lunes, 27 de mayo de 2019




La tristeza del vencedor, la euforia del vencido

Este lunes de resaca electoral, Iñaki Gabilondo analiza la situación paradójica que dejan los resultados

BEA POLO





Necesitaremos mucho tiempo para examinar la gran cantidad de datos que proporcionó la jornada de ayer. El principal de todos ellos es que el 26 de mayo confirmó el 28 de abril y que, por tanto, el PSOE ha reforzado su victoria de las generales, con el añadido de un gran éxito en Europa. Y, sin embargo, los socialistas ofrecían ayer una imagen de frustración porque algunos de sus triunfos no podrán ser cobrados si se mantienen las anunciadas líneas rojas que cierran el paso al PSOE y abren los brazos a Vox.


La euforia la encontrábamos en el Partido Popular aunque no para de perder votos. Así que, en espera de lo que ocurra con los pactos de gobernabilidad, se pueden afirmar unas cuantas cosas: con el PSOE al frente, España inicia un ciclo de hegemonía de la izquierda y se aclara el gobierno Sánchez, porque no tiene sentido alguno la coalición con Podemos.
El PP no para de perder votos pero salva su arriesgadísima situación gracias al fallido sorpasso de Ciudadanos -a los que les sigue faltando estructura territorial y sobrando soberbia- y a las carambolas que le llevan al éxito en Madrid. Los populares se están especializando en lo que siempre denostaron: en gobernar a pesar de perder.
Vox se afirma en la realidad nacional, con notable presencia en la capital y, sobre todo, con la llave de la Alcaldía y de la Comunidad pero sin la trompetería de la generales: muchos de sus votantes regresaron a la casa madre.
Y Podemos es una marca que se desploma. En la Comunidad de Madrid, de forma clamorosa, Íñigo Errejón triplicó en votos a los de Pablo Iglesias, que ha de decidir si se refunda o si se funde. La división en el universo morado ha resultado, como se temía, un auténtico desastre.
Cumplido el serial electoral de primavera se abre un cuatrienio sin elecciones. Es la hora de ver si nuestros líderes son capaces de mirar lejos. Pedro Sánchez, líder indiscutible del primer partido del país, asume el compromiso de abanderar esta estabilidad. Una responsabilidad que debería subir también Pablo Casado: si el resultado de las generales le hizo meditar, le alejó de Vox y le convirtió en centrista, los resultados de ayer le deberían también hacer meditar y devolver el sentido de Estado.
¿Cómo reaccionará Rivera? Puede engañarse con su capacidad en las negociaciones de gobernabilidad pero su objetivo número uno, convertirse en líder de la oposición, ha fracasado. Si su soberbia no le cegara, podría ser factor decisivo en esa estabilización que los españoles exigen. Por de pronto, en este lunes de resaca, la situación es paradójica: melancolía en los ganadores, euforia en los perdedores. 

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Lo describes muy bien, Iñaki.
La caída del cambio en Madrid, Barcelona y Zaragoza es un palo duro de asumir para quienes desean una España más decente y comprometida con su evolución hacia el maridaje entre ética y política, imprescindible para salir de las cavernas paleolíticas y reinventarse en el siglo XXI. El hecho de que la abstención haya  subido en los barrios de clase trabajadora y media, castigadísimos por los desahucios y el abuso desenfrenado del capitalismo, y que la participación se haya incrementado notablemente  en los de clase cacique y millonetis amos del cotarro, ya da las pistas de por donde  hace aguas ese cambio tan necesario. La ética es fundamental para cambiar el rumbo de la orientación social. No es un adorno en la oratoria de los discursos. Ni un recurso al que echar mano teórica para convencer a las masas de que se conviertan en churros. La ética se toca, se ve, se vive, construye y con ella se legislan los problemas  del día a día. No bastan la simpatía y las buenas cualidades, obras son acciones y no buenas razones. Carmena es una buenísima persona, no cabe la menor duda, pero no ha sabido salir del círculo ético personal para convertir la ética en el hilo conductor de la política.
En Valencia, por ejemplo, el Ayuntamiento del cambio se negó a trabajar con los bancos que desahucian y producen miseria para forrarse. En Madrid eso no ha sucedido, al contrario, la Operación Chamartín , el cierre de Las Ingobernables, o la persecución de los manteros en Barcelona,  y el desinterés municipal por impedir los desahucios, y enfocar el problema de los alquileres irregulares, que se consideran "legales" aunque sean una forma de delito social bien avenido con el poder, ha demostrado lo contrario, que la caridad bien entendida es justicia y no limosna, es impedir la injusticia estructural y no solo limitarse a remendarla con gestos piadosos, que son necesarios, cómo no, pero que se quedan en agua de borrajas si no van acompañados de soluciones de amplio alcance transformador. 
Caritas, en su etimología latina significa amor incondicional y fraterno. No limosneo indecente y vista gorda con el chanchullo silenciado a base de ayuditas chapuza. Una política ética no puede basarse solo en la afabilidad de los modales, como una política justa no puede hacerlo solo en los discursos, como en el caso de Iglesias criticando las donaciones del dueño de Inditex o los abusos de los bancos y al mismo tiempo, comprándose un casoplón en una urbanización en la que jamás podrían vivir las víctimas de los habitantes del excelso territorio, cuyos derechos se pretenden defender por parte de los tribunos de la plebe a años luz de la plebe misma.
Está claro que todo el mundo tiene derecho a vivir como mejor le cuadre, pero ese derecho limita con las barreras éticas del compromiso político al que uno voluntariamente se ha adherido al entrar en el Parlamento, en el Consistorio, en el Gobierno o en el Poder Judicial. 
Está demostrado que 'La Venda' además de una canción que no se entiende, es un peligro inherente al poder. Y que si no se hace lo posible porque caiga cuanto antes, acaba por ser la causa de todos los batacazos imaginables. 
  
¿Qué sucede cuando las clases que votan determinadas propuestas ideológicas se ven defraudadas y arrinconadas en el olvido de la palabrería sin actos, por sus defensores y valedores institucionales? Pues que no les vuelven a votar. No porque "falta ilusión" sino porque la ilusión para quien está solo frente al abuso y al delito "justo", es una pamplina y un timo. Es una ofensa a su inteligencia.
Confundir la responsabilidad política con el frikismo intelectual es un verdadero peligro para la política y su praxis ética inseparable. 
No es un delito comprarse un casoplón si uno puede hacerlo y su conciencia no tiene nada que objetar al respecto, ni lo es tomarse tres cocacolas en el Congreso , pero puede ser dinamita moral a la hora de las urnas si mientras la empresa que produce la pócima deja en la calle a los trabajadores, uno mismo forma parte de los denunciantes y cobra un sueldo del estado por ello, ni es malo hacer un trato con Bankia para pedirle una hipoteca a título personal, faltaría más, pero es una falta de sensibilidad ética dejar en manos de ese banco -especialista en desahucios de lo más espeluznante-, unos terrenos municipales que son propiedad de la ciudadanía castigadísima por esa entidad, actitudes que son  auténticos espantavotos cuando se va de paladines de la decencia, de la solidaridad y del ejemplo moral y se termina por dejar a Bankia manos libres en los terrenos municipales. O se juega al Monopoly electoral con las penalidades del pueblo, es decir se montan timbas de poder hegemónico a ver quién puede más a la hora de la subasta en las urnas, como ha venido haciendo Podemos desde que llegó al mercadillo de intereses sin conciencia y se convirtió en ácido lisérgico para frikis y en salfumán para los movimientos sociales, como 15M y Mareas, incluidos IU y Equo.
Entonces el pueblo más dañado que es el que suele votar a "salvadores" se siente engañado y sobre todo políticamente desganado y deprimido. Y entonces cae en la poza del "todos son iguales", y por eso no voto. Que les den, si a la hora de la verdad estoy más tirado que una colilla y mi sufrimiento solo es visible si reporta beneficios electorales y ellos viven de espaldas a la realidad que nos oprime, explota y margina, porque nos priva de derechos mientras nos aplasta con deberes que luego ellos no cumplen mientras viven como marajás cobrando por no solucionar lo que prometen y no cumplen o cumplen a pellizquitos con más tiquismiquis y canguelo, que eficacia y justicia.

La derecha, en cambio, no tiene ese problema. Luce su indecencia con un descaro, una jeta y un cinismo que ya no espantan a nadie, sobre todo cuando los medios se dedican a normalizar su delirium tremens y los venden y acomodan en plan riego por goteo como simpáticas ocurrencias habituales del día a día. La chomskiana fábrica del consentimiento es ya un modus operandi. 
En realidad nunca son mayoría, porque sus devotos tienen el techo de cristal del estatus del parné sin escrúpulos, que no es precisamente "lo normal" en clases medias y trabajadoras. Son "los señoritos" cortijeros que tienen su Camelot en el Egido fashion, como paradigma de la Tabla Redonda y Excalibur a domicilio. La derecha tiene su identidad repartida en tres modelos of shores:

a) Modo pparanoico (vox)

b) Modo ppodrido (pp)

c) Modo egóppata (c's) 

Tres especialidades aparentemente distintas en las siglas pero una sola en esencia. Como son tan buenos católicos lo trinitario es lo que mejor manejan. Dios-Patria-Rey es su lema. Todo lo demás está de sobra. Menos la pasta, claro, que es la materia prima de los tres principios. Sin ella -según ellos- nada es posible y toda decisión depende de ella. O sea, que es su único dios verdadero al que adoran sin tregua. 

Pero por fortuna, hay en España un sector mayoritario de base social que no ha perdido el oremus y sabe distinguir entre el Paleolítico y el siglo XXI. Y ese sector hará posible, en red solidaria y lúcida,  que las aguas fluyan por el cauce adecuado, de hecho ya lo está haciendo.
 No es posible curar a tortazos una enfermedad histórica de tan largo recorrido. Se necesita tiempo para que las costras se caigan y las cicatrices vayan desapareciendo y el organismo político y social se regenere. La Transición consiguió que se cortase la infección de momento, pero las secuelas no desaparecen así como así, con facilidad. Sobre todo cuando los enfermos no se consideran enfermos porque heredaron y fueron educados en la enfermedad parasitaria y no saben que la falta de salud  nunca es solo física y material, sino además un estado dañado de la mente, las emociones y el alma/conciencia (si las hubiere, claro) . Por eso sólo los fármacos no las pueden curar aunque las alivien de momento, si no van acompañados de cambios y mejoras en las ideas, en el modo de vivir, en la mirada del entendimiento, en la voluntad, en las actitudes  y en los hechos. O sea, de la conciencia, que si no existe -como se deduce de las conductas de la fachísima trinidad- se debe crear y hacer crecer lo antes y mejor posible. Sin ese elemento vital, el poder y el dinero son armas de destrucción masiva, sobre todo a largo plazo que es el peor y más letal, especialmente para sus usuarios y de rebote para sus víctimas involuntarias.
Un tratado cinematográfico muy pedagógico, calcadito del fenómeno en cuestión es la película El Reino. De la que se deberían hacer cine-forum semanales, como mínimo, en Génova 13 tanto como en las sedes de los  modelos a y c, del mismo consorcio.

Por fortuna nos queda algún ángel custodio camuflado de diputado autonómico, como Gabilondo...por ejemplo. O sea, ejemplar. Y seguramente muchos y muchas de su misma condición, como Ribó, Oltra, Puig, Pérez Tapias, García Montero, Francina Armengol, Junqueras, Otegi, Ximo Bosh, Yayo Herrero, Sol Sánchez, Anguita, Sánchez Mato, Sánchez Gordillo, Teresa Rodríguez, Maíllo, Cañamero...en fin,  seres humanos, buenas personas capaces de ir más allá de las etiquetas, y tantos y tantas que en el anonimato van haciendo posible  otra visión del mundo más humana, igualitaria, justa, libre y fratenal.

Estos cuatro años próximos pueden convertirse en el semillero de una España en las antípodas del pasado si en vez de usar la fuerza de la política para ganar o perder hegemonías-fantasma, la usamos para sanar con amor práctico y construir con eficacia humanista, para educarnos y educar mucho más en la cooperación que en el derribo inútil que nos deja eternamente entre las ruinas,las ratas, las cloacas y la utopía de la miseria.


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