miércoles, 16 de agosto de 2017

Las múltiples caras del mismo monstruo

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Leo en eldiario.es los dos artículos que he colgado inmediatamente antes que éste. Uno de Rosa Mª Artal y otro de Antón Losada. Uno se refiere a la exhibición racista y fascista del capitalismo en EEUU, desde allí al resto del mundo, y el otro al expolio capitalista y fascista del mismo capitalismo en la Galicia de Feijóo, porque cuando se trata de facismo entra a saco en los asuntos la avidez por esquilmar como premisa sine qua non

Hay luchas por la justicia, en defensa de los más olvidados. Hay luchas por las ideas políticas. Hay guerras de religión y fanatismo. Pero el fascio-capitalismo ha tenido  y tiene la exclusiva de la depredación y la rapiña como único objetivo estratégico y táctico. No tiene un ideario, se acopla y se adapta a todo lo que le sirve para sus fines, entre los que jamás se encuentran la justicia, la igualdad, la libertad ni el bien común.
Entre ambos artículos hay un hilo conductor que va analizando los distintos síntomas de la misma patología: la podredumbre histórica de la indecencia que se va recapitulando y adaptando a los tiempos, admitida en la política universal como una forma de gestión tan válida como cualquier otra.

El fascio-capitalismo se expande por el mundo bajo la ambigüedad de sus escuetos y simplistas argumentarios del aquí te pillo aquí te mato, sin base ética ni sociológica digna de respeto, sino a ojo de buen trilero, el fascio-capitalismo, lo hace bajo mil disfraces. Hasta con el de un comunismo irreconocible, que aplica, como en China, lo peorcito de cada casa: la rigideces de los aparatos organizativos leninistas y maoístas del pasado remoto, junto con la avidez de los mercados y la gran banca del comercio sin escrúpulos en el presente corrompido hasta los tuétanos y sin visos de que haya un futuro para nadie, ni siquiera para el propio fascio-capitalismo que se ha ido haciendo el amo de todo, hasta de las religiones políticas, convertidas en centros de poder y de influencia sobre multitudes ignorantes, dogmatizadas y miedosas, y al mismo tiempo con emporios económicos impresionantes, desde los que se dan bases "espirituales" para que jugando con los principios religiosos tradicionales, se acoplen las voluntades obedientes y la emocionalidad con los intereses financieros.
Sólo así se explica que estados como el español cuya Constitución define como laico y aconfesional, o como el italiano, por ejemplo, estén sometidos a otro estado líquido por encima de ellos, sinuoso, opaco  y resbaladizo como el Vaticano, al que nadie ni nada controla, tiene leyes propias y tramas íntimas que solo conocen ellos; cuya financiación depende de los estados laicos y, surrealistamente, y en teoría, aconfesionales por la gracia del dios católico, y cuya moneda de cambio y patrón modelo son los pobres como mercancía y transacción que pague la entrada de los opresores y asesinos poderosos en el más allá, mientras en el más acá se garantiza el ceremonioso y litúrgico mercadillo entre políticos y cleros corruptos, que bailan al mismo son: el del dinero y el poder, donde se amparan desde la falange, el yunque, el kukuxklan, Marine Le Pen, el Brexit, Trump, la Lega Padana, El 'partito dell'amore' de Berlusconi, el catalanismo cerril y xenófobo que prefiere catalanes podridos en el poder antes que una república federal e igualitaria, el neonazismo en Centro Europa y los "demócratas" venezolanos, Hazte Oír, y el pp de las Españas en su salsa, cómo no! 

El fascismo no es una ideología por más banderas que le pongan encima. No tiene sitio ni le queda espacio disponible donde quepan ideas. Todo lo ocupan las amenazas, las trampas, las mafias, el fraude, los enredos, los insultos, las palizas y las agresiones a lo loco. No puede ser de otra forma. Mentes cuerdas e inteligentes jamás son fascistas. No pueden, como el agua y el aceite se ignoran y se repelen.
Por esa razón el fascismo es una herramienta de agredir y no de razonar ni de pensar ni de crear, ni de progresar en talento ni en cualidades; su lugar nunca es la asamblea cívica, ni el debate ni el diálogo, ni el centro de cultura o la biblioteca o sala de juntas de quienes organizan algo que valga la pena y merezca el calificativo de humano. Su labor es de zapa, de picapiedras y de pirómanos, de cloacas, de demolición, de vertederos que se queman por venganza, de calumnias que se inventan para vencer y ganar lo que su inteligencia missing  nunca ganaría por medios normales y limpios. Eso, convertido en gobierno de maltratadores en la intimidad y fariseos en la escena pública, es el fascismo capitalista, el erupto de Srek, el entripado de los dinosaurios. Las heces de la ignorancia y la diarrea de la crueldad. Por eso donde acampan todo se corrompe y se enfanga. Hasta el dinero y los éxitos aparentes del momento se les envenenan y los acaban matando de sí mismos, de su propio mal. Cuando acaban con todos sus enemigos, en su propio espejo de Alicia en el país de las maravillas, se tropiezan con  su verdugo ineludible: el vacío espantoso en el que jamás hubo lugar para una conciencia. Y sólo se puede acabar entre, el asco y la vergüenza, con el desprecio hacia uno mismo de un disparo, de un colocón o de una sobredosis de cualquier cosa que borre de su vista la propia imagen para siempre.

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En manos de esta plaga social el mundo está condenado a un fin prematuro, enloquecido y sin remedio. Sólo le queda, como al fondo de la caja de Pandora, el deseo de que las buenas y lúcidas personas, a nivel global,  digan basta y hagan su revolución pacífica y organizada. Una huelga universal de todo servicio de esclavos explotados. Una desobediencia civil constructiva y planetaria

Tendremos que elegir entre vivir con conciencia, o sea, menos cómodos y más felices, con la sencillez, la cooperación y el cuidado de la naturaleza construyendo inteligencia colectiva o perecer teledirigidos por el fascio-capitalismo de las complicaciones de ciencia ficción, arrastrados por el asfalto como zombis depresivos que solo encuentran falso ánimo dopándose con cualquier cosa, o sea, como hasta ahora. Destrozando el Planeta a base de dineros y contaminación sin fin mientras se obedece a los locos y tontos del manicomio global que gobiernan desde la impunidad y el crimen social como sistema.
Simplificando, habrá que elegir entre extinción en la basura del barullo rentable en calaveras o supervivencia en la salud y en la sencillez natural de un nuevo nacimiento como ciudadanos de un mundo sanamente en decrecimiento de locuras; elegir entre Rajoy o un pacto de izquierdas a la portuguesa o la valenciana, caminar con Trump o con Sanders, con May o con Corbyn, con Macron o con Melenchon, con Tsipras o con Varoufakis, con Merkel o con Die Linke und Die Grünen, con la Constituyente o con los caciques del exterminio en Venezuela,con la integración catalana en la federalidad común o con  un minipaís "libre" de España pero sometido al bandidaje del fasci-capitalismo catalán, con los pueblos libres en Siria y Turquía o con los dictadores sanguinarios que los están destrozando mano a mano con EEUU e Israel.
Todos los conflictos están provocados, especialmente desde las primeras décadas del siglo XX, por la misma causa: la falta de visión y la miseria de quienes valoran más la fuerza bruta de los suicidas que la inteligenciay talentos de los resilientes, la fragmentación del egoísmo más que la grandeza del Nosotros, sin saber que el egoísmo como sistema es letal y que el Nosotros es vida y el único futuro posible.

Hay que ser valientes y sacudirse el muerto, antes de que el muerto sea el Planeta Tierra y nuestra especie drogada por la avaricia de los especuladores y por el consumismo sin límites, sea su triste y estúpida sepultura.


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