La 'resurrección' del Psoe y su vuelco a la izquierda -al menos de momento y según parece, ya veremos si se mantiene o sucederá igual que en este mismo caso, entre Podemos y las bases del 15M- está remodelando el proceso en toda la oposición de izquierdas y poniendo de manifiesto la necesidad de que los partidos políticos se civilicen y comiencen a comprender que de verdad los tiempos han cambiado y la sensibilidad y la conciencia colectiva, también.Cada día resultará más difícil el acuerdo entre las fuerzas políticas "profesionales" y una ciudadanía que despierta exponencialmente ante los malos tratos del régimen mucho más dependiente de la organización oligárquica que de la solución de los problemas reales.
Tal y como se van desarrollando los acontecimientos, tal y como se ha asumido por el Psoe la moción de censura que Podemos convocó, tal y como se va comprobando el poder de los aparatos organizativos y su desconexión de la realidad social en cuanto se ven con poder y escaños, tal y como se vive el compromiso político mucho más de partido y capilla que de responsable y libre compromiso con los votantes, que es el único sentido éticamente válido para toda formación política, cada vez son más intensas y lógicas las dudas y recelos de la base social, que en Podemos debería estar representada en los círculos y resumida en los Consejos Ciudadanos. Al fortalecerse la máquina institucional del partido, al admitir como gerifaltes experimentados a políticos "de toda la vida" elegidos y nombrados desde "Madriz", Podemos hace patente la fractura entre lo que se dice y lo que se hace.
Habrá que plantearse otra dinámica distinta al juego de siempre, ése del conejo y la zanahoria, a la que vienen jugando los partidos políticos españoles desde la restauración en el siglo XIX, como muy bien señaló Iglesias en su estupendo y necesario repaso a la Historia durante el discurso de la Censura a Rajoy. No podemos seguir por más tiempo siendo el remedo de un eterno Cánovas-Sagasta con caciquismo de aparato incluido incluso de un modos no deseado, pero que ahí sigue.
Hay dos planos clarísimos que están en constante tensión y que deberían ser lo más importante para todos, ciudadanía y formaciones políticas:
1) La política sólo es válida y legítima cuando es capaz de trabajar por el bien común y con buenos resultados, no sólo con promesas electorales, y no se queda atascada en asuntos particulares de intereses de partido, por muy importantes que sean. El único motivo por el que moralmente existen los partidos es para servir a la ciudadanía, para escucharla, y gestionar honestamente y con acierto lo que ella reclama y necesita, no para hacer carrera política ni para vivir eternamente de ello.
2) Hay además, por parte, de la ciudadanía una inmadurez considerable a la hora de su propia implicación y de su victimismo resignado que para más inri fomentan los partidos habituales; si de verdad fuesen lo que dicen que son, deberían animar a los pueblos a tomar parte en las decisiones, haciendo pegagogía de calle -y no solo de cara a las urnas, sino como un sano proceso natural en las democracias con asambleas barriales, municipales, comarcales, provinciales y autonómicas, para que pueda llegar al Congreso y al Senado, no sólo la gente de a pie y la más 'profesionalizada' y experta en política -que también deben tener su espacio participativo- sino sobre todo las verdaderas necesidades, las carencias, y las propuestas alternativas a lo que no funciona, presentadas desde las bases que soportan en directo el mogollón, que, lógicamente no soportan igualmente los "representantes" por muy buena voluntad que tengan. Ahí comienza la desconexión entre realidad y especulación gestora.
En ese plan es inevitable la decepción mutua. Siempre fracasan las políticas que muy pocas veces cumplen las iniciativas que prometían e inevitablemente crece la deserción ideológica en la calle y en las urnas. Cada ciudadano tiene su mundo, su ideología, a su manera, pero las necesidades sectoriales son las mismas para todos y todas y darles una solución justa y ética es la verdadera política que los votantes esperan y nunca llega. En cambio los partidos son sobre todo ideológicos y funcionan más desde criterios especulativos como los prejuicios religiosos, los mandatos de libro, filosóficos o de ideología, o los intereses económicos de grupo "que entra en política para forrarse" y/o hacer carrera complaciendo a la élite dominante en el mundo, a la que ya se da por dueña y señora de todo, de todos.
De repente sale a la calle toda la problemática retenida y amontonada. El 15M pone sobre las plazas la vida real, el sufrimiento, la frustración, los malos tratos sociales, la denuncia sin lenitivos y la hipocresía del sistema que acaba corrompiendo hasta las mejores intenciones y marginando a los que no entran en el juego sucio, haciéndolos invisibles o raros y marginales. Incluso hasta gruñones y estrafalarios. Demasiado radicales para los juegos florales de salón. Entonces es el momento en que los raros y la ciudadanía se reconocen en las calles, se identifican y confluyen.
Y ahí entra Podemos. Que no viene de la calle sino de la Universidad. Que se las sabe todas en cuestión de estrategias y tácticas guerreras heredadas y teóricas que ahora puede experimentar desde los seminarios de la facul, sólo que la ciudadanía esta vez no ha salido a pelear sino a hacerse comprender comprendiendo. A exponer en público lo que se sufre en privado y en la mayoría silenciosa que Rajoy admira y necesita tanto. Pero no solo Rajoy, también los bancos, las grandes empresas, las religiones y sectas de poder, como son la mayoría de los partidos políticos.
Ante la epifanía podemita, la ciudadanía se deslumbra, canta aleluya (y no el de Lonard Cohen, precisamente, sino el de la catequesis de todaa la vida) y se apunta a la comodidad de siempre: por fin hay un grupo de gente joven preparada como un Felipe VI cualquiera, pero en morao, que lo sabe todo y que le va a solucionar todas las papeletas. Ya puede descansar, porque los nuevos elfos salvarán la Tierra Media, los Jedis rescatarán la galaxia. Además las confluencias van a facilitar la participación en los ayuntamientos en que Podemos no quiere meterse, ellos pican más alto, asaltando los cielos y sólo quieran la Moncloa, municipios y autonomías no interesan demasiado, se coopera, se facilita, pero no se gobierna para no desgastarse demasiado. Van a lo grande. Pero, tanto Podemos como las espumas del 15M se olvidan de que lo grande está compuesto por multitudes de lo pequeño, que un estado, además de que sea un negocio vitalicio para los caciques, es sobre todo, un puzle social y que para estar completo necesita la salud y el buen estado de cada pieza diminuta. Que el puzle no es nada sin las piezas, pero las piezas sí existen sin el puzle y si son además seres humanos pueden juntarse por su cuenta, comprobar si encajan y construir otro puzle distinto, por partes, con lagunas de por medio, pero que funciona a su aire. En esas estamos ahora. La supervivencia luminosa y despierta supera y rellena el vacío de la vieja política que nos han vendido como bálsamo de Fierabrás. La prueba es ese Consejo Ciudadano de La Mancha que ha dimitido en pleno, no como en Valencia donde sólo dimitieron cinco. Los manchegos somos muy nuestros. Ya lo decía Cervantes cuando retrató a Alonso Quijano y lo dejó hecho un pincel.
Ahora toca mirar las prioridades imprescindibles, pero con la suficiente lucidez como para no perderse en los mares de la presión y del cortoplacismo, porque la única misión posible y necesaria no es salvar partidos ni siquiera el ideario intocable, que se defiende e impulsa actuando coherentemente con la inteligencia de la ética y no con las fijaciones. La urgencia de hoy no es la pureza de sangre política, sino que el pp y C's no gobiernen nada si queremos un cambio real y un respiro en el apocalipsis.
En CLM se está jugando la posibilidad de una coalición de izquierdas imprescindible para no volver a las andadas. Hay un Podemos de base que no quiere el pacto necesario aunque no sea perfecto, hay un Podemos de organización que desea no ser marginal y cooperar gobernando para que se puedan cambiar las cosas que nunca cambiarán si no se tiene el valor de afrontarlas sin traicionar el sentido y la conciencia, ¿qué hacer en este plan? ¿Abandonar dimitiendo, como hizo Sánchez renunciando al acta de diputado por un cabreo con la Gestora y dejando tirados y multados a los que le apoyaron y el campo libre al hundimiento definitivo de Psoe como oposición? (fueron las bases, quienes le obligaron a volver y a hacerse cargo del desastre que había causado su inmadurez)
¿O tal vez lo justo será asumir la responsabilidad de estar a las duras como a las maduras y ser el brazo activo de la calle en el parlamento regional a pesar de todas las interferencias de Madrid? ¿Se merece la ciudadanía que les ha votado para que curren y sean un bastión de la decencia, esa dimisión en bloque, que está demostrando las teorías de la derecha, que se basan para justificar el caciquismo y la corrupción de su casta, en que la gente de a pie son mindundis acojonados e incompetentes que no saben afrontar situaciones difíciles y que por eso son necesarios personajes como ellos para organizar el mundo de las cloacas? ¿Permitirán las bases de Podemos CLM, que la derecha y sus secuaces de izquierdas putativas, tengan razón y que todo siga igual? ¿No será mucho más ético y responsable, taparse la nariz y tomar las riendas y la voz de todos los que están en desacuerdo y exponerlo desde un Consejo Ciudadano bien unido y coherente en lo fundamental sin dejar de ser disidentes en las formas que no se acoplan a los contenidos?
No hay que renunciar a la marcha de la liberación comunitaria y personal porque encontremos baches u obstáculos atravesados que aparentemente impiden avanzar en el camino. A veces hay que dar un rodeo, a veces ha que pasar por encima o por debajo y a veces hacer un nuevo camino en paralelo. Nunca abandonar el proyecto del que todos dependemos para hacer posible la experiencia del bien común.
La clave está en aprender y tener claro en qué hay que ceder y en qué no cederemos jamás, no por ideas compatibles o no sino por realidades en las que los fundamentos sean la ética y la justicia, no la de los tribunales que tantas veces es tan injusta, sino la de la conciencia y su imperativo categórico irrefutable. Y me pregunto si la mayoría de los Consejos Ciudadanos, los diputados, senadores y políticos en general sabrán de un modo práctico qué significa eso. That's the question.
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