martes, 15 de agosto de 2017


"NO HAY UN CAMINO PARA LA PAZ, LA PAZ ES EL CAMINO"

"NO HAY UN CAMINO PARA LA PAZ, LA  PAZ ES EL CAMINO"

La paz es el gran deseo de los que luchan
por la igualdad, la libertad y los derechos.

Se busca la paz como si ya estuviese fabricada
en algún punto mágico que nadie conoce.
Igual que la felicidad.

Por más que se buscan ambas
no se dejan encontrar
si no es a ráfagas, 
ninguna de las dos.
Es como si huyeran
cuanto más se buscan ¿Será por eso
que se han ido desdibujando en utopía,
en dulces espectros que nunca aparecen
pero que quedan muy bien como cita  literaria
y aspiración política,filosófica,religiosa
o invocación funeraria... ?
Multidesusos.

¿Acaso son estelas mitológicas
que se filtran en la imaginación
en medio de la inquietud
y del desasosiego?

La paz y la felicidad no son hallazgos repentinos.
Ni tesoros que se encuentran por casualidad
durante una excursión al mundo de las emociones
y de la fantasía domesticada por los tópicos
y las pelis en plan happy end.

Suenan a fórmulas navideñas
escritas por costumbre
en el chritsma  de felicitación
convencional. Paz y felicidad
son protocolos estacionales.

Por eso puede ser
que ya no suenan ni saben a nada.

Y es que ellas sólo existen
si tú les das la forma y la sustancia,
si eres capaz de moldear su masa madre
en la artesa profunda del corazón
y en el taller siempre activo de la idea.

Sólo existen cuando descubres
que además de existir, eres en ellas
como ellas son en ti. Sobre todo.
Y en todo. Así, sin aditivos ni edulcorantes.
A pelo. Y sin medir intensidades
ni duración ni cálculos ni fórmulas.

Paz y felicidad son un trabajo
creativo y sin empeño alguno
que pueda poner precio a su milagro.
Una composición sinérgica y sinfónica
que una mañana o una noche cualquiera
se plantan en la base de tu alma
y ya nunca se van ni te abandonan
aunque  todo se apague, aunque las eches,
aunque todos se vayan,
aunque se acabe el baile
o les suenen las doce a Cenicienta,
aunque escueza la marca de la ortiga
cuando aprieta el cansancio,
aunque las cosas duelan,
aunque nadie te quiera ni te espere
ya da igual, si tú sigues queriendo
por el gozo de amar
que mana desde ti hacia la vida
y sus ocupas, sin parar en detalles
ni en manías
sin que le pongas precio a la nostalgia
ni le cobres un plus a la torpeza;
paz y felicidad pierden sus nombres
en ese remolino de la luz
que todo lo libera y lo endereza.

Y ya no esperas nada
porque todo te habita y te conmueve
todo es don que te llega
y no sabes de dónde,
porque ya cuando lloras o ríes
cuando duermes y sueñas
cuando cruzas la calle,
cuando escribes o bailas,
nada es tuyo ni falta que te hace.
Riega la libertad toda tu tierra.

Se acabó en el amor la propiedad privada;
paz y felicidad son el salario
la renta universal que cobra el alma.




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