jueves, 31 de mayo de 2018

Crónica de un batacazo monumental



Acabo de ver durante un rato largo la moción de censura. Por fin respiro. Esta inmundicia de años se acaba entre hoy y mañana, podemos asegurarlo sin duda alguna. Y no porque Pedro Sánchez se haya tenido que esforzar demasiado. Rajoy se encarga de enterrarse solito en el pozo del fracaso, mientras sus conmilitones y súbditos aplauden el ritual tan pepero de dar aplausos y festejar los funerales de sus dirigentes para despedirles con tanto afecto como ganas de quitarse de encima los marrones. Seguramente apluden más por alivio que por otra cosa; cada vez que abre la boca el pontevedrés cae más bajo, enrocado en su hundimiento, evita entrar en cualquier reflexión que tenga que ver con todo lo que se le reprueba y se le exige como respuesta. Erre que erre solo se ocupa de poner a Sánchez como un trapo a base de repetir el mismo mantra: usted dijo entonces...usted no comprende, usted no sabe, usted dijo esto, evitó decir lo otro, y cita frases compulsivamente inconexas, haciendo referencias tópicas y machaconas, una perorata carente de argumentos con la mirada perdida, y como los falangistas, impasible el ademán, y cara a un sol de verdades que esta vez cantan La Traviata, mientras el sermón carece absolutamente de sentido de la realidad, del ahora. No tiene conciencia del presente, no responde, no escucha, huye como siempre hacia adelante, con el mismo paso retórico que aplica en su peculiar modo de hacer yoging. Como si fuese una batidora, un secador de mano o un molinillo de café, a trompicones mentales y un toque repetitivo de  asperger.
Mariano es la derrota personificada. Aunque le está acostando asumir la mortalidad de su legislatura. Pero cuando toca, toca. A todo cerdo le llega su San Martín y de poco vale aferrarse a la vida en plan garrapata cuando ésta ha llegado a su final. A más resistencia peor agonía, a más serenidad y lucidez, mejor desenlace para el que se va y para los que se quedan.
Ya que te vas, Mariano, vete bien, dignamente y con un último gesto que al menos deje una rúbrica menos zafia y miserable de lo que has ido dejando como herencia política, por ejemplo, pidiendo perdón por tus inconmensurables errores que en tantas ocasiones han sido dramáticos, crueles y trágicos para tantas familias.
Tengo la sensación de que cuando este desagradable episodio termine, España se recupere del trauma emocional y retome el resuello, o sea dentro de unas horas, aquí en Valencia van a sonar  unas cuantas tracas para celebrar el adiós más deseado desde que despedimos a Aznar por la misma puerta de la indecencia unida a la masacre del 11M. 

Una nueva España llama a la puerta con insistencia urgente y hay que abrirle cuanto antes. Los milagros sí son posibles cuando la inteligencia colectiva supera las inercias perezosas del miedo y la comodidad. Una vez quitado el tapón de los ya im-ppoppulares y con la experiencia dura de los Pedros y los Pablos metepatas del pasado reciente, aliñada con la conciencia lúcida y sensata de catalanes y vascos, de momento, estaremos a salvo de los orcos, del golum montoril y su anillo, de Sharuman y de Mordor en primera línea.
Después de esta ruptura de esquemas idiotas, la ciudadanía es posible que aprenda de este episodio interminable y desgraciado, por encima de banderas y símbolos manipulables que intentan separar lo inseparable, el valor de  la conciencia común, y  a valorar a los hermanos nacionalistas desde otro punto de vista y seguramente verá más posible, cercana y deseable, con toda la razón, el futuro inevitable  de una república federal y solidaria, civilizada, antes que una monarquía inútil y ultradesnortada que en casos de emergencia gravísima se pone al lado del problema y no  de la solución como pasó con Catalunya y el Rey hace unos meses. Una monarquía que toma partido para aferrarse a una historia que desde hace tiempo ya no es la suya. El motivo: la conciencia civilizada de vascos y catalanes, que  es la que permitirá con sus votos darle el pasaporte a la ignominia de una tiranía fascista y corrupta hasta las trancas, camuflada de partido democrático. Los denostados "separtistas" también nos salvan de la quema y nos apoyan en una liberación histórica que también es la suya: el bien común. ¡Olé por ellos y ellas!

Mariano no se imaginaba lo que se derivaría del destrozo del estatut y la demagogia soberanista que ha impulsado desde siempre  el centralismo pepero, con el intento de aplastar el nacionalismo catalán mientras pretendía  sobornar a los vascos, después de devaluar y considerar con malos modos políticos el fin de ETA como inicio de un tiempo nuevo. El pp queriendo una hegemonía territorial ha conseguido una ruptura traumática del estado, que confiemos no sea irremediable. Hoy Mariano comprobará in situ cómo su cerrazón arrogante y  su engreída torpeza cegata han sido su propia tumba política. Después de esta  vergüenza total su carrera pública y la de sus cómplices imputados, convictos y en la cárcel ha fenecido para siempre, gracias a la intervención puntual de la Justicia, esa dama ciega y tan lenta que a veces es un desespero  más que una solución, sobre todo en un país como éste en el que la responsabilidad y la implicación social es muy escasa porque todo se espera de esa 'estabilidad' normativa, oficial y "legal" (aunque luego, con frecuencia, no sea legítima ni moralmente lícita) que se impone desde "arriba", como resultado de una educación política y participativa, prácticamente inexistente hasta el 15M.

Hay una certeza: se empieza a respirar mucho mejor. Los cielos se despejan, las tormentas amainan, el viento se vuelve brisa, el aire desapacible se templa como los ánimos. Todo está unido,aunque no lo parezca, por un fino y potente tejido de causalidades que tantos se empeñan aun en considerar simples e intrascendentes casualidades. Y va a ser que no lo son, que lo que pensamos, hacemos y decidimos configura hasta el medio ambiente meteorológico que nos rodea. En octubre del 82, al cambiar de UCD al Psoe pasó igual: salimos de una tensión política espantosa acompañada de una sequía de tres años. En cuanto ganó el nuevo proyecto político en las urnas, empezó a llover y no paró hasta que se llenaron los pantanos y los campos se colorearon de verdes hasta en el corazón del otoño. C'est la vie!

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