino un mandato social para que se haga la política necesaria  al servicio del bien común, no para llenar los bolsillos de unos cuantos. A los votantes nos traen al fresco sus rifirrafes intra muros, sus piques o sus juegos de tronos, sólo queremos que trabajen y cumplan sus deberes con responsabilidad, que no se den la vida padre a costa del prójimo y no nos dejen tirados ante los problemas que no son capaces de resolver, los unos por desgobernar el caos que han creado con su poca vergüenza y los otros por dormir la siesta en el escaño durante legislaturas enteras, mientras dejaban pasar el tiempo y hasta que les llegue el turno, permitiendo mientras a una calamidad bíblica como Rajoy hacer de su capa un sayo, pitorrearse de la justicia, destrozar Catalunya y el resto del estado, creando una economía a la carta para el clan de los genoveses y su entorno, consintiendo encantados que el Ibex35 dirija las maniobras, trate de hundir a la izquierda y se saque un partido artificial de la manga, como esa falacia guiñolesca de C's.
Necesitamos unas leyes que no permitan que estas barbaridades se repitan una vez y otra. ¿Alguien se imagina qué harían en  cualquier empresa si los jefes de las diversas secciones se comportasen como lo ha hecho el partido popular destrozando España o sea, arruinando  "la empresa" y dejándola para el arrastre? No habrían durado dos telediarios y habrían acabado en la cárcel al primer intento de saqueo. Necesitamos unas leyes que nos permitan expulsar de los poderes públicos a cualquier político corrupto, ya sea presidente, ministro, diputado, senador, alcalde o el mismo Jefe del Estado si se comporta como lo hizo tantas veces el rey (de)mérito, quitarle el cargo, el acta y el sueldo y sancionarlo con la prohibición irrevocable de volver a ejercer cualqueir función pública. Eso sería  una democracia real y no este muladar.
Que hayamos respirado un poco mejor con la moción de censura no significa que esperemos maravillas de un Pedro Sánchez que ya nos ha demostrado su indiferencia total ante el sufrimiento social a pie de obra y que los cambios sólo los hace a favor del viento que sopla para lo que él quiere, no para lo que la ciudadanía necesita. Si ahora presenta esa moción, sólo está cumpliendo con un deber abandonado que ha ido posponiendo y retrasando a su bola y sin tener en cuenta su grave responsabilidad. Que sea el único madero que flota al rededor del naufragio, no quiere decir que vaya a salvar a todo el pasaje ni a toda la tripulación. Salvará, tal vez, los muebles del camarote de Feraz, pero se seguirán ahogando los pasajeros del barco.

Me encantaría compartir el optimismo del Profesor Pérez Tapias, me encantaría un gobierno de crisis a la valenciana o a la portuguesa que hicera limpieza general, pero no puedo creer en ello con el equipo de limpieza  que estoy viendo. Con escombros podridos y llenos de moho, no se puede construir nada sólido. Pedro Sánchez no da la talla ni de coña de lo que se necesita ahora, después de haber desperdiciado las ocasiones de oro de 2015 y 2016 y de confundir la España plurinacional teórica con la aplicación práctica del 155 rajoyano y demócrata suicida más el apoyo silencioso y reverencial a un merluzo arrogante y cortísimo de miras que solo quiere seguir apalancado en el sillón presidencial para no perder la impunidad oficial de que goza y no acabar en la cárcel como responsable global de toda la basura que se ha ido acumulando en el estado.
Sánchez no se cosca de lo que hay. Parece proceder de otra galaxia, No se entera de nada, vive en Wonderland. O sucede un milagro y el Universo Inteligente le da la vuelta como a un calcetín, de un día para otro o lo mejor que puede suceder es una convocatoria de elecciones lo antes posible y que la gente vote lo más decente, que es la izquierda. Mientras eso no suceda, esto no tendrá arreglo jamás. Sobre todo porque aún hay muchos votantes que, erróneamente, a base del lavado conjunto de cerebro social y de la sempiterna letanía mediática y bloqueante, consideran izquierda al Psoe actual, cuando es simplemente un centro semi-izquierda acomplejada, miedoso y temblón, que no se atreve a ser lo que dice que es si no tiene al lado socios y apoyos éticamente más lúcidos y comprometidos con la conciencia más clara y despierta, que le canten las cuarenta cuando sea preciso, como pasa en Valencia y en Castilla La Mancha o en tantos municipios donde el triparito gobierna muy bien. El Psoe está como un abuelo centenario lleno de miedos e inseguro por si se cae con cualquier traspiés, pierde la dentadura o se hace de todo encima. Necesita que le acompañen y no le dejen solo porque se pierde y no recuerda el camino de vuelta a casa ni donde ha dejado los dodotis.

Lo siento, Pérez Tapias, pero es una pena que tú no seas el secretario general y que te hayas tenido que ir con la conciencia a otra parte por falta de escucha y de nivel lúcido. Eso ya dice mucho del futuro de ese partido como bastión socialista y obrero, sólo queda un partido español, a la altura del horizonte ínfimo de Rivera, que sólo ve españoles y de Alfonso Guerra que sólo ve rojos amenazantes y desestabilizadores en la calle. Tal para cual, pero no para un presente con futuro.

Mi natural es optimsita y me gustaría ver el panorama de colores plurales bien conjuntados, con un fondo rojo y verde natural, sin agobiar a nadie, pero esto, tal y como va la cosa, lo veo muy gris merluza y a ratos, aunque no quiero, hasta negro coltán. ¡Fíjate!
A pesar de la calamidad a tutipén, nada me gustaría más que equivocarme de medio a medio y le pediría a Sánchez, que a todos los que comparten mi estado de expectativas ínfimas y nulas, nos dejara fatal con ese pronóstico que nos resulta ya desesperante, de verdad. Ains!

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