Que lo arregle la Guardia Civil
Cuando hayamos dejado de demonizar a los trabajadores tal vez
deberíamos preguntarnos cuánto han costado las horas de colas en el
Prat, o por qué las privatizaciones siempre acaban igual
Primero fue acabar con
el terrorismo, el narcotráfico y los accidentes en las carreteras; hasta
ahí todo normal y en el ámbito de sus competencias como fuerza de
seguridad del Estado. Poco a poco, sin saber muy bien cómo, se fue
convirtiendo en la ultima barrera frente a la corrupción y jueces de
toda España solo se fían de la Benemérita para practicar registros en
sedes de partidos en el gobierno, edificios institucionales y
residencias VIP de prohombres del mundo de los negocios o expresidentes,
exconsejeros y exgobernantes en general.
A tal punto
ha llegado su encomienda en la investigación de la corrupción que hace
apenas unos días también les tocó entrar en el mundo del fútbol para
empezar a hacer limpieza. Por si no fuera bastante tener semejante
monopolio en la lucha contra la corrupción, por el camino también le ha
ido tocando afrontar el tráfico de seres humanos, las crisis
migratorias, el drama de los refugiados y en general la incapacidad del
gobierno de España y la UE para tener una política de inmigración
decente.
Hace un par de semanas parece que el gobierno de Mariano
Rajoy también le ha encargado la solución de la crisis catalana,
sustituyendo su propia incapacidad para hacer política por la capacidad
de la Benemérita para ejecutar registros, practicar interrogatorios o
acarrear cajas y cajas repletas de documentos. Su leyenda ha crecido de
tal manera que, al menos en los titulares mediáticos, la Guardia Civil
ya puede incluso imputar directamente a quien investigue, con el
consiguiente ahorro en jueces y fiscales.
Ahora el
ejecutivo de Rajoy, que se nota que le ha cogido gusto a la solución,
también les endilga acabar con la huelga de la seguridad del aeropuerto
del Prat entre aplausos y jadeos de satisfacción de su prensa amiga, que
ahora desafía desde sus portadas a los huelguistas, a ver si tienen lo
que hace falta para enfrentarse a los agentes de verde.
Tal vez haya llegado el momento de plantearnos si no estaremos
depositando unas expectativas exageradas en la capacidad de la Guardia
Civil para arreglar problemas políticos. Cierto que se trata de un
cuerpo de referencia en Europa por su eficiencia y fiabilidad pero, de
momento y que sepamos, ni se dedica a la política, ni hace milagros.
Primero privatizan la seguridad de manera temeraria, luego mandan a la
Guardia Civil a arreglarlo y mientras tanto su amigos de Eulen hacen
caja. Estamos ante otro ejemplo de la aclamada superioridad de lo
privado sobre lo público a la hora de apropiarse del beneficio. Cuando
hayamos dejado de demonizar a los trabajadores y sacar en las teles a
pasajeros indignados que siempre son victimas de los huelguistas, nunca
de la empresa que no ha sabido o no ha querido evitarla, tal vez
deberíamos empezar a preguntarnos cuánto han costado las horas de colas
en el Prat, o por qué las privatizaciones siempre acaban igual, en la
sanidad, en la educación o en el transporte: cuando empiezan los
problemas de verdad y ya no quedan beneficios rápidos y fáciles que
extraer siempre tiene que acudir el servicio público al rescate.
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A este paso ¿será también la Guardia Civil la que sustituya a Mariano en la próxima y ya inevitable moción de censura? Quién sabe hasta dónde pueden llegar las astrakanadas de este gobierno en eterna agonía...y cada vez más zombi. Hay que ver a qué extremos puede llegar el miedo a perder la impunidad.
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