CANCIÓN A MEDIODÍA
Tu estela se reparte por las salas del cielo
por los largos pasillos de la tierra
y llenas de señales las esquinas del mundo
cuando suena la hora de los campos floridos
de estrellas iniciales
y se paran las veletas en las torres
y se activa la canción del inocente.
Tu luz nunca se eclipsa
y la benevolencia de tus rayos de amor
baña la sombra de las cosas
hasta dejarla espléndida
en la memoria del tiempo.
Sólo puedo quedarme junto a Ti
callada y quieta
dejando que tu divinidad
me vaya adivinando cada paso
antes de caminar
adivino divino
beso de la evidencia trasparente
donde la realidad vuelca su desnudez
entre las nubes de una fiesta local
Se te puede leer mágicamente Tú
en las huellas luminosas que curan
socavones en el alma
y barrancos en los días de un invierno
que se va desgastando
como un gel entre hielos licuefactos
y campos de batalla en alquiler
Aquí estás, como siempre,
con tu sabor a Dios y a paradoja
con tu subir y tu descender
con tu pericia armónica
que arrebata a la vida esos dolores viejos
hasta tejer las alas
de ángeles pequeñitos, juguetones y suaves
que descienden por las colinas del amanecer
en un himmno silencioso de alegría
incontenible
sólo porque te muestras y te expandes
Quién hubiera pensado
que pudiese existir este milagro
en el simple rincón de una mirada
que respira...
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