¡Ay, Manuela!
Manuela Fernández-Prado concurre a la presidencia de la Sala de lo
Penal: es un ejemplo de los magistrados y magistradas que no se han
plegado a pasar por el aro de hacer lo que es preciso hacer si quieres
progresar. Poco va a pesar eso frente a Querida Concha
Me pían que la operación para el nombramiento de Concepción Espejel (alias Querida Concha)
para la presidencia de la Sala de lo Penal progresa adecuadamente. Eso
significa que ya se han producido las cortinas de humo sobre otros
candidatos conservadores, se ha hablado como siempre de seráficos
candidatos de consenso y se ha hecho ver que tenían posibilidades
algunos magistrados que no saldrán electos en la vida. Nada nuevo bajo
el sol. Todo es necesario para que el nombramiento de Querida Concha
se confirme. Máxime porque permite a los que están ejerciendo de
muñidores –en este caso el vocal Martínez-Tristán, el marido de la
exconsejera de Cospedal, todo queda en familia– agitar frente a los
indecisos la amenaza de que la división le dé la victoria a los
progresistas. Y eso, pesa. Ya se imaginan.
Se
preguntarán entonces, a qué viene mi veleidad de titular esta columna
con un ¡ay, Manuela! en lugar de con un ¡ay, Concha! No, no me he
equivocado. Mi quejío se refiere a la magistrada
Manuela Fernández-Prado que también concurre a esa plaza y que será
respaldada por los vocales progresistas sin esperanza. Y quiero hacerlo
porque Fernández-Prado es un ejemplo de los magistrados y magistradas
que no se han plegado a pasar por el aro de hacer lo que es preciso
hacer si quieres progresar.
Fernández-Prado lleva casi un cuarto de siglo en la
Audiencia Nacional y fue una de las mujeres pioneras en elegir
determinados destinos gravosos de la carrera judicial. Sobre su toga
lleva el haber formado tribunal con los últimos presidentes de la Sala
de lo Penal de la Audiencia Nacional: Siro García, Javier Gómez Bermúdez
y Fernando Grande-Marlaska. Con todos ellos ha suscrito sentencias
sobre toda la trayectoria de ETA, con ellos fue ponente de la condena al
general Galindo por el Caso Lasa y Zabala, en esa sección hizo los
juicios de Sokoa, por el asesinato de Miguel Ángel Blanco o el caso de
Ortega Lara y fue ponente de las piezas de KIO o de tantas otras. Son 24
años poniendo resoluciones de asuntos duros y complejos en un
complicado tribunal.
Poco va a pesar eso frente a Querida Concha,
aunque esta llegara a la Sala hace sólo cinco años y usando una
trampucia legal. Así fue, como en el caso de Enrique López. Cuando tras
su decisivo papel en el caso del incendio de Guadalajara fue apoyada por
el Partido Popular para llegar a ser vocal del CGPJ, Espejel no cesó
como presidenta de su Audiencia –como si hicieron Manuel Almenar o Pío
Aguirre, en la misma situación– sino que se le permitió continuar en
servicios especiales. Todo ello con el único objeto de que no se le
pasara el plazo preferentísimo de elección de plaza de dos años que
tienen los cargos electos tras cesar. ¿Que cuándo lo hizo? Cuando esa
prerrogativa le permitía acceder sin rivales a la presidencia de la
sección segunda de la AN, que quedaba vacante, y que ya se sabía que iba
a juzgar Gürtel y el Caso Bárcenas. Una sección en la que iba a formar
sala con el ínclito Enrique López.
Es evidente que
Fernández-Prado tiene más experiencia en la Audiencia Nacional, mayor
trayectoria jurídica y que además hizo una muy buena presentación de su
candidatura ante los vocales del Consejo cuando se convocó la
presidencia de la Sala, pero ¡ay, Manuela! poco puedes hacer para parar
el deseo descarado e incontestable del Partido Popular de controlar
todos y cada uno de los escalones. Cierto es que al PP no le gustó nada
que Fernández-Prado fuera ponente de la absolución de César Strawberry
–que la sala de Marchena se encargó de casar– y, sobre todo, que
considerara que no había delito en concentrarse ante el Parlament de
Cataluña.
Manuela, es cierto, es asociada de Jueces
para la Democracia de toda la vida. Lo que no ha sido nunca es
revisalsera de asociación ni dada a la promiscuidad con políticos y
otras hierbas. No la habrán visto en los palcos ni en los reservados. No
la habrán visto en los pasillos. En ese sentido la magistrada encarna
perfectamente el espíritu de los que han decidido que si les eligen para
puestos de responsabilidad, bien está, pero que no están dispuestos a
pagar peajes por ello.
Manuela ni siquiera se pasó a
"saludar" a los vocales y potenciales votantes cuando presentó su
candidatura, un gesto que se considera ya tradicional. Mucho menos se
habrá entrevistado con señores de las sombras ni principesas de los
despachos. No la veo chamarileando con políticos –ni del PP, ni del
PSOE, ni de IU– para pedirles que animen a los vocales afectos a
votarla.
Por todo ello digo ¡ay, Manuela! pero podría
poner otros muchos nombres de magistrados que nunca lograrán que sus
méritos se vean revalidados mientras continuemos con un sistema nefasto y
podrido como el actual. A Manuela pocos le ponen cara en los medios de
comunicación ni en las esferas del poder. Pero ahí está. Manuela
Fernández-Prado forma parte de los 25 magistrados que pasaron el duro
curso de especialización penal de 2011 que luego fue pertinente y
convenientemente anulado, al menos para López y Velasco. Espejel ni está
ni se la espera en esa lista de la élite del Penal.
Hace años que no hablo con Manuela. No tengo motivos de abstención sobre
su candidatura ni puedo ser recusada por exponerles lo que me parece
palmario. Incluso es posible que le esté haciendo una faena
presentándola como una candidata idónea, cabal y ecuánime. Ya sólo le
faltaba el apoyo de una "rogelia" loca y peligrosa.
En todo caso me parecía de justicia explicarles lo que va a suceder con
la Sala de lo Penal. No se crean a los que les cuenten que ya no importa
tanto porque tenemos la Sala de Salvaciones. Siempre es mejor atajar
los daños antes de que sean demasiado graves y si controlas todos los
escalones todo resulta más sencillo. La presidencia de la Sala de lo
Penal sigue atesorando mucho poder. Lo quieren bien controlado.
Nombrarán a Concepción Espejel, recusada y apartada de los casos Gürtel
1ª época, Caja B, Visita del Papa a Valencia por los propios magistrados
a los que estaría llamada a presidir. Hay dudas en torno a su
apariencia de imparcialidad respecto al Partido Popular.
Por eso, cuando la nombren y nos vendan además que una mujer ocupa por
primera vez este importante puesto, acuérdense de esto y exclamen
conmigo: ¡ay, Manuela!
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