lunes, 28 de mayo de 2018

Así se escribe la historia


La docencia sobre pseudoterapias como la homeopatía sigue teniendo hueco en la Universidad pública

Pastillas homeopáticas.

Aunque su enseñanza está en retroceso, en un puñado de campus todavía se imparten materias o títulos sobre técnicas sin aval científico.

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¿Te imaginas, Elena Herrera, que hiciesen contigo lo que tú prentendes hacer con la homeopatía?
Fíjate en esta posible noticia:
"La credibilidad del periodismo sin más fundamento que la servidumbre a los grandes holdings farmacéuticos sigue teniendo hueco en las redacciones de los diarios on line, sin que nadie verifique la autenticidad y los contenidos reales de la des-información. Una chavalita cualquiera, -que véte a saber con qué credenciales de periodismo ciéntifico cuenta, si aquí se saca un master hasta Espinete, sin que eso signifique ninguna garantía de conocimientos prácticos de nada- se presenta como periodista sin  que nadie sepa si lo es en realidad ni qué certificados académicos la avalan en serio y no en el mero papeleo de oficina.
Después de lo que estamos viendo diariamente, nadie está a salvo de ser un timo laureado con una ex-licenciatura y actual "grado" sin especificar la calidad, la profundidad, ni la veracidad de un conocimiento certificado de trámite que ya no cubre ni los mínimos más elementales a base de los recortes académicos del plan Bolonia unidos al negocio redondo de los masters -que acreditan que  cualquiera que pague esté enchufado o las dos cosas.
En estas condiciones ¿quién garantiza la veracidad y la exactitud de la información? ¿La experiencia del primero que ha oído campanas y no sabe dónde? ¿El medio que lo publica? ¿O la empresa del Ibex35 que ha invertido en el negocio de las farmacéuticas y tal vez es socia benéfica del medio publicador o benefactora del esribidor o escribidora de turno? 
En tal vacío de sustancia real, tramar mentiras, bulos, desacreditaciones y marrullerías es lo más fácil del mundo, sobre todo en una sociedad, no ya líquida, sino gaseosa, por lo insustancial y evanescente de su consistencia ética, cognitiva y analítica. Una sociedad especializada en el impacto superficial de la publicidad hecha noticia mucho más que en la sustancia real de lo que se debería transmitir y comunicar, mientras se hace de la mentira y la confusión una repulsiva red antisocial, porque su objetivo es enfermar y aniquilar la conciencia colectiva, reduciéndola al mercado del impacto y de la competición, con la misma brutalidad del Paleolítico y del primer Neolítico, se está reduciendo el periodismo chapucero al mismo uso que entonces se hizo del hacha de sílex, de la cerbatana o la catapulta.
No es posible que ninguna ciencia válida avale esta degradación del conocimiento, del pensamiento y los valores humanos, que por otra parte nungún científico en condiciones podría avalar jamás por falta de pruebas que demuestren su capacidad para informar con fundamento y no con comadreos de bajísima estofa, que insinúan pero no demuestran ni datos ni casuística comproblable ni más fundamento cintífico a pie de obra que la descalificación. Este pseudo-periodismo, que de vez en cuando asalta los medios sobre todo los digitales, -seguramente porque no dejan huella impresa y, gracias a ello, el material incómodo una vez descubierta su ínfima credibilidad y hasta su toxicidad, se puede hacer desaparecer con un golpe de tecla-, no debería tener cabida en ningún medio  que pretenda ser digno de crédito y no solo de suscriptores y accionistas con pasta y glamour.
Mejor será que si se busca información seria, se vaya a  las fuentes directamente y la ciudadanía, organizada en observatorios cívicos, se esfuerce en buscar documentarse en limpio y juzgar por su cuenta los acontecimientos, sin que le laven el cerebro como negocio y sistema de ganarse la vida, mientras pagan por leer lo que les merma el acceso a la realidad. 

¿Quién mueve los hilos de esa red de infundios espurios sin comprobar en ningún sitio digno de crédito? Tal vez sean los lectores quienes deban encargarse de investigarlo por su cuenta conectando con el medio en cuestión e informándose de primera mano sin milongas refritas en el hilo musical.
¿Qué mejor modo de emplear el tiempo libre, en vez de colgarse de las series y las tertulias vacuas aposta, -que en el fondo son todas la misma inanidad chupatiempos-, que dedicarse a juntar pistas, señales, coincidencias, contrastes, disonancias y consonancias, conectando con los actores del psicodrama, hasta obtener la visión lo más completa posible del paisaje desinformativo y experto en confundir mucho más que en aclarar? ¿Cómo se podrá dilucidar  nada en un medio ambiente superficial y restrictivo por necesidad que ni siquiera distingue la verdad de la mentira y la simulación y da por buena cualquier noticia que incomode, escandalice, ridiculice o calumnie solapadamente?"

Imaginad, Elena Herrera y todos los periodistas de ese estilo, que de repente apareciesen en los medios y en las redes artículos en ese plan. ¿Cómo os sentiríais? 

Pues hazte una idea, querida teclilla, de cómo se sienten los médicos, farmacéuticos y pacientes que desde hace más de dos siglos se vienen curando con el uso de la homeopatía, a la que despreciando métodos como el de los doctores Hannemann y Jenner, los negociantes y periodistas ignorantes o comprados, ponéis a parir sin más fundamento que el de sus empecinados detractores sin motivos reales, sin molestaros en averiguar y conocer la realidad vista desde otros puntos de vista, y por qué esos detractores persiguen una "pseudociencia" que no lo es, porque tiene fundamentos y resultados materiales  con garantía, por eso se estudia en la Universidad pública que aún mantiene en alto su libertad de enseñanza y no se ha vendido al establishment de Cifuentes & comppany, en vez de tener la humildad de reconocer que la especialidad de una ciencia médica matarife como "la legal de verdad" según ellos opuesta a la homeopatía, en vez de considerarla complementaria y paralela, no es falsa por ser distinta, sino porque hace daño y mata a los pacientes, como hace la quimio y la radio, o los medicamentos supertóxicos y tantas veces mortales (sólo hay que leer los prospectos y repasar estadísticas de muerte por tratamiento halopático y schock medicamentoso), que de 'terapias' -therapía en griego significa curación- no tienen nada porque nada curan, sólo agreden tanto los tejidos enfermos como los sanos hasta destruirlos; no curan jamás, en el mejor de los casos sólo permiten una supervivencia pésima y fármacodependiente de por vida, una vez sufrido un calvario inhumano. Y otra cosa importantísima a considerar en la salud psicoemocional del  ser humano: nadie se puede curar si no quiere curarse y cree que la curación depende solo del alivio y delas intervenciones galénicas, no de la regenaración interna y de los motivos para vivir y seguir en pie, cuyo pack es la base de las razones para vivir.
La homepatía cura y alivia, sí, sin agredir ni matar nada ni a nadie, al actuar, -partiendo de una química infinitesimal e inofensiva pero no ineficaz-, desde la física dinámica de la dilución porque además del cuerpo, mediante el estímulo de sus defensas naturales, sana emociones y actitudes que producen y sostienen la enfermedad como caldo de cultivo.
Pero hay una realidad indiscutible: las medicinas deben personalizarse siempre. Ningún ser humano es idéntico exactamente a los demás, por su combinación genética, por su forma de afrontar la vida, y por su elección vital ante las circunstancias y los cambios que las circunstancias causan en cada una de nocotras. Las huellas dactilares como el iris de los ojos, nos revelan la singularidad de cada ser. Eso indica que la medicina aplicada como un chocolate para todos es un peligro para muchos más que una solución. Precisamente la homeopatía se ocupa de ese detalle: personalizar al máximo el preparado y la terapia en singular, cada paciente es un mundo y debe tener su forma de sanarse adecuada.

¿Sabes, Elena Herrera, que en la UE la homeopatía es un tratamiento normal que recetan los médicos de la Seguridad Social de cualquier país civilizado y que fabrican farmacéuticos como los laboratorios Boiron? Si la OMS ha certificado desde siempre su validez como ciencia médica acreditada y con resultados más que demostrados, ¿será un país como España a la cola del I+D+I y la vergüenza del Europarlamento en todos los aspectos, el pionero en ciencia y en ética científica, con autoridad suficiente para explicar internacionalmente la falacia de algo como una ciencia médica bicentenaria, de eficacia terapéutica experimentada sin duda en tantos casos? ¿Qué médicos y farmacéuticos serían tan imbéciles como para arruinarse recetando específicos que no hacen nada jamás? ¿Acaso los enfermos seguirían yendo a sus consultas sin no curasen nada ni mejorasen ?
Con esa actitud España revalida una vez más su bajísimo índice de evolución cultural y hace el ridículo constantemente. Te recuerdo que a los dos únicos premios Nobel de Medicina españoles, Ramón y Cajal y Severo Ochoa (a Ramón y Cajal lo persiguieron por emplear la hipnosis en los partos y el control mental como analgésico en las enfermedades dolorosas crónicas, porque los pacientes le pusieron en un pedestal y eso le hizo 'sospechoso'; les hicieron la vida imposible a base de zancadillas y negruras sin cuento, tanto que Ochoa tuvo que emigrar para poder investigar y trabajar con decencia y que no acabasen con él. Ver a la prensa "libre" atada y bien atada con las mismas cadenas de lo viejuno, es patético y muy triste. También bochornoso.

¿Es posible que algunos periodistas españoles sean tan lerdos que no vean en esta lucha estúpida y cerril contra una parte de la ciencia y del conocimiento de la naturaleza que desconocen, la misma cerrazón del pp contra los catalanes y de los catalanes supremacistas e insensatos contra todo los pueblos españoles en un misma onda de rechazo y los mismos enjuagues de las empresas del Ibex35 con su red naranja dispuesta para acaparar el mercado carísimo de los lobbies farmacéuticos y suprimir las terapias más simples, sanas y accesibles, arruinando el bolsiloo y al estado si se empeña en no privatizar los servicios sanitarios? ¿Sabes cuál es el problema de la homeopatía para España? Su precio, sí, la sencillez de su fabricación y los resultados inexplicables para fanáticos y torpes, a los que, como garrulos de ppro, es facilísmo convencer de que algo tan barato sea bueno y cure algo.
¿Te imaginas en qué estado se quedaría el negocio de la enfermedad, si la gente se despertase y cambiase de perspectiva respecto a la salud y descubriese la verdad del flautista de Hamelin capitalista terminator  acompañando al desnudo rey dejado en cueros por sus amigos los sastres timadores del traje invisible forever young de cualquier Gürtel de pro?
Que lo sepas, guapa, el mismo miedo que les dan las renovables y alternativas energérticas naturales, y gratis como el sol, el viento o las mareas, les da la homepatía. Y un flaco favor se hacen a sí mismos esos medios de comunicación tan "listos" que apoyan la incoherencia de perseguir en el tema de la salud lo contrario de lo que critican en enconomía y en política, sin ver que es más de lo mismo.

Se supone que el informador profesional, con un código deontológico medianamente potable, antes de escribir lo que le soplan debe cerciorarse de algunas cosas:

a) Estar seguro de que esa información es verdadera y no un cuento chino.

b) Plantearse si servirá para cooperar al bien común o sembrará el desconcierto y el malestar innecesario en los lectores al ponerlos de uñas sin más objeto que tensar la sociedad y confundirla con noticias imprecisas y sin base tangible.

c) Preguntarse a quién sirve su trabajo: ¿a la libertad de la coniencia colectiva o al bolsillo propio y de los mecenas del Ibex de turno, por encima de todo?

d) Optar por el silencio hasta que se haya investigado la credibilidad de las informaciones.

f) Para chismes y bulos ya están las redes sociales. La prensa, se supone que  es otro nivel y hay que saberlo e integararlo en la conciencia propia antes de ejercer el periodismo. Pero ¿hay conciencia propia o todo se reduce a un eco del eco que tintinea en el bolsillo o en la escalada profesional del enchufe amiguista y colega?

Ya sabemos que España es un pozo tardofranquista de basura social e informativa, naturalmente, y no porque no haya medios, sino por lo mediocres que son la inmensa mayoría de los medios miedos. Por eso quienes se dedican al periodismo en este país sólo pueden ser honestos sin futuro en el punto de mira constante del gran lobby feroz o sumisos incondicionales para poder comer. O La Marea o La Razón, ABC y todos los demás compinches. O la decencia precaria o Florentino bien pagado. O Público y CTX o todo lo demás.

¡Qué calamidad, xd!









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