Antón Losada
A falta de serpientes de
verano, los medios se han llenado de imágenes de las colas en los
controles de seguridad en el aeropuerto de El Prat. Como siempre, se
culpa a los trabajadores: que si no respetan el derecho al trabajo o el
derecho al ocio del resto de los ciudadanos, que si se comportan de
manera irresponsable causando un daño irreparable a nuestra principal
industria, el turismo, en los días críticos de agosto tomándonos a todos
como rehenes para subirse sus sueldos.
Hay que tener
una perspectiva muy peculiar para culpabilizar de todo a trabajadores
que cobran 900 euros al mes, doblan turnos y hacen horas extras que no
se les pagan o soportan relevos insuficientes para mantener abiertos y a
pleno rendimiento todos los puestos de control.
Al parecer, la empresa Eulen, que licitó a la baja para
llevarse el contrato, no sólo no tiene responsabilidad alguna, sino que
incluso se presenta y es presentada como víctima. Tampoco se siente
responsable la misma AENA, que resolvió el contrato al concesionario
anterior porque no garantizaba la calidad en el servicio y, de manera
temeraria, se le concedió a un postor que ofrecía hacerlo mejor y por
mucho menos dinero.
En cuanto a las diferentes
administraciones, obligadas a garantizar el buen funcionamiento de los
servicios públicos con o sin concesión, responsables de nombrar a los
directivos de aeropuertos y siempre en primera línea cuando se trata de
inaugurar pistas y terminales, ahora se limitan a recomendar mesura,
responsabilidad y sentido común como si fueran consejeros sentimentales y
gobernar hacer terapia de grupo.
Una vez más se
demuestra aquello que múltiples estudios comparados de gestión y
políticas públicas vienen acreditando desde que comenzó la oleada
privatizadora en los ochenta. Las supuestas mejoras en la eficiencia de
los servicios privatizados siempre tienen el mismo origen: rebajas en la
calidad del servicio y en el salario de los trabajadores.
Si alguien ha secuestrado a alguien en el Prat es la empresa Eulen, que
ha licitado de manera temeraria para hacerse con el contrato y ha
pretendido que los trabajadores soportasen en sus salarios y condiciones
de trabajo esa rebaja, que ni ha querido ni quiere negociar, confiando
en que el cabreo de los usuarios y la presión mediática y política
acabará por hacerle el trabajo sucio y preservar su margen de beneficio.
Repetir una y otra vez que los trabajadores secuestran a ciudadanos que
sólo quieren trabajar y turistas que sólo pretenden disfrutar de
nuestro sol podrá resultar muy efectivo, pero no lo convierte en verdad.
Es como hablar de turismofobia y kale borroca para categorizar las
acciones de protesta contra el turismo masivo y depredador que empieza a
asolar nuestras ciudades y costas entre lamentos por las divisas
derramadas y llamadas a mimar a los turistas, trayéndonos ecos que
creíamos olvidados del desarrollismo y el boom turístico alentado por la
dictadura franquista costase lo que costase. Hay que tener muchas ganas
de volver a hablar de kale borroca y terrorismo, pero tampoco lo hace
verdad.
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Verdades lapidarias, como castillos, Losada. La huelga justa es el único recurso que les queda a los trabajadores explotados, abusados y pagados con sueldos de miseria. Si quieren un turismo presentable de cara a la galería , que empiecen por exigir a la miles de empresas Eulen fashion que paguen salarios adecuados a las horas, al esfuerzo y a la responsabilidad. Pero las razones del capitalismo sin conciencia no entienden otro lenguaje que el rendimiento en plan exprimidor de seres humanos.
Ante estos casos, nos planteamos por qué se considera tan mal la nacionalización de servicios como los transportes públicos. El Estado es mucho más fácil de ajustar a la igualdad de oportunidades y salarios equitativos que la piratería de las empresas. La propiedad pública, o sea de todos, es mucho más benéfica y justa que la maraña de lo privado, que ya vemos a donde conduce.
Habría que perder el miedo y hacer talleres de profundización social en las inteligentísimas y avanzadas obras de Marx, Engels, Bakunin, Kropotkin, Proudhon, Gramsci,Chomsky, Varoufakis, o la extrairdinaria trilogía de E.P. Thomson La formación histórica de la clase obrera, o en esa Economía para pobres de Alberto Garzón, por ejemplo. Y deberían hacerlo además del pp y C's, especialmente el nuevo Psoe. Sin complejos. Si es que es verdad lo que dice: somos la izquierda. Sobre todo para dejar de llamar extremista y radical a la lucidez y al sentido político de la historia humana.
La barbarie se cura y la conciencia nace con más frecuencia estudiando y leyendo a lo largo de la vida y no solo yendo al colegio y a la universidad en los años de infancia y juventud, solo para sacar un título y amontonar dinero.
Las vacaciones son un buen momento para leer y despertar la conciencia mientras el cuerpo descansa. O para asistir en septiembre a la Universidad de verano de IU.
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