martes, 21 de mayo de 2019

Un ejercicio de reflexión sobre actitudes a la hora de discernir entre informar y opinar

La libertad de expresión como pretexto




El pasado 8 de mayo en la Universidad de Barcelona, en el Salón de Grados de la Facultad de Derecho, se celebró un seminario donde se promocionaban y defendían "propuestas terapéuticas" como el uso del clorito sódico, un derivado de la lejía, para curar el autismo o se criticaba el uso de vacunas para prevenir enfermedades. Durante el acto se plantearon los "intereses ocultos de las autoridades científicas, la falta de rigor en las directrices de salud pública", alternado con los "alegatos contra las vacunas y la quimioterapia y a favor de la homeopatía, pidiendo la inclusión de esta última pseudoterapia en el Sistema Nacional de Salud".
Los miembros de la comunidad científica se negaron a participar en el seminario y diferentes profesionales de la salud mostraron su descontento por la celebración de la actividad. Hay que recordar que la Generalitat catalana impuso una multa de 600.000 euros al payés y curandero Josep Pàmies por promocionar su derivado de la lejía, prohibido por la Agencia Española de Medicamentos, como cura del autismo. Por su parte, el Gobierno español presentó el pasado noviembre un plan contra las pseudoterapias, que tiene por objetivo básico "proteger la salud" de los ciudadanos. Anunciado por la ministra de Sanidad, María Luisa Carcedo (médica de formación), y el titular de Ciencia, Pedro Duque, el plan contempla que ningún centro sanitario público ni privado podrá ofertar terapias que no estén científicamente comprobadas. Igualmente, el Gobierno perseguirá la publicidad engañosa de estos productos.



¿Cómo se explica y se justifica que se celebre en la Universidad de Barcelona un Seminario defendiendo la lejía como curación del autismo y se haga apología de la no vacunación de niños y adultos? Pues gracias al pretexto de la libertad de expresión. De hecho el nombre del Seminario era 'Derecho a la salud y libertad de expresión'.
La propia institución justificaba el acto como una defensa de este principio. El vicerrector de Recerca de la Universitat de Barcelona, Domènec Espriu, dijo que la institución se posiciona claramente en contra de las pseudoterapias, pero a favor de fomentar el debate. "Nadie está planteando una discusión científica, médica o clínica sobre la validez de las terapias alternativas porque sabemos que bajo este aspecto no hay discusión. Las pseudoterapias son un fraude y la universidad, como institución pública y comprometida, debe posicionarse en contra de estas", argumenta. "En este caso, sin embargo, se ha planteado un debate ético y jurídico sobre dónde está el límite en la difusión de información sobre estas disciplinas. Entendemos que en estos términos sí que es lícito y necesario plantear una discusión. Más si la alternativa es la censura", añade. Obsérvese lo diabólico del argumento: "Todos estamos en contra de..., pero defendemos el debate sobre el límite a que se informe de ello, sobre todo si la alternativa es la censura". Ahora en lugar de los puntos suspensivos, usted puede poner "la superioridad de la raza aria", "la defensa del creacionismo frente a la teoría de la evolución", "la prohibición del voto para las mujeres" o "el internamiento de los homosexuales". Todo sea por la defensa de la libertad de expresión y en contra de la censura.
Propuestas y debates inverosímiles e inaceptables por una sociedad civilizada surgen válidos en nombre de la libertad de expresión, por mucho que su mera evocación suponga la negación de la ciencia, de los derechos humanos o la apología de racismos o crímenes contra la humanidad.
Con la libertad de expresión está sucediendo lo mismo que con el concepto de libertad. En nombre de ella José María Aznar, en 2007, ante la prohibición de conducir bajo los efectos del alcohol, dijo: "A mí no me gusta que me digan no puede ir usted a más velocidad, no puede usted comer hamburguesas de tanto, debe usted evitar esto y, además, a usted le prohíbo beber vino". Y añadió: "En eso consiste la libertad y en eso consiste la responsabilidad individual". 

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Nuestra conciencia se va formando y aprendiendo a elegir, justamente, en medio de las contradicciones sociales y personales que constituyen nuestro sistema de convivencia. En este artículo de Pascual  Serrano tenemos un ejemplo como ejercicio práctico que nos plantea unas cuantas actitudes, hechos y la reacción particular ante el conjunto de hechos y circunstancias. 

El caso objetivo es que la Universitat de Barcelona abre sus puertas a un debate científico y ético, entre dos ópticas ante la enfermedad y sus terapias; hay dos formas de considerar ambos hechos, una es la medicina hegemónica del mismo café para todos en la que el enfermo es un mero objeto de protocolos estandarizados que le convierten en plan kobaya en un objeto de tratamientos planificados en bloque sin que se tengan en cuenta sus particularidades, su individualidad y su derecho a elegir por sí mismo cómo prefiere curarse, teniendo en cuenta que es el principal sujeto de su propio albedrío y responsable en primer y último término de lo que elige o no quiere elegir como método de curación.
También hay que tener en cuenta una realidad inevitable: todos los sujetos no disponen del mismo nivel de conciencia ni de la misma madurez personal, -no todas los estudiantes de la existencia están en el mismo curso ni en la misma enseñanza, unas están en el parvulario, otros en la escuela, otras en el instituto, otros en la universidad, y otras ya se han licenciado- no todos entienden igual las mismas cosas, por ejemplo: mientras unos ven la eutanasia como un derecho inalienable del enfermo que decide dejar de sufrir  e irse libremente de este mundo, otros ven el mismo hecho como un crimen y un peligro para la sociedad, como un pecado mortal imperdonable, con el que los mortales rebeldes porque el mundo le hizo así, se empeñan en ejercer su derecho al finiquito voluntario , usurpando a los médicos y a dios sus poderes y dejando en ridículo su soberanía imperial sobre la mindundez humana, que él mismo ha creado, por cierto, con un potencial llamado libre albedrío por la propia moral religiosa, pero que deja de ser albedrío y libertad cuando a las hegemonías sociales, económicas, políticas y religiosas les interesa.

En paralelo al nivel de conciencia va creciendo el nivel y derecho del libre albedrío. Es natural que a los niños de guardería no se les permita andar solos por la calle, ni comer solo piruletas, ni meter los dedos en los enchufes, cosas que los alumnos de bachiller y universidad nunca harían si es que no están pirados. Pues igualmente ridículo es privar a la ciudadanía adulta de tener acceso a diversos conceptos y métodos de curación para sus enfermedades y obligarla "por ley" a someterse a protocolos sanitarios unilaterales y obligatorios, que se convierten en genéricos y se aplican por igual a cualquier persona sin tener en cuenta que cada ser humano es único e irrepetible, en TODO. Sí, también en el modo en que reacciona su organismo ante los problemas, los conflictos, las enfermedades y los remedios. ¿Cómo es posible que se acepte el aborto y la eutanasia como derechos y no se respete el derecho a elegir cómo cuidarse para no enfermar o cómo y con qué método clínico se prefiere curar una  cuando nferma?

Afortunadamente en el estamento médico y sanitario, lo mismo que entre la ciudadanía, existe gente que ha superado la guarde, el cole, el insti y la uni, es decir, que ha descubierto otra forma de entender las terapias médicas y el rol de la enfermedad y el significado integral de los desarreglos psico-físicos en la vida humana.
Por suerte aun existe una medicina capaz de unir causas y efectos a muchos niveles, es humanista y no solo un taller mecánico de reparaciones. Resulta que ¡aun piensa y siente por libre!, que aun y YA,  tiene conciencia, que no desprecia la valía de los antibióticos, ni de las vacunas en tiempos de epidemias, pero no como protocolos obligatorios por si acaso. Y que valora también otros métodos aplicables según la natura medicatrix, la naturaleza del propio paciente que es la base de salud y enfermedad.

Por desgracia, especialmente en las Españas, el sistema actual de la sanidad funciona como la banca, el comercio y la burocracia. Y así el paciente ya no es un ser humano de verdad, aunque en apariencia se lo digan, es solo un algoritmo, un dígito que se pone y se quita, que se radia, se analiza, se pincha como un acerico y se raja en canal como una pieza de caza, mientras se convierte en un contenedor de basuras clínicas irreciclables, por obra y gracia no de su enfermedad, qué va, sino del protocolo, así, sin preguntarle qué le pasa, cómo se siente, cómo soporta los malos tratos de la química y las inversiones en bolsa de los laboratorios, todos toditos alumnos aventajados de Milton Friedman & company.

Pues bien, esa medicina humanitaria, responsable, consciente y al verdadero servicio de los seres humanos, sin ataduras a intereses comerciales y políticos, ni lavados de cerebro, de unos años a esta parte está siendo perseguida y boicoteada desde el poder político de ciertos estados como el español o el italiano. Curiosamente en el resto de Europa este problema no está presente, ni en Francia, ni en Alemania, ni en Bélgica ni en los países nórdicos, solo, cómo no, en el siempre sometido y apolillado sur... en el que pensar en profundidad es un riesgo social y ahora, también "científico".
En el sur europeo sigue vivo el fantasma del imperio y su ranciedad apolillada, en él se inventó la democracia griega y su finiquito imperial-legionario romano. Se deshizo la libertad para crear la dependencia del que manda y tiene la sartén por el mango. La pluralidad asusta, el diálogo molesta, la democracia es solo una utopía para apoderarse de todos los recursos por mayoría absoluta y convertirla en oligocracia imperial.
Por eso molesta tanto un debate tan sano y recomendable como el que la Universitat de Catalunya -¡cómo no!- ha convocado para exponer diversos puntos de vista acerca de la naturaleza de esos dos modos de entender la medicina y la enfermedad. La libertad o el sometimiento de los pacientes, sus derechos a elegir medicarse o ser  medicados con determinados productos y terapias como acupuntura, reflexoterapia, masaje clinico, ajustes vertebrales, quiropraxis, dietas naturistas y vegetarianas, yoga, meditación curativa, medicina ayurvédica o taoísta...geoterapia, hidroterapia, cromoterapia, musicoterapia, escritura terapéutica, lectura curativa en grupo, homeopatía, spagyria, fitoterapia, biodanza, reiki, taichi, chi kung, ect, etc... una riqueza creativa y sanadora que si fuese incorporada a la medicina hospitalaria y al estudio universitario, sería para la humanidad un verdadero salto cualitativo y evolutivo: de las cavernas mecánicas terminators, al Himalaya de un conocimiento y de una calidad de vida y desarrollo desconocidas hasta ahora como sistema de vida, cuya enseñanza en las escuelas daría a los niños y niñas un conocimiento de sí mismos que les inmunizaría como la mejor vacuna, contra la enfermedad de una mala vida que se soporta y se sufre entre "protocolos" de todo tipo, sin comprenderla, y que es el origen de todos los padecimientos, que ya se llevan incorporados por narices como si fuese imposible la vida sin ellos...

No se trata de encontrar el secreto de la longevidad eterna, una egodependencia histérica que solo genera neurosis y angustia, y por ello vivir obsesionadas con la enfermedad y la muerte, sin comprender que así se las invoca, potencia y atrae, sino de realizarse diariamente con paz interior en el ahora, con la  plenitud de cada respiración vital y sin miedos, sin presiones sin ansiedad por lograr lo que nunca llena ni satisface. Y que no lo proporcionan ni el dinero ni los potingues, ni los tratamientos "mágicos" ni las tecnologías maravillosas que obsesionan y acaban por enfermar a todos sus usuarios si se aferran a ellas como a una exclusiva y excluyente tabla de salvación que viene a sustituir el concepto de dios como máquina de mangonear y de fabricar esclavos a su servicio. Si eso fuese dios estaríamos listos...Es un invento del poder más obsceno para dominar a los miedosos y cómodos, que se aferran a los triunfos pírricos de los caudillos y su avaricia, mediante el miedo y el complejo "sensato" de inferioridad, con la ilusión de perpetuarse  en la mierda de una vida(¿?) que no merece ni el nombre que le dan. Por eso hay tanta depresión y tanto envenenamiento, que la mortalidad por la ingesta de medicamentos es escalofriante.
Por cierto, Pascual Serrano, ni el hipoclocrito de sodio ni la stevia de Pamies han matado a nadie, al contrario, han salvado del évola a miles de africanos. En cambio, de la vacuna contra la gripe A y de los tratamientos del cáncer no se puede decir lo mismo. Y lo dice la OMS, no solo la doctora Teresa Forcades. ¿Por qué no investigas por ese lado también? Yo que tú, me informaría primero, antes de escribir sobre lo que no conozco. Me iría a visitar y entrevistar a esa parte de la ciencia que ve más allá de sus narices y dioptrías. Sobre todo si mi trabajo periodístico participase en un proyecto que se llama nada menos que Rebelión, ¿seguro, rebe qué y frente a qué?

La medicina natural, la homeopatía y las terapias alternativas también pueden sanar las obsesiones y la tendencia a desvariar por desvariar, a magnificar lo anecdótico y a minimizar lo realmente imprescindible y fundamental, oyendo campanas sin saber desde donde tocan. O quizás ni siquiera sean campanas ni suenen. En fin...
 Para empezar lo que sea hay que tener a mano las cuatro haches vitales: la humildad , la honestidad, el humor y la humanidad. Como diría Teilhard de Chardin, el fenómeno humano como medio divino y viceversa. Un buen plan de pensiones con inteligencia vital, sobre todo tal y como está el patio.

 Que la libertad de expresión pueda ser considerada  un pretexto  de una Universidad para alguien que informa, resulta más preocupante  para la salud democrática que el uso sanitario del hipoclorito de sodio disuelto en agua como medicamento. Sobre todo teniendo en cuenta que hasta el agua del grifo y los colutorios de los dentistas llevan esa terrible sustancia como garantía sanitaria anti-infecciosa.

El cuento de Los tres cerditos y el lobo  da muchas pistas. Solo la casa bien construida nos salva de que nos devore el monstruo del capitalismo  desalmado, consumista, traficante de seres humanos y depredador, que se cuela por todas partes, especialmente por las porosas paredes de la información aturullada por el alud fack-news de la posverdad, hasta vendernos todas las cabras de la manipulación, mediante lo que Chomsky define como "la fabricación del consentimiento" para la cual es imprescindible el papel prestigioso de una parte de la prensa que se considera más independiente y "libre". Si eso no se sabe y se sigue el juego, es negligencia  profesional, pero si se sabe lo que hay y se coopera con el enjuague, es complicidad corrupta con el mismo montaje que solo se denuncia de boquilla para fabricar un consentimiento social con la mentira que enriquece a unos cuantos, beneficia a algunos más a base de manipular y arruinar la vida y la salud a millones de desinformados que para colmo  creen estar informadísimos -pobrets!- por una peña tan competente y acrisolada como independiente. ¡Ja!


          Gollum

 ¿Tan fácil es sucumbir al poder del anillo fatal o es que ya se viene sucumbidos de casa por tradición familiar y patriótica?






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