Dice Orwell que desde la Prehistoria las sociedades humanas se dividen en tres medidas: los altos, los medianos y los bajos y que la dinámica siempre ha sido la misma. Los altos
son los que tienden a mandar y a imponerse por la fuerza con leyes y
normas que buscan más su provecho que el bien común. Pronto se hacen con
el poder, porque a los medianos y bajos les resulta
cómodo que les organicen la vida sin complicarse o porque no se plantean
siquiera otra cosa mejor. Les ceden su poder y su responsabilidad a
cambio de no tener que molestarse participando en nada decisivo ni en
reclamar nada. Pero con el poder los altos se desgastan, se corrompen y
su misma avaricia insaciable los acaba agotando, así llegan las crisis,
entonces es cuando los medianos toman el relevo y se convierten en los nuevos altos con lo que la situación nunca mejora, porque sigue habiendo una mayoría de bajos eternamente
oprimidos, que no tienen medios ni herramientas para rebelarse y son
esclavos siempre y si en su situación ellos acabasen por rebelarse el
resultado sería siempre el exterminio o en la casi imposible hipótesis
de que derrotasen a los medianos-altos, el caos, las venganzas y
el desastre sería el resultado final. Ahí se queda el escepticismo
empírico de G. Orwell, pero no la evolución del hombre.
Hay
soluciones que aunque requieren esfuerzo, trabajo y cambios de
mentalidad, son totalmente posibles. La solución pasa porque los medianos
cuando tomen las responsabilidades de organizar la sociedad no se
encastillen en su papel y no se corrompan tratando de imitar a los
fracasados y anacrónicos altos. Sino que pongan todo su interés en que los desbaratados altos se reeduquen y bajen a su humanidad natural y en que los bajos se
hagan medianos y salgan de su estado vegetativo social. Eso se consigue
sobre todo, con la educación. Por eso, es uno de los derechos más
importantes en una sociedad civilizada, en la que se trata de erradicar
la miseria y de que cualquier persona disponga de todo lo necesario para
no sólo vivir materialmente con dignidad, sino también para poder
desarrollarse en inteligencia, capacidades y potencial. ¿A cuántos
genios, potenciales descubridores, médicos, maestros, artistas,
pensadores, grandes políticos, legisladores y economistas, reformadores
sabios, grandes pedagogos y magníficos seres, habrá condenado la
desigualdad social a un anonimato miserable y a un eclipse total por no
haberles dado la oportunidad de desarrollar sus talentos en una
educación integral, pública, libre, gratuita y aconfesional? Una
sociedad evolucionada, cívica y ética debe ser alta e valores humanos y en inteligencia emocional bien equilibrada y en trabajo por el bien común, mediana en consumismo, dispersión, superficialidad y pérdidas de tiempo en lo que no alimenta y baja en ignorancia, egoísmo, fanatismo, dogmatismo, pereza e indiferencia.
Ahora sobre todo los españoles y los europeos del Sur, estamos en la tesitura de que, una vez corrompidos e inutilizados los altos, sean los medianos quienes tracen el futuro cambiando el presente y haciendo que los bajos despierten y cooperen. Se eduquen y saquen de sí mismos todo lo mejor que poseen y desconocen. Los medianos despiertos
son los éticamente indignados, los que ya no se resignan a un mundo tan
viejo, tan enfermo y tan cutre. No quieren que se repita misma
historia. Han podido estudiar y desarrollarse sin perder el alma
todavía, si no entran en el juego pérfido y depredador de los altos que les tienta y les ofrece cada vez más "sobres" por olvidarse de su humanidad. Deben
buscar la unidad y la solidaridad para que nunca más haya escalones en
los que unos vivan a costa de machacar a otros y el resultado deje de
ser el mismo que en el Paleolítico. Como ha sucedido hasta ahora.
No
basta con que recuperemos los derechos y las libertades, hay que
conseguir que nuestras aspiraciones crezcan en el alma y en la
inteligencia. En la lucidez de lo sencillo y de lo profundo. Eso nos
hará clarividentes y prevenidos. Que no baste una sociedad rica y cómoda
pero infeliz e incierta, porque la saturación de objetos y herramientas
"mágicas" no nos hace avanzar sino involucionar si es que no hemos
desarrollado la consciencia.
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