Eldiario.es · Hace 13 horas
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Querido Gaspar Llamazares, no hacen falta explicaciones cuando los hechos, desde hace tanto tiempo, ya se han ido encargando de hacer patente la expiración y el finiquito de lo tuyo con Izquierda Unida. Era ya lo más natural preguntarse qué hacía un chico como tú en un sitio como éste. Y a muchos incluso les sorprendía cuánto tiempo estabas tardando en manifestar la clandestina tendencia Rosa Díez fashion que se agazapa en las relaciones político-sentimentales cuando uno ya no encaja en un partido y sigue ahí por no hacer un feo, como una farola o una papelera puesta por el ayuntamiento, como un marido desfasado o una mujer desenamorada, pero que aguantan y aguantan uno junto al otro por no dar un disgusto sin pensar que a lo mejor, lo que darían sería un alivio y hasta una liberadora sorpresa; pero ellos, erre que erre, atados al banco de la galera turquesca, no se sabe si por fidelidad mal entendida, por no tener donde ir que mejor estén, por comodidad, por descoloque o por pereza. Pero el matrimonio sigue su curso deslizándose entre rituales y aburrimientos, donde ya ni siquiera se discute de nada, por lo clara que está la indiferencia mutua y el por ahí te pudras sobrentendido pero nunca explícito.
Por fin ha llegado el gran día. Has salido del armario y eso es lo mejor que os puede pasar, a ti, que ya no sabías como acoplar razones para seguir en las mismas, a los votantes que ya tendrán más claras la referencias y a Izquierda unida, que no sabía donde ubicarte sin que te sintieses desplazado, ella, ya la conoces, no es capaz de echar de casa a nadie por muy disidente que sea, tiene sitio para todos, y mira que somos cada uno de su padre y su madre, menos para corruptos y black-cards-tar-jetas farrucos e indefendibles hasta por la familia, que se empeñen en reivindicar su identidad choriza como algo connatural a la condición de político de una izquierdas con ética y vergüenza. Ahí ya deberías haber partido peras con la familia de origen, porque ya se vio que la unidad había hecho aguas en tu parcela. Mejor así.
De todos modos, dicen que donde hubo algo queda, lo importante en la vida nunca se puede olvidar y no has resistido a la tentación de llevarte el recuerdo imborrable de otro Garzón como compañero de viaje, aunque solo sea por el apellido, para que el adiós y la distancia no resulten un trauma demasiado duro.
Felicidades, compa, ya era hora de dar el paso. La alegría por las cosas buenas y las decisiones más acertadas es un bien común. Y compartido a tope, de verdad. Como dicen los pilotos de toda la vida a los compañeros que emprenden el vuelo ¡Suerte, vista y al tajo! (ellos decían "al toro", pero eso ya no encaja en la conciencia del siglo XXI, mucho menos bestia y más solidaria. Y el tajo es más marxista)
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