sábado, 14 de septiembre de 2013

Absolutely depressing

Cero en expresión oral

 

El tropezón olímpico de Ana Botella reaviva el debate sobre las escasas dotes de los españoles para exponer en público.
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El título de este post  no se refiere a la oratoria de los españoles, sino a la estupidez del comentario. Una muestra más de la borreguez , que en eso sí que los humanos de cualquier nacionalidad somos expertos por contagio e irreflexión. Por la manía de extender las dimensiones de una parte al todo y nunca hacer lo contrario: pararse a ver que el todo no es la suma de las partes sino una representación abstracta y sublimada de éstas. 
Que Madrid tenga como alcaldesa a una nulidad manifiesta, y por desgracia, ojalá la cosa se quedase sólo en la oratoria, simplemente significa que ciertas ciudades, no reclaman ediles a su altura ni se mueven colectivamente para ello y  se conforman con lo primero que les colocan y son indiferentes a las cualidades de sus alcaldes/as y concejales, que lo mismo les sirve un roto de Gallardonophis I que un descosido de Ana Botella, sin que nadie la haya propuesto democráticamente ni elegido por el mismo sistema. Y al parecer es algo que no se plantea hasta que se ve en el extranjero y se cae la cara de vergüenza. O sea, que mientras fuera no se note la cenutriez del alcalde, el cenutrio de andar por casa se considera válido para el cargo, aunque no dé una derechas ni a izquierdas.

No es justo ni se ciñe a la realidad atribuir el desaliño expresivo y la torpeza comunicativa de Botella a una incapacidad generalizada de los españoles para hablar en público. Tampoco es de recibo comparar el desaliño mental desordenado y el vacío de recursos intelectuales de Botella con la tartamudez de Jorge VI de Inglaterra. La tartamudez tiene arreglo, y de hecho se corrigió perfectamente en el caso del rey inglés, pero los déficits de hábitos cognitivos y expresivos no es nada fácil corregirlos. Para que eso sea posible lo primero es que la persona sea consciente de que su cargo la sobrepasa y debería haber renunciado a él o reeducarse los hábitos mentales, abrir su reducido microcosmos y emprender otra vía, que posiblemente sea incompatible con su sistema de comportamientos e inclinaciones autómatas, tan difíciles de desmantelar cuando se lleva toda una vida asumiéndolas con total normalidad. De hecho Jorge VI se curó porque supo aceptar que un plebeyo le tutease y le obligase a salirse del protocolo que había mamado desde que lo parieron. Que saliese del caparazón y de la rutina mental que implican los roles, ya sean heredado o autoimpuestos y su adaptación a un medio determinante. Aceptar tal reto ya daría un índice de inteligencia básica imprescindible para trabajar en ello. Hasta ahora no parece que esa sea la línea elegida por la botellidad aznaril. Sino más bien darle bombo al desaguisado y sacarle pasta con la publicidad de unas camisetas, igual que el marido ha explotado una espesura casposa, tiesa y patológica, para vender su imagen imitadora de Bush jr. Es otra forma de no crecer jamás ni mejorar, rentabilizando la tara como cualidad y vendiéndola como marca personal de emppresa iluminada por por la gürtelidad incandescente. Por otra parte estar casada con Aznar de por vida, sostener y no enmendar el evento, tiene sus efectos colaterales y es todo menos la garantía de cierta lucidez. Dime con quién andas casad@ y te diré como te comportas y como te taras.

En cuanto a que los españoles no saben expresarse en público en el tema institucional, por ejemplo, recuerdo un discurso magnífico en la ONU, de Zapatero proponiendo una alianza de civilizaciones como alternativa a la guerra y al terrorismo. Fue muy brillante. Pero nadie lo comentó. Porque en general lo bueno es poco interesante como noticia. Pone más lo cutre. El zarrapastro, porque da más juego a la mala leche y al ingenio patatero de tabernilla y dominó. De casino chismoso provinciano y de xarreta en peluquería.  Mola mucho más hacer leña del árbol caído por su cuenta que tener que talar el tronco. Pura perrería mental y emotiva. ¿Mediocriditis congénita o mediocridosis crónica? Pues parece que sí, que las dos, alternatvamente, por los síntomas. 

El hecho objetivo que tenemos delante es que la alcaldesa de Madrid no debería serlo. Y es seguro que miles de madrileños se expresan perfectamente en español y hablan correctamente y con toda soltura en inglés y en más lenguas vivas. Pero con la anomalía de que ellos están en el paro y esa botella para reciclar, en vez de estar en el contenedor verde de la esquina entre Alcalá y Cibeles, está presidiendo la alcaldía. Miles de madrileños, por no decir de españoles, podrían haber hecho maravillas en esa representación majadera y convertirla en algo digno e impedir el ridículo internacional. Cualquier arqueitect@, psicólog@, ingenier@ informátic@, físic@ nuclear, profesor@ de lenguas y filologías varias, piloto, periodista corresponsal, deportista bien preparado, comercial en agencia de viajes o traductor/a, cualquier recepcionista o camarero cualificado de hotel turístico e incluso cualquier pensionista que aprovecha la jubilación para estudiar varios idiomas en las escuelas oficiales y viajar para conocer lo que mientras trabajaba no pudo permitirse, podrían haber estado fantásticos como representantes de lo que sea en el extranjero. Y si no, dénse una vuelta por Inglaterra, Alemania, Suiza, EEUU, Finlandia o China. Y van a descubrir las maravillas que España tiene repartidas por el mundo. Y los esperpentos analfabetos y carentes de las habilidades sociales más imprescindibles, que las obligan a emigrar.

Y ya lo último es acusar a todos los españoles del síndrome torpón del rey pasmado. Lo que me lleva a preguntar cómo se dan los títulos en las Facultades de Periodismo y en las demás. ¿Sólo por acumulación memorística de datos? Al menos cuando yo estudiaba, en el examen de Preu había una prueba de madurez sine qua non, en la que nos exigían exponer nuestros criterios personales sobre los contenidos y no sólo repetirlos como loros amaestrados. Esa prueba era la decisiva, porque era eliminatoria per se. Las otras se compensaban, pero si la madurez no estaba presente no había nada qué hacer. La universidad no se adaptaba a la falta de desarrollo y crecimiento intelectual. El desafío no era sólo el estudio teórico sino sobre todo había que aprender a pensar por uno mismo y desarrollar espíritu crítico también, frente a los contenidos que se estudiaban como axiomas intocables. Quien no pasaba esa prueba no aprobaba, por más que repitiese al pie de la letra los contenidos de todos los libros del Bachiller. Eran tiempos muy malos intelectualmente para España. Una dictadura, dura, dura, y que duraba una eternidad. Pero qué ingenio y qué destreza desarrollaban los enseñantes y profesores para librarnos del horror y de la tara mental. Qué arte para explicar la Historia y la Filosofía vis a vis, superando los textos censurados y complacientes con el régimen. Cuánta finura y sugerencia empleaban para explicarnos a través de Platón, de Sócrates, de Aristóteles, Salustio o Tácito, Hegel, Bergson, Erasmo, Moro, Descartes, Spinoza, Kant, Kierkegaard, Husserl, Nietzsche o Jung,  como librarnos en lo posible de la maldición bíblica que nos aplastaba como país y como sociedad. Ahora no es lo mismo. Ya se ve. Y ya se lee. Con mentes dopadas por la enseñanza masificadora, enganchados al wassap, con los ingenios perezosos cuyo único objetivo es el alpinismo trepa, el trabajo menestral de la inteligencia y el dinering, chungo de verdad , muy chungo, está el futuro.

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