Patricia Caro, única mujer gitana en las europeas: “Las romaníes estamos luchando contra la ultraderecha”
- Entrevistamos a la única mujer gitana española que se presenta a las elecciones europeas de este domingo.
Patricia Caro Maya (Arlés, Francia, 1982) es la única mujer gitana española que se presenta a las elecciones europeas
de este domingo. Psicóloga de formación y experta en el estudio del
sexismo y el antigitanismo, ha pateado las calles, pero también conoce
las tripas de las instituciones. Fue una de las impulsoras de la
Asociación de Gitanas Feministas y se ha desempeñado como asistente de
la Comisión de Igualdad del Congreso de los Diputados durante dos años.
El CIS pronostica ocho eurodiputados para Unidas Podemos Cambiar Europa y
ella acude en el puesto octavo de la lista. Mientras convive con los
nervios ante las elecciones de este domingo, nos recibe en una terraza
de la Plaza de Cascorro en Madrid, su barrio “de toda la vida” donde,
dice, ‘roneó’ de joven.
– ¿Cuál cree que sería su principal función en el hemiciclo?
– Mi principal función es aportar al horizonte feminista porque Europa necesita feminismo, pero que sea del 99%. Es decir, un feminismo interseccional que incluya a las mujeres que históricamente han estado relegadas a los márgenes. Las mujeres romaníes, las migrantes y las musulmanas son las más discriminadas en Europa, dicho por las propias agencias de la UE.
– ¿Representa a estas mujeres, más allá de los principios de Unidas Podemos Cambiar Europa?
– Aquí representamos a todas las personas que quieren el cambio de la UE, que quieren pasar de una UE que está al servicio de las grandes corporaciones y de los bancos, al servicio de la gente y de los pueblos de Europa, con un horizonte verde y feminista. Ese cambio incluye a todas las mujeres porque, si no, seguiremos fortaleciendo al feminismo del techo de cristal, del 1%, que al fin y al cabo sigue fortaleciendo el sistema patriarcal, capitalista y liberal que está excluyendo al resto.
– ¿Piensa que en España el movimiento feminista ha recogido las demandas de las mujeres racializadas como las mujeres gitanas?
– Creo que estamos en proceso. Hay que ir trabajando. De la antepenúltima huelga del 8M a la última sí que he visto un cambio cualitativo muy grande. Mi experiencia personal es que cuando las mujeres romaníes han intentado acercarse han visto actitudes de escucha, de cercanía. Hace falta seguir trabajando en esa dirección porque el objetivo no está del todo conseguido. Poco a poco nos vamos conociendo, vamos construyendo y haciendo camino.
– Puede encontrarse en la Eurocámara con eurodiputados de extrema derecha que han defendido políticas abiertamente xenófobas como la Liga Norte en Italia, que impulsó la creación de un censo de personas de etnia gitana. ¿Cómo enfrentarles?
–
Aunque ahora ha sido más mediático, la realidad es que la extrema
derecha lleva fuerte en el Europarlamento dos legislaturas. Tenemos a
una diputada romaní, Victoria Mohacsi, que tuvo que exiliarse de Europa
por su trabajo para desarticular a este tipo de fuerzas. En un pueblo de
Hungría, entraron con cóckteles molotov a una casa y asesinaron a la
familia entera. Se salvó solamente una niña. Victoria demostró en este
caso la relación entre los grupos neofascistas, la ultraderecha, el
sistema judicial y el nivel político. Cuando descubrió esto, se tuvo que
ir. Ha habido otra eurodiputada romaní que impulsó la primera
resolución en el Parlamento europeo contra el auge de los neofascismos.
Quienes estamos dando la batalla contra la extrema derecha en el Parlamento europeo somos las mujeres romaníes, que somos quienes primero enfrentamos su violencia. En la UE se ha esterilizado a las mujeres romaníes. Son ellas quienes van a las maternidades segregadas –maternidades de baja calidad en hospitales de Hungría, Rumanía o Bulgaria–. Si no entendemos que las vulneraciones de derechos de nuestras compañeras son también la vulneración de nuestros derechos, la ultraderecha será cada vez más fuerte. Lo que ha pasado en la UE es que en el fondo existe un poso de antigitanismo en la gente y, cuando esterilizan a una mujer romaní, se piensa que en el fondo lo merece. El feminismo necesita una vuelta de tuerca para entender que la esterilización de las mujeres romaníes es una vulneración de los derechos sexuales y reproductivos tan importante como el derecho al aborto.
– ¿La sociedad española es antigitana?
– Sí, España es antigitana porque el desarrollo de su identidad se basa en el antigitanismo, como puede verse en los documentos históricos. El Estado español castigaba a las mujeres romaníes con penas de latigazos por identificarse exclusivamente como mujeres romaníes y ser independientes económicamente. Frente a eso, podemos impulsar una serie de medidas que pongan los derechos en el centro: impulsar políticas de lo común. Si queremos un derecho a la educación de calidad, tenemos que conseguir que sea para todo el mundo. Las personas romaníes especializadas en estas materias, que las hay, deberían estar tomando decisiones en cómo podemos mejorar el derecho a la educación para todas y todos. Y luego una serie de políticas afirmativas, específicas de las personas romaníes, para proteger esa cultura.
– ¿Cuáles son los mayores problemas a los que se enfrentan las mujeres gitanas en España?
– Yo prefiero hablar de retos. El mayor es el antigitanismo de Estado que impide que nosotras podamos acceder a nuestros derechos en igualdad de condiciones que el resto de mujeres y hombres. Nuestro principal reto o por lo menos para mí, el más importante, es el derecho a la educación. Hay más de un 90% de chavales y chavalas romaníes que no terminan la ESO y eso es una vulneración de derechos que nace en el seno de la propia institución. Es lo principal a romper porque sin acceso a la educación no tenemos el acceso al empleo. Así aumenta muchísimo la brecha económica, que afecta al empoderamiento de las mujeres exactamente igual que pasa con el resto de las mujeres.
– Aquí en España parece que se visibiliza poco en la televisión o el cine a las personas romaníes y cuando se hace suele haber conflicto. ¿Qué opina por ejemplo de la polémica generada por la película Carmen y Lola, de Arantxa Exhevarría, que habla de dos jóvenes gitanas lesbianas?
—
En España no es solo que no tengamos visibilidad, sino que la
visibilidad que hay es estereotipada y antigitana, y esto ocurre porque
esta representación social satisface los intereses de determinados
sujetos políticos. En el caso de la película de Carmen y Lola me
parece estupendo una película en la que se canta al amor entre las
mujeres, pero me parece un argumento falso decir que el problema en
estas mujeres son su cultura y su propia familia, porque se vende que
cuando les abandonas vas a ser feliz y a tener derechos humanos,
vivienda y acceso al empleo. Eso es falso.
Por otra parte, la directora decía que necesitaba hacer esta película para ayudar a las mujeres romaníes que son lesbianas, pero esto también es falso. A quien se ha ayudado ha sido a sí misma, que se ha promocionado desde una perspectiva bastante sexista como salvadora de las mujeres que no pueden hablar y no tienen capacidades propias de empoderamiento. Además, yo le propuse a ella sentarse a hablar con mujeres lesbianas para que les explicara cual había sido su camino con ejemplos positivos, que no implicaban abandonar tu cultura o tu familia, y ella no quiso. Ella quería el estereotipo, es decir, la demonización de una cultura. Si hubiese querido ayudar a estas mujeres habría hecho caso de todas las que se sentaron con ella y le dijeron: “así no”. Hizo una película para las gitanas sin las gitanas.
– ¿Está recibiendo apoyos de las mujeres romaníes y de la comunidad gitana?
– Sí. Hay mucha gente de la comunidad que me conoce porque. Hay personas que cuando llegan a determinado nivel de estudios dejan de participar en la comunidad, sin embargo, mi familia y yo seguimos participando en la comunidad. Saben que soy la persona que pertenece a la comunidad, a la que llaman cuando tienen un problema. Están bastante contentas. Muchas veces me preguntan que como tienen que hacer para votar que es el Parlamento europeo y que de qué se trata. Tengo que un trabajo pedagógico para explicar que todas las vulneraciones de derechos que están sufriendo aquí nacen en el Parlamento europeo. Están muy expectantes.
– Si consigue llegar al Parlamento, ¿cuál sería la principal medida que impulsaría?
– No podría decir una, sino dos. Una sería impulsar un marco de políticas públicas contra el antigitanismo porque hasta ahora existe un Plan de Integración del Pueblo Gitano que, lejos de integrarlo, normativiza su exclusión y además no tiene ninguna perspectiva de género. Las mujeres solo salimos para que digan que estamos gordas y no tenemos revisiones ginecológicas cuando es algo que es totalmente falso –y esto está demostrado científicamente–. No aparecen medidas educativas, ni de vivienda, de empleo…
Lo que toca es impulsar un plan contra el antigitanismo que tenga una perspectiva feminista interseccional que incluya a las mujeres y niñas. Por otro lado, en todas las medidas que son feministas tienen que estar incluidas las mujeres que están en los márgenes, que son las romaníes, migrantes, sobre todo las musulmanas, que son quienes más discriminación enfrentan.
– ¿Cuál cree que sería su principal función en el hemiciclo?
– Mi principal función es aportar al horizonte feminista porque Europa necesita feminismo, pero que sea del 99%. Es decir, un feminismo interseccional que incluya a las mujeres que históricamente han estado relegadas a los márgenes. Las mujeres romaníes, las migrantes y las musulmanas son las más discriminadas en Europa, dicho por las propias agencias de la UE.
– ¿Representa a estas mujeres, más allá de los principios de Unidas Podemos Cambiar Europa?
– Aquí representamos a todas las personas que quieren el cambio de la UE, que quieren pasar de una UE que está al servicio de las grandes corporaciones y de los bancos, al servicio de la gente y de los pueblos de Europa, con un horizonte verde y feminista. Ese cambio incluye a todas las mujeres porque, si no, seguiremos fortaleciendo al feminismo del techo de cristal, del 1%, que al fin y al cabo sigue fortaleciendo el sistema patriarcal, capitalista y liberal que está excluyendo al resto.
«Las romaníes, migrantes y musulmanas son las más discriminadas están en Europa»
– Creo que estamos en proceso. Hay que ir trabajando. De la antepenúltima huelga del 8M a la última sí que he visto un cambio cualitativo muy grande. Mi experiencia personal es que cuando las mujeres romaníes han intentado acercarse han visto actitudes de escucha, de cercanía. Hace falta seguir trabajando en esa dirección porque el objetivo no está del todo conseguido. Poco a poco nos vamos conociendo, vamos construyendo y haciendo camino.
– Puede encontrarse en la Eurocámara con eurodiputados de extrema derecha que han defendido políticas abiertamente xenófobas como la Liga Norte en Italia, que impulsó la creación de un censo de personas de etnia gitana. ¿Cómo enfrentarles?
«En la UE se ha esterilizado a mujeres romaníes y son ellas quienes van a maternidades segregadas»
Quienes estamos dando la batalla contra la extrema derecha en el Parlamento europeo somos las mujeres romaníes, que somos quienes primero enfrentamos su violencia. En la UE se ha esterilizado a las mujeres romaníes. Son ellas quienes van a las maternidades segregadas –maternidades de baja calidad en hospitales de Hungría, Rumanía o Bulgaria–. Si no entendemos que las vulneraciones de derechos de nuestras compañeras son también la vulneración de nuestros derechos, la ultraderecha será cada vez más fuerte. Lo que ha pasado en la UE es que en el fondo existe un poso de antigitanismo en la gente y, cuando esterilizan a una mujer romaní, se piensa que en el fondo lo merece. El feminismo necesita una vuelta de tuerca para entender que la esterilización de las mujeres romaníes es una vulneración de los derechos sexuales y reproductivos tan importante como el derecho al aborto.
– Sí, España es antigitana porque el desarrollo de su identidad se basa en el antigitanismo, como puede verse en los documentos históricos. El Estado español castigaba a las mujeres romaníes con penas de latigazos por identificarse exclusivamente como mujeres romaníes y ser independientes económicamente. Frente a eso, podemos impulsar una serie de medidas que pongan los derechos en el centro: impulsar políticas de lo común. Si queremos un derecho a la educación de calidad, tenemos que conseguir que sea para todo el mundo. Las personas romaníes especializadas en estas materias, que las hay, deberían estar tomando decisiones en cómo podemos mejorar el derecho a la educación para todas y todos. Y luego una serie de políticas afirmativas, específicas de las personas romaníes, para proteger esa cultura.
– ¿Cuáles son los mayores problemas a los que se enfrentan las mujeres gitanas en España?
– Yo prefiero hablar de retos. El mayor es el antigitanismo de Estado que impide que nosotras podamos acceder a nuestros derechos en igualdad de condiciones que el resto de mujeres y hombres. Nuestro principal reto o por lo menos para mí, el más importante, es el derecho a la educación. Hay más de un 90% de chavales y chavalas romaníes que no terminan la ESO y eso es una vulneración de derechos que nace en el seno de la propia institución. Es lo principal a romper porque sin acceso a la educación no tenemos el acceso al empleo. Así aumenta muchísimo la brecha económica, que afecta al empoderamiento de las mujeres exactamente igual que pasa con el resto de las mujeres.
– Aquí en España parece que se visibiliza poco en la televisión o el cine a las personas romaníes y cuando se hace suele haber conflicto. ¿Qué opina por ejemplo de la polémica generada por la película Carmen y Lola, de Arantxa Exhevarría, que habla de dos jóvenes gitanas lesbianas?
«Yo le propuse a la directora de Carmen y Lola sentarse a hablar con mujeres lesbianas y ella no quiso»
Por otra parte, la directora decía que necesitaba hacer esta película para ayudar a las mujeres romaníes que son lesbianas, pero esto también es falso. A quien se ha ayudado ha sido a sí misma, que se ha promocionado desde una perspectiva bastante sexista como salvadora de las mujeres que no pueden hablar y no tienen capacidades propias de empoderamiento. Además, yo le propuse a ella sentarse a hablar con mujeres lesbianas para que les explicara cual había sido su camino con ejemplos positivos, que no implicaban abandonar tu cultura o tu familia, y ella no quiso. Ella quería el estereotipo, es decir, la demonización de una cultura. Si hubiese querido ayudar a estas mujeres habría hecho caso de todas las que se sentaron con ella y le dijeron: “así no”. Hizo una película para las gitanas sin las gitanas.
– ¿Está recibiendo apoyos de las mujeres romaníes y de la comunidad gitana?
– Sí. Hay mucha gente de la comunidad que me conoce porque. Hay personas que cuando llegan a determinado nivel de estudios dejan de participar en la comunidad, sin embargo, mi familia y yo seguimos participando en la comunidad. Saben que soy la persona que pertenece a la comunidad, a la que llaman cuando tienen un problema. Están bastante contentas. Muchas veces me preguntan que como tienen que hacer para votar que es el Parlamento europeo y que de qué se trata. Tengo que un trabajo pedagógico para explicar que todas las vulneraciones de derechos que están sufriendo aquí nacen en el Parlamento europeo. Están muy expectantes.
– Si consigue llegar al Parlamento, ¿cuál sería la principal medida que impulsaría?
– No podría decir una, sino dos. Una sería impulsar un marco de políticas públicas contra el antigitanismo porque hasta ahora existe un Plan de Integración del Pueblo Gitano que, lejos de integrarlo, normativiza su exclusión y además no tiene ninguna perspectiva de género. Las mujeres solo salimos para que digan que estamos gordas y no tenemos revisiones ginecológicas cuando es algo que es totalmente falso –y esto está demostrado científicamente–. No aparecen medidas educativas, ni de vivienda, de empleo…
Lo que toca es impulsar un plan contra el antigitanismo que tenga una perspectiva feminista interseccional que incluya a las mujeres y niñas. Por otro lado, en todas las medidas que son feministas tienen que estar incluidas las mujeres que están en los márgenes, que son las romaníes, migrantes, sobre todo las musulmanas, que son quienes más discriminación enfrentan.
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