miércoles, 24 de mayo de 2017

No es lo mismo ayer que hoy


Oigo y leo opiniones que comentan y comparan la política del primer Psoe con el Psoe actual y aún subrayan el ayer de González como algo fuera de serie, como si el camarada Isidoro hubiese sido el Octavio Augusto de una España maravillosa llena de eventos, inauguraciones, entrada en la UE por la puerta de atrás, a la segunda velocidad de los precarios y sin saber muy bien la ciudadanía donde se estaba metiendo para formar parte monetaria de Europa, un tiempo en baile de gala permanente con la libertad y un aire fresco, que ya había empezado a entrar por la ventana que previamente abrió Adolfo Suárez con  el firme convencimiento de que los tiempos del franquismo debían enterrarse con su fundador. Es más, sin Suárez y su honesto e inteligente hara-kiri con el que puso punto final al régimen, el Psoe hoy seguramente pertenecería al reino de lo que podría haber sido y no fue.
Ese hara-kiri necesario es el que nunca se ha atrevido el Psoe a exigir a González y lo que está haciendo un daño irreparable al alma socialista, porque el partido ha sobrevalorado e hipermagnificado la figura y la gestión del primer gobernante socialista, como si eso fuese suficiente aval para olvidar todo lo demás, que, encima  es la causa primera de que ahora estemos en este plan: por los suelos, gobernados por la ignominia que el Psoe apoya por consejo de F.G. y para colmo echando de menos un tiempo que no fue como lo pinta la leyenda y que los que ahora tienen menos de cincuenta y cinco años ni siquiera pueden valorar con conocimiento práctico de causa porque entonces eran unos niños. 
Además hubo otro factor definitivo y previo al Psoe: la lucha incansable y clandestina del PCE, desde la cárcel, la persecución, las torturas y las penas de muerte. Los sindicatos clandestinos, las huelgas prohibidas y perseguidas con cárcel y condenas de 20 años. Jugándose la libertad y la vida desde el anonimato con esa generosidad del sacrificio y la sencillez de los limpios de corazón, como brota lo sembrado en el invierno cuando llega la primavera, los que la tocaron ede cerca supieron de donde nos llegó de repente aquel cambio rebosante de compromiso ético y nada de vanidad ni de exhibicionismo. Como suele ser el comportamiento de los héroes y heroinas que no se las dan de nada. 

¿Dónde estaba entonces el Psoe, en los cuarenta, en los cincuenta y primeros sesenta? Missing. Huído al exilio o prudentemente calladito en su casa sin decir ni pío, tanto que nadie supo de su existencia hasta después de Suresnes y en las discretas incursiones en la Universidad. Porque el Psoe entró por la Universidad, opción muy loable, desde luego, y socialista teórica preparadísima, pero de obrera, más bien nada y de luchadora clandestina, menos lobos. De los ciento treinta años de honradez del Psoe en realidad deben quedar solo  unos 90 como mucho, porque lo de este socialismo español no ha dado nunca la talla a la medida del primer Pablo Iglesias, al que ahora se evita citar para que el  de Podemos no se vaya a dar por aludido, la peña se confunda y se les lleve los votos. Hasta el punto de que choca muchísimo descubrir que Pedro Sánchez incluido sólo cita a Fernández de los Ríos como líder socialista ¿quizás para que nadie piense que todas las  izquierdas son galletas de la misma harina, que  es lo que debería ser cada sector con su diversidad y molde distinto, pero de la misma  harina y cocidas en el mismo horno de la decencia y del compromiso común?

Con esta reflexión no pretendo para nada ofender ni mucho menos despreciar al Psoe, que es una opción tan legítima como todas, pero no más porque haya gobernado muchos años y no siempre para bien, y con las mismas posibilidades de equivocarse acerca de sí misma y mucho, como ya nos ha demostrado en innumerables ocasiones. La humildad no es humillación, ni siquiera modestia, es reconocer honestamente la verdad sobre una misma sea la que sea y no ignorar las vergüenzas propias antes de señalar las ajenas y no colocarse laureles que otros merecen mucho más y a los que se debe muchísimo, prácticamente todo  lo que se ha heredado. Es el caso del Psoe respecto al PCE, que, por cierto se alegró muchisímo y sin envidia ni malas caras, en el 82, al tener por primera vez tras el franquismo un partido socialista presidiendo el gobierno y ganando por 10  millones de votos en el Congreso. Otra cosa fue el gobernar seguidamente, la OTAN, la Guerra del Golfo, la torpe, ruinosa y chapucera reconversión industriall, agraria, ganadera, textil y de todo lo demás, que ya conocemos y sufrimos aun, en forma de dependencia, rescates bancarios pagando deudas que nunca contrajimos la mayoría de la población y que ni González ni Zapatero cayeron en la cuenta de coser la economía socialista, de nombre, antes que se desgarrase por completo en manos de la CE y de Alemania, el hada madrina socialdemócrata del pasado hoy convertida en la Bruja Averías del presente. Y nosotros sin soberanía para reparar los daños de la crisis, gracias al Psoe.

Es de gran utilidad para tener los pies en el suelo y no llevarse chascos ni bajones repentinos tras el colocón, tener presente la propia historia para no hacer el ridículo con la apoteosis de Ferraz y a continuación perder los papeles y el oremus antes de tiempo, por precipitarse en rechazar la lógica política que pide una coalición en el ala izquierda del Parlamento y no dos mociones de censura cada una por su lado, un verdadero absurdo, solo por soberbia, racanez de espíritu o bloqueo. No se entiende cuál es el motivo serio que ha podido producir una respuesta tan soberbia  y antipática como la de Sánchez a Unidos Podemos, y nada coherente con lo que dijo hace unos días acerca de la cooperación entre las izquierdas progresistas Un Psoe inteligente y honesto es incompatible con un psoe fatuo y adicto a las tracas falleras que pueden acabar como el caloret, en una nube de verano y no haciendo un giro hacia la izquierda de verdad, ésa que no se rompe por las siglas ni por los piques. Un Psoe coherente y lúcido sabe que si desprecia al portavoz de Unidos Podemos está despreciando también a toda la ciudadanía que cree imprescindible la moción de censura y también debería saber que ese no es no, que es igualmente la voluntad de millones de españoles, no es sólo la de unos cuantos diputados del Psoe, minoritarios y multados para más inri por ser coherentes y no ceder al miedo y a la componenda como los Hernandos reversibles y demás ganao.

Que los nuevos ocupantes de la secretaría general del Psoe no se olviden ni por un momento de su historia real, no la del mito. Que en este nuevo ciclo no es de recibo ir en solitario porque las opciones ciudadanas ya tienen criterios diversos y no estamos en 1982, para nada. Que consulten hemerotecas y recuerden, sobre todo, que han logrado llegar  ahí gracias a la misma ciudadanía que si no ve resultados coherentes y otra vez se vuelve al baile de acuerdos y desacuerdos, votará a una izquierda seria de verdad, que no considere al Psoe por encima de la realidad española. O se largarán a C's con los más liberales-capitalistas si son más proclives al naranja que a la izquierda; en realidad, es esa condición socialdemócrata-bailona del Psoe la que en tiempos duros rompe el partido, tanto como lo tiene destrozado la ignorancia o el ninguneo premeditado de la propia historia del Psoe y el hecho de que no haya conciencia ética socialista en ese partido para pedir a González en su día tras los secuestros y asesinatos del GAL y su incomparecencia ante la Justcia, que devolviese el carnet de socialista.
Es muy mal síntoma para quienes conocen la historia tal como fue. Si el Psoe de hoy no quiere creer a los que vivimos aquellos días en plena edad adulta y con información directa (nunca olvidaremos a Pedrojota Ramírez y a El Mundo de entonces) tal vez debería leer a Baltasar Garzón, en su libro "En el Punto de Mira" está certificado por la realidad y los datos comprobables, qué hizo Felipe González y qué no quiso hacer  y quién es de verdad el Camarada Isidoro que ayer ante la prensa se declaraba en minoría en su cortijo ideológico, como si la memoria de la vida y la historia tuviese amnesia tras el tupido velo del cinismo.

Y sobre todo no habría que olvidar nunca que la fragilidad de tiempos y situaciones jamás garantiza seguridad alguna ni el triunfo eterno de nadie. Los mismos que triunfaron en el 82, abominando de la dictadura y su violencia cruel y repugnante,  fueron capaces unos años después de montar un terrorismo de estado que pagaron los socialistas, -sí, es muy triste, pero real como la vida misma- con nuestros impuestos a nuestras espaldas, menos mal que aquello ya era una democracia, -obviamente sucia y con necesidad de alcantarillas, se supone que para deshacerse de los molestos residuos humanos que producía un gobierno incapaz de gestionar de otro modo el problema territorial, como ahora pasa con Cataluña, y por incompetencia de otro gobierno, esta vez, del pp, pero sin violencia material, por suerte-; en tales términos se lo llegó a decir el mismo F.G. a Iñaki Gabilondo por la radio en aquellos días inolvidables del espanto general- un Psoe incapaz de exigir que el máximo responsable de la trama, secretario general socialista, asumiese su condición directora y consentidora máxima, como hacía Franco sin ir más lejos en caso de sospecha de lo que fuera, y de una corrupción a la misma altura que la del pp. Un curriculum así, sí que destrozaría al partido más rimbombante del mundo en cualquier otro estado que no sea España, Somalia, Nigeria o Corea del Norte.

Todos somos humanos e iguales en lo fundamental, no está garantizada por adelantado la santidad de nadie. Ni siquiera la de los papas, aunque se les llame santidad por protocolo son tan frágiles y poquita cosa a la hora de la verdad como el más pobre y desharrapado de los seres humanos.

Y hablando de figuras religiosas, tal vez no estaría demás no olvidar el muy lúcido mantra del miércoles de ceniza, que en realidad se tendría que recordar varias veces al día y cuanto más poder se alcanza, más aun, memento, homo: pulvis eris et in pulvere reverteris. Recuerda, hombre que eres polvo y en polvo de convertirás. Y de eso no hay glamour, ni fama ni pasta gansa que nos salve. Por más que se cultive el ego y el poder, no te llevas ni dejas aquí nada externo a ti, excepto cenizas y sólo queda vivo en el universo sensible e inteligente de la conciencia cósmica y cuántica, lo que fuiste capaz de transformar mientras te transformabas, amar de verdad, o sea, con justicia, igualdad, libertad y respeto fraternal. Lo que en realidad es la felicidad, la belleza que no cansa, el amor que nos expande y no satura, llena la existencia y da sentido al tiempo y al espacio y a la misma sociedad, mientras vives aquí. Y sin eso ni siquiera tampoco es posible hacer verdadera política que salga bien.
Que quede claro. Es lo que hay.


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