Los españoles quieren más política y menos drama
Han crecido los
partidos que han apostado por moderar sus formas y sus discursos y han
castigado a aquellas fuerzas que han jugado a llevarlo todo a los
extremos más desaforados del lío y el conflicto
Más allá de las ganancias
y pérdidas de unos y otros, el 26M confirma una tendencia general que
ya marcó los resultados de abril. Las españolas y los españoles han
dicho en las urnas, aún más claramente, que prefieren la política al
teatro y el melodrama. Han crecido los partidos que han apostado por
moderar sus formas y sus discursos y han castigado a aquellas fuerzas
que han jugado a llevarlo todo a los extremos más desaforados del lío y
el conflicto. Las reinas del drama bajan, los líderes políticos suben.
Los
datos lo confirman. El PSOE ha superado la barrera del 30% de los votos
que no pudo pasar en las Generales. La vuelta al centro del Partido
Popular le ha permitido recuperar la barrera del 20% de los sufragios,
sumada a la capacidad de resistencia que ha vuelto a acreditar su
organización territorial.
Los grandes derrotados de la noche son los apóstoles de
la tensión: Ciudadanos y Vox. Los naranjas ven como el PP aleja con
claridad cualquier opción de que se les dispute su posición de liderazgo
en la oposición en esta legislatura. La derecha extrema española
retrocede incluso por debajo de sus expectativas más conservadoras; la
reconquista va a tener que esperar y mucho. El caballo que montaba ufano
Santiago Abascal se ha quedado en borrico.
Pedro
Sánchez puede leer estos resultados como un respaldo a su preferencia
por gobernar en solitario y, en cualquier caso, le coloca en una
posición muy reforzada para negociar las condiciones de sus apoyos.
Pablo Casado va a tener que seguir desenterrando a Mariano Rajoy y
olvidarse de nuevo y por mucho tiempo de José María Aznar. Las
aspiraciones ministeriales de Pablo Iglesias han quedado seriamente
tocadas, aunque no tan hundidas como las prisas de Albert Rivera por
hacerse con el título de líder de la derecha española.
El
votante de izquierda se ha decantado por la oferta de voto útil
socialista y ha demostrado con nitidez su cansancio y su decepción
respecto a las divisiones que han marcado los últimos meses de Podemos y
sus socios. El votante de derecha le ha vuelto a dar la razón a Mariano
Rajoy: prefieren la moderación, aunque sea forzada como en el caso de
Pablo Casado, y tienden a alejarse del ruido y el jaleo que han
competido por encarnar Albert Rivera y Santiago Abascal. Puede que no
les guste mucho Pedro Sánchez, pero parece que les gustan menos los
pateos en el Congreso de los Diputados.
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