Urnas
Solo podemos confiar en que las matemáticas sigan arreglando los destrozos que propician los caudillos de cualquier calaña
Tantos meses de mentiras, de manipulación de la realidad, de degradación de la política, tenían que dar resultado. Cualquiera diría, al valorar el veto independentista a Iceta, que ERC y J×Cat salieron ganando tras oponerse a los Presupuestos y provocar el adelanto electoral. Con la calculadora en la mano resulta más bien lo contrario. Si Sánchez aún estuviera gobernando con 84 diputados, el independentismo catalán seguiría siendo vital para la estabilidad del Gobierno, y su capacidad de presión, mucho más alta. Tras el 28-A, y aunque el resultado obtenido por ERC haya sido espectacular, la cruda realidad es que los independentistas no son imprescindibles para la investidura. Tal vez, sus abstenciones ni siquiera resulten necesarias, porque existen otras combinaciones posibles para hacer presidente a Sánchez. Torra ha convertido un trámite parlamentario en una presunta gesta nacional. ¿Ha servido de algo? Otro senador socialista, catalán, federalista, presidirá el Senado. Es lo que tienen las matemáticas, que ni se compran ni se venden, como el cariño verdadero. Quiero abrazar aquí, una vez más, a Miquel Iceta, víctima de un indigno fuego cruzado que lo presenta como el campeón del 155 y del referéndum de independencia al mismo tiempo. Nada enaltece tanto su figura como la hostil unanimidad de los enemigos irreconciliables. Pensando en ellos, les animo a votar masivamente a la izquierda el domingo que viene. Tal y como está la política española, solo podemos confiar en que las matemáticas sigan arreglando los destrozos que propician los caudillos de cualquier calaña. No se indignen, no se enfaden, no se desconcierten. Esto tiene solución, y está en las urnas. Por favor, no dejen de llenarlas.
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