Elisa Beni
La corrupción es un mal que gangrena las estructuras
profundas de la democracia y además tiene un coste económico elevado
para las cuentas comunes. Gravísimo. No obstante, aún más grave es la
disolución del Poder Judicial llamado a controlar y castigar los
comportamientos que amenazan al sistema que nos hemos dado. El mal es
terrible, pero una sociedad inerme ante él es aún peor. Una democracia
en la que las oligarquías se han vencido ante la avaricia, el afán de
poder y la corrupción es peligrosa y asfixiante, pero un Estado incapaz
de defenderse de ello amenaza con ser fallido y retrotraernos a lugares a
los que solo los totalitarios, los imbéciles y los malvados quieren
mirar.
Hubo momentos de mi vida en los que escuché
mucho y hablé poco. Y escuché muchas cosas que explican a la perfección
los hechos de ahora. Un ahora en el que ya no es tiempo de callar. La
progresiva colonización, asalto y toma de las instituciones y de los
mecanismos de control que el Partido Popular está llevando a cabo
responde a un estrategia calculada y desarrollada a lo largo del tiempo.
En el caso de la Justicia, también. El primer Consejo General del Poder
Judicial que respondió a los designios aznarianos, concitó a una
mayoría dispuesta a aplicar el rodillo para salvar lo que, según ellos,
era una ocupación forzada de los tribunales por magistrados proclives a
las visiones progresistas. Y se pusieron manos a la obra como solo la
derecha sabe hacer. Sin recato.
Cierto es que fue Felipe González el primero en utilizar resortes del sistema para, mediante una nueva legalidad, alterar la realidad que el sistema puro y duro producía. Convengamos en que durante la transición no hubo purgas. Así, los socialistas llegaron al poder y encontraron unas carreras administrativas (judicatura, fiscalía, militar, diplomática) copadas por los cuadros procedentes del régimen anterior. Como quiera que, por principio, las carreras se rigen por el escalafón para evitar el nepotismo se dieron cuenta de que pasarían décadas antes de que la pluralidad democrática llegara a tener la antigüedad suficiente para ocupar puestos de alta responsabilidad. Decidieron acortar el camino. Maniobraron, legalmente, para crear los puestos discrecionales para ser cubiertos por méritos y no por pura antigüedad. Así pudieron nombrar para puestos sensibles a generales, magistrados y diplomáticos, con ideas más asimilables a las que ese cambio profundo que iban a dar a España precisaba. Solo que una vez que abres una espita, la vía de agua queda abierta.
También usó en otras ocasiones la ingeniería jurídica el PSOE para
soslayar inconvenientes que se producían a sus cuadros. Por ejemplo,
cuando la norma que perjudicaba a Mariano Fernández Bermejo o luego a
Antonio Camacho -ambos ministros- reformó la ley para permitirles volver
a su puesto en la carrera fiscal con la misma antigüedad consagrando la
gran puerta giratoria entre la política y las carreras jurídicas.
Aún así la demolición de la separación de poderes iniciada y proseguida
con arrojo por el Partido Popular no tiene parangón. Sin rebozo alguno
comenzó una política de nombramientos que empezó por asegurarse las
salas sensibles del Tribunal Supremo -la Penal y la
Contencioso-Administrativa- primero copando nombramientos de magistrados
y después imponiendo a sus presidentes de Sala. Cuando consigues
colocar en estos puestos estratégicos a tus afines, luego no precisas
preocuparte demasiado. Sabes que si, por ejemplo, se pone en cuestión la
financiación con dinero público de los colegios de los católicos ultra
ortodoxos, acabarás teniendo un ponente del Opus Dei para fallar sobre
ello y un número suficiente de magistrados que voten con él (como acaba
de suceder esta semana).
Gallardón supuso un punto y
aparte en esta estrategia puesto que abandonó toda prudencia y todo
disimulo y cabalgó sobre el sistema como un jinete del Apocalipsis.
Consiguió ser el primer ministro que concitó las iras de todos los
actores jurídicos de forma unánime. Creó escuela. Las tomas de poder han
seguido a buen ritmo. Así en la cúpula del sistema judicial español se
sienta hoy un antiguo cargo de Aznar que llegó con la misión de soslayar
el único contrapeso que el PP se había encontrado en el camino : las
asociaciones profesionales. Los cargos se repartían como la túnica de
Cristo pero a la hora de hacerla jirones no solo los partidos contaban,
también los designios de las asociaciones judiciales y fiscales tenían
algo que decir. Lesmes acabó con ello. Ya solo el poder político tiene
carta de naturaleza en esos nombramientos. Un poder político unicolor
que ha asaltado ya no los cielos sino incluso los infiernos.
Este desmantelamiento sistemático y asolador de los elementos de
control -algún día les explico la operación Soraya con los órganos
controladores, contra los designios de Bruselas- es ahora aún más
urgente puesto que constituye la última barrera para lograr una suerte
de impunidad o para salvar los trastos de la mejor forma posible tras el
descubrimiento del lodazal en el que han chapoteado para ganar y
conservarse en el poder.
Estas semanas pasadas
adelanté cosas que ya han sucedido, pero aún queda más. Los siguientes
pasos son "la reducción radical de la acusación popular", en palabras de
Catalá y el paso de la instrucción penal a un ministerio fiscal
controlado por el ejecutivo. Con estos últimos elementos, cautiva y
desarmada, la Justicia estará atada de pies y manos ante los desmanes
del poder. Y con ella, los ciudadanos. El ministro reprobado sigue
exhibiendo sin rebozo sus intenciones mientras partidos como Ciudadanos
nos engatusan con supuestas regeneraciones basadas en campañas de
márketing en las que solo pueden empeñarse por desconocimiento o por
pocas ganas de cambiar las cosas. Los aforamientos son una cuestión
baladí dentro de todo este fárrago pero nos seguirán entreteniendo con
ellos.
La única esperanza es que para realizar
cambios de tanto calado, el Partido Popular precisa del concurso de
otros grupos parlamentarios. Es por eso por lo que solo cabe exigirle a
ese regenerado PSOE, representado por Sánchez, que rechace cualquier
deseo de volver a participar de este sistema perverso. Durante el tiempo
de la gestora, se entreveía la intención de avanzar apuntalando las
posturas de los populares. Ninguna credibilidad tendrá la oposición si
no renuncia desde ahora a las eventuales ventajas que un sistema podrido
les ofrecería en el supuesto de ser ellos quiénes lo controlaran tras
llegar al poder. Esta es la trampa perpetua. La regeneración implica
renunciar a las perversiones introducidas en el sistema y al poder que
otorgarían en caso de llegar a gobernar.
Ahí
esperamos encontrarnos con los que quieren plantar cara a este sistema
insostenible. Nos movemos al límite. Y sus votantes no les han llevado
al Parlamento para permitir que sean espectadores de la demolición
sistemática del Estado de Derecho que lleva a cabo el partido corrupto
que gobierna.
Nos jugamos casi la última esperanza.
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Querida Elisa Beni, es un lujo y una bendición que estés ahí y que no solo no se te escape una, hija mía, sino que además las veas venir desde el principio. No hay semana en la que la penosa realidad no confirme tus peores previsiones institucionales en el terreno de nuestra requeteviolada y apaleada justicia, convertida en el último ejemplar teledirigido, en plan dron, de bayeta limppiatodo a ojos cerrados, con su balanza a tresbolillo y su espada errática, mocha y mellada.
En cuanto al derrengue actual del supuesto estado de Derecho, sólo queda añadir que si Marco Tulio Cicerón levantara la cabeza sería incapaz de reconocer en esa palabra el cauce magistral, inteligente y ético que, hace XXII siglos más o menos, él cooperó en estructurar y poner en marcha: el Derecho Romano. Gracias, Elisa, por ejercer tan generosamente de Sibylla de Cumas y despertadora de conciencias. Tu periodismo es ejemplar: basado siempre en pruebas y datos reales, que la misma evidencia confirma. El periodismo de anticipación es aún mas útil que el que denuncia a toro pasado, porque si se le hace caso, puede alertar e impedir muchas barbaridades, daños terribles y lamentaciones posteriores.
A este paso para referirnos a las situaciones más lacerantes, vergonzosas y torturadoras que nos estamos tragando, tendremos que ajustar el modo clásico de la expresión: el pp lleva al estado -o sea nos maltrata- como a 'justicia por rastrojo'.
P.D. Y ahora la sugerencia de posibles remedios para ir considerando en lluvia de ideas:
-Una denuncia con demanda colectiva en el Parlamento de Bruselas y en los tribunales internacionales de justicia, en Estrasburgo, La Haya y Naciones Unidas, de la ciudadanía y de los miembros sanos del cuerpo jurídico y de los parlamentarios y senadores que sean conscientes de la cárcel soterrada y disfrazada de legal, en que nos están tratando de encadenar los orcos de Marianordor desde la tierra ínfima, o sea, jueces, magistrados, fiscales y abogados decentes en general, que los y las hay.
-Y al mismo tiempo en coordinación con esas denuncias, una campaña, hasta que se vayan, de desobediencia civil pacífica pero total, como el motín de Esquilache que fue un éxito, pero mejor organizado, en plan Gandhi-15M-revolución de los claveles, a todo mandamiento corruppto, y que nadie obedezca nada que venga de la timba pepera, ni pague tasas ni multas ni haga caso a los desvaríos de los corruptos. Que se apaguen de común acuerdo todas las teles cuando salgan en ellas los delincuentes políticos y degradados mediáticos ya sea oppinando, ppredicando o enlodando, si baja la audiencia en masa la publicidad no hará anuncios en cadenas que no salgan rentables y las cadenas no invitarán a elementos que ofenden con su presencia la sensibilidad moral de la ciudadanía, no tanto porque tengan escrúpulos como porque es una ruina para la empresa. No asistir a festejos que los corrupptos presidan ni publicar sus fotos en la prensa en actos en que pretendan representarnos, como desfiles viajes y discursos de mequetrefes y/o chorizos, que sea un escrache constante, activo y sin insultos para que no nos acusen hipócritamente de ofender unos sentimientos que no tienen.
Si nos empeñamos lograremos colapsar todo en todos los estamentos sociales, incluido el funcionariado. Los buitres del capitalismo no apuestan jamás por los pperdedores y por lo que no da ppasta. Hagamos con nuestra insumisión que la decencia y el compromiso ético sean la mejor y más segura inversión del capital. Si insistimos y no cedemos ni un palmo en dignidad y buenas prácticas, los torpes tiranos del dinero acabarán entendiendo que el único y más valioso capital es el ser humano cuando está bien orientado, vive en un país honorable e igualitario que tiene como Constitución los DDHH y no ramplonerías, brindis al sol y cacicadas para obstaculizarlos, es honesto, libre, justo y feliz. Y entonces será posible una mayoría sana, un país próspero y avanzado en todos los aspectos, en el que no nos avergüence haber nacido.
Seguro que hay por ahí verdaderos/as estrategas de las ideas realizables, así que ¡hale!, a moverse y aprovechar los bailes de zumba para zumbar a la barbarie y quitarles el poder del que se han apoderado mintiendo y robando a saco para pagarse sus mentiras rentables... y que no nos jodan la vida más aún.
P.D. Y ahora la sugerencia de posibles remedios para ir considerando en lluvia de ideas:
-Una denuncia con demanda colectiva en el Parlamento de Bruselas y en los tribunales internacionales de justicia, en Estrasburgo, La Haya y Naciones Unidas, de la ciudadanía y de los miembros sanos del cuerpo jurídico y de los parlamentarios y senadores que sean conscientes de la cárcel soterrada y disfrazada de legal, en que nos están tratando de encadenar los orcos de Marianordor desde la tierra ínfima, o sea, jueces, magistrados, fiscales y abogados decentes en general, que los y las hay.
-Y al mismo tiempo en coordinación con esas denuncias, una campaña, hasta que se vayan, de desobediencia civil pacífica pero total, como el motín de Esquilache que fue un éxito, pero mejor organizado, en plan Gandhi-15M-revolución de los claveles, a todo mandamiento corruppto, y que nadie obedezca nada que venga de la timba pepera, ni pague tasas ni multas ni haga caso a los desvaríos de los corruptos. Que se apaguen de común acuerdo todas las teles cuando salgan en ellas los delincuentes políticos y degradados mediáticos ya sea oppinando, ppredicando o enlodando, si baja la audiencia en masa la publicidad no hará anuncios en cadenas que no salgan rentables y las cadenas no invitarán a elementos que ofenden con su presencia la sensibilidad moral de la ciudadanía, no tanto porque tengan escrúpulos como porque es una ruina para la empresa. No asistir a festejos que los corrupptos presidan ni publicar sus fotos en la prensa en actos en que pretendan representarnos, como desfiles viajes y discursos de mequetrefes y/o chorizos, que sea un escrache constante, activo y sin insultos para que no nos acusen hipócritamente de ofender unos sentimientos que no tienen.
Si nos empeñamos lograremos colapsar todo en todos los estamentos sociales, incluido el funcionariado. Los buitres del capitalismo no apuestan jamás por los pperdedores y por lo que no da ppasta. Hagamos con nuestra insumisión que la decencia y el compromiso ético sean la mejor y más segura inversión del capital. Si insistimos y no cedemos ni un palmo en dignidad y buenas prácticas, los torpes tiranos del dinero acabarán entendiendo que el único y más valioso capital es el ser humano cuando está bien orientado, vive en un país honorable e igualitario que tiene como Constitución los DDHH y no ramplonerías, brindis al sol y cacicadas para obstaculizarlos, es honesto, libre, justo y feliz. Y entonces será posible una mayoría sana, un país próspero y avanzado en todos los aspectos, en el que no nos avergüence haber nacido.
Seguro que hay por ahí verdaderos/as estrategas de las ideas realizables, así que ¡hale!, a moverse y aprovechar los bailes de zumba para zumbar a la barbarie y quitarles el poder del que se han apoderado mintiendo y robando a saco para pagarse sus mentiras rentables... y que no nos jodan la vida más aún.
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