- El rey acudió a Barcelona para el minuto de silencio del viernes, 18 horas después del ataque terrorista
- A preguntas de infoLibre, un portavoz oficial de la Casa del Rey no aclara en qué lugar estaba porque sólo informan de su agenda pública
Juan Carlos Marqués
Publicada 19/08/2017(Infolibre)
Los reyes y la ministra de Sanidad, Dolors
Montserrat, en el hospital del Mar de Barcelona durante su visita a las
víctimas del atentado
EFE
La Casa del Rey no informa dónde estaba el rey y su familia el pasado jueves, el día del atentado en la Rambla de Barcelona en el que fallecieron 13 personas y más de un centenar resultaron heridas. Un portavoz oficial respondió este sábado, a preguntas de infoLibre, que sólo informan de "las presencias públicas y oficiales" de Felipe VI. Tampoco quiso aclarar si, en caso de estar en un país extranjero, el rey y su esposa Letizia habían regresado a la vez a España.
El portavoz de la Casa del Rey recordó que Felipe VI acudió este viernes al minuto de silencio en la Plaza de Cataluña para "encabezar la representación de todas las instituciones en el acto simbólico de toda España de rechazo al atentado y solidaridad con las víctimas". La visita de Felipe VI a Barcelona se organizó "según el programa marcado por las autoridades".
Respecto a la ausencia de Letizia en la Plaza de Cataluña, el portavoz señaló que ninguna de las autoridades estaba acompaña por su parejas. Y que Felipe y Letizia están trasmitiendo este sábado "en un ámbito más personal, más directamente humano, la solidaridad a los heridos y sus familias".
En efecto, los reyes han visitado a mediodía de este sábado a los heridos ingresados en el Hospital del Mar por el atentado en La Rambla. Los monarcas han llegado sobre las 12.30 horas y han sido recibidos por la ministra de Sanidad, Dolors Montserrat, y el conseller de Salud de la Generalitat, Antoni Comín. Antes de entrar en el recinto para visitar a los heridos –el hospital es el centro al que se trasladaron más víctimas por su proximidad a La Rambla–, han departido brevemente con el equipo médico del centro.
Felipe y Letizia aparecieron juntos en público el domingo 6 de agosto, cuando fueron de excursión a Sóller, en Mallorca, con sus dos hijas. El rey despachó al día siguiente con Mariano Rajoy dando por acabada su agenda oficial. Después, la familia real inició sus "vacaciones privadas”, de las que Casa del Rey nunca informa por considerarlas un asunto sin relevancia pública. Desde ese lunes 7 de agosto se desconocía dónde estaban.
La cuenta oficial en Twitter de la Casa del Rey permaneció inactiva hasta el jueves 17 de agosto, cuando muestra a las 20.25 horas un mensaje de condena por el atentado que se ha perpetrado en La Rambla de Barcelona a las 16.50 horas.
Desde el jueves, la cuenta de Twitter ha estado muy activa. Este sábado recoge tres tuits con la visita de los reyes a los heridos en el atentado de Barcelona.
El destino secreto de las vacaciones privadas de la familia real acaba conociéndose con el paso del tiempo. Eso sí, sin confirmación oficial por parte de La Zarzuela. En 2016, transcendió que navegaron por la costa croata a bordo de un velero, el Dolce Vita, que alquilaron entre el 10 y el 23 de agosto por 32.000 euros. La española fue la única familia real que se ausentó de los Juegos Olímpicos de Río. En 2015 los paparazzi captaron a la reina y sus dos hijas en el aeropuerto de Estambul. Su destino era el golfo de Tarento, al sur de Italia.
En 2014, su primer verano como reyes, se especuló con que la familia descansara en una zona costera de Almería. Luego se supo que Letizia había aterrizado en una ciudad suiza, desde donde voló a otro lugar para reunirse con el resto de la familia. Ese año no se pudo confirmar su paradero.
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Suele ocurrir. Es lo más normal en las familias irreales, que no se sepa nada de sus andanzas vacacionales y privadas, aunque estén pagadas por los súbditos en eterna Babia informativa tan proclive a la opacidad y a la manipulación. Es natural, si les mantienen como idiotas paganinis, que se les trate de acuerdo con esa condición de imbéciles voluntarios que es muchísimo peor y mucho más denigrante que ser imbéciles de nacimiento. Nacer escasos de luces no es culpa de uno, pero nacer en plan normal y elegir ser imbécil social y político, es decir, nacer humano y convertirse en ganado avícola y ovino, es un delito de lesa humanidad, que ningún código ni ley contemplan, pero que está en la base de las más terribles injusticias.
Sólo un cacique hereditario y educado para el cacicato genético, convencido de ser insolvente moral por derecho de pernada e irresponsable de sus actos por más horribles que sean, como, para más inri, le proclama la propia Constitución que ha aupado al trono a él y a su emérito progenitor, tiene el cuerpo para vacaciones de lujo y para que el cínico recochineo sea completo, en el crucero Dolce Vita, alquilado por 32.000 euretes de nada, para sus egregias vacaciones, mientras el estado que le mantiene se debate entre la miseria solemne y al pillaje político-financiero, del que, como cantaba Jorge Negrete en aquella ranchera de los años 50, él sigue siendo el rey. Parafraseando la canción: "...un caudillo en mi camino, me enseñó que mi destino era reinar y reinar/ también me dijo un ratero que no hay que trincar primero/ que lo importante es trincar. Con dinero y más dinero/, hago siempre lo que quiero/ y mis caprichos son ley/ mientras tengo pasta y reina/, aunque todo sea un mierda/ y la plebe lo consienta/, yo seguiré siendo el rey".
Esa es la filosofía de las casas irreales. Ni más ni menos. La real jeta como escudo, armiño y toison, el cinismo institucionalizado como escudo de armas tomar. Y hacen bien, si a la peña le hace ilu, y tanta gente sacrifica tan de buena gana sus derechos, libertades, soberanía y dignidad republicanas para pagarles hasta las vacaciones a lo grande y merecidísimas, por no dar hachazo y que encima les aplauden en vez de abuchearles de por vida; ¿cómo no considerar lo suyo una vera e milionaria dolce vita? ¿para qué disimular hipócritamente, como sus antecesores, un apego al territorio que les importa un pito, -y que les da dentera, que les mete en juicios a los compiyoguis más entrañables-, fichando por palacios de una Marca España, que cada vez mola menos y da más vergüenza?
Hay que comprenderles, ¿veranear en Marivent con la borbonmierda en soufflè pels carrers de la memoria, siendo la infanta chorizamnésica y su consorte manos largas, duques del feudo palmesano y el presidente cómplice, Matas, en la cárcel? ¿Quedarse en La Granja de San Ildefonso como lo hacían los ancestros de la primera hornada dinástica y el cabraloca megalómano y quemaxátivas con la gente dentro, sí, aquel Felipe V que precede en número a este magno "preparao", y un remedo segoviano de Versailles donde ya las fuentes no corren porque el agua hace falta para los hoteles, las piscinas, los spas y los campos de golf y de padel?
¿Tal vez mejor en Aranjuez, con los calores y el antecedente del motín de marras contra los tataratatrabuelos? ¿No querrán que veraneen en El Pardo, ¿verdad? Hasta ahí podíamos llegar.
El palacio de La Magdalena en Santander ya está muy visto después de tantos años usado por los reyes que cayeron en desgracia mediante la primera dictadura española del siglo XX y acabaron en el exilio en 1931, por méritos propios. Un remake puede ser gafe, segundas partes nunca fueron buenas y con ese presidente de Cantabria tan suyo, como para fiarse.
Por otra parte el Pazo de Meirás está adjudicado a la familia del prócer benefactor al que debemos el trono. No es cosa de disputárselo a la familia tan francamente inolvidable y generosa con los herederos en deshabillé dinástico y refugiados en Estoril, como si fuera Idomeni.
De la alternativa del Escorial, ni hablar. Sólo faltaría terminar veraneando en el panteón de la familia, con todos los fantasmas alrededor, haciéndoles la competencia en calidad de ectoplasmas reales e incluso más reales que estos, que aparecen y desaparecen en un barco como el Holandés Errante, solo que sin música de Wagner, sólo con la marcha real g(r)anadera como banda sonora.
Una vez revisado el catálogo de opciones vacacionales fallidas, los pobres reyes, abrumados por el peso de la propia historia familiar, han decidido, con mucho sentido común -con polüs nóos, dicen los griegos, como la reina abuela y los cuñados del enjuague- y dada la buena disposición de políticos y mindundis españoles, inclinarse por el extranjero, mejor aún, por el mar Mediterráneo, un verdadero viaje al aldilà desde el aldiquà, pero sin implicaciones de familia ni tradición; en plan freelance.
No es moco de pavo veranear surcando las aguas de una necrópolis marina en vivo (poco) y en directo (mucho), donde flotan y se descomponen cadáveres humanos irrelevantes y sin glamour alguno, que nunca fueron príncipes de Asturias, ni de Gales, ni ministros, ni jefes de nada. Ni siquiera periodistas como la Lety mayestática. Sólo gentuza irrelevante, empeñada en sacar los pies del plato, cruzar fronteras entre tiros, cuchillas y pelotas de goma, para estropear el paisaje de un mar tan bonito; pero eso a sus malestades, plín. Ningún asunto de pobres y desplazados ni de víctimas ya condenadas por el hecho de no ser europeos, ni blancos relucientes y encima, pobres sin remedio, les llama la atención lo suficiente como para pensar en cuántos refugiados y refugiadas cabrían en sus jardines y salones vacíos y qué se podría hacer por ellos con esos 32.000€ que nos cuesta su Dolce Vita vacacional. Sólo el alquiler del barco.
No es moco de pavo veranear surcando las aguas de una necrópolis marina en vivo (poco) y en directo (mucho), donde flotan y se descomponen cadáveres humanos irrelevantes y sin glamour alguno, que nunca fueron príncipes de Asturias, ni de Gales, ni ministros, ni jefes de nada. Ni siquiera periodistas como la Lety mayestática. Sólo gentuza irrelevante, empeñada en sacar los pies del plato, cruzar fronteras entre tiros, cuchillas y pelotas de goma, para estropear el paisaje de un mar tan bonito; pero eso a sus malestades, plín. Ningún asunto de pobres y desplazados ni de víctimas ya condenadas por el hecho de no ser europeos, ni blancos relucientes y encima, pobres sin remedio, les llama la atención lo suficiente como para pensar en cuántos refugiados y refugiadas cabrían en sus jardines y salones vacíos y qué se podría hacer por ellos con esos 32.000€ que nos cuesta su Dolce Vita vacacional. Sólo el alquiler del barco.
Claro, acabo de caer, qué tontunas estoy diciendo, cómo si esas cosas tan vulgares y plebeyas fuesen importantes, ¿verdad? y con la de cosas imprescindibles y de altísimo caché que debe afrontar un rey tan bien preparao...para seguir igual que sus antepasados recientes y remotos. Y nosotros, la plebe, en Babia, jodidos y resignados, apoquinando como siempre.
Ains a la enésima potencia!
Ains a la enésima potencia!
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