ENTREVISTA A ALBERTO GARZÓN
ANA BERNAL TRIVIÑO
El diputado de IU
analiza la "estafa legal" de los bancos y reflexiona sobre conceptos
como la lucha de clases, el marxismo o la república.
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Aquí dejo esta entrevista; para hacer con ella un ejercicio de pensamiento analítico.
Entre otras cosas muy interesantes se comentan y se justifican las acciones reivindicativas en los grandes comercios por parte del SAT.
El gastado concepto de "revolución" ya no nos sirve. Hay que superarlo, como se ha superado la "normalidad" social de la pena de muerte o de "guerra justa". La nueva consciencia naciente en la humanidad ya no admite una talla moral 38, porque necesita una 44. Por eso se asfixia embutida en esas vestiduras angostas y ridículas.
Ese apego a la vieja escuela de la violencia legítima es uno de los baches que el electorado no comparte con IU. Por eso, ese gran laboratorio de democracia sui generis no cala en más sectores de la sociedad; está desfasado en sus métodos lenninistas y debería encontrar el vínculo con la sensibilidad de los nuevos tiempos, sin perder la esencia moral de sus principios. "Acabar con el capitalismo" suena a guillotina social, a guerra, a bando y bandas, a mutilación y dictadura por imposición de lo que para cada grupo considera unilateralmente "lo mejor para todos".
Tampoco se trata de ir detrás de los votos a cualquier precio, ya sea endureciéndose para atraer a los fundamentalistas, como parece intentar IU con ese tipo de discurso y actividades o relajándose en la exigencia hasta no saber quienes son ni a qué han venido, como parece ocurrir en el PSOE. Sucede igualmente con el desparrame brutal de la economía sin límites, que nadie logra reconducir, unos arruinando con recortes y miseria, los otros recurriendo temporalmente a Keynes, que a la larga tampoco resulta porque se basa en mśa de lo mismo, aunque de primeras haga de aspirina o de colchón para paliar el golpe; los moldes viejos se han roto y el contenido de la historia se pierde en caminos sin salida, ríos de dinero sin valor que acaban absorbidos por las arenas de un desierto sin confines. Y como parece suceder hasta en el Vaticano, con los cambios radicales y artificiales de modelo papal, sin comprender, lo mismo que los partidos y la economía "de mercado financiero", que no se trata de cambiar de traje, sino de ir haciendo una transición de funciones y de bases. De consciencia. Y tal vez de hacer desaparecer de nuestro ideario personal y social las aristas cortantes que por un lado nos enfrentan, endurecen y enrarecen la convivencia, hacen imposible la justicia y nos hacen cada vez más parecidos a aquellos que combatimos.Un callejón sin salida.
La realidad es que la humanidad está cambiando a toda velocidad cualitativamente y los sistemas por los que en otras épocas se ha regido, ya no le sirven. En vez de asustarse y tomarla todos contra todos, hay que plantearse el cambio de uno mismo y de su mundo ideológico, de su cosmovisión y de su identidad personal inserta en el colectivo humano. Hay que aprender a encajar unos con otros sin hacernos daño. Hay un sitio para cada uno, sólo hay que encontrarlo, sobre todo en nuestro interior para que se plasme en el exterior. Son las nuevas reglas del juego evolutivo. Sin ese trabajo escolar o proyecto fin de carrera, no pasaremos el listón del cambio cada vez más urgente e imprescindible. Hasta cada vez más dramático y trágico si se deja de lado.
La victoria real en una "lucha" no consiste en mutilar un sistema, sino en sanarlo con la ética y su praxis aplicada a cada vicisitud, tomando del comunismo, del socialismo y del capitalismo, sus mejores virtudes, que los tres las tienen y enterrando para siempre los peores defectos de las tres opciones. El primero de todos, la corrupción, o sea la falta de autoconsciencia, de superego, como la llamaba Freud, que por desgracia es un repugnante patrimonio de la falsa política y ha contaminado todo el espectro que debería ser político, para convertirlo en un modus viviendi et negotiandi. Y no sólo se "negocia" con dinero sino con los cargos y el poder. Y eso afecta a todos.
Antonio Romero, ex diputado ejemplar de Izquierda Unida, es de Málaga, los días de trabajo en el Congreso vivía en una modestísima pensión del centro de Madrid; gastaba muy poco. Y dedicaba el dinero de su sueldo institucional a sostener una guardería en un barrio marginal de Málaga. Si todos los diputados de izquierdas hiciesen como él, o como Anguita, con su paga de jubilado normal, o como Gerardo Iglesias, regresando a la mina tras dejar el escaño y no quedarse enganchado al biberón monetario de la "política de partido", o como los clásicos de la honestidad y de la verdadera política Nicolás Redondo y Marcelino Camacho, dos hombres impecables de consciencia limpia y sana, ya estaría gobernando en España esa coalición desde hace décadas. Habría cooperativas ciudadanas justas que habrían superado sin complejos el brote bolchevique e inútil de los asaltos a centros comerciales. Porque, igual que la corrupción, la decencia y el perfume solidario de los honestos, contagia y cambia las conciencias a su alrededor. Hasta las del capital.
Los cambios por imposición no valen para nada. Los cambios verdaderos nacen del despertar del espíritu en el hombre y en la mujer. Sólo hay que ver el "éxito" de la siembra comunista en la antigua URSS y en la China del "filósofo" Mao, que hoy día se han barrido del mapa, no porque haya triunfado el capitalismo salvaje, sino que ese capitalismo salvaje triunfó, precisamente, para rellenar el vacío de cosecha, porque la "siembra" no echó raíces en unas sociedades a las que se les arrancó el alma de cuajo y el uso responsable e individual de la libertad. Ha pasado en Cuba también, donde la disidencia ya no se puede compensar con los bienes sociales y el deterioro del alma. La generosidad y el sacrificio solidario por el bien común nunca pueden ser fruto de una orden impuesta o de una fría "legalidad" ad hoc, sino el resultado de la comprensión y de la gratificante remuneración interna que produce el bien practicado por sí mismo, no por obligación, penalizaciones y amenazas. Por miedo y chantaje emocional.
La civilización y la ética se contagian con el ejemplo y producen belleza y armonía social. No pueden imponerse, lo mismo que pasa con el amor. Por ejemplo, resulta impresionante escuchar en Alemania, Dinamarca, Finlandia o Noruega, a los ciudadanos con sueldos elevados expresar su acuerdo en pagar altos impuestos para que nadie carezca de lo fundamental y el estado siga siendo el principal representante del bien común por el acuerdo de todos. La ética es la estética más hermosa. El triunfo natural de la belleza en el alma de la ciudadanía y de los pueblos, que nace por sí mismo, a partir del imperativo categórico kantiano.
Una sociedad primitiva que se apunta al saqueo como "reivindicación justa", está a la misma altura moral de quienes la explotan. Así no hay ruptura de inercias. Y todo se repite mecánicamente desde la Rusia zarista, la China de los mandarines o la España del Imperio y la oligarquía. En el fondo la respuesta "justa" resulta tan inhumana como el capitalismo y además carece del señuelo de la falsa "libertad" y de las tentaciones consumistas. Nuestra especie prefiere la diversidad imperfecta de los colores, al juicio y a la "perfección" monocorde del blanco y negro de los absolutos. Y eso es muy bueno, porque es la única forma de evolucionar sin mutilar la inteligencia ni el libre albedrío. Crecemos eligiendo. También necesitamos equivocarnos y rectificar para crecer evolutivamente.
Después de leer estas declaraciones de otra "joven" promesa "revolucionaria", comprendo que estemos como estamos. Y recomendaría al joven Alberto Garzón, lo mismo que a la joven Beatriz Talegón, cambiar las gafas ideológicas por las gafas humanas, la ilusoria letanía del pasado maquillada de actualidad, por la cara lavada del presente real. Los miriñaques mentales de Mariantonieta y Robespierre camuflados de capitalismo bobalicón explotador y socialismo marxista guillotinador, por la ligereza profunda y utilísima de las plataformas de barrio, de la PAH, de las iniciativas solidarias y sin el menor ánimo de lucro ni de renta partidócrata. De los talleres para aprender a vivir en el trueque de la calidad mucho más que en la renta de la cantidad.
Al capitalismo depredador lo liquidará por ineficaz y tóxico el mismo crecimiento de la consciencia, sin necesidad de forzar nada violentamente, porque ya no sirve, es una rémora. Como sucedió con el comunismo en la época de Gorbachov. Le recuerdo en Letonia, casi llorando, pidiendo con angustia que le diesen cinco años para poder hacer el cambio sin violencia ni revanchas. Una gran persona que no ha querido irse de Rusia para hacerse de oro como asesor internacional, sino que vive modestamente de escribir e invertir lo que gana con su trabajo en el proyecto ecológico "La Cruz Verde". Una "cruz roja" para salvar la naturaleza, ya que él mismo se horrorizó con Chernobyl y está dedicando su vida y esfuerzos a ese proyecto rehabilitador de la conciencia planetaria. Un buen fruto de Marx, adaptado a los nuevos tiempos.
Estos nuevos nuevos impulsos de la evolución hay que experimentarlos en vivo, probando sistemas mucho mejores y gratificantes. No aplicando acciones violentas, sino con la pedagogía noviolenta de la cooperación en vez del primitivismo de la rivalidad, si queremos ser competentes, compitamos con nosotros mismos, hagamos que nuestro Yo consciente supere y educque a nuestro ego primario, no basemos nuestros logros en el hundimiento de los otros para llegar más alto que ellos, no nos midamos con nadie, sólo miremos cuánto nos queda para encontrar sentido a nuestra vida, para comprender quienes somos y como podremos descubrir nuestra función en la vida, donde no estamos por casualidad ni para competir con todo y con todos. Sino para crecer aprendiendo y disfrutando de lo mejor como aprovechando como maestro lo peor. Tenemos que educarnos con ingenio y maestría. Como hacemos a los niños cuando quieren jugar con unas tijeras o un destornillador. No se los quitamos con violencia porque en la rabia de verse atacados, se podrían herir gravemente con tan peligroso juguete. Por eso les damos otro juguete alternativo más bonito y divertido.Ése es un buen sistema, para nuestro ego y para la convivencia con las fuerzas más elementales que también se manifiestan a nuestro alrededor.
Los movimientos ciudadanos están haciendo esa misma labor pedagógica: enseñar a vivir de un modo mucho más interesante, justo, equitativo, solidario y simple. Mucho más inteligente y estimulante. Libre y agradable. Implicando la superioridad de los sentimientos y dejando a un lado el primitivismo de los instintos "razonadores", inoculados, automáticos y esclavizantes. Usando la inteligencia emocional. Siendo los coachs sociales, en vez de los gendarmes represores o los bandidos buenos, que no dejan de ser bandidos a pesar de la "bondad" impositiva de "su" sistema.
Les recomendaría a estos alevines ideológicos, un largo master de aprendizaje desde la base; no en las habilidades del partido, sino de la realidad social de cada día. Y apuntarse como uno más, sin pretender dar lecciones, al servicio directo y anónimo a la mejor causa, que es la solidaridad práctica y concreta. Es lo que hacen los mejores empresarios del Planeta: poner a sus hijos como chicos de la limpieza y de los recados, en las tareas más simples y humildes para que vayan subiendo de responsabilidades según mejoran y aprenden, hasta capacitarse con la práctica de lo pequeño en la comprensión y gestión de lo más grande.
Las casas sin cimientos se caen a las primeras de cambio. Y ya no estamos para permitirnos esos lujos derrochadores de energía y de presente sin futuro.
Al capitalismo depredador lo liquidará por ineficaz y tóxico el mismo crecimiento de la consciencia, sin necesidad de forzar nada violentamente, porque ya no sirve, es una rémora. Como sucedió con el comunismo en la época de Gorbachov. Le recuerdo en Letonia, casi llorando, pidiendo con angustia que le diesen cinco años para poder hacer el cambio sin violencia ni revanchas. Una gran persona que no ha querido irse de Rusia para hacerse de oro como asesor internacional, sino que vive modestamente de escribir e invertir lo que gana con su trabajo en el proyecto ecológico "La Cruz Verde". Una "cruz roja" para salvar la naturaleza, ya que él mismo se horrorizó con Chernobyl y está dedicando su vida y esfuerzos a ese proyecto rehabilitador de la conciencia planetaria. Un buen fruto de Marx, adaptado a los nuevos tiempos.
Estos nuevos nuevos impulsos de la evolución hay que experimentarlos en vivo, probando sistemas mucho mejores y gratificantes. No aplicando acciones violentas, sino con la pedagogía noviolenta de la cooperación en vez del primitivismo de la rivalidad, si queremos ser competentes, compitamos con nosotros mismos, hagamos que nuestro Yo consciente supere y educque a nuestro ego primario, no basemos nuestros logros en el hundimiento de los otros para llegar más alto que ellos, no nos midamos con nadie, sólo miremos cuánto nos queda para encontrar sentido a nuestra vida, para comprender quienes somos y como podremos descubrir nuestra función en la vida, donde no estamos por casualidad ni para competir con todo y con todos. Sino para crecer aprendiendo y disfrutando de lo mejor como aprovechando como maestro lo peor. Tenemos que educarnos con ingenio y maestría. Como hacemos a los niños cuando quieren jugar con unas tijeras o un destornillador. No se los quitamos con violencia porque en la rabia de verse atacados, se podrían herir gravemente con tan peligroso juguete. Por eso les damos otro juguete alternativo más bonito y divertido.Ése es un buen sistema, para nuestro ego y para la convivencia con las fuerzas más elementales que también se manifiestan a nuestro alrededor.
Los movimientos ciudadanos están haciendo esa misma labor pedagógica: enseñar a vivir de un modo mucho más interesante, justo, equitativo, solidario y simple. Mucho más inteligente y estimulante. Libre y agradable. Implicando la superioridad de los sentimientos y dejando a un lado el primitivismo de los instintos "razonadores", inoculados, automáticos y esclavizantes. Usando la inteligencia emocional. Siendo los coachs sociales, en vez de los gendarmes represores o los bandidos buenos, que no dejan de ser bandidos a pesar de la "bondad" impositiva de "su" sistema.
Les recomendaría a estos alevines ideológicos, un largo master de aprendizaje desde la base; no en las habilidades del partido, sino de la realidad social de cada día. Y apuntarse como uno más, sin pretender dar lecciones, al servicio directo y anónimo a la mejor causa, que es la solidaridad práctica y concreta. Es lo que hacen los mejores empresarios del Planeta: poner a sus hijos como chicos de la limpieza y de los recados, en las tareas más simples y humildes para que vayan subiendo de responsabilidades según mejoran y aprenden, hasta capacitarse con la práctica de lo pequeño en la comprensión y gestión de lo más grande.
Las casas sin cimientos se caen a las primeras de cambio. Y ya no estamos para permitirnos esos lujos derrochadores de energía y de presente sin futuro.
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