sábado, 20 de mayo de 2017

¡Oh prensa, mi prensa!


A lo mejor he estado confundida desde siempre y aun no me había coscado de mi precaria percepción de las funciones del fenómeno informativo, especialmente en España. Quizás se haya debido a la falta de costumbre democrática y de normalidad decente que arrastramos como autómatas, aquellas generaciones nacidas y crecidas entre las alas imperiales del Alcázar de Toledo y las inquisitoriales del mochuelo de El Pardo, que anidaban encantadas en las frondosidades de ABC, Ya, Pueblo (jodidísimo, el pueblo, claro)) y El Alcázar (cuya d.o.c.-denominación de origen más que controlado- ya habla por sí misma con suficiente contundencia) , jalonadas por fenómenos paranormales como Blanco y Negro (obviamente no disponíamos de más material cromático que el No-Do como referente), el  Siete Fechas, El Español (sí, como el de Pedrojota Ramírez) y por supuesto, el Hola, que permanece momificado como el brazo de Santa Teresa o  como el mamut de Siberia, congelado y en perfectas condiciones físicas; de otras condiciones más sutiles no constan datos que confirmen la existencia de algo tan baladí. 

Con semejante curriculum mortis, es evidente lo difícil que nos viene resultando una resituación en materia informativa, en criterios deontológicos y éticos, en conceptos menos borricos y más racionales, más inteligentes y menos garrulos. Qué le vamos a hacer. Tampoco se puede pretender que con una domesticación sine die de hábitos prehistóricos por un lado y postmentales por otro, que en España se viene llamando educación, por puro eufemismo, ahora exijamos que nuestros hijos y nietos tengan unos valores que nunca han visto en ejercicio ni por el forro. Al contrario, cuando alguien ha manifestado ética, honestidad y coherencia, y que no se vende a cambio de prebendas, seguridad, chantajes y dineros, aunque salga perjudicado, descalificado y hasta condenado y expulsado de la magistratura y judicatura del Estado por exceso de celo decente, ha encontrado la soledad, la crítica, el rechazo, y hasta la sospecha y la persecución de la misma justicia(¡!), sin que la prensa que moldea la opinión pública en las sociedades sin criterio ni códigos éticos dignos de consideración, haya interpuesto demasiado empeño  a la hora de informar en serio, de analizar, de argumentar, de arriesgar.
Si en España se hubiese producido el Water Gate, por ejemplo, a nadie se le hubiera pasado por la cabeza que eso fuera algo más que una ocurrencia tontorrona de la típica manzana podrida en un cesto de manzanas sanísimas y mucho menos ser tan histéricos como para que un presidente y jefe de estado, vaya a declarar y, además, dimita porque su propio partido se lo exige. Tampoco hay que ser tan exigentes, pordiós, que si vamos por ese camino no habrá ni un político que se salve de la quema, y a ver, entonces, quién nos va a gobernar y a decir lo que hay que hacer. Por eso es tan necesaria y shenshata la impunidad de los gobernantes; si cualquiera les pudiera buscar las cosquillas estaríamos listos, porque lo normal y lo más lógico es que todo el mundo tenga cosquillas ocultas, mochilas escondidas, telarañas en los rincones, moho en los despachos, y ranas en la bañera; a ver ¿quién no ha robado algo alguna vez?, ¿quién no ha aprovechado una buena ocasión para forrarse, cambiar fechas o cifras o nombres en unas facturillas de nada, que no hacen daño  a nadie y te dan una comisión discreta, que la gente paga tan a gusto sin enterarse y montar pollos por nada, si eso se ha hecho desde siempre? ¿De qué sirve denunciar, por ejemplo, las guarradas naturales en la política de partidos que luego te dan la exclusiva de su publicidad electoral  o de empresas subrogadoras de políticos que luego las favorecen y salen favorecidos con el intercambio giratorio  de  adjudicaciones y comisiones, como en una auténtica asociación mafiosa, pero honorable y necesaria para que todo siga como siempre, funcionando "a la manera española", si además no tenemos otra manera disponible? La peña no se entera, que tampoco hace falta contarlo todo y el periódico se mantiene con los anuncios de unos y otros...Y todo va bien si esa maldita manía de la decencia no lo impide.

Es cierto que desde el 15M este aberrante sistema de correspondencias subterráneas ha encontrado una respuesta alternativa en la financiación por parte de los lectores que se convierten en socios de co-gestión, que aunque es un riesgo, es también una gran victoria de la independencia responsable, de la libertad y de la conciencia ética que construye su autonomía a pesar de tanto enjuague-ambiente, aunque en realidad son todavía casos excepcionales, no la normalidad de la información. Los demás siguen a la altura moral del franquismo y su barbarie camuflada de chulería manipuladora. Especialmente en la TV y la radio, donde es más fácil confundir porque todo pasa a  velocidad irreversible y sin dejar una base escrita  y documentada que se pueda repensar y revisar. 

¿A santo de qué escribo todo esto? Pues viene a cuento del tratamiento informativo sobredimensionado, estrepitoso y alarmante, frecuentemente sacado de tiesto, que se da a determinados asuntos como las primarias del psoe, por ejemplo. 
Raro es el medio que no exhibe el mismo titular uniformado, no se sabe si por los intereses o por la pereza y la inercia. "Guerra en el Psoe", "Crece la tensión entre los candidatos", "Navajazos sin piedad entre los aspirantes a la secretaría general" "Los enemigos y sus seguidores se enfrentan hoy públicamente a pocos metros de distancia" "La izquierda, como siempre, dividida y enfrentada, se destroza"
Es un concepto informativo que no favorece en nada el sentido democrático de los contrastes naturales entre propuestas políticas y un concepto decimonónico y obsoleto del sanísimo debate político, imprescindible en cualquier estado democrático que merezca ese adjetivo. 

Los informadores evolucionados y a la altura de un nuevo listón de conciencia social, deberían dar las noticias con mucha más inteligencia constructiva de la que utilizan normalmente. "Se intensifica el debate entre los candidatos"."Las propuestas de X, aportan soluciones para el desempleo, las energías alternativas y el autoconsumo, las de Y, en cambio se centran más en los problemas de la educación, los refugiados y la regeneración democrática" "El discurso de C, hace hincapié en las libertades y en la investigación, en la violencia de género, en el respeto a la libertad de voto en el partido socialista, como en las relaciones con Europa", por ejemplo, sería un tipo de  información útil a la ciudadanía mucho más que la crónica de fierezas, cabreos, rabietas y hasta calificando como insulto la natural controversia y denuncia mutua de irregularidades que se hayan producido y que deban salir a la luz sin tapujos ni pudores ridículos y fuera de lugar, para que los votantes vean lo que cada candidato tiene o le falta. Es decir, la información directa debe abstenerse de dar su opinión en el relato de los hechos. O sea, en los titulares. Luego, está el periodismo de opinión, las columnas y los blogs, donde los criterios particulares y la visión del comentarista están situadas en otro plano del análisis legítimo, pero más formativo en criterios que informativo en conceptos. 

Se diría que el periodismo es un camino bastante paralelo al de la Justicia, es más, se diría que nació para ser su brazo informativo de conexión con la realidad exterior al laberíntico bunker legal, ya que frecuentemente los poderes políticos y la Justicia no se entienden sino que se someten ante el más fuerte de los dos en poderes y contundencia gestora y mucho menos se hacen entender por los profanos que somos casi todas; se diría que la prensa nació para subsanar y rellenar la zanja que separa los trámites oficiales y estructurales, del resto de la ciudadanía, es la lupa que nos permite leer la letra pequeña que las instituciones no tienen forma de traducir a una caligrafía social que sea legible.

En España hay una fijación errónea con descalificar la diversidad de la izquierda frente a la segura, petrificada y uniforme derecha, tan poco adicta a los cambios como el caciquismo de toda la vida. Y la prensa en general, salvo las raras excepciones de los independientes, en vez de hacer comprender a la ciudadanía la riqueza que supone la diversidad para la evolución social, política, cultural, científica y humana de pueblos y estados, fomenta e infla el criterio de la política tomada como se toma el fútbol. Un equipo de fútbol funciona como un grupo de elementos que no piensan independientemente a la hora de jugar, solo obedecen al entrenador que piensa por todos, porque la finalidad no es el bien de los jugadores sino el triunfo de un proyecto que funciona solo con el propósito de ganar en el nombre de un club, no con la finalidad de que los jugadores cambien, mejoren, participen y se igualen a los demás ciudadanos, y poco importa cada jugador por sí mismo, solo por la función que desempeña en el grupo. La derecha piensa y actúa igual, solo le importa ganar, porque eso le da poder para situarse como status. Para ella, la diversidad es un problema. Prefiere pudrirse y hundirse junta, e incluso hundir el estado, antes que reconocer su podredumbre si eso significa que ya no ganará.

En la izquierda, en cambio, hay menos miedo a perder, y más capacidad para admitir lo diverso, es decir, se nutre de la diversidad como vínculo de unidad, porque importa más la legitimidad de las conciencias y la ética coherente que el hecho de ganar algo que no se puede mantener después si no hay decencia inicial. Algo que la derecha nunca se plantea, ni entra en su visión del mundo. Solo quiere ganar la liga por goleada y que no quede en pie nadie que le replique, no sabe dialogar con lo diverso ni valorar con honestidad (que no tiene y que considera una flojera), por eso mata o muere. No tiene medida. Sólo miedo a perder el poder y rabia y rencor cuando lo pierde. Como los hinchas del fútbol.

A la prensa deformada por tantos siglos de oligarquías tampoco le resulta natural ni positiva esa manía de la coherencia y de la pluralidad unidas en un proyecto político de izquierdas, porque no concibe, como la derecha, que se pueda ser distintos sin ser  rivales y enemigos a muerte. Se quedan enganchados, prensa y derecha, en la anécdota, en el flash del momento, y eso no les deja ver la totalidad del conjunto. Todo lo cifran en estrategias y tácticas instrumentales sin fundamento ni continuidad.
Está claro que la peña supuestamente de izquierdas que solo quiera ganar y mandar por mayoría, que huye de la pluralidad, de la escucha y la cooperación con otras formaciones territoriales, con los movimientos sociales, y con el resto de partidos decentes y democráticos, limpios de corrupción y no claramente de izquierdas, es más de derechas que de izquierda. Lo mismo que la prensa que critica la pluralidad que implica debate entre opuestos, análisis y crecimiento y el consenso entre socialistas y podemos, o entre socialistas e IU, o con nacionalistas, verdes, feministas, animalistas o republicanos, es derecha más que izquierda, por muy "socialista" que se crea. Ni tan  neutral, como pretende hacer creer.

El estado natural de la derecha es la mayoría absoluta que arrase, funcione por decreto y no deje libertad ni posibilidades parlamentarias a nadie más.Vencedores y vencidos.
El estado natural de la izquierda, por el contrario, es la coalición de la diversidad en una unidad de acción que se alcanza mediante la reflexión compartida, la asamblea constituyente, el debate y el consenso, un sistema que para la derecha es inútil e inservible, y signo de debilidad que impide mandar en plan omnipotente.

El tufo derechista planea sobre la sociedad española, la prensa lo fomenta, tal vez porque es más de derechas de lo que se imagina. A la menor controversia o debate en Podemos o en IU o en el Psoe, se alarma y habla de rupturas y fracaso, sin comprender que la dinámica de la democracia es el debate y que haya diversidad de pensamiento e ideas para que haya riqueza y el acierto del acuerdo, en el que se produce el consenso sin que nadie tenga que abandonar algo más que la obstinación y el dogmatismo, para conseguir el bien común.

Precisamente al Psoe le perjudicó muchísimo ganar por goleada de mayoría absoluta durante varias legislaturas sin tener dentro de sí mismo una pluralidad autocrítica capaz de establecer el debate detergente para quitar la mugre de la rutina del "éxito", y por ello se pudrió como se ha podrido el pp y se pudrió el comunismo ruso o chino en su día. Porque pretendiendo ser izquierda se puso a funcionar como una derecha, desde el bloque cerrado y el dogma, que para el PC de la URRSS, fue el aparato del partido y para el psoe la casta que formó para sostenerse en el poder, y que derivó en una corrupción generalizada. Eso le ha hecho mucho más daño al partido socialista que el pp, que Podemos, C's  e incluso que la gestora, que solo es una consecuencia; los desahucios, lo de la Castor y lo del artículo 135 con Zapatero y la OTAN, la reconversión, el GAL, el empleo de fondos públicos para subvencionar enjuagues y la corrupción a mansalva con González le han hecho al Psoe mucho más daño que Pedro Sánchez, que fue una una marioneta del partido hasta que se dio cuenta de lo que estaba pasando y cambió de rumbo, algo que debería considerarse un mérito y no una traición ni un ataque de orgullo estúpido contra "la unidad del partido" que lo está matando desde dentro.

Y todo esto la prensa lo ignora o quiere ignorarlo, tal vez porque ella también, sin saberlo, esté enredada aun en la nebulosa de un franquismo teledirigido desde el propio inconsciente colectivo, generador de barreras y prejuicios, de limitaciones y de miedos camuflados de "prudencia" y "shenshatez", que nos hacen funcionar como asnos atados a la noria de la repetición por la inercia de una historia fallida que hemos calificado y hasta relatado y transmitido como gloriosa y triunfante en una democracia esperpéntica y miserable, basada en la especulación y la manipulación colectiva. Sólo hay que ver como está el patio ahora para darse cuenta de la mentira que hemos vivido durante décadas cuando se creía  haber asaltado los cielos del consumismo sin cabeza y del despilfarro aberrante, de burbuja en burbuja. En aquella época de relumbrones y horterada intelectual urbi et orbe, a quienes presentíamos estas consecuencias nos llamaban agoreros  y amargados. De tal modo que cuando pronunciabas la palabra decencia alguien podía decirte "hay que ver que palabras tan antiguas usas". Dicen que a Noé le hicieron lo mismo cuando estaba construyendo el arca viendo la que se les venía encima.

El buen periodismo es el medio, el cauce de la acequia por donde corre el agua de la verdad de los hechos diarios. Sólo las acequias que frecuentemente se limpian de residuos como basuras, latas, plásticos, papelujos, vertidos venenosos y bichos muertos, llevan un agua sana, transparente y utilizable sin el riesgo de enfermar los campos regados. La vida no mide la pureza de sus componentes, en ella todo convive, es a la inteligencia del ser humano a la que compete la selección, valoración y uso adecuado de los elementos, ya sea para bien de todos, -el bien común sin excepciones-, o para mal de muchos y rapiña de pocos, lo que viene siendo el pan duro y enmohecido de cada día. O sea, que la prensa debe ser el observatorio honesto y la linterna en las sombras del mapa geopolítico donde la sociedad se asienta, crece o mengua, se libera o se encadena, se organiza o se aplasta por la organización desastrosa de las castas y las tramas que viven parasitando a los seres humanos que no mandan ni deciden sobre otros.

Le llaman el cuarto poder, pero en realidad, la mejor prensa es la que sirve para que el poder no abuse, no se enroque en sí mismo, no se aproveche dolosamente de sus cargos, no se adjudique  prebendas  y con ello, perdidos los referentes de la ética y de la humanidad de la que procede, acabe destrozando a las personas que lo hacen posible.

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