Joan Ribó: "Quiero dejar claro que no harán el urbanismo las empresas, lo haremos entre todos"
El candidato de
Compromís, que aspira a revalidar su cargo de alcalde de Valencia,
señala que el cierre de los centros urbanos al tráfico de coches "es la
dirección de todas las grandes ciudades europeas"
Fue una de las grandes sorpresas de
las elecciones de 2015. Compromís se hizo con la alcaldía de la ciudad
de València al obtener nueve concejales en un consistorio que por
primera vez en 24 años tenía una mayoría de izquierdas. Pero Joan Ribó
no acababa de llegar al Ayuntamiento. Tres concejales de la coalición
valencianista, entre ellos el que sería alcalde, se habían batido ya en
la oposición a Rita Barberá durante el anterior mandato. Y triplicaron
su representación hasta convertirse en la segunda fuerza política local,
a poca distancia del PP.
Cuatro años después, a las
puertas de unas nuevas elecciones municipales, Ribó aspira a reeditar el
acuerdo de La Nau con el PSPV-PSOE y con Unides Podem-Esquerra Unida
(antes València en Comú). Y afronta esa posibilidad con unas encuestas
que, debido al hundimiento del PP, coinciden en situar esta vez a
Compromís como la lista más votada en la ciudad, algo que cuadra con los
resultados obtenidos por la coalición en las elecciones autonómicas del
28 de abril pasado.
En el mitin central de campaña de
Compromís, Mónica Oltra elogió el cambio de estilo que ha protagonizado
en la alcaldía y recordó que, al recibir la vara de mando, dijo que no
haría uso de ella ni del mando. ¿En qué ha consistido el cambio de
estilo a la hora de gobernar?
La vara de
mando tiene una cierta reminiscencia militar. En lugar de mandar,
prefiero participar, dialogar, de alguna manera coordinar. Ese es un
primer elemento que he querido que estuviera en todos los años del
gobierno del Pacto de La Nau. El segundo elemento parte del hecho de que
esto [el despacho de alcaldía, donde se desarrolla la entrevista] era
un sitio cerrado, para personas VIP. Por eso, la segunda idea muy clara
consiste en que esta es la casa de todos. Se ha abierto el Ayutamiento a
la gente y han pasado ya 600.000 personas por aquí.
Quiero
explicarle una cosa. Aquí donde nos sentamos, me dijeron altos
funcionarios del Ayuntamiento que hacía cinco o seis años que no habían
entrado. Es un indicador de que la casa se gestionaba de una forma
absolutamente piramidal. Me gusta reunirme con muchísima gente, de un
servicio u otro, si hay algún tipo de problema. Aquí, donde estamos
sentados, los miércoles y los viernes por la mañana se ha sentado gente
de la calle que me ha pedido reuniones o representantes de colectivos y
asociaciones. La idea era hacer un gobierno de gente normal, que no
estamos investidos de nada especial.
Usted
es uno de los denominados "alcaldes del cambio". Parece tenerlo más
fácil que Manuela Carmena en Madrid o Ada Colau en Barcelona. ¿Superarán
la reválida del 26 de mayo?
No he hecho un
análisis serio de las encuestas en Madrid, en Barcelona, en Málaga, en
Zaragoza, en las ciudades de más de medio millón de habitantes. Yo sé lo
de Valencia. Creo que para revalidar un gobierno como el que hemos
tenido, el de La Nau, las cosas están fáciles. Para revalidar que sea
dirigido o coordinado por Compromís, también creo que las cosas están
fáciles. Pero el domingo es cuando se decide. Hay otro indicador muy
poderoso. En las elecciones generales tuvimos un resultado flojo, pero
en las autonómicas pasamos a ser la primera fuerza política en Valencia.
Esto no había ocurrido nunca. Por tanto, lo vivo con mucha esperanza y
mucho trabajo. Por supuesto, no diré que con tranquilidad, pero bien.
¿Cuál es la base de Compromís para haberse convertido en una fuerza clave en la ciudad de Valencia?
La
base de Compromís son los tres elementos de su composición. El primero
consiste en que somos valencianistas, en la defensa de la tierra, de la
lengua, de la cultura, del patrimonio, de la huerta, de nuestros
valores. El segundo, la característica clarísima de ser una fuerza de la
izquierda transformadora, moderna, que se preocupa por los servicios
sociales y los derechos de todas las personas. Y el tercero, el
planteamiento de la sostenibilidad. No podemos avanzar en esta sociedad
sin pensar permanentemente en que tenemos un cambio climático que está
entrando, un problema al que debemos hacer frente. Todo eso es una suma,
y a esa suma se la denomina Compromís.
Eso debe plasmarse en un modelo de ciudad...
No se ha de plasmar; se está plasmando.
¿Se ha avanzado suficientemente en ese cambio de modelo de ciudad durante este mandato?
Creo
que se han dado pasos significativos. Por ejemplo, se ha acabado la
posibilidad de construir en l'Horta. Eso es muy importante. Había ocho
proyectos que preveían construir sobre la huerta y los hemos cortado,
nosotros y la Generalitat Valenciana, porque hemos hecho codo con codo
el Plan de Acción Territorial de L'Horta. Por otra parte, hemos avanzado
significativamente en la movilidad sostenible. Greenpeace dice que
somos la segunda ciudad que más ha avanzado en temas de sostenibilidad
en España y eso me llena de satisfacción, igual que me llenó de
satisfacción que la exministra García Tejerina nos diera un premio de
movilidad. También se ha avanzado en los temas de alimentación. Hemos
sido capital mundial de la alimentación sostenible, estamos trabajando
para poner en marcha con la FAO un centro sobre alimentación de nivel
mundial y estamos trabajando mucho la relación de la huerta, los
mercados y la educación.
Además, hay asuntos como la
reducción de la contaminación lumínica, que nos ha permitido ahorrar 14
millones de euros, o la reducción de la contaminación acústica. Al mismo
tiempo, hemos trabajado mucho en servicios sociales y se ha reducido el
paro, que sé que no es solo una responsabilidad municipal.
Pero la sensación es que no ha habido grandes avances en urbanismo...
El
urbanismo es más lento de arrancar, pero hemos comenzado. Hemos hecho
dos cosas. La primera, plasmar la necesidad de avanzar en un urbanismo
más participativo. Podemos decirlo de otra forma: queremos que no solo
importen los metros cuadrados de suelo construible de los que hablan las
grandes empresas constructoras, sino también qué le parece al
vecindario, qué espacios públicos habrá, qué servicios tendremos, qué
perspectiva de género -quiero resaltarlo- adopta ese urbanismo. Hemos
dado pasos en ese sentido. Ahora falta dar el paso a un modelo de ciudad
participado en el que el urbanismo no se decida solo en unos PAI. Se
han de introducir más cosas a la hora de definir el urbanismo.
Pero
hay protestas. En plena campaña se ha producido una manifestación
contra ciertos proyectos urbanísticos, concretamente contra el PAI del
barrio de Benimaclet.
Sí, y eso que el de
Benimaclet es, seguramente, el más participado. Hace cuatro años, en
plena campaña, estuve en un centro cultural de Benimaclet, viendo los
proyectos que se habían planteado. Lo trajimos al Ayuntamiento y después
se aprobó. Hubo un proceso de participación. Y seguiremos hablando. Una
cosa es lo que se planteó y otra el PAI que presenta una empresa
determinada. Iremos aproximando las dos cosas.
¿Hay margen de negociación de ese proyecto?
Por
supuesto que hay margen. Quiero dejar claro que no harán el urbanismo
las empresas. Como es lógico, las empresas han de participar, pero
haremos el urbanismo entre todos. Las empresas han de tener unas
ganancias, pero la ciudad se tiene que hacer como quieran los
valencianos.
¿Se le ha adelantado Carmena en Madrid con el cierre del centro urbano a los coches?
Madrid
es una gran ciudad. Admiro mucho lo que ha hecho Carmena. Nosotros
hemos comenzado a cerrar una vez al mes la plaza del Ayuntamiento y
otras cosas. Es cierto que tenemos un retraso en el inicio de las obras
de peatonalización de la plaza de la Reina porque es una zona con restos
arqueológicos de valor. Pero las empezaremos. Tenemos cuatro plazas,
las de la Reina, El Mercat, Ciudad de Brujas y Ayuntamiento, que definen
el centro y que vamos a peatonalizar.
La
peatonalización va vinculada al cambio de movilidad. Parece que en este
mandato solo se ha discutido de los carriles-bici, en una polémica
recurrente con la oposición.
A ver. Greepeace
señala en su informe que hemos aumentado la cifra de gente que se
desplaza caminando. El problema de movilidad no es, como se plantea de
forma obsesiva por parte de algunos diarios de derecha, de carriles
bici. Se han hecho muchos colecaminos para que los
niños y niñas vayan a pie a la escuela, se han peatonalizado zonas, ha
habido restricciones al tráfico... Hemos de dar un paso, efectivamente,
en la reorganización de las plazas... Me parece muy bien que la
alcaldesa de Madrid avance en esa dirección. Así, la gente se dará
cuenta de que es la dirección de todas las grandes ciudades europeas, de
que no hay otro camino.
En relación con la movilidad pero también con otros aspectos, sigue pendiente una política de ámbito metropolitano.
Hemos
comenzado. Me gustaría ir más rápido, pero tenemos ya una autoridad de
movilidad metropolitana. Es un punto grave que hay que abordar. Cuando
sales o entras a la ciudad a unas horas determinadas, ves que hay un
conflicto permanente. No lo podemos arreglar desde el Ayuntamiento.
Tiene que ser desde una política metropolitana. Para eso necesitamos
recursos. El PP se cargó todo el sistema metropolitano y estamos pagando
las deficiencias. La EMT necesita financiación y el metro necesita
también una financiación importante porque es una pieza clave en la
movilidad metropolitana.
Esto enlaza con el asunto de las inversiones del Estado que la ciudad tiene pendientes. ¿Cuáles son las más prioritarias?
Hay
una a la que hay que dar impulso porque ya está firmado el convenio. Se
trata del canal de acceso ferroviario entre el Bulevar Sur y el puente
de Giorgeta, que permitirá hacer otra parte importante del Parque
Central. No arreglará los problemas ferroviarios, pero sí que permitirá
arreglar problemas urbanísticos, como la conexión del barrio de Malilla
con la zona de la calle de San Vicente y la reordenación posterior. Lo
hemos firmado hace poco y debe ponerse en marcha.
Además,
está todo el asunto del nodo ferroviario de Valencia, que implica la
estación, la salida hacia el norte, el soterramiento de las vías en toda
la zona de El Grau y Natzaret. Y, por supuesto, lo que hablábamos
antes, la financiación del transporte metropolitano. Son las grandes
asignaturas pendientes en materia de movilidad. Todo lo que bascula
alrededor del Parque Central es clave, como lo es todo lo que se refiere
al soterramiento de las vías. Sin eso, tendremos en el futuro grandes
problemas en el Corredor Mediterráneo.
Se supone que con un Gobierno de Pedro Sánchez será más fácil que con un Gobierno de Mariano Rajoy.
Sí,
pero quiero verlo y comprobarlo. Hemos tenido alguna experiencia que no
me ha gustado, como el tema de la Marina. Había un acuerdo para poner
en Presupuestos el pago de la deuda, pero también de ejecutarlo mediante
decreto ley en caso de que no se aprobaran los Presupuestos. Y no se ha
cumplido. Le quiero decir a Pedro Sánchez que seremos leales y
aplaudiremos los acuerdos, pero no nos vamos a callar.
Hablemos de sus socios. Por un lado, los socialistas aspiran a superar a Compromís para llevar a Sandra Gómez a la alcaldía...
¡Todo el mundo tiene derecho a soñar!
...y por otra parte, la candidata de Unides Podem-Esquerra Unida, Maria Oliver, es muy crítica con Compromís.
Estamos
en campaña electoral y cada uno necesita acentuar sus características,
Podemos unas y el PSPV-PSOE otras. Intentar coordinar una coalición
implica entenderlo y llevarlo con alegría y deportividad. El lunes,
después de las elecciones, tendremos que empezar a hablar de otras cosas
y todo lo que hemos dicho los días anteriores no quiero que nos afecte.
Por eso me oirán muy pocas cosas en ese sentido.
La vivienda es una asigntura pendiente en Valencia.
Es
una de las grandes asignaturas pendientes. Es un problema que se ha ido
haciendo más importante. Hay un cambio social. Antes la gente pensaba
en comprar pisos, ahora no puede. O no quiere. O las dos cosas al mismo
tiempo. Por tanto, el alquiler adquiere una importancia fundamental. No
estoy hablando de gente en el umbral de la pobreza sino de alquileres
para personas que están trabajando, que se quieren emancipar, personas
mayores... Está muy complicado porque han subido los precios por
diversos motivos. Uno evidente son los apartamentos turísticos, pero hay
otros.
Necesitamos diponer de un parque de viviendas
de alquiler controlado. Por eso hemos pedido un préstamo al Banco
Europeo de Inversiones para hacer viviendas a ese nivel. Estamos
empezando a trabajar en un sistema de ayudas desde una empresa
semipública de manera que el Ayuntamiento aporte los solares y la
empresa haga la construcción de viviendas a precio tasado. Ya que el
Gobierno de Pedro Sánchez no tasa los alquileres, medida que sería
necesaria, vamos a hacer lo que podamos desde el Ayuntamiento. El modelo
no es original, está inspirado en el modelo vienés. Hay un 30% de pisos
de este tipo en Viena. El Ayuntamiento solo no puede. Si te planteas
construir 5.000 pisos durante el próximo mandato, los números te dicen
enseguida que no puedes. Por eso optamos por una empresa con
colaboración privada, de cooperativas y otras organizaciones, que nos
permita avanzar en esa dirección.
Hablemos de fiestas. Su gestión de
las Fallas ha producido cambios, pero sigue habiendo conflictos con la
estructura o el aparato que las dirige.
"Os
van a quitar las Fallas", alertaba la derecha hace cuatro años
refiriéndose a nosotros. Era una exageración, pero la escuchabas por la
calle. No ha sido así. Y no ha habido enfrentamiento con el mundo
fallero. Ha habido enfrentamiento con una determinada cúpula, con
algunos de cuyos miembros hemos visto en actitudes no muy pacíficas
contra determinadas manifestaciones o proclamar que eran apolíticos y
después entrar en las listas de algún partido, de derechas, por
supuesto.
Es evidente que no estamos de acuerdo con
determinadas cosas. Las Fallas han de ser de todos. Han de ser
apolíticas, pero eso no quiere decir que apolítico sea lo que entiende
la derecha como tal, es decir, que sean políticas de derechas las que
las inspiran. En las Fallas hay gente de todo tipo. Hay que hacer unas
Fallas de todos. En estos años, las Fallas han seguido su trayectoria y
sus costumbres, pero también se han vinculado a nuevos movimientos
creativos que han permitido ver una falla en la plaza del Ayuntamiento
mientras en una exposición en el Centre del Carme sus autores la
vinculaban a un mundo artístico completamente actual. Es muy importante
vincular las Fallas, con sus tradiciones de siempre, a corrientes
pictóricas y culturales modernas, además de potenciar la pirotecnia, la
música o el teatro. Me parece que se está haciendo una tarea importante.
Valencia
fue el puerto de acogida del 'Aquarius', que marcó un hito en el
problema de las migraciones en el Mediterráneo. Pero se ha quedado en
algo aislado porque la política migratoria deriva hacia otros
planteamientos.
La política migratoria no la
controlan el Ayuntamiento ni la Generalitat. Como todos sabemos, está
controlada por el Estado. Yo estoy muy contento de haber aprovechado un
momento en que acababa de llegar otro Gobierno a Madrid -tal vez hoy
sería más difícil- para que Valencia acogiera un barco lleno de personas
que no querían en Italia, ni en Malta. Así proclamamos que somos una
ciudad refugio. Lo somos en el marco de un Estado que controla sus
fronteras, de una legislación que a veces no nos gusta porque no respeta
los derechos humanos de las personas migradas suficientemente, pero
actuamos y ayudamos.
Hay una
tensión histórica entre los intereses del puerto de Valencia y de la
ciudad. La Autoridad Portuaria no hace más que plantear proyectos, como
un túnel de acceso submarino por el norte. ¿Cómo están las relaciones?
El
tema del túnel submarino tiene cierta gracia porque la conexión del
puerto está en buena medida diseñada y ha de ser ferrovaria. Hacer en
estos momentos un túnel para camiones representa una falta de
perspectiva enorme. Dentro de 20 años los camiones viajarán sobre las
plataformas de los trenes. Puedo entender que el Puerto quiera una buena
conexión con Sagunto. Estoy totalmente de acuerdo, pero hay que pensar
en los sistemas de movilidad. Dentro de pocos años, debido al cambio
climático, habrá ciertas cosas que ya no podremos hacer. Está pasando
ya. El camino más rápido es una conexión, con un transfer en Sagunto, seguramente, pero a través del tren.
El
Puerto hace a veces planteamientos que no están hechos con perspectiva
de futuro. Ahora bien, también he de decir que por primera vez en muchos
años hemos discutido con el Puerto y hemos conseguido cosas. Por
primera vez en muchos años, ha cedido más de 90.000 metros cuadrados
para hacer el Parque de Desembocadura en Natzaret. Por primera vez ha
cedido más de 100.000 metros cuadrados para hacer una zona deportiva que
dinamizará el barrio y permitirá que un equipo [el Levante UD] no tenga
que ir a Buñol cada día y pueda tener aquí sus instalaciones. Todo eso
es positivo. Hay historias pasadas y cosas que no nos gustan del Puerto.
Por ejemplo, siempre me ha preocupado la afección de la ampliación del
Puerto a las playas del sur. Por eso, cuando se habló de hacer obras en
el muelle Norte, lo primero que hice fue pedir un informe sobre su
efecto en las playas del sur. Si hubiera tenido efecto, por supuesto
hubiéramos dicho que no.
El Puerto ha de entender que
está en una ciudad con la que ha de dialogar y no puede hacer lo que
quiera y que los espacios que no utiliza los ha de ceder. Estoy pensando
en espacios relacionados con el PAI de El Cabanyal-Canyamelar. Hay allí
una zona que no tiene sentido que no esté incluida y que nosotros
planteamos que sea cedida.
¿En la
recuperación de El Cabanyal, le hubiera gustado ir más ràpido? ¿Cómo
afrontarán los problemas de convivencia y de seguridad?
Hemos
estado buscando subvenciones europeas y estatales, lo que, por
desgracia, ha aumentado la lentitud. Me gustaría correr más, pero los
procedimientos de las administraciones públicas no te dejan. Uno de los
elementos que planteamos es modificar la estructura del Ayuntamiento
para agilizarlo. Entiendo que la gente del Cabanyal advierta: "¡Oiga,
que llevamos 24 años!". Yo sería el vecino que estaría diciendo: "¡Ya
está bien!". Pero a la vez hay que recordar que se ha invertido en la
modificación de las calles, se han rehabilitado casas y se ha invertido
en asuntos sociales y mejorado la limpieza. Si tes das una vuelta por el
barrio, ves que surgen nuevos trabajos, bares, restaurantes, cada vez
hay más vida. Se trabaja en la puesta en marcha de un centro de
servicios sociales en El Cabanyal. ¿Que se retrasó? Sí. Había unos
okupas, a quienes decidimos no entrar a desalojar con un tanque. Se han
hecho muchas cosas, pero no se ha entrado a sangre y fuego, por decirlo
de alguna manera, en los temas sociales porque hay que entrar con una
cierta calma, y hay que dialogar, por ejemplo en el bloque portuario y
en todas partes. De todas maneras, el barrio de El Cabanyal ya no es lo
que era. Y ahora el problema es que tendremos que luchar para que no se
gentrifique demasiado.
Algunas
encuestas dicen que Compromís y el PSPV-PSOE pueden lograr la mayoría
absoluta sin contar con Podemos. ¿Se plantea ese escenario?
Cuando
enseñaba Física y Química, lo primero que explicaba eran los métodos de
medida y la necesidad de hacer la media. Si eso lo hacemos con una
ciencia exacta como es la Física, con otra no tan exacta como son la
sociología o las encuestas, lo primero que hay que hacer es sacar la
media de todo. Ese escenario lo han dado, como mucho, una encuesta o
dos. Lo normal es trabajar con unas coordenadas de coalición muy
parecidas a las de estos cuatro años. Y aunque no hiciera falta, estoy
interesado en que los compañeros de Podemos e Izquierda Unida se
integren, porque me parece importante su papel. También es bueno tener
la crítica dentro. Pretendo reeditar un gobierno de la Nau. ¿Igual? No.
Vamos a ver qué dicen los resultados electorales. Pero con los mismos
componentes.
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