lunes, 22 de mayo de 2017

Puntos e íes


Y tras la epopeya de  Pedro Shakleton, y el heroico salvamento necesario de los supervivientes, ahora es el tiempo de la generosidad y del trabajo sin palos en las ruedas. Una ciudadanía sana sabe que las vendettas y las puñaladas traperas aunque parezcan ser justas como pedida de cuentas no lo son en la práctica ni favorecen nada que valga la pena, al contrario, solo enredan, retrasan, dividen, complican y devalúan. El ego que ofende y se ofende es el mayor obstáculo para el entendimiento. Ya tuvimos 40 años de represalias, de pasada implacable de cuentas y de humillaciones a los perdedores, que solo han servido para herir, aislar, confundir  y cronificar el atado y bien atado del dictador, para dar forma a un pp corrompido, a un psoe desvirtuado y  a un tejido social sin valores cívicos ni  éticos, miserable y moralmente rácano.

Esto también vale para las relaciones entre el Psoe y el resto de la izquierda. Mientras los socialistas han estado enfangados en sus problemas internos no se han ocupado del resto de la sociedad nada más que en los discursos de Pedro Sánchez a las bases. Todo su tiempo y energía lo han empleado en sí mismos y en dejar manos libres al gobierno de filibusteros, mientras el Estado, o sea, la ciudadanía paga las facturas y los platos rotos. El resto de la izquierda ha asumido el rol de la oposición y han sido los que se han batido el cobre en el Parlamento y en el Senado poniendo vetos y enmiendas sin efectos reales, por falta de los votos del Psoe ausente y cómplice del pp al mismo tiempo.
Esta situación anómala y estrambótica requiere una revisión serena y justa por parte del nuevo secretario general y su equipo, si es cierto y cumple con lo que ha prometido: un giro a la izquierda de verdad; eso significa que no puede ni debe considerarse la única izquierda y que debe por el bien de España considerar al Psoe una parte del mismo tejido de la izquierda, no la  única en plan absorbente y totalitario. Hegemónico. Es normal que Pablo Iglesias le haya llamado y cedido la responsabilidad de la moción de censura urgente, es obligación de Unidos Podemos hacer ese trámite parlamentario , puesto que España lo necesita y el Psoe es la segunda fuerza más votada y ahora  ya se puede confiar en la decencia del partido socialista recuperado. En ese sentido la resurrección de Sánchez ha sido un respiro y un alivio para el resto de la izquierda, y que no debe tomarse como una presión ni un agobio, sino como un gesto de confianza y de respeto de una sociedad que se siente tan maltratada como él mismo lo ha estado durante largos meses. No es una artimaña de Iglesias, es una necesidad y una obligación para quienes proclamaron que no es no e incluso fueron ninguneados y defenestrados por ello. La respuesta de Sánchez que ha contado la prensa no es precisamente lo que espera la ciudadanía progresista, aunque tal vez sea la que guste a los socialistas del viejo aparato. Tratar a Unidos Podemos con arrogancia y desplante, diciendo que cada uno vaya por su lado,  en un tiempo de unidad de las izquierdas, es tan inmaduro como poco acertado en el primer paso del contacto inicial. 

Sánchez es buena gente, lo ha demostrado en el trato y la generosidad con sus rivales, pero para ser el jefe de la oposición, además de posicionarse claramente frente al pp, debe abrirse con la misma generosidad, escucha  y destreza política al resto de la izquierda, porque el Psoe solo no va a conseguir nada, solo seguir en la inercia narcisista del antiguo felipismo. Por la simple razón técnica de que los votos no le dan margen suficiente y sobre todo porque la división y la soberbia acaban perjudicando a España en el bien común, que es mucho más importante que cualquier partido político por muy fuerte e importante que se crea. El orgullo es fatal en el trabajo político y las mayorías absolutas ya han demostrado ser nefastas, anacrónicas y tóxicas para la democracia.

Sería muy recomendable que Sánchez se desprenda un poco del apego al partido y comience a verlo como una herramienta y no como un absoluto, ni como una finalidad en sí mismo; el Psoe puede desaparecer pero la ciudadanía seguirá adelante con él o sin él, en cambio el Psoe sin ciudadanía no es nada, solo un club privado de gerifaltes sin más objetivo que hacer carrera política a costa del sufrimiento social, igual que el pp o c's.

Si queremos un cambio colectivo, es imprescindible a la vez un cambio de actitudes personales, también hacia la apertura y la facilidad de pactos y acciones conjuntas, y no seguir en plan palos en las ruedas si la bici no es la propia. A lo mejor Antonio Costa y el gobierno portugués o José Mujica el ejemplar ex-presidente de Uruguay, pueden dar alguna orientación a nuestro flamante ganador del combate entre barones y bases.  Si yo fuera Sánchez les pediría un master de urgencia.

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