martes, 8 de agosto de 2017

Quién es la fiscal general venezolana destituida por Nicolás Maduro







Luisa Ortega dice que sigue como fiscal de Venezuela y achaca su remoción al Ejecutivo
Luisa Ortega, exfiscal general de Venezuela. EFE
1. ¿La primera decisión de la Asamblea Constituyente de Venezuela? Destituir a la fiscal general, Luisa Ortega Díaz, que en los últimos meses se había convertido en una “traidora” para el Gobierno y en una heroína para una parte de la oposición. Es la fiscal general que ha acusado a Nicolás Maduro de querer “desmontar la democracia”, la que ha cuestionado la versión oficial sobre algunas de las víctimas mortales durante las últimas protestas, la que intentó investigar las denuncias de fraude en las últimas elecciones o la que quiso procesar a los jueces del Tribunal Supremo que trataron de dejar sin competencias a la Asamblea Nacional, el Parlamento donde la oposición tiene la mayoría.

2. Pero Luisa Ortega Díaz no es, precisamente, una militante histórica de la oposición. Fue nombrada en 2007 por la mayoría chavista en la Asamblea Nacional y ratificada en 2014 para otros siete años más con Nicolás Maduro ya en la presidencia. Está casada con un diputado oficialista y ha defendido durante años la legalidad y la justicia de los gobiernos chavistas – esta entrevista de 2015 en Rusia Today donde criticaba las sanciones estadounidenses es buen ejemplo–. Fue partidaria de Hugo Chávez desde el primer momento, estuvo en primera línea en su funeral y hoy sigue citando a Chávez como referente frente a Maduro, al que acusa de romper el orden constitucional del país.
3. Luisa Ortega Díaz fue también la fiscal general que inició el proceso penal contra Leopoldo López, el líder opositor, al que acusó de los delitos de “instigación pública, daños a la propiedad, incendio y asociación para delinquir”. También puso en marcha otras investigaciones contra líderes opositores acusados de incitar la violencia o de corrupción y que se vindicaban como presos políticos. En aquel momento, el respaldo del Gobierno era pleno (y la oposición no la defendía como hoy).
4. El divorcio entre la fiscal general y el Gobierno de Maduro se inició hace unos meses, cuando se opuso frontalmente a la decisión del Tribunal Supremo venezolano de asumir las competencias de la Asamblea Nacional: el parlamento donde la oposición tiene la mayoría desde las elecciones parlamentarias de 2015. La fiscal general criticó esa sentencia, acusó a estos jueces de “conspirar contra la forma republicana de la Nación” e intentó un proceso penal contra ellos. Más tarde fue el Supremo quien acusó a la fiscal general de malversación de fondos públicos por el nombramiento de un vicefiscal. El máximo tribunal venezolano –donde los jueces elegidos por el chavismo son mayoría porque los designa la Asamblea Nacional por doce años– congeló sus cuentas corrientes, le prohibió salir del país e inició un proceso judicial para su destitución.
5. La exfiscal general fue también muy crítica con las decisión de Nicolás Maduro de convocar una Asamblea Constituyente. Según la fiscal, era necesario convocar un referéndum previo, una interpretación dudosa porque no es eso lo que dice  el artículo 348 de la Constitución actual, que otorga al presidente esa iniciativa de forma bastante clara.
6. El  artículo 349 de la Constitucion también dice que "Los poderes constituidos no podrán en forma alguna impedir las decisiones de la Asamblea Nacional Constituyente".  En base a esa frase de dudosa interpretación –¿las decisiones sobre una nueva constitución o sobre cualquier ámbito de Gobierno?–, la Constituyente justificó la decisión de destituir a la fiscal general y nombrar a su sucesor. El mandato de Luisa Ortega Díaz estaba vigente hasta 2021, ni siquiera el parlamento –la Asamblea Nacional donde la oposición es mayoritaria– podía acortar ese plazo. Fue el Supremo venezolano quien primero sentenció que la fiscal fuese apartada provisionamente. Pero fue la Constituyente quien aprobó por aclamación que no fuese apartada sino cesada de forma permanente.
7. ¿Por qué este giro copernicano de la fiscal general? Desde la oposición, que ha pasado de tacharla de inquisidora a manifestarse a su favor, hay quien la acusa de “oportunismo político” o quien ve en ella un intento de una parte del chavismo por buscar una reforma desde dentro y sin Maduro. Desde el Gobierno la acusan de tener ambiciones políticas: de querer participar en una futura transición o incluso de preparar su propia carrera electoral a la presidencia.  Los partidarios de Maduro también critican que la Fiscalía no haya sido lo bastante contundente con las acciones violentas de la oposición.
8. Lo ocurrido con la fiscal general venezolana demuestra varias cosas, unas conclusiones incómodas tanto para quienes creen que Venezuela lleva años siendo una dictadura como para quienes defienden sin matices la actuación del Gobierno de Nicolás Maduro en estos últimos meses. Existía la división de poderes en Venezuela durante el chavismo. No habría habido ningún conflicto entre la Fiscalía y el Supremo, o entre el Parlamento y el presidente, de no haber sido así. Pero esa división de poderes, con la Asamblea Constituyente, en Venezuela ha dejado de existir.  

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La explicación de todo el embrollo es lógica. Pero parece que se dé por sentado que por el hecho de vestir una toga de fiscal o de ser oficialmente Poder Judicial ya esté resuelta la cuestión.
Siendo españoles y viendo y padeciendo cosas gravísimas en esa ensaladilla de poderes toma y daca, según convenga a los partidos políticos, nos queda bastante claro un asunto sin solución ni en Venezuela ni en España, ni seguramente en ningún sitio: no hay garantía alguna de que un magistrado, un fiscal, un juez o un defensor sean perfectos de por vida por el hecho de ser trabajadores de la Ley. Aunque juren y rejuren su promesa de impecabilidad con la mejor de las voluntades. Son humanos y tienen apegos y cambios de opinión y de orientación y debilidades, como cualquier hijo de vecino. Nadie está exento de que al mejor sistema judicial le salga un Moix que 'cotiza'  en Panamá para no pagar impuestos como un Dívar que considera perfectamente justo gastarse sistemáticamente con un amiguete 15.000€ de los fondos públicos, que consideraba una miseria par asu categoría, en varios viajes de confraternización donde los españoles pagábamos a base de recortes el relax del Presidente del Tribunal Supremo, cuyo sueldo se ve que no le daba para extras.  

También los fiscales generales tienen su corazoncito y su derecho a cambiar de criterio político y de ver bien mañana lo que ayer veían fatal y hoy ven solo regular. Lo que ya resulta un poco heavy es que por el hecho de ser fiscales, magistrados o jueces  se les atribuya infalibilidad como los católicos le atribuyen a su papa y que sean sus opiniones más válidas y certeras que otras por el solo hecho de ser suyas. Ellos, o ella, en este caso, solo tienen que encargarse de aplicar las leyes como son y no de interferir en el Poder Legislativo y Ejecutivo dando su criterio como ley, ¿no se trata de que en democracia los tres poderes deben ser escrupulosamente independientes y autónomos? ¿Entonces por qué ella, tan justa, no dimitió y siguió siendo fiscal en medio del zipizape entre la Constituyente y el Supremo que llevan de la mano una buena temporada sin que ella haya dicho nada hasta ahora, justo, cuando los poderes del régimen mundial han tomado la decisión de acabar por tierra mar y aire con la Venezuela que en tiempos de Chávez odiaban tanto como ahora, pero que estando Obama en el poder , con  el partido demócrata de los EEUU, no era momento de atacar directamente. Mejor zurrarles a otros continentes más distantes.  Los demócratas para lo del glamour son mucho más mirados y gentlemans en la formas, claro, que los cafres republicanos del Tea Party  y de  la Trump's Tower, donde va a parar! 

Ante el disturbio político total, una democracia no da un golpe de estado como Franco, a base de asaltar cuarteles, calles y medios de comunicación facilones, convoca una Asamblea Constituyente y unas elecciones, a las que se supone que deberían concurrir todos los demócratas para ver qué votan los ciudadanos y aceptar la voluntad de las urnas con espíritu civilizado y no en plan rupestre como están haciendo desde que Maduro llegó al poder tras la muerte de Chávez al que temían por su condición de teniente coronel del ejército; esas elecciones  las ha convocado el Poder Ejecutivo con toda legitimidad y sin trabas por parte del Tribunal Supremo que no las ha invalidado; al parecer eso ha sido lo que la Fiscal en cuestión rechaza en este momento, aunque la cosa viene de largo.

¿Qué fue antes el huevo de las elecciones que no molan o la gallina que cacarea porque ya no tiene donde poner el huevo de su implicación política con quienes quieren dar un golpe de estado y tomar el poder que los votos no le dan si no están comprados, como estos comicios acaban de dejar clarísimo? Los pucherazos suelen ser disciplina de la derecha; la izquierda tiene más ética y, por ende, mucho menos dinero para sobornos, dineros e intereses, que van por lógica en proporción inversa a la decencia democrática.

Mientras haya ocho millones de votos y una Asamblea Constituyente salida del pueblo, habrá esperanza para Venezuela. Ni los EEUU junto a la casta del pastón lograrán matar el espíritu de un pueblo y los apoyos internacionales a la causa de su independencia económica y política de Washington, que seguirá en pie a pesar de la campaña del capitalismo feroz de acoso y derribo que cada vez se parece más a la que se hizo contra la República Española en 1936 cuando la derecha perdió las elecciones que ganó el frente popular y montó la guerra civil que Franco y la oligocracia alargaron tres años -escrito y dicho por el propio dictador-:  'para barrer a fondo cualquier indicio de república y democracia' que estudiábamos en la escuela, instituto y universidad como los males absolutos de la humanidad, en aquel disparatado libro verde de Formación del Espíritu Nacional, cuyo recuerdo  aún nos sigue poniendo los pelos como escarpias.

Es muy triste ver que a ciertas alturas del pillaje global nada fundamental haya cambiado. Aquellas potencias prefirieron alentar y sostener a un Hitler, a un Mussolini y a un Franco e incluso a un Stalin asesino y loco de maldad,  para amedrentar a las clases obreras y medias trabajadoras, e incluso darse la vuelta haciéndose los héroes y combatirlos cuando se les subieron a las barbas son sus atrocidades e intentaron competir con el trust del iluminismo mercantil, que estaba haciendo el agosto con el negocio de una segunda guerra mundial que fue el trampolín económico al que se subió EEUU como gendarme universal en el apaño engañifa de Bretton Woods que duró lo que un suspiro, y que ahora, en el declive de su imperio podrido pero pintado con purpurina, gobierna un desquiciado megalómano y loco de atar de la mano del establishment y sus altavoces mediáticos.

No es nada extraño que hayan comprado todo. Incluidas la agencias de noticias. Incluidas la fiscalas rojas de ayer y rosa claro de hoy. Y que nos vayan entreteniendo con el cuento de que viene el lobo venezolano, como en su día fue el lobo cubano, chileno, ecuatoriano, argentino, uruguayo  o boliviano, contado por la misma manada de lobos camuflados de abuelita, que nos va zampando día a día sin que nadie lo note nada más que cuando le toca el turno de la demolición de su dignidad y sus derechos. Pero, claro, la culpa de todo, como en las anteriores legislaturas la tenía Zapatero, ahora la tiene Maduro.

Ante estos relatos interestelares solo caben dos estados de conciencia: o la tontuna crédula o la complicidad interesada. Cada uno elige las gafas de ver lo más afín a su condición, que también puede ser una combinación de ambos niveles de conciencia, según soplen los vientos transoceánicos.

Todo lo arreglan así. Qué parezca un accidente, Vincenzo.
De lo demás ya se encargan la ONU, ACNUR, UNESCO, la FAO, la OTAN, el TTIP y el FMI. Nosotros, siempre de guante blanco, como cuando pusimos la bomba en el Maine, o jugamos a las tinieblas en Hiroshima o cuando lo de las Torres Gemelas para dar vidilla o destrozamos y contaminamos Vietnam hasta el año 2100 por lo menos, o nos inventamos y descuajaringamos a Bin Laden en plan videojuego o nos inventamos el juego de rol aquel de las armas de destrucción masiva, o la ocurrencia tan original del ISIS, el Osiris y lo que haga falta. Como siempre America First & God save the Quenn...America, off course. Más los corifeísimos de sus felpudos globales, especialmente los europe(d)os, según Chiquito de la Calzada que sabe mucho del tema. Únicos en su especie para cagarla globalmente con solemne bendición urbi et orbe a tutiplén. Y todo mientras se forran a saco. Y nosotros como siempre, pagando la consumición. Nunca mejor dicho. Ains!


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