lunes, 22 de mayo de 2017

¡Oh prensa, mi prensa! (II)

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Es tremendo comprobar el daño irreparable que el franquismo ha hecho y sigue haciendo en la salud racional-emotiva de España. Cómo ha carcomido desde dentro el buen funcionamiento empático de la sociedad a base de dividir en dos bloques cualquier atisbo de análisis siguiendo el axioma de aquel torero mítico: lo que no puede ser no puede ser y además es imposible. En la mejor línea inspiradora del empirismo marianil en el que un vaso y una taza no pueden intercambiar sustancia ni función. 
Lo malo o lo bueno, según desde donde se mire el asunto, es que a veces llega una ciudadanía impertinente, así de sopetón (que no es verdad, porque lleva pensando y valorando mucho tiempo acerca de como salir del pozo de mierda donde la clarividencia al revés de todos los gurús político-mediáticos, la han hundido e intoxicado), ¡que hasta piensa y todo, fíjate! y zas, usa el vaso para tomarse un chocolate y una taza para servirse una birra. En casos así se descontrolan los esquemas oficialesh y shensahatos que regulan percepción y juicio. Y a ver qué hacemos ahora, cómo improvisamos algo que camufle nuestro desconcierto. Ains!

Un ejemplo de hoy mismo que se tira a la yugular de la salud democrática: la incapacidad de la prensa en general para reconocer el descoloque que le ha producido el éxito en limpio, arrasador e imprevisto por los linces y gurús, de una iniciativa ciudadana a la que nunca le dieron demasiado crédito: la candidatura de Pedro Sánchez. El mindundi universal. El infeliz eledirigido por el susanato dependiente del felipato, que se creyó secretario general por unos meses, cuando solo era un Rinaldo o un Orlando, o sea, un títere siciliano de la renancentista  y diezciochesca Opra de i pupi. 
Ya les pasó con el desconcierto del 15M, que todavía no han encajado a pesar de los seis años transcurridos. Volvió a pasar con Podemos en 2014. Y ahora tripite con el schok que ningún club de la noticia se había tomado en serio, vayapordiós quién lo iba a decir! El golpetazo ha dejado turulatos a los reconocidísimos chamanes del titular y eso da mucho que pensar a los lectores, escuchadores y espectadores, que cada vez se creen menos sus crónicas de sí mismos más que de una actualidad que les desborda, y que por eso se la adaptan a sus moldes de pensamiento uniforme, según el cariz de la empresa editora, en miedos y en prudencias consensuadas por un mediocre sentido de la realidad y de como contarla sin que se note el pelo de la dehesa.

Hay una colección de taras super bestias que el franquismo nos inculcó a sangre y fuego, entre otras: la sospecha, la envidia, el miedo y la inquina contra todo y contra todos. Cualquiera puede ser un mal bicho y es de inteligentes no creer jamás que algo mejor que lo que controlamos sea posible. Está claro que Colón no era español. Un aborigen de las Españas jamás habría creído posible un viaje que otros no hubieran hecho antes. Los marineros que se apuntaron a la aventura eran trabajadores en paro, marineros en tierra que no tenían nada que perder, salvo un país en guerra fratricida continua  ya fuera por la religión, por los territorios o por el pique entre los egos de reyes y señores de la guerra, al menos en el viaje comerían y ganarían algo y aunque lo de Cristobita les pareciera un disparate, más puñalás daba el hambre y de perdidos, al océano, hale! La cosa salió bien pero se gestionó tan rematadamente mal, que aquella aventura inesperada de las Américas se convirtió en un matadero y un expolio repugnante, de Polo  a Polo, que dura hasta hoy en las manos subrogadas del capitalismo mundial, mezclado con lo peor de la herencia europea. Pues esa basura el franquismo la convirtió en el ideal y en la base de su manipulación. Y ahí se ha quedado enjaulado el potencial cognitivo, ético y clarividente de los españoles, para construir futuros no sólo dudosos sino imposibles. 

A trancas y barrancas, la plebe, la morralla, el pueblucho, se va espabilando, muy despacio, con muchísimas dificultades, zancadillas y mentiras de órdago, como tener una Constitución que se votó para sobrevivir con la soga al cuello, pero sin ahorcar, con lo que se tuvo una gran sensación de alivio momentáneo que ellos, el lincerío, se apresuró a bautizar como "la transición", a pesar de que seguía siendo una soga puesta por un dictador y sostenida por sus herederos. 
Pero el mundo cambia y hasta las sogas más fuertes se van desgastando por tirar tanto de ellas. Y entonces se va valorando otro horizonte en el que otros ya llevan respirando un par de siglos sin soga al cuello. Y se van haciendo descubrimientos decisivos, sobre todo desde que por primera vez en la historia no hay penas de muerte por pensar , y de eso hace solo 39 años. Así se explica el porqué de una prensa tan bloqueada y a la vez tan convencida de ser el rien ne va plus del ojo avizor y del shentido común. Anda que no sabe ná, que se la van a dar con queso...Y van y se la dan en una primarias de trámite. Eso no puede ser, tienen que estar equivocados, como dice el gran Felipe, también la democracia es injusta, si lo sabrá él que fue un pionero en el tema del mestizaje entre gatos blancos y negros a gusto de las bodeguiyas ad usum et abusum. 
Los mindundis sin sentido político, para una parcela del saber que ocupa lugar y escaños si se se dejan, son jóvenes inexpertos e infatuados por la emoción compiyogui de la justicia poética, que no conocen la historia del socialismo y los meritazos de Gónzalez, el marqués de Galmurdi; para otros, estas novedades pintorescas son cosa de viejos que quieren resucitar a Lenin en dos versiones, la podemita iglesierrejonista y la de Sánchez, que desde luego, para sus excelencias los premios nobel del cotarro, son absolutamente incompatibles por la sincronicidad tan sospechosa de que las dos comenzasen a tener cuerpo visible en Vista Alegre, vayapordios, qué contrariedad, en eso no habían caído. Es muy molesto tener que resolver cada día el jeroglífico de si fue el Psoe el que desde el pasado copió a Podemos o si ha sido Podemos en plan ministerio del tiempo, desde el presente, el que trató de hacerse pasar por el Psoe con ese juego malabar del sorpasso de ida y vuelta entre décadas. Ay, el tiempo, qué bromas gasta, ¿verdad?

El caso es que ahí está esa ciudadanía impertinente y molestona, emperrada en imposibles, con su conciencia dando aldabonazos en los pueblos, plazas, parques, polideportivos, asambleas a punta pala, parando desahucios aún, querido Joseluis, y echando de menos su soberanía laboral y su autonomía militar, querido Felipe, en las que nunca se consigue sacar nada en claro si no es un manojo de ayuntamientos, diputaciones y unas infiltraciones parlamentarias poco relevantes. Pero lo de anoche, con la piqueta en Ferraz derrumbando gestoras, y dejando bajo schok  sin reacción ni palabras a la primera dama der socialihmo, por decreto, ya se pasa de castaño oscuro, esto nos desborda en descaro y usurpación de funciones y descoloque parlamentario.

A ver ahora en qué puede acabar la paz social del consenso de hoy, si Sánchez pierde el oremus con la euforia y las emociones desbordadas de la justicia poética sin fundamento y sin programa, ni ideas ni iniciativas de nada, y se le ocurre dar rienda suelta a la moción de censura, pacta con Unidos Podemos, que debería ser su enemigo natural en el plan del consenso de toda la vida, y se planta en la Moncloa con la plebe de su lado. Sería el fin de todo lo conocido el Fisterra de la política comodioshmanda. Eso le pasó a Felipe, pero entonces,la siesta general de la peña era una garantía de éxito, todo estaba controlado por la mano segura de la familia y Filippo Gonzalone era de los nuestros y siempre supo atar corto a la plebeyez con la pana y la campechanería, con esa virtud maravillosa e hipnótica de hablar y hablar durante horas sin decir absolutamente nada que pueda invitar a pensar algo, sino todo lo contrario, invitando a alargar el modo siesta en el redil siempre obediente, hasta el puto 15M en que los siervos de la gleba se creyeron que la democracia es verdad. Y como comprendieron que era mentira se han empeñado en inventársela. 

Y así tenemos, en el día después, e incluso anoche mismo,  a la prensa desatada de puro miedo en sus ataduras mediocres -pero también comprensibles si caemos en la cuenta de que es el miedo el autor de la mediocridad de los medios y del canguelo-, sumergida en un sinvivir, que muere porque no muere. Y a la ciudadanía con doble tarea añadida: reciclar políticos decentes y marginales por su decencia posibilitando cambios imprescindibles y desarrollar una habilidad indispensable para seguir manteniendo viva y despierta la conciencia colectiva y personal: aprender a leer la prensa desde donde se modela y se escribe y no desde donde se vende y se compra. El mercado solo es un medio y una ruina cuando se convierte en el único fin que justifica cualquier medio por más hipócrita y negociante que sea.

Como jarabe reconstituyente nos quedan La mala reputación de Brassens, Disculpe el señor de Serrat, La estaca de Lluis Llach y Al vent de Raimon, (la justicia musical también se las trae) que por cierto, todos ellos son unos viejos empeñados en cosas tan idiotas como la decencia,fíjate, juventud talluda, con ese concepto tan anticuado y con tan poco glamour. Y encima unos rompepatrias, uno franchute sin nada que ver con Macron, los otros dos catalufos y el otro valenciano del Postiguet, ¡válgame el Señor a lo que estamos llegando!
Y a lo que llegaremos, peña, no lo dudes.




Allí estuvimos los viejos de hoy. Claro, había que divertirse provocando a los grises;no teníamos otra cosa que hacer, y mucho menos twitter ni feisbúc, ni prensa digital, ni padres que nos pagasen el dolce far niente y  la play. Dando clases particulares para completar la mierda de becas del régimen que apenas cubrían un trimestre, ciertamente unos mindundis históricos, si todo lo que hicimos solo sirvió para llegar a esto: a la apología de  una viejoventud cincuentona, apalancada y cotilla,
miedosa ante lo crucial,
arrogante en las tontunas,
con regusto ciudadano
de riveras soberanas,
con escamas, con princesas
y en el fondo de la escena,
el pelo de la dehesa.

(la justicia poética no se calla ni debajo del agua. Hay que ver...qué manía)



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