Lo que se avecina se llama hacer política. El mercadeo, intercambio, simultáneas en distintos tableros, es la respuesta natural al resultado combinado de las elecciones del 28 de abril 26 de mayo. Lo que veremos en los próximos días es lo que la sociedad viene pidiendo cuando insiste a los partidos en que no se envistan sino que negocien, que exploren vías de encuentro. Por eso me parece una buena noticia que, 24 horas después de las elecciones, Ciudadanos borre las líneas rojas y los vetos y abra el abanico de los posibles acuerdos. Alguien dirá que es cinismo, puede ser, pero seamos positivos, llamémosle realismo. De hecho, su rectificación se produce después de aceptar públicamente que su intento de sobrepasar al PP resultó fallido.
Se va viendo claro el plan de Sánchez: gobierno monocolor, solo socialista, con algunos independientes de la órbita de Podemos y apoyos en otras bandas. El encuentro Sánchez-Macron ayer en París para aproximar socialistas y liberales en Europa nos aporta un dato más y muy significativo: geometría variable. En lugar de línea recta, triángulo escaleno con lo social en su lado de mayor longitud. Acción política compleja que necesitará dos cosas, sobre todo: ejecutantes de primer nivel y talento para explicarse ante la sociedad.
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