Da risa y vergüenza a la vez encontrarse en la tele programas-fraude, anunciando que todos tus problemas te los resolverá una cartomante o un astrólogo. Y produce el mismo efecto ver arrodillado a alguien en un confesionario para que un cura haga la misma función que el cartomante o el astrólogo de pacotilla: tranquilizar y adormecer inquietudes peligrosas, escuchando los problemas de la peña y tratar de darles unas fórmulas en forma de explicación catequética como remedio genérico para calmar sus angustias o exacerbarlas aún más con el miedo a eso que los que sufren no pueden alcanzar a comprender acerca de sí mismos ni del mundo en que vivimos con todas nuestras carencias y cualidades al retortero y al capricho de lo que llaman "destino", "fatum", "causalidad o casualidad", "providencia" o simplemente vida que no se entiende por sí misma, si algún lince especializado en barullos mentales no nos lo explica desde la tele o desde el sermón, que más o menos están al mismo nivel de verdad, de lucidez y de sabiduría.
A lo largo de la Historia el ser humano más despierto y observador ha ido descubriendo y experimentando sobre sí mismo y sobre su entorno durante generaciones y las culturas más diversas, con ese impulso inicial que nos hace investigar, atar cabos, estudiar, analizar y poner frente a frente lo que nos han contado y la realidad que somos y al mismo tiempo nos formatea y nos hace de maestra a tiempo completo.
Para ese menester, nuestra especie se ha valido a través de los tiempos de todas las herramientas posibles. Entre ellas hay dos especialmente elocuentes y llenas de referentes cognitivos, -y también de misterios, esoterismos incomprensibles e innecesarios-, como son los arquetipos del Tarot, inspirado en la Kábala hebrea y en los estudios astronómicos de la antigua Mesopotamia y del antiguo Egipto. Estudios que originalmente se equiparan con y se basan en las matemáticas, la física, la química y la observación del Cosmos relacionado en tiempo y espacio con la biología, la climatología y la vida humana, por supuesto; no podemos vivir aislados del medio en que hemos adquirido y alimentado nuestro cuerpo físico, inseparable de los niveles psíquico, mental y emocional. Entonces todo era más sencillo porque no había especialización minimalista por compartimentos estancos, como ahora, sino pasión maximalista por descubrir y agrandar al campo experimental y universalmente cognitivo, mucho más que por repetir y funcionalizar como prioridad, que es uno de los males reductivos modernos y contemporáneos. Ahora lo único que se expande es la avaricia, la vanidad y la iconomanía carente de sustancia pero pura exhibición y comercio global.
Astrología, etimológicamente, significa conocimiento práctico de los astros.
Astronomía: leyes por las que se rigen los astros.
Horóscopo es una palabra de origen griego, compuesta por dos conceptos que determinan su sentido hóros: lugar en alto. Altura. Y scopos: el verbo mirar, reconocer.
Los antiguos mesopotámicos y egipcios no estaban especializados aún, y no diferenciaban ambos términos, el uno incluía al otro inseparablemente. Incluso los griegos y latinos conservaron esa igualdad conceptual.
Como se puede observar, la cosa no es de ahora, ni se la ha inventado ningún santón de las mancias televisivas ni esa señora que de vez en cuando se anuncia en Telecinco diciendo que tiene soluciones astrológicas disponibles por un módico precio, para todos aquellos que se sientan agobiados y perturbados por cualquier cosa. Y que reparte pronósticos al por mayor para todos los signos. Eso es un cuento chino. El horóscopo es individual, no vale en bloque en plan bendición ite misa est. Lo mismo que el iris y las huellas dactilares y la combinación del ADN, es personal e intransferible. Está claro que los nativos de cada signo tienen algunas características en común, como las pueden tener los nacidos en la misma nación o región pero siempre está la diferencia del año, del día, la hora y los minutos que determinan la posición exacta y única de los astros, el medio cielo y el ascendente para cada persona. Por eso el horóscopo generalizado no tiene más valor que la casualidad probable, que puede coincidir con cualquier signo o en varios. Creer en algo así es tan estúpido como creer que los santos en las procesiones o en las iglesias están vivos desde la madera policromada, la arcilla, la piedra o el molde de escayola, y escuchando atentamente a sus fervorosos devotos.
Eso no quiere decir que no se pueda cumplir una petición alguna vez, no por intercesión de nadie sino por la energía cuántica convencida de que lo que se pide se recibirá. Eso la religión lo llama fe. Pero es simple seguridad en que ya se obtenido lo deseado. Hasta Jesús lo decía, no se atribuía las curaciones, sino que le decía al beneficiado por el "milagro": 'tu fe te ha curado.' No es la fe en nadie, sino el convencimiento de que lo que se quiere no solo es posible, sino que ya está hecho y solo falta que se materialice en cualquier momento. Fuerza psíquica, motor cuántico y acción de gracias por la vida. Y el amor universal como base del equilibrio de fuerzas, centrado en el objetivo pero al mismo tiempo desapegado del resultado y feliz por la experiencia que se está viviendo en presente. La astrología es otra cosa muy distinta, mucho más cercana a la ciencia que a la superstición.
El Tarot es otra técnica, que se basa mucho más en la intuición y en la conexión empática entre el lector de arcanos y el consultante. Que sea mucho más subjetiva no significa que no sea válida y que no pueda ayudar positivamente, porque todas las cartas aportan información, pero no es tan objetiva y certera como la Astrología, porque depende de demasiadas variables , también del estado del lector y está demasiado ligada a las emociones y al inconsciente personal y colectivo, que no es nada estable. Por eso su lectura no es tan segura como el vínculo con elementos cósmicos de la carta astral, siempre presentes más allá de los estados pasajeros de ánimo o las circunstancias personales que van y vienen. La referencia de los astros es segura, las cavernas íntimas sin más referente que las circunstancias cambiantes y las emociones, no lo son.
De todos modos, cada arquetipo planetario del zodiaco está relacionado con un arcano del Tarot que puede también aclarar o complicar las cosas. En cualquier caso, con discernimiento, todo aporte ayuda a comprender mejor.
En la Edad Media se confundió la velocidad con el tocino y la cosa derivó en oscuridades, rarezas y persecuciones religiosas sin tregua contra quienes estudiaban temas en apariencia tan profanos y heréticos. Sobre todo porque hubo muchos religiosos -lógico, eran los únicos que tenían acceso a los textos antiguos para traducirlos y "fotocopiarlos" en manuscritos-, que estudiaban en plan clandestino lo que para la iglesia eran aberraciones inspiradas por el mismísimo Satanás, que con el paso del tiempo y lo que hemos ido viendo, ha resultado ser en comparación con sus santos inquisidores, una Madre Teresa.
Roger Bacon, Guillermo de Occam, Alcuino, Abelardo, Rabanus Maurus, por ejemplo, fueron pioneros. En "El Nombre de la Rosa" Umberto Eco describe ese inframundo con una maestría indiscutible que pone los pelos de punta porque, más que nada, da en el clavo. Y el lector desde el principio, "lo sabe" sin que nadie se lo haya explicado previamente. Es lo que tienen las obras auténticas y universales, que narran verdades como puños en parábolas. Jesús lo hacía igualmente.
La división llegó con la Edad Moderna, cuando se empezó a distinguir entre conocimiento teórico y práctica material. Entre "idealismo" y "empirismo". Cometiendo así uno de los errores más graves y permanentes que hemos cometido como especie, al separar la materia de la energía y el conocimiento de la experiencia que lo garantiza y lo proporciona.
Astrología, etimológicamente, significa conocimiento práctico de los astros.
Astronomía: leyes por las que se rigen los astros.
Horóscopo es una palabra de origen griego, compuesta por dos conceptos que determinan su sentido hóros: lugar en alto. Altura. Y scopos: el verbo mirar, reconocer.
Los antiguos mesopotámicos y egipcios no estaban especializados aún, y no diferenciaban ambos términos, el uno incluía al otro inseparablemente. Incluso los griegos y latinos conservaron esa igualdad conceptual.
Como se puede observar, la cosa no es de ahora, ni se la ha inventado ningún santón de las mancias televisivas ni esa señora que de vez en cuando se anuncia en Telecinco diciendo que tiene soluciones astrológicas disponibles por un módico precio, para todos aquellos que se sientan agobiados y perturbados por cualquier cosa. Y que reparte pronósticos al por mayor para todos los signos. Eso es un cuento chino. El horóscopo es individual, no vale en bloque en plan bendición ite misa est. Lo mismo que el iris y las huellas dactilares y la combinación del ADN, es personal e intransferible. Está claro que los nativos de cada signo tienen algunas características en común, como las pueden tener los nacidos en la misma nación o región pero siempre está la diferencia del año, del día, la hora y los minutos que determinan la posición exacta y única de los astros, el medio cielo y el ascendente para cada persona. Por eso el horóscopo generalizado no tiene más valor que la casualidad probable, que puede coincidir con cualquier signo o en varios. Creer en algo así es tan estúpido como creer que los santos en las procesiones o en las iglesias están vivos desde la madera policromada, la arcilla, la piedra o el molde de escayola, y escuchando atentamente a sus fervorosos devotos.
Eso no quiere decir que no se pueda cumplir una petición alguna vez, no por intercesión de nadie sino por la energía cuántica convencida de que lo que se pide se recibirá. Eso la religión lo llama fe. Pero es simple seguridad en que ya se obtenido lo deseado. Hasta Jesús lo decía, no se atribuía las curaciones, sino que le decía al beneficiado por el "milagro": 'tu fe te ha curado.' No es la fe en nadie, sino el convencimiento de que lo que se quiere no solo es posible, sino que ya está hecho y solo falta que se materialice en cualquier momento. Fuerza psíquica, motor cuántico y acción de gracias por la vida. Y el amor universal como base del equilibrio de fuerzas, centrado en el objetivo pero al mismo tiempo desapegado del resultado y feliz por la experiencia que se está viviendo en presente. La astrología es otra cosa muy distinta, mucho más cercana a la ciencia que a la superstición.
El Tarot es otra técnica, que se basa mucho más en la intuición y en la conexión empática entre el lector de arcanos y el consultante. Que sea mucho más subjetiva no significa que no sea válida y que no pueda ayudar positivamente, porque todas las cartas aportan información, pero no es tan objetiva y certera como la Astrología, porque depende de demasiadas variables , también del estado del lector y está demasiado ligada a las emociones y al inconsciente personal y colectivo, que no es nada estable. Por eso su lectura no es tan segura como el vínculo con elementos cósmicos de la carta astral, siempre presentes más allá de los estados pasajeros de ánimo o las circunstancias personales que van y vienen. La referencia de los astros es segura, las cavernas íntimas sin más referente que las circunstancias cambiantes y las emociones, no lo son.
De todos modos, cada arquetipo planetario del zodiaco está relacionado con un arcano del Tarot que puede también aclarar o complicar las cosas. En cualquier caso, con discernimiento, todo aporte ayuda a comprender mejor.
En la Edad Media se confundió la velocidad con el tocino y la cosa derivó en oscuridades, rarezas y persecuciones religiosas sin tregua contra quienes estudiaban temas en apariencia tan profanos y heréticos. Sobre todo porque hubo muchos religiosos -lógico, eran los únicos que tenían acceso a los textos antiguos para traducirlos y "fotocopiarlos" en manuscritos-, que estudiaban en plan clandestino lo que para la iglesia eran aberraciones inspiradas por el mismísimo Satanás, que con el paso del tiempo y lo que hemos ido viendo, ha resultado ser en comparación con sus santos inquisidores, una Madre Teresa.
Roger Bacon, Guillermo de Occam, Alcuino, Abelardo, Rabanus Maurus, por ejemplo, fueron pioneros. En "El Nombre de la Rosa" Umberto Eco describe ese inframundo con una maestría indiscutible que pone los pelos de punta porque, más que nada, da en el clavo. Y el lector desde el principio, "lo sabe" sin que nadie se lo haya explicado previamente. Es lo que tienen las obras auténticas y universales, que narran verdades como puños en parábolas. Jesús lo hacía igualmente.
La división llegó con la Edad Moderna, cuando se empezó a distinguir entre conocimiento teórico y práctica material. Entre "idealismo" y "empirismo". Cometiendo así uno de los errores más graves y permanentes que hemos cometido como especie, al separar la materia de la energía y el conocimiento de la experiencia que lo garantiza y lo proporciona.
No podemos evitar que ese encuentro constante con lo que nos rodea produzca efectos de todo tipo en nosotros y que vivamos inmersas en una constante acción-reacción desde que se llega aquí hasta que uno se va y cambia su estado sólido-líquido por el gaseoso. Que se llama muerte, más allá, eternidad, cielo, infierno o cualquier cosa, todo vale para referirse a lo que nadie conoce nada más que por dos vías: la imaginación o la superación de planos por medio de un trabajo interior de conciencia creciente y autoconocimiento que lo primero de lo que nos cura es del miedo y de la dependencia que nos impiden ser libres para poder SER de verdad; ese trabajo terapéutico cuya receta estaba esculpida o pintada en los dinteles de las puertas en los templos-hospitales griegos para recibir a los pacientes: gnozi seautón era fundamental. Conócete a ti mismo y no necesitarás tratamientos médicos, venía a decir la sugerencia. Si estás aquí es porque aún no sabes quién eres y que de verdad sólo te puedes curar tú mismo.
Gustav Jung lo vio y lo comprendió a la primera. Por eso trabajó incansablemente desde los arquetipos del Zodiaco y del Tarot. No para predecir nada en la tele sino para descubrir la sombra de la claridad y las luces de la sombra que pueden sanarnos y hacer que al fin podamos tomar posesión sin traumas de ese inalcanzable y estrambótico gnozi seautón, que a las religiones del tinglado les da tantísimo miedo. Unificando los planos del ser en el sentir comprendiendo y viceversa.
En ese estado de la ciencia empírica, comenzó el ser humano a vincularse con su origen, con su estirpe, no solo genética o geopolítica, sino también con su lugar en el sentido de la vida, en lo más amplio e inmenso, en el Cosmos. Ahí comienza a relacionar los fenómenos observables de los astros, sus periplos y ciclos, con la alternancia del clima y las estaciones, con la producción de las cosechas y sus épocas de siembra, poda, riego, floración, polinización, recogida, selección, etc...las mareas y la Luna relacionadas matemáticamente con la energía femenina, la menstruación, la concepción y el parto; las épocas de fertilidad y de consunción. Y por supuesto, la relación que hay entre nacer de día o de noche, en otoño o en primavera, verano o invierno, si es al principio o al final de cada ciclo zodiacal. Y qué planetas y qué posición ocupan cuando naces, los planetas de nuestro sistema, la Luna y el Sol. Como la hora y el lugar, el día, la hora, los minutos, el mes y el año, en qué tiempo y donde se nace.
Poco a poco los estudiosos juntaron los datos, comprobando relaciones y tras siglos de estudio experimental se llegó a confeccionar las cartas astrales, que se usaban y se siguen usando ahora también por algunos médicos estudiosos y sin tabúes, como ayuda para la diagnosis combinando el estudio con la observación del iris, dando lugar a una disciplina conocida como " Astroiridología médica", practicada por médicos como Hipócrates, Galeno, Parcelso, Nostradamus, Servet y científicos tan fidedignos, entre otros Giordano Bruno o como el propio Galieo Galilei, que precisamente por esas prácticas y conocimientos "diabólicos" sumadas a su descubrimeinto del heliocentrismo, estuvo a punto de convertirse en pincho moruno en manos de la iglesia católica, que por supuesto como solo se estudia y da crédito a sí misma ignora todo lo demás. Lo desprecia y si no lo aplasta lo condena y lo persigue; seguramente ha olvidado lo que Jesús dejó dicho: no persigáis a nadie, si alguien os pide el manto, dadle también la capa. No juzguéis y no seréis juzgados, porque lo que hagáis a otros os lo hacéis a vosotros mismos. Pero eso a ellos, plín. No quieren competencia ni compartir fragmentos de la verdad que el Universo inteligente ha puesto a disposición de quien la necesite pasando por alto sotanas, casullas, tiaras y bonetes. Lo quieren todo.
Si conocieran un poquillo a ese Dios que tanto predican no se escandalizarían de que se muestre a todo el que le busca de corazón sin tener en cuenta los cargos ni los kyrie eleisones. Es demócrata y ácrata absolutamente. Yo diría que es la auténtica democracia libertaria y cooperativa en su salsa (los últimos serán los primeros y viceversa, ahí queda eso)
Pues bien, ellos dale que dale, ni caso. Y cada vez más dogmáticos como ignorantes, siguen en la brecha, convencidos de que la Astrología es una paparrucha sin más fundamento que estafa a los pobres ignorantes y descreídos. Más o menos lo que hacen ellos, fíjate. Todo cuadra.
Pero, gracias a Dios, se equivocan de medio a medio. Porque esos horóscopos de las revistas y los pitonisos de alterne nada tienen que ver con la noble y certera ciencia de la Astrología salvo los nombres de los arquetipos que identifican cada signo zodiacal (zódíakos, del griego: zona de la esfera celeste que se extiende 8º 30' a uno y otro grado de la eclíptica, en la cual se mueven el Sol, la Luna y los planetas de nuestro sistema solar) y en ese movimiento se incluye, por supuesto, la energía que sostiene la vida de todos los seres, que desde su nacimiento están incluídos en ese sistema, como los peces, las algas y el plancton están inmersos y unidos al mar y a sus movimientos.
Pero, gracias a Dios, se equivocan de medio a medio. Porque esos horóscopos de las revistas y los pitonisos de alterne nada tienen que ver con la noble y certera ciencia de la Astrología salvo los nombres de los arquetipos que identifican cada signo zodiacal (zódíakos, del griego: zona de la esfera celeste que se extiende 8º 30' a uno y otro grado de la eclíptica, en la cual se mueven el Sol, la Luna y los planetas de nuestro sistema solar) y en ese movimiento se incluye, por supuesto, la energía que sostiene la vida de todos los seres, que desde su nacimiento están incluídos en ese sistema, como los peces, las algas y el plancton están inmersos y unidos al mar y a sus movimientos.
El cielo y la tierra son la única referencia seria que tenemos al nacer para situarnos en este plano de la existencia y la carta astral no es una adivinanza de nada, sino el plano y el equipaje con que contamos para la aventura y el compromiso de la vida. Lo que hagamos con ello es cosa de la libertad de cada uno. O sea, nos indica nuestras tendencias personales, nuestras cualidades y defectos, nuestros puntos fuertes y débiles, nuestra capacidad para la convivencia, para la reflexión o los tipos de trabajo que nos harán más útiles y más felices, nuestro temperamento, nuestra sensibilidad, intuición, inteligencia lógica, capacidad para adaptarnos mejor o peor al medio, para ahondar y fructificar, que se identifican en la condición de los signos, clasificados en tres "cruces" de cuatro signos cada una: fija, cardinal y mutable y mostrando por medio de la zona (signo temporal y local donde hemos nacido) la posición y la relación de los astros entre sí, (trígonos, cuadraturas, sextiles, quintiles) ya que cada planeta opaco y cada cuerpo luminoso tienen un valor numérico y funcional en los planos psíquico, mental y espiritual, que no solo no niega la existencia de Dios, sino que sin necesidad de nombrarlo siquiera demuestra un conocimiento y una armonía pre-existentes a nuestros afanes y peripecias, que lejos de controlarnos ni atarnos a nada, nos potencia lo que decidamos elegir, descubrimientos que superan cualquier montaje fantasioso o irreal de nuestras chaladuras e histerias, producidas por el violento choque entre lo que somos y lo que quieren que seamos en las manos hipotéticas de ese ídolo alfarero que, según sus delegados plenipotenciarios, juega a creador y artesano de desgraciados aplastados, quitando y poniendo costillas donde le rota, el mismo monstruito que , según tradiciones "santas" y delirantes, hace mangas y capirotes con sus pobres víctimas. No me digáis que la Astrología no es más útil, creible y constructiva que ese montaje sin pies ni cabeza. Un dios mucho más malo, vengativo, celoso y cruel que muchísimos humanos, que jamás serían capaces de igualarle en barbaridades. ¡Y encima, eterno! Venga ya, XD!
En la Astrolgía se percibe mucho mejor que en los dogmas, que el Amor y su inteligencia es el autor indudable de tanta maravilla a disposición del ser humano. Es una de las demostraciones del significado de la parábola del hijo pródigo, que decide largarse de casa y se lleva su parte de la herencia para usarla libremente como le parezca bien sin que nadie le juzgue ni se lo impida. Ni bosón de Higs ni viajes por el espacio pueden demostrar ni explicar algo tan profundo y hermoso como cierto y que abarque todos los planos ontológicos de la humanidad sin contar cuentos raros ni engañar a nadie para hacer proselitismo. Sino pasito a paso, según las luces y la voluntad de cada cual.
Lo mejor para comprobarlo, en vez de decir tonterías y tópicos por pura ignorancia y hacer además el ridículo porque encima uno se cree infalible por sus cargos, es hacerse con un anuario astrológico que abarque unos cien años, que se puede adquirir en una buena librería e ir comprobando cómo coinciden los acontecimientos transcendentes de la historia con la posición y situación del cielo reflejado en la tierra y viceversa. Y sobre todo mirar uno mismo los trazos celestes y terrenales de su propia carta astral, que con material y buenos libros se la puede hacer cualquiera.
No es el conocimiento lo que nos daña y fanatiza, sino justamente su carencia, que solemos sustituir por lo que nos cuentan otros, que tampoco han investigado y se han conformado con referencias ajenas e interesadas, tantas veces, en hacer parroquia para vivir de contar cuentos y sacar tajada.
La finalidad de la Astrolgía no es echar la buenaventura, ni decirte lo que quieres oír, ni echarte maldiciones si no pagas bien a los augures, ni ser videntes del futuro, ni tener poder sobre los demás secuestrando sus conciencias sino todo lo contrario: conocerse uno mismo lo suficiente como para que la vida valga la pena y no sea un cajón de sastre en manos de la manipulación afectiva, política, social, religiosa, ideológica, familiar, laboral o mediática. Sectas al fin y al cabo, que rompen el equilibrio y aniquilan conciencia y libertad.
Lo más acertado tal vez, sería llamar a esta ciencia universal Astrognomía 'Conocimiento profundo (de gnosis) del significado de los astros'.
Lo más acertado tal vez, sería llamar a esta ciencia universal Astrognomía 'Conocimiento profundo (de gnosis) del significado de los astros'.
Por si alguien quiere saber más detalles:
Astrología médica según el Dr. Francisco Verdú
Para los antiguos sacerdotes-médicos caldeos y egipcios, el Zodíaco con sus doce signos era una representación del Cielo y tenía que participar de sus leyes. La imagen del Cielo zodiacal o macrocosmos tenía que estar representada en el cuerpo humano al que se consideraba como un microcosmos.
La imagen del Cielo zodiacal o macrocosmos tenía que estar representada en el cuerpo humano al que se consideraba como un microcosmos. De este modo, el primer signo del Zodíaco, que era Aries, se relacionó con la primera porción del cuerpo humano comenzando por la cabeza. A Tauro se le relacionó con el cuello; a Géminis con los pulmones; a Cáncer con el estómago y pecho; a Leo con el corazón y el hígado; a Virgo con el vientre o los intestinos; a Libra con los riñones; a Escorpio con los genitales; a Sagitario con los muslos; a Capricornio con las rodillas; a Acuario con las pantorrillas y a Piscis con los pies.
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Para poder relacionar el cuerpo humano con el Zodíaco son necesarias dos cosas:
- Conocer bastante bien cómo funciona el cuerpo humano
- Conocer muy bien la astrología, sus arquetipos, su simbología y sus principios
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Algunas relaciones
Para relacionar un órgano con un signo del Zodíaco hay que conocer su función y ver si coincide con algunas propiedades de dicho signo. Por ejemplo, la vejiga de la orina guarda relación con el signo de Escorpio, pues este signo se relaciona con las aguas estancadas y la vejiga de la orina retiene la orina hasta su expulsión por la uretra. En el caso de los riñones, ésto actúan de filtros haciendo que unas partículas salgan en forma de orina y otras no; de hecho, son como jueces que deciden quien entra o sale, funciones que guardan relación con el signo de Libra.
La relación de los órganos con los planetas se hace a través de los signos. Por ejemplo, Marte guarda relación con Escorpio y ambos se relacionan con el color rojo, con la sangre y con el hierro. En la Astrología Médica, Marte desde la antigüedad se ha relacionado con las operaciones quirúrgicas, con la sangre y las hemorragias, además de con el hierro. Curiosamente, bastantes siglos después la ciencia descubrió que los glóbulos rojos de la sangre contienen hierro.
Todas estas relaciones están basadas en la analogía, tal y como se hacía en la antigüedad con la Signatura Rerum (los signos de las cosas), base de las operaciones de la Alquimia en donde la Astrología jugaba un gran papel. Por otra parte, el estadístico francés Michel Gauquelín realizó investigaciones para ver qué había de verdad en la astrología. Sus estadísticas justificaban la continuación de sus trabajos. Entre las cosas que parecen confirmadas por la estadística está la relación de la posición del planeta Marte al nacer en el horizonte o en el punto más alto de la eclíptica con los deportistas de competición. O también la relación de posiciones de planetas entre los horóscopos de los padres y sus hijos. A la Astrología Médica le queda mucho por recorrer pero algunos de sus postulados parecen ciertos y comprobados.
Otra posibilidad de profundizar en ella es estudiarla en relación con otras disciplinas como la iridología, por ejemplo, pues ambas se complementan. El iris del ojo es un círculo que se puede relacionar con el Zodíaco, denominándose Iridología astrológica o astroiridología.
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Atribuciones de órganos a signos y planetas
El cuerpo humano es un reflejo del cosmos que le rodea. Veamos algunas de las relaciones entre órganos y signos.
ARIES: Cerebro medio. Vía piramidal. Zona Parietal. Piel.
TAURO: Cuello. Equilibrio del oído interno. Sueño.
GÉMINIS: Pulmón y su relación con el corazón.
CÁNCER: Pechos. Bronquios. Vesícula biliar.
LEO: Hígado y su relación con el corazón. Vena porta. Bazo. Páncreas. Ovarios-testículos.
VIRGO: Vientre-abdomen. Apéndice. Piernas. Intestino.
LIBRA: Riñones. Pene. Vulva. Glándulas suprarrenales.
ESCORPIO: Vejiga de la orina. Región Lumbar. Útero-próstata. Sangre.
SAGITARIO: Músculos en general. Columna vertebral dorsal. Muslos.
CAPRICORNIO: Rodillas. Glándulas tiroides. Dientes. Huesos en general.
ACUARIO: Tobillos. Ojos. Nariz.
PISCIS: Pies. Cerebro anterior (zona frontal). Glándula hipófisis anterior.
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Los planetas también se pueden relacionar con las zonas del cuerpo humano:
MERCURIO: El habla. La respiración. El caminar.
VENUS: Los riñones. El equilibrio. El gusto por la estética.
MARTE: La sangre. Operaciones quirúrgicas. Sexualidad.
JÚPITER: Músculos. Muslos. Tendones.
SATURNO: Huesos. Rodillas. Dientes.
URANO: Nervios. Vista. Olfato.
NEPTUNO: Glándula Hipófisis. Pies.
PLUTÓN: El inconsciente colectivo. Glándula Pineal. Erupciones. Piel.
SOL: Hígado. La circulación de la sangre en relación con el corazón.
LUNA: La alimentación. Lactancia. Las grasas. La afectividad.
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¿Cómo se aplica todo esto?
En primer lugar, hay que realizar la carta astral del paciente. Posteriormente hay que ver las relaciones que los planetas guardan entre sí viendo cuales forman ángulos desfavorables y cuales favorables con el Sol o con el Ascendente. Pero lo más importante es mirar la carta natal en general y hacer una síntesis.
Las posiciones de los planetas en el momento en que comienza la enfermedad hay que valorarlas y hacer un seguimiento a lo largo del tiempo. Por ejemplo, si una enfermedad comienza cuando Saturno ha entrado en el signo al que pertenece, es probable que dicha crisis pueda durar unos dos años y medio puesto que Saturno está este tiempo aproximadamente en cada signo.
Pero si la carta natal está bien situada y es la Luna la que forma algún ángulo disonante (conflictivo) con el Sol, es probable que se trate de una crisis pasajera puesto que la Luna es muy rápida. Si fuera Marte el que hace un mal aspecto al Sol, la crisis puede durar de uno a tres o cuatro meses. Y así sucesivamente.
De todos modos, para el estudio de la astrología médica hay que tener unos buenos conocimientos tanto de medicina como de práctica astrológica. El propio Kepler se refiere a una enfermedad que padeció Tycho Brahe el 13 de octubre de 1601, cuando éste estuvo invitado a una de sus cenas habituales. Retuvo la orina tanto -relata Kepler- que posteriormente le fue imposible la micción y prosigue diciendo: “Al principio de su enfermedad la Luna se hallaba en oposición con Saturno…”. La carta natal a los dos o tres días del comienzo de la enfermedad es la del día 23 de octubre de 1601 (debido a la diferencia entre el calendario Juliano y el Gregoriano): La Luna acababa de pasar por Escorpio, signo con el que se relaciona la vejiga de la orina. Además, la Luna en Escorpio estaba en oposición (enfrente) a Saturno (que significa obstrucciones cuando está mal aspectado) en el signo de Tauro como se puede observar. Esta forma de levantar la carta natal se refiere el instante en que sucede el acontecimiento, pero de igual modo se puede y se debe relacionar, siempre que sea posible, el suceso en cuestión con la carta de nacimiento.
Orígenes de la Astrología Médica
Los orígenes de la Astrología Médica se pierden en la noche de los tiempos. Quizá comenzó cuando el ser humano se dio cuenta de la importancia que tenía la existencia del Sol como fuente de luz y calor, y de la Luna como astro nocturno fuente también de luz. Desde muy pronto se describió el ciclo anual de 365 días o año, así como el ciclo lunar de 28 días.
Los orígenes del Zodíaco se remontan a Caldea y a Egipto y por lo tanto la astrología médica también. Así, para los caldeos, existían tres órganos muy importantes: el corazón, el hígado y los riñones.
Los egipcios conocían la existencia del movimiento del corazón a través del pulso y eso hizo, por comparación con el ritmo solar, que se relacionara el corazón con el Sol y por lo tanto con el signo de Leo. El corazón era el centro del organismo como el Sol era el astro rey. Poseía la fuerza del León necesaria para impulsar la sangre por todo el organismo.
Para los sacerdotes egipcios, que eran los encargados de averiguar el horóscopo, era fundamental observar qué había en el horizonte justo en el momento de nacer y relacionaban el astro que brillaba en el horizonte con las características del recién nacido. En el Antiguo Egipto (2700-2200 a.C.) reinó el Faraón Dyoser. Pero fue el visir de éste, Imothep, quién construyó la pirámide de Saqqara. Imothep era a la vez sumo sacerdote de Heliópolis, médico y escriba. Sus conocimientos fueron tales que posteriormente fue divinizado por los griegos con el nombre de Asclepio, y posteriormente por los romanos con Esculapio, dios de la medicina. Seguramente, Imothep tuvo unos grandes conocimientos de astrología médica.
Más tarde, en parte los griegos y en parte los árabes trajeron la astrología médica a la Península Ibérica. En la Edad Media, Alfonso el Sabio y la Escuela de Traductores de Toledo realizaron una gran labor de traducción y difusión de dicha disciplina hacia Europa. En la Edad Media aparece la figura del médico y astrólogo valenciano Arnau de Vilanova (1238-1311). Es en el Renacimiento cuando se produce el resurgimiento de la Astrología pero también el preludio de su separación de la Astronomía (parte matemática de la astrología) como hoy la entendemos, pues en la antigüedad los estudios astrológicos se denominaban indistintamente Astrología o Astronomía.
Grandes médicos astrólogos fueron por ejemplo: Cornelius Agrippa (1486-1535) quien fue maestro de los igualmente médicos astrólogos Miguel Servert (1511-1553) y Paracelso (1493-1541). En España, entre los siglos XVI y XVII, existe una cantidad extraordinaria de autores y obras de astrología cuyo estudio está aún por hacer.
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