domingo, 6 de mayo de 2018

Un cuento sufi


Responsabilidad

Cierta noche un ladrón, intentando entrar por la ventana de una casa en la que pretendía robar, se cayó y se partió unos cuantos huesos, al romperse el alféizar por donde intentaba colarse. Y fue ante el juez para denunciar al dueño de la casa por los daños sufridos. 
Una vez recibida la demanda por irresponsabilidad civil, el dueño de la casa  a su vez,  denunció al albañil que  había hecho la ventana, que a su vez alegó, que la culpa del fallo era de una hermosa mujer que al pasar por  delante, mientras él trabajaba, le había distraído con su belleza y por eso se habría dejado algo mal puesto. Cuando los jueces encontraron a la mujer en cuestión, ésta alegó que la culpa no fue suya sino del llamativo vestido que llevaba puesto aquel día, "porque, -dijo-, normalmente nunca me mira nadie; la culpa será del teñido tan llamativo del tejido, con franjas coloreadas que se ven mucho"

"Pues ya tenemos al culpable: el fabricante del tejido que distrajo al albañil,que dejó mal puesta la ventana; asunto arreglado, deténganlo inmediatamente" , dijo el juez .
La sorpresa fue total cuando al detenerle comprobaron que el fabricante del tejido con el que se hizo el traje de la mujer que pasaba por delante de la ventana  distrayendo al albañil, era a la vez su marido  y el mismo ladrón que intentando robar se había partido los huesos..."

Moraleja: No hay huevo sin gallina ni gallina sin huevo. O sea, -se piensa- la culpa es del sistema.
Pero,¿acaso el sistema se hace solo? Entonces la culpa es del poder. Pero ¿qué sería el poder si no hay nadie que quiera apoderarse  de él? La culpa, entonces, es de los que votan a ese poder  acéfalo y abstracto, que no se sabe de donde sale, y siempre pervertido y camuflado bajo distintos disfraces, prometiendo lo que sabe que no se va a cumplir, porque entonces, si se cumplieran sus promesas democráticas él mismo tendría que desaparecer; y también serán culpables los que no votan y así  facilitan que gane el poder que no quieren que les domine. 
Ah, claro, piensan los más espabilados, ya está, la culpa es del estado que se inventa y ejerce el  poder ad hoc, sin control alguno sobre sus propias competencias, y que no educa a las masas para convertirlas en ciudadanía, obviamente, porque sería un suicidio poderil.

Pero ¿es posible un estado que eduque a nadie si los que lo manejan carecen de la educación necesaria para distinguir educación de domesticación y lavado de cerebro constante con repetición de los mismos retruécanos, de generación en generación aunque caigan chuzos de punta?
Si el poder no se sabe de donde sale  eindefectiblemente  termina siempre por deteriorar lo que dice proteger, y por cuidar y fomentar lo que dice condenar y penalizar...es seguro que el mismo ladrón del cuento se ha convertido en un ente universal, sofista, demagogo, mangante institucionalizado, monstruoso, sublimado a la categoría de un dios tan  torpe como cínico, que cual un Saturno con  bulimia desatada, se alimenta de sus votantes y no votantes, mediante los cuales igualmente se sostiene y crece como el plástico o el cáncer (la mejor metáfora para entender "el sistema"del desguace total con ínfulas de escapatoria interestelar para huir de la cremación made in sistem in falliure). 

A pesar del panorama desolador, hay un modo de salir de ese laberinto y de que desaparezca el Minotauro que la especie humana ha ido creando, en plan Torre de Babel o Becerro de Oro, si nos ponemos bíblicos, y que, condenado a su propia extinción por falta de existencias, cada vez en peor estado de conservación, se la está merendando como si no hubiera mañana, literalmente. Y ese modo consiste en el viejo, denostado y olvidado gnothi seautón de los entrañables carcamales griegos. Ignorarlo es seguir creando "sistema" caníbal y degenerando la vida en el Planeta. 

En un cuerpo enfermo, como la humanidad, sólo hay posibilidad de sanación si las células inteligentes no se resignan a la enfermedad y van creando tejido sano que sustituya al tejido enfermo, hasta conformar órganos, tejidos, aparatos, sistemas y cuerpos liberados y sanos. Sin células no hay cuerpos posibles. Pero sí hay células sin cuerpo por todas partes. O sea, hay millones de personas que forman el tejido y  los órganos del cuerpo social. Y ese cuerpo será en realidad lo que ellas decidan ser, ya sea autómatas obedientes inerciales, tanto para los dogmas como para las emociones manipualdas, o inteligentes. originales, autónomas y cooperativas en la unidad confederada de lo diverso.

En este instante y en este espacio, estamos decidiendo desde nuestro no-gnothi seautón, no sólo el cambio a mejor o la nada de nuestro presente, sino también el futuro de los niños y adolescentes de hoy y de mañana mismo, de la Naturaleza que nos hace posibles, y que si "el sistema" no deja de ser el problema autogenerado que es actualmente, por el poder y sus inercias tóxicas justificadas como necesarias, no se conseguirá llegar al 2040 en estado mínimamente humano y sostenible. 

Los cambios verdaderos que le dan la vuelta a la realidad y la transforman nunca vienen impuestos desde el poder ni desde fuera, solo son posibles desde la experiencia luminosa y autónoma del despertar de las conciencias individuales hasta unificarse en conciencia e inteligencia colectiva, cuyo fruto natural es el bien común. Mientras eso no suceda, todo seguirá como el galimatías enloquecido que nuestra sociedad padece ahora mismo más recrudecido y apremiente que nunca, hasta su extinción por agotamiento en un tiempo exponencialmente más breve y escaso.

Para empezar a cambiar el chip hay un par de preguntas que deberíamos hacernos:
¿Existiría tanto mal, tanta crueldad y perversión manipuladora sin pies ni cabeza en las redes sociales si no hubiera gente que las hace posibles como negocio rentable y guerra virtual con secuelas nada virtuales? ¿Qué se puede esperar de un manicomio que ha sido pensado como negocio rentable y herramienta de manipulación global, para que los cuatro de siempre sigan siendo los reyes del corral urbi et orbe? 1984 de Orwell, tal cual.

Las redes tienen una función muy positiva de convocatoria sin fronteras cuando las causas son a favor del bien común y no de las obsesiones, patologías, trampas inmundas y negocios sucios.  Ahí termina su ética. El resto de sus fuciones es pura banalidad del mal aliñada con la basura. Una toxicidad que depende de la conciencia colectiva presente o ausente. Es inútil batallar contra lo que no existe nada más que en el mundo volandero. Y nuestro tiempo vale más que todos los triunfos imaginarios de nuestro ego, como para dedicarlo a darle importancia, bombo, platillo y promoción mediática. Basta con una denuncia en serio, la información veraz como voz de alerta. Lo demás, dejar que se pudra solo y no remover las heces mientras se secan para convertirse en un buen abono experiencial de la inteligencia y la lucidez.

Joan Bautista Humet, en los años setenta del pasado siglo ya lo dejó escrito y cantado como los oráculos y los profetas del pasado a los que nunca creyeron en su tiempo, hasta que fatalmente se comprobaba la verdad de sus augurios:

Habrá que hacerse a la idea de que sube la marea
y esto no da más de sí.
Habrá que andar nuevos caminos,
buscar nuevos motivos, que no hay nada por aquí.
Al sueño americano se le han ido las manos
y ya no tiene nada que ofrecer
solo esperar y ver si cede la gran bola de nieve
que va creciendo por doquier.

Hay que vivir, amigo mío, antes que nada hay que vivir,
que ya va haciendo frío, y conjurar ese futuro
que va haciéndose muro en ti. 



Habrá que componer de nuevo
el pozo y el granero
y aprender de nuevo a andar.
Hacer del sol nuestro aliado
pintar el horno ajado
y volver a respirar.
Quitarle centinelas,
al parque y a la escuela,
columpios y sonrisas volarán.
Sentirse libre y suficiente
al cierzo y al relente,
mientras se va dorando el pan.

Habrá que demoler barreras,
crear nuevas maneras
y alzar otra verdad.
Desempolvar viejas creencias
que hablaban en esencia
sobre la simplicidad.
Darles a nuestros hijos,
el credo y el hechizo
del alba y el rescoldo
en el hogar.
Y si aún nos queda algo de tiempo,
poner la cara al viento
y aventurarnos a soñar.

Hay que vivir amigo mío, antes que nada
hay que vivir...

No hay comentarios: