¿Cuál es el origen de la enfermedad? Reflexiones de un médico enamorado de la Homeopatía
El otro día, meditando un rato y centrado en mi respiración,
empecé a sentir que no podía parar de respirar salvo que me forzara a
hacerlo, claro. Mi respiración fluía acompasada, sin pausa. Como las
olas del mar en la orilla, el aire iba y venía, entraba y salía.
Era muy bonito fundirse con la vida en ese movimiento de expansión y compresión que sentía en todo mi ser y que conectaba con ese mismo fluir de las estaciones, del sueño y la vigilia, del día y la noche, del Universo entero.
Ya sé que médico homeópata meditando es ultramegasuper pseudocientífico pero que le vamos a hacer, que no pude resistirme. Pero tranquilos, lo hice en mi casa solito, nadie me vio.
Esta meditación me dejó pensando en eso que hace ya unos años mi amigo el Dr Gualberto Díaz, en un pequeño pero delicioso post cuando aun éramos unos cachorritos de blogueros (ya nos van saliendo algunos dientes, jeje), nos contaba sobre lo sutil y lo potente. Decía, entre otras cosas: “Gracias a la homeopatía aprendí, con sorpresa, el poder enorme que tiene lo sutil; y pronto observé que esta idea podemos aplicarla a muchas facetas de la vida”
Si lo piensas, la vida se sostiene fundamentalmente en lo sutil. Cuánto tiempo podemos estar sin comer, bastante; sin beber, mucho menos; sin respirar apenas minutos. Parece ser que necesitamos mucho más de lo etéreo que de lo grosero.
Todas las creaciones humanas se gestan en lo sutil, siempre son antes pensamiento y sentimiento que la voluntad acaba materializando. Y también pienso que la salud y la enfermedad se construyen en lo sutil mucho antes que en cualquier otro sitio.
Nunca os habéis preguntado por qué al ser humano le gusta tanto sufrir, o al menos así pareciera. Veo como nos tratamos entre nosotros, como tratamos a nuestros hermanos los animales, como ensuciamos este planeta que es nuestro hogar, como nos ahogamos en nuestros desechos y me pregunto eso, por qué nos hacemos tanto daño.
Yo no creo que las personas seamos buenas o malas por naturaleza, creo que somos buenas y malas, las dos cosas, por naturaleza. La pregunta es: ¿Por qué elegimos tantas veces la peor versión de nosotros mismos? Y yo creo que es por ignorancia.
Una vez escuché una frase a Facundo Cabral, aunque no sé si es suya, que decía algo así como que si los malos supieran que beneficioso resulta ser buenos, serían buenos aunque solo fuera por el negocio. Y es que yo creo, como Facundo, que el negocio de la bondad es el más rentable del mundo.
Todo es mucho más fácil en paz que en conflicto. La guerra solo trae desgaste mientras que la paz recarga. Entonces por qué nos gusta tanto vivir en guerra, peleando. Insisto, por ignorancia, porque aún no hemos entendido que es lo que más nos conviene.
Yo estoy convencido de que la enfermedad surge de ahí precisamente, de la ignorancia, del desconocimiento de qué es lo que realmente nos conviene. Comemos mucho y mal, fumamos y bebemos mucho más de lo razonable, corremos como poseídos hacia no sabemos dónde y todo para aliviar una desazón que sentimos dentro, un lugar que intentamos llenar, un miedo que no conseguimos calmar.
Suelo decir mucho que el tabaco no produce cáncer, lo que realmente lo produce es eso que desde dentro de nosotros nos lleva a envenenarnos. Y nos envenenamos de tantas maneras.
Una vez leía que hay personas que han llegado a un grado tal de armonía y de paz que son capaces de tomar cualquier tóxico sin consecuencias porque sus órganos y sus células vibran ya en una frecuencia que son capaces de metabolizar cualquier sustancia. Si eso es cierto o no, no me interesa demasiado. Lo que me interesa realmente es la idea que encierra. Cuando nuestra realidad sutil funciona, nuestra realidad grosera le acompaña. Vamos, lo de que la energía gobierna la materia.
Creo profundamente que todos los seres humanos hacemos lo que hacemos en la vida buscando algo común, ser felices. Creo que los actos más sublimes y luminosos buscan la felicidad igual que lo hacen los más atroces y perversos. La única diferencia está en que hay quienes ya han comprendido dónde buscar y otros aún están muy perdidos. Y esto no justifica el mal que hacemos a otros, solo lo explica. Pensad, solo comprendiendo un problema podemos solucionarlo.
Así que la cosa está en dónde creemos que vamos a ser más felices, qué camino transitar, qué universo interior elegimos cultivar. Porque estad seguros, al menos es mi experiencia, que lo que elijamos en lo sutil construirá lo grosero. No significa esto que en la vida podamos conseguir que no vaya a haber problemas, preocupaciones y calamidades. Elijamos lo que elijamos los va a haber. La cuestión es en qué escenario te apetece intentar resolver y superar esas situaciones difíciles que, seguro, la vida va a presentarnos.
Para mí LA AUTÉNTICA MEDICINA, dejadme que lo ponga con mayúscula, es la que sana primero el corazón y la mente, la que entiende que el poder está en lo sutil y no en lo grosero. Pero claro para curar el alma de una persona, para mostrarle el camino y llevarle, incluso, a ratos de la mano hay primero que conocer el camino y haberlo transitado.
SER MÉDICO, dejadme también esta vez que lo ponga con mayúscula, es para mí un compromiso de crecimiento interior porque tengo la convicción de que la frecuencia en la que yo sea capaz de vibrar es la frecuencia en la resonarán también mis pacientes. Y, como ocurre con la radiación, todos esos momentos que vivimos con nuestros pacientes en la consulta también se acumulan en su ser.
Por supuesto que en muchas ocasiones vamos a necesitar medicamentos y actos médicos que toquen, que actúen sobre lo grosero. Ahí están los antibióticos, la cortisona, los quimioterápicos y la cirugía, lo que haga falta, pero sabiendo en qué nivel de nuestro ser estamos actuando con cada opción de tratamiento que ofrecemos como médicos para aliviar el sufrimiento a nuestros pacientes.
Yo elijo la Homeopatía como primera opción de tratamiento, siempre que puedo, precisamente por eso, por su naturaleza sutil, suave, armonizadora, porque creo que, como decía Gualberto, “[…]lo sutil alberga una enorme capacidad de influencia. No podía ser diferente en la farmacología, y la farmacología más sutil es, por supuesto, la homeopatía “
Yo elijo la Homeopatía como primera opción de tratamiento, siempre que puedo, porque desde ella contemplo la enfermedad y el sufrimiento desde la globalidad de la persona y me conecta a todo su universo. No digo que no se pueda hacer de otras maneras, digo que la Homeopatía es el camino que yo elijo.
Yo elijo la Homeopatía como primera opción de tratamiento, siempre que puedo, porque todos los días veo pacientes satisfechos. Pacientes que no son solo míos, millones de personas por todo el mundo que saben que la Homeopatía les ayuda en su convivencia con la enfermedad y el dolor.
El otro día retuiteaba una frase que me pareció lo más cercano a la curación que yo puedo imaginar:
Una sociedad crece (y comienza a curarse) cuando las personas plantan árboles cuyas sombras saben que nunca disfrutarán.
No sé qué os sugiere a cada uno de vosotros pero yo siento que cuando vibremos en esa frecuencia en cada instante de nuestra vida, habremos sanado. Yo, al menos, me sentiré en Paz. No aspiro a otra cosa.
Fijaos a dónde le puede llevar a uno respirar un rato tranquilo.
Era muy bonito fundirse con la vida en ese movimiento de expansión y compresión que sentía en todo mi ser y que conectaba con ese mismo fluir de las estaciones, del sueño y la vigilia, del día y la noche, del Universo entero.
Ya sé que médico homeópata meditando es ultramegasuper pseudocientífico pero que le vamos a hacer, que no pude resistirme. Pero tranquilos, lo hice en mi casa solito, nadie me vio.
Esta meditación me dejó pensando en eso que hace ya unos años mi amigo el Dr Gualberto Díaz, en un pequeño pero delicioso post cuando aun éramos unos cachorritos de blogueros (ya nos van saliendo algunos dientes, jeje), nos contaba sobre lo sutil y lo potente. Decía, entre otras cosas: “Gracias a la homeopatía aprendí, con sorpresa, el poder enorme que tiene lo sutil; y pronto observé que esta idea podemos aplicarla a muchas facetas de la vida”
Si lo piensas, la vida se sostiene fundamentalmente en lo sutil. Cuánto tiempo podemos estar sin comer, bastante; sin beber, mucho menos; sin respirar apenas minutos. Parece ser que necesitamos mucho más de lo etéreo que de lo grosero.
Todas las creaciones humanas se gestan en lo sutil, siempre son antes pensamiento y sentimiento que la voluntad acaba materializando. Y también pienso que la salud y la enfermedad se construyen en lo sutil mucho antes que en cualquier otro sitio.
Nunca os habéis preguntado por qué al ser humano le gusta tanto sufrir, o al menos así pareciera. Veo como nos tratamos entre nosotros, como tratamos a nuestros hermanos los animales, como ensuciamos este planeta que es nuestro hogar, como nos ahogamos en nuestros desechos y me pregunto eso, por qué nos hacemos tanto daño.
Yo no creo que las personas seamos buenas o malas por naturaleza, creo que somos buenas y malas, las dos cosas, por naturaleza. La pregunta es: ¿Por qué elegimos tantas veces la peor versión de nosotros mismos? Y yo creo que es por ignorancia.
Una vez escuché una frase a Facundo Cabral, aunque no sé si es suya, que decía algo así como que si los malos supieran que beneficioso resulta ser buenos, serían buenos aunque solo fuera por el negocio. Y es que yo creo, como Facundo, que el negocio de la bondad es el más rentable del mundo.
Todo es mucho más fácil en paz que en conflicto. La guerra solo trae desgaste mientras que la paz recarga. Entonces por qué nos gusta tanto vivir en guerra, peleando. Insisto, por ignorancia, porque aún no hemos entendido que es lo que más nos conviene.
Yo estoy convencido de que la enfermedad surge de ahí precisamente, de la ignorancia, del desconocimiento de qué es lo que realmente nos conviene. Comemos mucho y mal, fumamos y bebemos mucho más de lo razonable, corremos como poseídos hacia no sabemos dónde y todo para aliviar una desazón que sentimos dentro, un lugar que intentamos llenar, un miedo que no conseguimos calmar.
Suelo decir mucho que el tabaco no produce cáncer, lo que realmente lo produce es eso que desde dentro de nosotros nos lleva a envenenarnos. Y nos envenenamos de tantas maneras.
Una vez leía que hay personas que han llegado a un grado tal de armonía y de paz que son capaces de tomar cualquier tóxico sin consecuencias porque sus órganos y sus células vibran ya en una frecuencia que son capaces de metabolizar cualquier sustancia. Si eso es cierto o no, no me interesa demasiado. Lo que me interesa realmente es la idea que encierra. Cuando nuestra realidad sutil funciona, nuestra realidad grosera le acompaña. Vamos, lo de que la energía gobierna la materia.
Creo profundamente que todos los seres humanos hacemos lo que hacemos en la vida buscando algo común, ser felices. Creo que los actos más sublimes y luminosos buscan la felicidad igual que lo hacen los más atroces y perversos. La única diferencia está en que hay quienes ya han comprendido dónde buscar y otros aún están muy perdidos. Y esto no justifica el mal que hacemos a otros, solo lo explica. Pensad, solo comprendiendo un problema podemos solucionarlo.
Así que la cosa está en dónde creemos que vamos a ser más felices, qué camino transitar, qué universo interior elegimos cultivar. Porque estad seguros, al menos es mi experiencia, que lo que elijamos en lo sutil construirá lo grosero. No significa esto que en la vida podamos conseguir que no vaya a haber problemas, preocupaciones y calamidades. Elijamos lo que elijamos los va a haber. La cuestión es en qué escenario te apetece intentar resolver y superar esas situaciones difíciles que, seguro, la vida va a presentarnos.
Para mí LA AUTÉNTICA MEDICINA, dejadme que lo ponga con mayúscula, es la que sana primero el corazón y la mente, la que entiende que el poder está en lo sutil y no en lo grosero. Pero claro para curar el alma de una persona, para mostrarle el camino y llevarle, incluso, a ratos de la mano hay primero que conocer el camino y haberlo transitado.
SER MÉDICO, dejadme también esta vez que lo ponga con mayúscula, es para mí un compromiso de crecimiento interior porque tengo la convicción de que la frecuencia en la que yo sea capaz de vibrar es la frecuencia en la resonarán también mis pacientes. Y, como ocurre con la radiación, todos esos momentos que vivimos con nuestros pacientes en la consulta también se acumulan en su ser.
Por supuesto que en muchas ocasiones vamos a necesitar medicamentos y actos médicos que toquen, que actúen sobre lo grosero. Ahí están los antibióticos, la cortisona, los quimioterápicos y la cirugía, lo que haga falta, pero sabiendo en qué nivel de nuestro ser estamos actuando con cada opción de tratamiento que ofrecemos como médicos para aliviar el sufrimiento a nuestros pacientes.
Yo elijo la Homeopatía como primera opción de tratamiento, siempre que puedo, precisamente por eso, por su naturaleza sutil, suave, armonizadora, porque creo que, como decía Gualberto, “[…]lo sutil alberga una enorme capacidad de influencia. No podía ser diferente en la farmacología, y la farmacología más sutil es, por supuesto, la homeopatía “
Yo elijo la Homeopatía como primera opción de tratamiento, siempre que puedo, porque desde ella contemplo la enfermedad y el sufrimiento desde la globalidad de la persona y me conecta a todo su universo. No digo que no se pueda hacer de otras maneras, digo que la Homeopatía es el camino que yo elijo.
Yo elijo la Homeopatía como primera opción de tratamiento, siempre que puedo, porque todos los días veo pacientes satisfechos. Pacientes que no son solo míos, millones de personas por todo el mundo que saben que la Homeopatía les ayuda en su convivencia con la enfermedad y el dolor.
El otro día retuiteaba una frase que me pareció lo más cercano a la curación que yo puedo imaginar:
Una sociedad crece (y comienza a curarse) cuando las personas plantan árboles cuyas sombras saben que nunca disfrutarán.
No sé qué os sugiere a cada uno de vosotros pero yo siento que cuando vibremos en esa frecuencia en cada instante de nuestra vida, habremos sanado. Yo, al menos, me sentiré en Paz. No aspiro a otra cosa.
Fijaos a dónde le puede llevar a uno respirar un rato tranquilo.
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