¿Qué vamos a recuperar?
EL PAÍS
Esta crisis provocada por el desmadre de todos, es la prueba del nueve de una evidencia descomunal: o cambiamos ya de sistema y de conductas, de ideas y hábitos o no habrá recuperación posible. Nos extinguiremos en proporción geométrica. Cada vez en más cantidad y más rápido. También los millonetis y sus herederos acabarán igual. Esta crisis es nuestra última oportunidad, la última llamada para el embarque. Y esta vez la solución de los tripulantes no sirve. Están ciegos y la ceguera es lo único que conocen y practican. Nuestro recurso es cambiar de rumbo a pesar de ellos e iniciar otra forma de vida y de funcionamiento, mientras desobedecemos lo injusto, que ya es todo, puesto que la ley es materia de trueque entre poderes.
Tenemos ingredientes y elementos para hacerlo, pero tendremos que deshacernos del overbooking. Del lastre y de la idea "imposible si no tienes dinero ni poder". Reinventarnos entre todos sin ira ni odio ni miedo. Los tres hijos tontos de nuestra familia interior, a los que hay que educar en el reformatorio del amor, de la paciencia creativa y de la esperanza que realiza mientras espera seguir realizando lo mejor para todos y no pensando en el bolsillo como único fin y como único re-medio.
"Virgencita, Virgencita, que no nos quedemos como estamos, ¡porfa!, porque sería el fin, ni tampoco recuperemos la costra lumpen camuflada de "estado de bienestar", que nos ha arruinado por dentro y paralizado por fuera, hasta llegar a este estado de miseria global, donde sólo prosperan, -por poco tiempo a este paso-, las hienas y buitres millonarios. Porque hasta ellos se ahogarán en su basura monetaria. Amén."
Es imposible recuperar algo realmente válido en un sistema que consiste en que la vacuidad inestable de los mercados y del juego superficial del poder depredador y su sadismo mecánico sean el único eje y la única referencia para transitar por el Planeta. El único punto cardinal en la brújula de la mediocridad más bestia que la historia humana ha sufrido globalmente en la historia conocida. Ni el pp ni Obama ni Merkel ni el PSOE ni los fascistas enloquecidos de las auroras alucinatorias, o de las ONGs que usan la limosna como señuelo electoralista, podrán recuperar nada de nada. Porque en realidad nada han construido de verdad. ¿Qué ha quedado en pie de los ideales que conmocionaron los siglos XVIII, XIX y XX?
La historia nos muestra una crudísima realidad: el hombre es lo que hace consigo mismo en el tiempo de que dispone. O lo que deshace. El hombre es o no es según decida. Como apunta Shakespeare en Hamlet. Esta especie nuestra, dotada de maravillosas posiblidades que consiguen logros puntuales ha optado por el peor de los caminos: elevar los instintos más primarios al nivel del cortex cerebral, taponando su crecimiento, e inutilizarlo para desarrollarse de verdad en el infinito, que es el destino de la evolución. Ir subiendo en la escala desde lo mínimo a lo inconmensurable. Pero ¿qué ocurre cuando la intuición perceptiva de lo inconmensurable se recorta y se reduce a la compraventa de una felicidad ridiculísima, insustancial y depredadora, sin más horizonte que ampliar el campo del instinto de supervivencia con una compulsión bulímica e insaciable y el exterminio como única meta y resultado posibles? En filosofía se llama nihilismo. En política y economía es crecimiento salvaje sin más perspectiva que el dinero, que hoy está y mañana puede desaparecer en un plis plás o quedar inservible por un crack. Basar nuestra vida en tal ruleta rusa es una locura y una estupidez.
¿No es chocante y paradógico que en medio de nuestra crisis nihilista-burbujera, sean los excomunistas de Rusia y China los mejores y más numerosos compradores de chatarra inmobiliaria, con el alivio y el agradecimiento sobrecogedor de gobiernos y empresas, que han resultado ser el mismo empeño e idéntico motor social y económico? ¿No es chocante que los líderes mundiales de la libertad y de la "sociedad del bienestar" que mejor vende la "democracia", los USA, sean el mayor enemigo de la humanidad, a la que están convirtiendo en un campo global de prisioneros esclavizados y sacrificados para servir a sus fines que sólo son enriquecerse en petit comité a costa de todo y de todos y sin reparar en los efectos primarios y colaterales del proceso? ¿No es irrisorio que el ejemplo de vida y la enseñanza práctica de Jesús el Nazareno se hayan quedado enquistados y devaluados en un estado poderoso multinacional, donde la política, el dinero y el poder, justo lo que Jesús vino a denunciar con su propia vida y acciones, sean los verdadaderos señores de los anillos, los báculos, tiaras y mitras o que los seguidores de Buda pasen su tiempo levitando, montando festivales y bendiciones con bandas amarillas a 15 euros por bendición y banda, y enfurruñados hasta el suicidio por no poder conservar su poder en el Tibet, cuando Buda abandonó el poder que poseía para vivir en la simplicidad, en el anonimato y en la humildad, no para ser "más bueno" y hacer proselitismo, sino para ser más libre, no arrastrar pesos inútiles e indicar el camino de la liberación más con su ejemplo que con sus libros y retahilas mántricas?
Si sacamos de contexto la crisis y sólo la aparcamos en nuestra parcialidad geopolítica no podremos hacernos una idea de lo que estamos viviendo. Pensaremos, como Merkel, Obama o el pp, que esto es pasajero y que habrá "recuperación" y brotes verdes, para seguir en el mismo plan. Sin embargo, eso ya no será posible nunca más. Ese mismo plan es absolutamente suicida e insostenible. Por supuesto durarán más los que mejor se organizan y piensan en el bien común antes que en el propio egoísmo, pero eso no basta si no se globaliza el cambio, no se puede sobrevir ni crecer cuando el hábitat se ha convertido en irrespirable y no quedan disponibles las fuentes biológicas de la vida, que es lo que se pretende: pagar porque el sol se pose en una placa solar o porque el aire mueva y reparta la energía eléctrica del universo. Pagar por beber agua o por tener una escuela o un remedio al dolor o atención en la vejez, cuando se ha servido a la vida y se merece su homenaje. Vulnerar esos derechos sagrados, es vivir de espaldas a la realidad y verdaderamente contra natura. Arrasar la prosperidad cósmica con una visión de cuadra, de zahurda, de parque zoológico o de instalación agropecuaria destroyer. Reducir a la humanidad al estado de homínido. Empezando por los propios gestores del negocio global.
Esta crisis provocada por el desmadre de todos, es la prueba del nueve de una evidencia descomunal: o cambiamos ya de sistema y de conductas, de ideas y hábitos o no habrá recuperación posible. Nos extinguiremos en proporción geométrica. Cada vez en más cantidad y más rápido. También los millonetis y sus herederos acabarán igual. Esta crisis es nuestra última oportunidad, la última llamada para el embarque. Y esta vez la solución de los tripulantes no sirve. Están ciegos y la ceguera es lo único que conocen y practican. Nuestro recurso es cambiar de rumbo a pesar de ellos e iniciar otra forma de vida y de funcionamiento, mientras desobedecemos lo injusto, que ya es todo, puesto que la ley es materia de trueque entre poderes.
Tenemos ingredientes y elementos para hacerlo, pero tendremos que deshacernos del overbooking. Del lastre y de la idea "imposible si no tienes dinero ni poder". Reinventarnos entre todos sin ira ni odio ni miedo. Los tres hijos tontos de nuestra familia interior, a los que hay que educar en el reformatorio del amor, de la paciencia creativa y de la esperanza que realiza mientras espera seguir realizando lo mejor para todos y no pensando en el bolsillo como único fin y como único re-medio.
Salir del miedo mediocre y del medio miedoso. Hay que entrar cada día en ese nuevo plano en el que todo está por hacer y descubrir. En el bucle bifurcador consciente que inicia la vida saliendo de la entropía; la nueva realidad que plantea Ilya Prygogine. Un Nobel de Física al que no se ha hecho caso porque no se le quiere entender. Como adictos a cualquier sustancia o hábito tóxicos, se niegan a escuchar al médico cuando les da instrucciones para curar su mal.
Aunque también somos tan libres como para elegir la abstención de tóxicos y encontrar el camino de la liberación entre todos sin necesidad de "recuperar" lo que, de ser recuperado, nos mataría mucho antes y con mucho más dramatismo.
Ahora alguien se preguntará ¿vota o no votar? Hay que votar para poder salir de la madriguera. Hay que votar lo menos inhumano y lo menos cruel. Y lo que dé más garantías para que, aún estando en crisis aguda, al menos no se pierdan también los derechos fundamentales como la libertad de expresión y el derecho a la huelga y a la protesta justa. A la asistencia gratis de la justicia cuando no hay medios para pagarla. Ahora, precisamente, lo único que nos queda es el voto para elegir a quienes tengan el instinto represor y despótico menos desarrollado. Y no podemos, en conciencia, ni abstenernos, porque regalaríamos en bandeja la impunidad a los peores, que nunca dejan de votar a los suyos aunque sean lo más abyecto, ni votarles a ellos, claro. En este caso, en vez de elegir a los mejores, que de momento no están, tendremos que conseguir que al menos sean elegidos los menos malos. Y exigirles que cuando el rating se nos tire encima para dejarnos en la calle, que lo hará, se salgan del euro y del mercado. Dejen caer la banca que tal y como está es un enemigo a sueldo de todos. Nos podremos recuperar trabajando como sabemos hacerlo, pero nunca lo haremos si estamos ligados a un sistema que nos quiere pobres y dependientes sin ninguna esperanza de recuperación.
Ahora alguien se preguntará ¿vota o no votar? Hay que votar para poder salir de la madriguera. Hay que votar lo menos inhumano y lo menos cruel. Y lo que dé más garantías para que, aún estando en crisis aguda, al menos no se pierdan también los derechos fundamentales como la libertad de expresión y el derecho a la huelga y a la protesta justa. A la asistencia gratis de la justicia cuando no hay medios para pagarla. Ahora, precisamente, lo único que nos queda es el voto para elegir a quienes tengan el instinto represor y despótico menos desarrollado. Y no podemos, en conciencia, ni abstenernos, porque regalaríamos en bandeja la impunidad a los peores, que nunca dejan de votar a los suyos aunque sean lo más abyecto, ni votarles a ellos, claro. En este caso, en vez de elegir a los mejores, que de momento no están, tendremos que conseguir que al menos sean elegidos los menos malos. Y exigirles que cuando el rating se nos tire encima para dejarnos en la calle, que lo hará, se salgan del euro y del mercado. Dejen caer la banca que tal y como está es un enemigo a sueldo de todos. Nos podremos recuperar trabajando como sabemos hacerlo, pero nunca lo haremos si estamos ligados a un sistema que nos quiere pobres y dependientes sin ninguna esperanza de recuperación.
"Virgencita, Virgencita, que no nos quedemos como estamos, ¡porfa!, porque sería el fin, ni tampoco recuperemos la costra lumpen camuflada de "estado de bienestar", que nos ha arruinado por dentro y paralizado por fuera, hasta llegar a este estado de miseria global, donde sólo prosperan, -por poco tiempo a este paso-, las hienas y buitres millonarios. Porque hasta ellos se ahogarán en su basura monetaria. Amén."
No hay comentarios:
Publicar un comentario